jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 31.

—¿Comemos? —pregunto. La tensión entre nosotros es drenada.

Frunce el ceño.

—Si

—Cocinaré.

—Bien. De lo contrario hay comida en la nevera.

—¿La Sra. Jones está fuera los fines de semana? ¿Así que comes fiambres los fines de semana?

—No.

—¿Oh?

Suspira.

—Mis sumisas cocinan. Anastasia.

—Oh, por supuesto. —Me sonrojo. ¿Cómo puedo ser tan estúpida? Le sonrío dulcemente— ¿Qué le gustaría comer al amo?

Sonríe.

—Lo que sea que la ama pueda encontrar —dice oscuramente.



Inspeccionando el impresionante contenido de la nevera. Me decido por tortilla española. Incluso hay patatas frías, perfecto. Es rápido y fácil. Zayn sigue en su estudio, sin duda invadiendo la privacidad de algún pobre tonto inocente y recopilando información. El pensamiento es desagradable y deja un sabor amargo en mi boca. Mi mente se tambalea. Él realmente no conoce límites.

Necesito música si voy a cocinar, y ¡voy a cocinar sin ser sumisa! Me acerco a la conexión para iPod junto a la chimenea y cojo el iPod de Zayn. Apuesto a que hay más de la elección de Leila aquí. La misma idea me asusta.

¿Dónde está? me pregunto. ¿Qué quiere?
Me estremezco. Qué legado. No puedo envolver mi cabeza alrededor de esto.

Avanzo a través de la extensa lista. Quiero algo optimista. Mmm, Beyoncé… Crazy in love. ¡Oh sí! Que apta. Presiono el botón de repetir y lo pongo en voz alta.

Zigzagueo de vuelta a la cocina y busco un tazón, abro la nevera y saco los huevos. Los abro y empiezo a batir, bailando al mismo tiempo.
Incursionando en la nevera una vez más, recojo patatas, jamón y ¡sí! Guisantes del congelador. Todo esto lo hará. Encuentro una sartén, la pongo sobre la estufa poniendo un poco de aceite de oliva y regreso a batir.

Sin empatía, reflexiono. ¿Es solo Zayn? Quizás todos los hombres son así, desconcertados por las mujeres, simplemente no lo sé. Quizás no es una gran revelación.

Quisiera que Kate estuviera en casa; ella sabría. Ha estado en Barbados por mucho tiempo. Debería estar de vuelta a finales de semana después de sus vacaciones adicionales con Elliot. Me pregunto si es todavía lujuria a primera vista para ellos.

Una de las cosas que amo de ti.

Paro de batir. Él dijo eso. ¿Eso significa que hay otras cosas? Sonrío por primera vez desde que vi a la Sra. Robinson, una sonrisa genuina, de corazón, enloquecida.

Zayn desliza sus brazos alrededor de mí, haciéndome saltar.

—Interesante elección de música —ronronea mientras me besa bajo la oreja—Tu cabello huele bien.

Acaricia mi cabello con la nariz e inhala profundamente.
El deseo se enrosca en mi vientre. No. Me encojo fuera de su abrazo.

—Aún sigo enojada contigo.

Frunce el ceño.

—¿Por cuánto tiempo vas a seguir con esto? —pregunta, arrastrando una mano a través de su cabello.

Me encojo de hombros.

—Al menos hasta que hayamos comido.

Sus labios tiemblan con diversión. Girándose, toma el control remoto del mostrador y apaga la música.

—¿Lo pusiste en tu iPod? —pregunto.

Sacude su cabeza, su expresión sombría, y sé que fue ella… la chica fantasma.

—¿No piensas que estaba tratando de decirte algo en ese entonces?

—Bien, en retrospectiva, probablemente —dice quedamente.

Me sonríe y se dirige a la conexión del iPod mientras regreso a batir.
Momentos después la voz celestial, dulce, llena de alma de Nina Simone llena la habitación. Es una de las favoritas de Ray: I put a Spell on you.
Me sonrojo, girándome para mirar a Zayn. ¿Qué está tratando de decirme? Él ha puesto un hechizo en mí hace tiempo. Oh Dios… su mirada ha cambiado, la ligereza se ha ido, sus ojos se oscurecen, intensos.

Lo miro, cautivada mientras lentamente, como el depredador que es, me acecha al ritmo del lento, sensual latido de la música. Está descalzo, vistiendo solo una camisa blanca fuera del pantalón, jeans y una mirada ardiente. Nina canta, Tú eres mío mientras Zayn me alcanza, su intención clara.

—Zayn, por favor —susurro, la batidora quitada de mi mano.

—¿Por favor qué?

—No hagas esto.

—¿Hacer qué?

—Esto.

Se para frente a mí, mirándome hacia abajo.

—¿Estás segura? —Exhala y se estira, toma la batidora de mi mano y la coloca de regreso en el recipiente con los huevos. Mi corazón está en mi boca. No quiero esto…Sí quiero esto… desesperadamente.

Es tan frustrante. Es tan caliente y deseable. Arranco mi mirada de su mirada hechizante.

—Te deseo, Anastasia —murmura— Amo y odio, y amo discutir contigo. Es tan nuevo. Necesito saber que estamos bien. Es la única manera que conozco.

—Mis sentimientos por ti no han cambiado —susurro.

Su proximidad es sobrecogedora, estimulante. La familiar atracción está ahí, todas mis terminaciones nerviosas me empujan hacia él, mi Diosa interior está en su modo más libidinoso. Contemplo la sombra del vello asomando por su camisa, muerdo mi labio, en busca de ayuda, llevada por el deseo… Quiero probarlo ahí.

Está tan cerca, pero no me toca. Su calor calentando mi piel.

—No voy a tocarte hasta que digas que sí —dice suavemente— Pero justo ahora, después de esta mañana realmente de mierda, quiero enterrarme en ti y simplemente olvidar todo excepto a nosotros.

Oh… Nosotros. Una mágica combinación, un pequeño pero potente pronombre que cierra el trato. Levanto la cabeza para mirar su hermoso y a la vez serio rostro.

—Voy a tocar tu rostro —digo en voz baja, y veo su sorpresa reflejada brevemente en sus ojos antes de registrar su aceptación.

Levantando mi mano, acaricio su mejilla, y paso mis uñas alrededor de su barba. Cierra sus ojos y exhala, inclinando su rostro en mi toque.
Se inclina lentamente, y mis labios automáticamente se alzan para encontrar los suyos. Se cierne sobre mí.

—¿Sí o no, Anastasia? —susurra.

—Sí.

Su boca suavemente se cierra sobre la mía, persuadiendo, coaccionando a mis labios a abrirse mientras sus brazos se pliegan a mi alrededor, jalándome hacia él. Su mano se mueve hacia arriba por mi espalda, sus dedos enredándose en el cabello de la parte de atrás de mi cabeza y tirando suavemente, mientras su otra mano aplasta mi trasero, forzándome contra él. Gimo suavemente.

—Sr. Malik. —Taylor tose, y Zayn me suelta inmediatamente.

—Taylor —dice, su voz frígida.

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