domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 103.

—No estoy pidiendo nada. Te estoy informando mis planes para el viernes. Mira, quiero ver a Justin, y él se quiere quedar. Se queda aquí o se puede quedar en mi casa, pero si lo hace debería estar allí, también.

Los ojos de Zayn se amplían. Él mira estupefacto.

—Él se te insinuó.

—Zayn, eso fue hace semanas. Estaba ebrio. Yo estaba ebria, tú salvaste el día, no pasará otra vez. Él no es Jack, por el amor de Dios.

—Ethan está aquí. Él puede acompañarlo.

—Él quiere verme a mí, no a Ethan.

Zayn me frunce el ceño.

—Él es solo un amigo. —Mi voz es enfática.

—No me gusta.

¿Y qué? Jesús, él es irritante a veces. Tomo una respiración profunda.

—Él es mi amigo, Zayn. No lo he visto desde su presentación. Y fue muy breve. Sé que no tienes amigos, aparte de esa espantosa mujer, pero no me quejo acerca de ti viéndola —le espeto. Zayn parpadea, sorprendido—Quiero verlo. He sido una mala amiga con él.

Mi subconsciente está alarmado. ¿Estás estampando tu pequeño pie? ¡Quieta ahora!

Ojos mieles arden en mí.

—¿Es eso lo que piensas?—respira.

—¿Pienso sobre qué?

—Elena. ¿Preferirías que no la viera?

Santo cielo.

—Exacto. Preferiría que no la vieras.

—¿Por qué no lo dijiste?

—Porque no es mi decisión. Tú crees que ella es tu única amiga.

Me encojo de hombros con exasperación. Él realmente no lo entiende. ¿Cómo esto se volvió una conversación sobre ella? Ni siquiera quiero pensar en ella. Trato de llevarnos de vuelta a Justin

—Así como no es tu decisión para decir si puedo o no puedo ver a Justin. ¿No lo entiendes?

Zayn me mira, perplejo. Oh, ¿qué está pensando?

—Se puede quedar aquí, supongo —murmura—Puedo mantener un ojo sobre él.

¡Aleluya!

—¡Gracias! ¿Sabes?, si yo también voy a vivir aquí… —Me fallan las palabras. Zayn asiente. Sabe qué intento decirle—. Aquí no es que falte espacio precisamente… —digo con una sonrisita irónica.

Sus labios se levantan caprichosa y lentamente.

—¿Me estas sonriendo, señorita Steele?

—Definitivamente, Sr. Malik. —Me levanto en caso de que sus manos comiencen a temblar, limpio nuestros platos, y luego los cargo en el lavavajillas.

—Gail hará eso.

—Lo estoy haciendo yo. —Me pongo de pie y lo veo. Me está mirando intensamente.

—Tengo que trabajar un rato —dice disculpándose.

—Genial. Encontraré algo que hacer.

—Ven aquí —ordena, pero su voz es baja y seductora, sus ojos ardiendo. No dudo en caminar a sus brazos, estrechándolo alrededor de su cuello cuando se sube en el taburete. Envuelve sus brazos a mí alrededor, me aplasta contra él, y sólo me sostiene.

—¿Estás bien? —susurra en mi cabello.

—¿Bien?

—¿Después de lo que paso con ese jodido? ¿Después de lo que paso ayer? —agrega, su voz baja y seria.

Miro sus ojos mieles. ¿Estoy bien?

—Sí —susurro.

Sus brazos se tensan a mi alrededor, y me siento segura, apreciada, y amada, todo al mismo tiempo. Es maravilloso. Cerrando mis ojos, disfruto el sentimiento de estar entre sus brazos. Amo a este hombre. Amo su intoxicante esencia, su fuerza, su voluptuosidad… mi Cincuenta.

—No peleemos —murmura. Besa mi cabello e inhala profundamente— Hueles celestial como siempre, Anastasia.

—Tú también —susurro y beso su cuello.

Demasiado pronto me libera.

—Deberían ser sólo un par de horas.

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