miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 55.

Su cabeza descansa en mi vientre, sus brazos alrededor de mí. Mis dedos juegan en su cabello lacio, y nos quedamos así por no sé cuánto tiempo. Es tan tarde y estoy tan cansada, pero sólo quiero disfrutar la serena calma del brillo sucesivo a hacer el amor con Zayn Malik, porque eso es lo que hemos hecho, gentil y dulce amor.

Ha avanzado mucho, y yo también, en muy poco tiempo. Es casi demasiado para absorber. Con todas las cosas retorcidas estoy perdiéndome su simple y honesto viaje conmigo.

—Nunca tendré suficiente de ti. No me dejes —murmura y besa mi vientre.

—No voy a irme a ningún lado, Zayn, y creo recordar que yo quería besar tu vientre —mascullo adormilada.

Sonríe contra mi piel.

—Nada está deteniéndote ahora, nena.

—No creo que pueda moverme, estoy tan cansada.

Zayn suspira y se mueve de mala gana, viniendo a mi lado con su cabeza sobre su codo y arrastrando los cobertores sobre nosotros. Me mira, sus ojos brillando, cálidos, amorosos.

—Duerme ahora, nena. —Él besa mi cabello y me envuelve con sus brazos mientras me duermo.

Cuando abro los ojos, luz está llenando el cuarto, haciéndome pestañear. Mi cabeza está confusa por la falta de sueño. ¿Dónde estoy? Oh, el hotel…

—Hola —murmura Zayn, sonriéndome abiertamente.

Está acostado junto a mí, completamente vestido, en la cima de la cama. ¿Cuánto tiempo lleva allí? ¿Ha estado estudiándome? De repente me siento completamente tímida y mi cara se enciende bajo su persistente mirada.

—Hola —murmuro, agradecida de estar acostada boca abajo— ¿Cuánto llevas observándome?

—Te podría ver dormir por horas, Anastasia. Pero sólo he estado aquí por unos cinco minutos. —Se inclina y me besa gentilmente— La Doctora. Greene estará aquí pronto.

—Oh. —Había olvidado la inapropiada intervención de Zayn.

—¿Dormiste bien? —pregunta directamente— Ciertamente me pareció que sí, con todos esos ronquidos…

Oh, el molesto bromista Cincuenta.

—¡No ronco! —declaro petulantemente.

—No. No lo haces. —Me sonríe. La suave línea de labial rojo aún es visible alrededor de su cuello.

—¿Te duchaste?

—No. Te estaba esperando.

—Oh… de acuerdo. ¿Qué hora es?

—Diez y cuarto. No tuve el corazón para despertarte antes.

—Me dijiste que no tenías corazón en absoluto.

Él sonríe, tristemente, pero no responde.

—El desayuno está aquí. Panqueques y tocino para ti. Vamos, arriba. Me estoy sintiendo solitario aquí afuera. —Me gira rápidamente hacia mi trasero, haciéndome saltar, y se levanta de la cama.

Mmm… La versión de Zayn de cálido afecto.

Mientras me estiro, me doy cuenta de que me duele todo… sin duda un resultado de todo el sexo, baile y caminata en caros zapatos de tacón. Me desperezo fuera de la cama y camino al suntuoso baño recapitulando los eventos del día anterior en mi mente. Cuando salgo, tomo una de las batas súper esponjosas de baño que cuelgan de un gancho.

Leila, la chica que se parece a mí, esa es la imagen más nítida que mi cerebro conjetura por conjeturar, eso y su presencia etérea en la habitación de Zayn.

¿Qué quería? ¿A mí? ¿A Zayn? ¿Para qué? ¿Y por qué demonios había destrozado mi auto?

Zayn dijo que tendría otro Audi, como todas sus sumisas. El pensamiento no es bienvenido. Dado que había sido tan generosa con el dinero que me había dado, no hay mucho que pueda hacer. Divagué a la habitación principal de la suite, no hay signos de Zayn. Finalmente lo localizo en el comedor. Tomo asiento, agradecida por el impresionante desayuno frente a mí. Zayn está leyendo el diario del domingo y tomando café, su desayuno terminado. Me sonríe.

—Come. Necesitarás tus fuerzas hoy. —Sonríe.

—¿Y por qué será? ¿Me encerrarás en la habitación? —Mi Diosa interior se levanta repentinamente, toda desordenada con una mirada de recién cogida.

—Por tentadora que resulte la idea, pensé que podríamos salir hoy. Tomar aire fresco.

—¿Es seguro? —pregunto inocentemente, tratando y fallando de mantener la ironía fuera de mi voz. La cara de Zayn cae, y su boca se presiona en una línea.

—A dónde vamos, lo es. Y no es un asunto de bromas —agrega determinado, entrecerrando sus ojos.

Me sonrojo y miro a mi desayuno. No me siento como para ser molestada después de todo el drama y la tardía noche anterior. Como mi desayuno en silencio, sintiéndome petulante.

Mi subconsciente está sacudiendo su cabeza. Cincuenta no bromea sobre mi seguridad, debería saberlo para ahora. Giraría mis ojos, pero me contengo.
De acuerdo, estoy cansada y desaliñada. Tuve un largo día ayer y no suficiente sueño. ¿Por qué, oh, por qué logra verse tan fresco como una margarita? La vida no es justa. Alguien golpea la puerta.

—Esa será la doctora —masculla Zayn, obviamente aún molesto por mi ironía. Se mueve de la mesa.

¿No podemos tener una mañana tranquila y normal? Suspiro pesadamente, dejando la mitad de mi desayuno y parándome para recibir a la Doctora Antibaby.

Estamos en la habitación y la doctora Greene está mirándome con la boca abierta.

Está vestida más casualmente que la otra vez que nos vimos con una camisa rosa pálido de cachemira y pantalones negros, y su fino cabello rubio está suelto.

—¿Y dejaste de tomarlas? ¿Sólo así?

Me sonrojo, sintiéndome más que tonta.

—Sí. —¿Podía mi voz ser más pequeña?

—Podrías estar embarazada —dice con seguridad.

¡¿Qué?! El mundo cae a mis pies. Mi subconsciente colapsa en el piso y creo que voy a enfermarme. ¡No!

—Ten, haz pis en esto. —Está en plan profesional hoy.

Humillada, tomo el contenedor plástico que me ofrece y camino hacia el baño.

No. No. No. Imposible, imposible… Por favor, no. No. ¿Qué haría Cincuenta? Palidezco. Enloquecería. ¡Por favor, no! Suspiro en una silenciosa plegaria.

Le entrego a la doctora mi muestra, y cuidadosamente coloca un palito blanco en él.

—¿Cuándo comenzó tu período?

¿Cómo se supone que piense en eso cuando todo lo que puedo hacer es mirar fijamente al palito blanco?

—Eh… ¿Miércoles? No el pasado, el anterior. Primero de Junio.

—¿Y cuándo paraste de tomar la píldora?

—El domingo. El domingo pasado.

Ella aprieta los labios.

—Deberías estar bien —dice agudamente—Puedo decir por tu expresión que un embarazo no planeado no serían noticias placenteras. Así que Medroxyprogesterona es una buena idea si no puedes recordar tomas la píldora todos los días. —Me da una mirada fija, y me encojo bajo su mirada autoritaria.

Levantando el palito, lo mira— Estás bien. No has ovulado aún, así que si has tomado las precauciones apropiadas, no deberías estar embarazada. Ahora, déjame decirte algo sobre la inyección. La descartamos la vez pasada por los efectos secundarios, pero francamente, el efecto secundario de un bebé es más peligroso y dura años. —Sonríe, feliz consigo misma y su broma, pero no puedo comenzar a contestar, estoy demasiado asombrada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario