sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 90.

Y entonces me golpea como una bola de demolición. Sí es un sádico, realmente necesita toda la mierda del azote y los golpes. Oh joder. Pongo mi cabeza en mis manos.

—Así que es verdad —susurro, levantando la mirada hacia él— No puedo darte lo que necesitas. —Es todo… esto realmente significa que somos incompatibles.

El mundo comienza a caerse a mis pies, colapsando alrededor de mí mientras el pánico aprieta mi garganta. Es todo. No podemos hacer esto.

Él frunce el ceño.

—No, no, no, Anastasia. No. Tú puedes. Tú sí me das lo que necesito. —Aprieta sus puños— Por favor créeme —murmura, sus palabras una vehemente súplica.

—No sé qué creer, Zayn. Esto es tan retorcido —susurro, mi garganta ronca y dolorosa mientras se cierra, ahogándome con lágrimas sin derramar.

Sus ojos están anchos y luminosos cuando me mira de nuevo.

—Anastasia, créeme. Luego de que te castigué y me dejaste, mi visión del mundo cambió. No estaba bromeando cuando dije que evitaría sentirme así de nuevo. — Me mira con una dolorosa súplica— Cuando dijiste que me amabas, fue una revelación. Nunca nadie me lo ha dicho antes, y fue como si hubiera dejado algo descansar, o tal vez tú lo dejaste descansar, no lo sé. Con el Dr. Flynn todavía estamos en una profunda discusión sobre eso.

Oh. La esperanza destella brevemente en mi corazón. Tal vez estaremos bien. Quiero que estemos bien. ¿No?

—¿Qué significa todo eso? —susurro.

—Significa que no lo necesito. Ahora no.

¿Qué?

—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Sólo lo sé. El pensamiento de herirte… de cualquier forma… es detestable para mí.

—No entiendo. ¿Y qué con las reglas y las palmadas y todo lo de follar pervertido?

Corre una mano por su cabello y casi sonríe pero en su lugar suspira con pesar.

—Estoy hablando de la mierda pesada, Anastasia. Deberías ver lo que puedo hacer con un bastón o un látigo.

Mi boca se abre, sorprendida.

—Preferiría que no.

—Lo sé. Si quisieras hacer eso, entonces bien… pero no quieres y lo entiendo. No puedo hacer toda esa mierda contigo si tú no quieres. Te lo dije una vez, tú tienes todo el poder. Y ahora, desde que volviste, no siento esa compulsión, para nada.

Lo miro por un momento intentando adentrar todo esto.

—Pero, cuando nos conocimos eso era lo que querías, ¿no?

—Sí, indudablemente.

—¿Cómo puede ser que tu compulsión desaparezca Zayn? ¿Como si yo fuera algún tipo de panacea, y tú estás —a falta de una mejor palabra— curado? No lo entiendo.

Suspira una vez más.

—Yo no diría curado… ¿No me crees?

—Lo encuentro… increíble. Que es diferente.

—Si nunca me hubieras dejado, entonces no me sentiría de esta manera. Tú dejándome fue lo mejor que pudiste haber hecho… por nosotros. Me hizo darme cuenta de cuánto te quiero, solo tú, y lo digo en serio, te tomo de cualquier manera que pueda tenerte.

Lo miro. ¿Puedo creer esto? Mi cabeza me duele sólo de pensar en todo esto, y en el fondo me siento… adormecida.

—Sigues aquí. Creí que ya ibas a estar en la puerta para cuando acabara —susurra.

—¿Por qué? ¿Por qué puede que piense que estás loco por azotar y tener sexo con mujeres que lucen como tu madre? ¿Qué te daría esa impresión? —sisee.

Palidece ante la dureza de mis palabras.

—Bueno, yo no lo habría puesto así, pero sí —dice, con sus ojos grandes y heridos.

Su expresión estaba seria y me arrepentí de lo que dije sin pensar. Fruncí la frente, sintiendo un pinchazo de culpa.
Oh, ¿qué estoy haciendo? Lo miro y luce contrito, sincero… luce como mi Cincuenta.

Y espontáneamente recuerdo la fotografía en su dormitorio de niño, y en ese momento me doy cuenta porque la mujer me parecía tan familiar. Ella luce como él. Ella debió de haber sido su madre biológica.

Su despido fácil de ella viene a mi mente: Nadie de consecuencia… Ella es responsable de todo esto… Y me parezco a ella… ¡Mierda!
Él me observa, pero sé que está esperando mi próximo movimiento. Parece genuino. Dijo que me ama, pero estoy realmente confundida.

Esto está hecho un desastre. Me aclaró lo de Leila, pero ahora sé con mayor certeza que nunca, que ella fue capaz de darle sus patadas. La idea es cansada y desagradable. Estoy tan cansada de todo esto.

—Zayn, estoy cansada. ¿Podemos discutir esto mañana? Quiero ir a la cama.

Él parpadea sorprendido.

—¿No te vas a ir?

—¿Quieres que me vaya?

—¡No! Creí que me ibas a dejar una vez que supieras.

De todas las veces que ha aludido dejarlo una vez que supiera sus secretos más oscuros pasaron por mi mente… y ahora sé. Mierda. El Amo es oscuro.

¿Debería irme? Lo miro, este loco hombre que amo, sí, amo.
¿Puedo dejarlo? Lo deje una vez, y casi me rompió… y a él. Lo amo. Lo sé a pesar de su revelación.

—No me dejes —susurra.

—Oh, por el amor de Dios, ¡no! ¡No me voy a ir! —grito y es catártico. Ya, lo dije. Y no me voy a ir.

—¿De verdad? —Sus ojos muy abiertos.

—¿Qué puedo hacer para hacerte entender que no me voy a ir? ¿Qué puedo decir?

Él me mira, revelando su miedo y angustia otra vez. Traga.

—Hay una cosa que puedes hacer.

—¿Qué? —estallo.

—Cásate conmigo —susurra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario