miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 5.

El atardecer nos ha seguido desde Seattle, y el cielo está bañado de ópalo, rosas y aguamarinas entretejidos juntos como solo la madre naturaleza sabe hacer. Es una despejada y vivificante tarde, y las luces de Portland centellean y titilan, dándonos la bienvenida mientras Zayn maneja el helicóptero hacia abajo en el helipuerto.

Estamos en lo alto de una extraña construcción de ladrillos marrones en Portland que dejamos tres semanas atrás.

Jesús, no ha sido hace demasiado tiempo. Aún siento como si conociera a Zayn de toda una vida.

Apaga a Charlie Tango, deslizando varios interruptores entonces las hélices se detienen, y eventualmente todo lo que oigo es mi respiración a través de los audífonos. Mmm. Esto me recuerda brevemente mi experiencia Thomas Tallis. Palidezco. Simplemente no quiero ir ahí justo ahora.

—¿Buen paseo, señorita Steele? —pregunta, su voz como la miel, sus ojos mieles centelleando.

—Sí, gracias, Sr. Malik —le respondo educadamente.

—Bien, vamos a ver las fotos del chico. —Extiende su mano hacia mí y tomándola, salgo de Charlie Tango.

Un hombre de cabello gris con barba, camina a nuestro encuentro, sonriendo ampliamente, y lo reconozco como el anciano de la última vez que estuvimos aquí.

—Joe. —Zayn sonríe y suelta mi mano para sacudir la de Joe cálidamente—Mantenlo a salvo para Stephan. Estará aquí alrededor de las ocho o nueve.

—Lo haré, Sr. Malik, señora —dice, asintiendo hacia mí—. Su auto espera bajando las escaleras, señor. Oh, y el elevador está fuera de servicio; tiene que usar las escaleras.

—Gracias, Joe.

Zayn toma mi mano y nos encaminamos a las escaleras de emergencia.

—Es bueno para ti que solo sean tres pisos, en esos tacones —murmura él hacia mí en desaprobación.

—¿No te gustan las botas?

—Me gustan mucho, Anastasia. —Su mirada se oscurece y creo que podría decir algo más pero se detiene—Vamos. Iremos despacio. No quiero que caigas y te rompas el cuello.




Nos sentamos en silencio mientras nuestro chofer nos lleva a la galería. Mi ansiedad había retornado con más fuerza, y me doy cuenta de que nuestro tiempo en Charlie Tango ha sido la calma que precede a la tormenta. Zayn está callado y pensativo… inquieto incluso; la atmósfera relajada que había entre ambos ha desaparecido.

Hay mucho que quiero decir, pero este viaje es demasiado corto. Zayn mira pensativo por la ventana.

—Justin es solo un amigo —murmuro.

Zayn se gira y me mira fijamente, sus ojos oscuros y protegidos, sin dar nada.

Su boca, oh, su boca es distrayente, y espontáneamente. La recuerdo sobre mí, en todas partes. Mi piel palpita. Cambia de posición en su asiento y frunce el ceño.

—Esos hermosos ojos se ven demasiado grandes en tu rostro, Anastasia. Por favor, dime que comerás.

—Sí, Zayn, comeré —respondo automáticamente, una trivialidad.

—Lo digo en serio.

—¿Ah, si?

No puedo reprimir el tono arrogante. Sinceramente, qué cínico es este hombre… este hombre que me ha hecho pasar un calvario estos últimos días. No, eso no es verdad, yo misma me he sometido al calvario. No. Ha sido él. Muevo la cabeza, confusa.

—No quiero pelear contigo, Anastasia. Te quiero de regreso, y te quiero a salvo —dice suavemente.

¿Qué? ¿A qué se refiere?

—Pero nada ha cambiado.

Tu sigues siendo cincuenta tonos.

—Hablaremos en el camino de regreso. Ya hemos llegado.

El auto se detiene en frente de la galería, y Zayn baja, dejándome sin palabras.

Abre la puerta del auto para mí, y salgo.

—¿Por qué haces eso? —Mi voz es más fuerte de lo que esperaba.

—¿Hacer qué? —Zayn es tomado por sorpresa.

—Decir algo como eso y luego callarte.

—Anastasia, estamos aquí. Donde querías estar. Hagamos esto y entonces hablamos. Particularmente, no quiero una escena en la calle.

Me sonrojo y echo un vistazo alrededor. Está en lo correcto. Es demasiado público.

Presiono mis labios juntos mientras él me mira hacia abajo.

—Está bien —murmuro de mala gana. Tomando mi mano, me conduce al interior del edificio.

Estamos en un almacén reconvertido, paredes de ladrillo, oscuros pisos de madera ,techos blancos, y tuberías blancas. Es de aire moderno, y hay muchas personas deambulando por el piso de la galería. Probando vino y admirando el trabajo de Justin. Por un momento, mis problemas se derriten lejos mientras me doy cuenta de que Justin ha realizado su sueño. ¡Así se hace, Justin!

—Buenas tardes y bienvenidos al espectáculo de Justin Bieber. —Una mujer joven vestida de negro con un muy corto cabello marrón, usando lápiz labial rojo, y grandes pendientes de aro, nos recibe.

Echa un breve vistazo hacia mí; entonces uno mucho más largo de lo que es estrictamente necesario a Justin, entonces gira de regreso hacia mí, parpadeando mientras se sonroja.

Mi frente se arruga. Él es mío, o lo era. Trato fuertemente de no fruncirle el ceño.

Mientras sus ojos recuperan su enfoque, vuelve a parpadear.

—Oh, eres tú, Anastasia. Nos encanta que tú también formes parte de todo esto.

Sonriendo, me entrega un folleto y me dirige a una mesa llena con bebidas y bocadillos.

¿Cómo sabe mi nombre?

—¿La conoces? —Zayn frunce el ceño.

Sacudo mi cabeza, igualmente desconcertada. Se encoge de hombros, distraído.

—¿Qué te gustaría de beber?

—Tomaré una copa de vino blanco, gracias.

Su entrecejo se frunce, pero contiene su lengua y se dirige a la barra libre.

—¡Anastasia!

Justin viene disparado atravesando una multitud de personas.

Está vistiendo un traje. Se ve bien y está sonriéndome radiante. Me envuelve en sus brazos, abrazándome fuertemente. Y es todo lo que puedo hacer para no estallar en lágrimas. Mi amigo, mi único amigo mientras que Kate está lejos. Lágrimas llenan mis ojos.

-Anastasia, estoy tan contento de que lo hayas hecho. —Suspira en mi oído, entonces se detiene y abruptamente me extiende a un brazo de distancia, mirándome fijamente.

—¿Qué?

—Hey, ¿estás bien? Luces tan, bien, extraña. Dios mío, ¿has perdido peso?

Pestañeo alejando mis lágrimas.

—Justin, estoy bien. Solo estoy tan feliz por ti.

Mierda, no él, también.

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