domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 101.

Manteniendo mis ojos firmemente enganchados con los suyos y concentrándome en lo que tengo que hacer —en vez de proliferar mi repugnancia y temor— pongo mi mano suavemente sobre la suya en una caricia. Sonríe con triunfo. Agarro su dedo meñique, y lo giro hacia atrás, tirándolo y llevándolo por debajo de su cadera.

—¡Arrgh! —grita de dolor y sorpresa, y mientras pierde balance, levanto mi rodilla, rápido y fuerte, hacia arriba en su ingle, y hago un contacto perfecto con mi objetivo. Lo aparto hábilmente por mi izquierda mientras sus rodillas se doblan, y colapsa con un jadeo sobre el piso de la cocina, agarrándose a sí mismo entre sus piernas.

—Nunca me toques otra vez —le gruño—Tu itinerario y los folletos están empacados en mi escritorio. Ahora me voy a casa. Ten un lindo viaje. Y en el futuro, tráete tu maldito café tú mismo.

—¡Maldita perra! —medio gritó y medio gruñó, pero ya estaba fuera de la puerta.

Corro a toda velocidad a mi escritorio, agarro mi chaqueta y mi cartera, y me lanzo a recepción, ignorando los gemidos y maldiciones emanando del bastardo aún caído en el piso de la cocina.

Salgo del edificio y me detengo por un momento mientras el aire fresco golpea mi rostro, tomo una respiración profunda, componiéndome a mí misma. Pero no había comido en todo el día, y mientras la muy bienvenida descarga de adrenalina cedía, las piernas me fallan, y me recuesto en el suelo.

Miro con leve desprendimiento el lento movimiento de película que se desarrollaba frente a mí: Zayn y Taylor en trajes oscuros y camisas blancas, saltando fuera del auto estacionado y corriendo hacia mí. Zayn hundiéndose en sus rodillas a mi lado, y en algún nivel inconsciente, todo lo que puedo pensar es: Está aquí. Mi amor está aquí.

—Anastasia, ¡Anastasia! ¿Qué está mal? —Me jala a su regazo, pasando sus manos arriba y abajo por mis brazos, comprobando signos de daño. Agarrando mi cabeza entre sus manos, mira con sus enormes y aterrados ojos mieles a los míos. Cedo contra él, repentinamente abrumada con alivio y fatiga. Oh, los brazos de Zayn. No hay lugar en el que prefiera estar.

—Anastasia. —Me sacude gentilmente— ¿Qué está mal? ¿Estás enferma?

Sacudo mi cabeza mientras noto que necesito empezar a comunicarme.

—Jack —susurro, y siento en vez de ver la rápida mirada de Zayn a Taylor, quien abruptamente desaparece en el edificio.

—¡Mierda! —Zayn me envuelve en sus brazos— ¿Qué te hizo ese bastardo?

Y de algún lugar justo al lado correcto de la locura, unas risitas empiezan a burbujear en mi garganta. Recuerdo la estupefacción de Jack mientras agarraba su dedo.

—Es lo que le hice a él. —Empiezo a reír y no puedo detenerme.

—¡Anastasia! —Zayn me sacude otra vez, y mi risa cesa convenientemente— ¿Te tocó?

—Sólo una vez.

Siento los músculos de Zayn contraerse y tensarse mientras la rabia barre a través de él, y se levanta rápidamente, poderosamente, rígidamente estable, conmigo en sus brazos. Está furioso. ¡No!

—¿Dónde está el cabrón?

Oigo gritos apagados provenientes del interior del edificio. Zayn me pone sobre mis pies.

—¿Puedes sostenerte de pie?

Asiento.

—No entres. No lo hagas, Zayn. —Repentinamente mi miedo está de regreso, miedo de lo que Zayn le haga a Jack.

—Entra en el auto —me ladra.

—Zayn, no. —Agarro su brazo.

—Entra en el maldito auto, Anastasia. —Se sacude de mí.

—¡No! ¡Por favor! —Le ruego— Quédate. No me dejes sola. —Empleo mi última arma.

Hirviendo, Zayn pasa sus manos a través de su cabello y baja la mirada hacia mí, claramente atrapado con indecisión. Los gritos dentro del edificio escalan, y entonces cesan repentinamente.

Oh, no. ¿Qué ha hecho Taylor?

Zayn saca su BlackBerry.

—Zayn, él tiene mis e-mails.

—¿Qué?

—Los e-mails que te envié. Quería saber dónde estaban tus e-mails de respuesta. Estaba tratando de chantajearme.

La mirada de Zayn es asesina. Oh mierda.

—¡Joder! —escupe y entorna sus ojos hacia mí, presiona un número en su BlackBerry.

Oh no. Estoy en problemas. ¿A quién está llamando?

—Barney. Soy Malik. Necesito que accedas al servidor principal de AIPS y borres todos los e-mails que me envió Anastasia Steele. Luego accede a los archivos de datos personales de Jack Hyde y verifica que no estén copiados ahí. Si están, bórralos… Sí, todos ellos. Hazme saber cuándo esté hecho.

Cuelga y marca otro número.

—Roach. Soy Malik. Hyde, lo quiero fuera. Ahora. En este minuto. Llama a seguridad. Hazlo limpiar su escritorio inmediatamente, o liquidaré esta compañía como primer asunto en la mañana. Ya tienes toda la justificación que necesitas para darle la carta de despido. ¿Entiendes?

Escucha por un momento, y cuelga pareciendo satisfecho.

—BlackBerry —me sisea a través de los dientes apretados.

—Por favor, no te enfades conmigo. —Parpadeo hacia él.

—Estoy demasiado enfadado justo ahora —gruñe y una vez más pasa su mano a través de su cabello— Entra en el auto.

—Zayn, por favor…

—Entra en el maldito auto, Anastasia o te pondré en él yo mismo —amenaza, sus ojos quemando con furia.

—No hagas nada estúpido, por favor —ruego.

—¡ESTÚPIDO! —Explota— Te dije que usaras tu maldita BlackBerry. No me hables de estupidez. Entra en el maldito auto, Anastasia, ¡AHORA! —gruñe y un escalofrío de miedo corre a través de mí. Éste es el “Zayn muy enojado”.

No lo he visto así de molesto antes. Está prácticamente colgando de su autocontrol.

—Está bien —murmuro, aplacándolo— Pero por favor, ten cuidado.

Presionando sus labios en una dura línea, señala furiosamente al auto, mirándome.

Jesús, está bien, entendí el mensaje.

—Por favor, ten cuidado. No quiero que nada te pase. Eso me mataría — murmuro. Parpadea rápidamente y se detiene, relajando sus brazos mientras toma una profunda respiración.

—Tendré cuidado —dice, sus ojos se suavizan.

Oh, gracias a Dios. Sus ojos queman hacia mí mientras me dirijo al auto, abro la puerta delantera del pasajero, y entro. Una vez que estoy a salvo en el confort del Audi, desaparece dentro del edificio, y mi corazón sube otra vez a mi garganta.

¿Qué está planeando hacer?

Me siento y espero. Y espero. Y espero. Cinco minutos eternos. El taxi de Jack se estaciona frente al Audi. Diez minutos. Quince. Jesús, ¿qué están haciendo ahí, y cómo está Taylor? La espera es agonizante.


Veinticinco minutos después, Jack sale del edificio, cargando una caja de cartón de almacén. Junto a él está el guardia de seguridad. ¿Dónde estaba antes?

Y después de ellos, Zayn y Taylor. Jack luce aturdido. Se dirige directamente al taxi, y estoy agradecida de que el Audi tenga pesadas ventanas polarizadas, así no puede verme. El taxi se marcha, presumiblemente no al aeropuerto, mientras Zayn y Taylor alcanzan el auto.

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