domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 105.

¡Oh! Vacilante tiro para abrir el cajón, sin apartar mis ojos de su rostro hermoso, pero más bien petulante. En el interior hay una gran variedad de artículos de metal y algunos ganchos para tender ropa. ¡Pinzas de ropa! Cojo un dispositivo grande de metal como un clip.

—Pinza genital —dice Zayn.

Se levanta y se mueve casualmente alrededor así que está a mi lado. Lo regreso inmediatamente y elijo algo más delicado, dos pequeños clips en una cadena.

—Algunos de estos son para el dolor, pero la mayoría son para el placer —murmura.

—¿Qué es esto?

—Pinzas para pezones; eso es para ambos.

—¿Para ambos? ¿Pezones?

Zayn me sonríe.

—Bueno, hay dos pinzas, nena. Sí, ambos pezones, pero eso no es lo que quise decir. Estos son para ambos, placer y dolor.

Oh. Él me la quita.

—Extiende tu dedo meñique.

Hago lo que él pide, y sujeta un clip a la punta de mi dedo. No es demasiado duro.

—La sensación es muy intensa, pero es cuando las quitamos que ellas son más dolorosas y placenteras. —Me retiro la pinza. Hmm, eso podría ser bueno. Me retuerzo ante el pensamiento.

—Me gusta el aspecto de estas —murmuro y Zayn sonríe.

—¿Qué ahora, señorita Steele? Creo que puedo decirlo.

Asiento con la cabeza tímidamente, mordiéndome el labio. Él llega y sube mi barbilla, así que libero mi labio inferior.

—Sabes lo que eso me hace —murmura.

Pongo las pinzas en el cajón, y Zayn se inclina hacia adelante y saca dos más.

—Estas son ajustables. —Él las sostiene para que las inspeccione.

—¿Ajustable?

—Puedes usarlas muy apretadas… o no. Dependiendo de tu estado de ánimo.

¿Cómo hace que suene tan erótico? Trago, y para desviar su atención, saco un dispositivo que se parece a un cortador de pasta con puntas.

—¿Esto? —Frunzo el ceño. Nada de hornear en la sala de juegos, sin duda.

—Eso es una rueda de Wartenberg.

—¿Para?

Él se acerca y lo toma.

—Dame tu mano. Palma hacia arriba.

Le ofrezco mi mano izquierda y la toma con suavidad, deslizando su pulgar sobre mis nudillos. Un escalofrío me recorre. Su piel contra la mía, nunca deja de emocionarme. Corre la rueda por encima de mi palma.

—¡Ah! —Los dientes muerden mi piel, hay más que sólo dolor. De hecho, cosquillea ligeramente.

—Imagina eso sobre tus pechos —murmura Zayn lascivamente.

¡Oh! Me ruborizo y jalo mi mano. Mi respiración y corazón aumentando la frecuencia. Santo cielo.

—Hay una línea delgada entre el placer y el dolor, Anastasia —dice en voz baja mientras se inclina y coloca el dispositivo en el cajón.

—¿Pinzas de ropa? —susurro.

—Puedo hacer mucho con pinzas de ropa. — Sus ojos mieles queman.

Me apoyo contra el cajón por lo que se cierra.

—¿Eso es todo? —Zayn se ve divertido.

—No… —Abro el cuarto cajón para ser confundida por una masa de cuero y correas. Tiro de una de las correas... parece estar unida a una pelota.

—Mordaza de bola. Te mantiene callada —dice Zayn, divertido una vez más.

—Límite suave —murmuro.

—Lo recuerdo —dijo— Pero todavía puedes respirar. Tus dientes se sujetan sobre la pelota.

Tomándola, él imitó una boca sujetando la pelota con sus dedos.

—¿Has usado una de estas? —pregunto.

Él se pone rígido y mira hacia mí.

—Sí.

—¿Para ocultar tus gritos?

Cierra sus ojos, y yo creo que es en exasperación.

—No, eso no es para lo que son.

¿Oh?

—Se trata de control, Anastasia. ¿Cuán impotente te sentirías tú si estuvieras atada y no pudieras hablar? ¿Qué confiada tendrías que estar, sabiendo que yo tengo tanto poder sobre ti? ¿Que yo tengo que leer tu cuerpo y tu reacción, en lugar de escuchar tus palabras? Te hace más dependiente, me pone en el control final.

Yo trago.

—Suenas como si lo extrañaras.

—Es lo que yo sé —murmura, mirándome. Sus ojos mieles están muy abiertos y serios, y el ambiente entre nosotros ha cambiado como si él estuviera en el confesionario.

—Tú tienes poder sobre mí. Sabes que sí —le susurro.

—¿Sí? Tú me haces sentir... indefenso.

—¡No! —Oh Cincuenta...— ¿Por qué?

—Porque eres la única persona que conozco que realmente podría hacerme daño.

Él me alcanza y mete mi cabello detrás de la oreja.

—Oh, Zayn... eso funciona en ambos sentidos. Si no me quisieras…

Me estremezco, mirando hacia abajo a mis dedos retorcidos. Allí yace mi otra oscura duda acerca de nosotros. Si él no estuviera tan... roto, ¿él me querría? Niego con la cabeza. Tengo que tratar de no pensar así.

—Lo último que quiero hacer es hacerte daño. Te amo —murmuro, llegando a pasar mis dedos por su patilla y frotar suavemente la mejilla. Él inclina su cara hacia mi toque, deja caer la mordaza de regreso en el cajón, y llega hasta mí, sus manos alrededor de mi cintura. Me tira contra él.

—¿Hemos terminado de mostrar y hablar? —pregunta, su voz suave y seductora.

Su mano se mueve hacia arriba de mi espalda a la nuca.

—¿Por qué? ¿Qué querías hacer?

Él se inclina y me besa suavemente, y me derrito contra él, sujetando sus brazos.

—Anastasia, casi fuiste atacada hoy. —Su voz es suave pero helada y cautelosa.

—¿Y? —pregunto, disfrutando de la sensación de su mano en mi espalda y su proximidad. Empuja su cabeza hacia atrás y frunce el ceño hacia mí.

—¿Qué quieres decir con “Y”? —reprende.

Miro a su encantadora y mal humorada cara, y yo estoy deslumbrada.

—Zayn, estoy bien.

Él me envuelve en sus brazos, sosteniéndome cerca.

—Cuando pienso en lo que podría haber sucedido… —Respira, enterrando su cara en mi cabello.

—¿Cuándo aprenderás que soy más fuerte de lo que me veo? —susurro tranquilizadoramente en su cuello, inhalando su aroma delicioso. No hay nada mejor en el planeta que estar en los brazos de Zayn.

—Sé que eres fuerte —reflexiona Zayn en voz baja. Besa mi cabello, y luego para mi gran decepción, me libera.

Agachándome pesco otro artículo del cajón abierto. Varias esposas unidas a una barra. Lo sostengo.

—Eso —dice Zayn, sus ojos oscureciéndose—, es una barra de separación con restricciones de tobillo y muñeca.

—¿Cómo funciona? —pregunto, realmente intrigada. Mi Diosa interior asoma la cabeza fuera de su búnker.

—¿Quieres que te enseñe? —jadea sorprendido, cerrando los ojos brevemente.

Parpadeo hacia él. Cuando abre los ojos, ellos están brillando.
Oh dios…

—Sí, quiero una demostración. Me gusta ser atada —susurro mientras mi Diosa interior da un salto desde el búnker hacia su chaise longue.

—Oh, Anastasia —murmura él. De repente, se ve afligido.

—¿Qué?

—No aquí.

—¿Qué quieres decir?

—Yo te quiero en mi cama, no aquí. Ven.

Capítulo 104.

Deambulo apáticamente por el apartamento. Zayn todavía está trabajando. Me he duchado y vestido con un suéter y una camiseta mía, y me aburro. No quiero leer. Si me quedo quieta, voy a recordar a Jack y sus dedos en mí.

Echo un vistazo a mi antiguo dormitorio, el dormitorio de las sumisas. Justin puede dormir aquí, le gustará la vista. Son como las ocho y cuarto, y el sol comienza a hundirse en el oeste. Las luces de la ciudad parpadeaban debajo de mí. Es glorioso.

Sí, Justin le gustará dormir aquí. Me pregunto distraídamente dónde Zayn colgará las fotos que Justin me tomó. Pero preferiría que no lo hiciera. No estoy interesada en verme a mí misma.

De vuelta en el pasillo me encuentro fuera de la sala de juegos, y sin pensar, trato de abrir la manija de la puerta. Zayn normalmente la mantiene bajo llave, pero para mi sorpresa, la puerta abre. Qué extraño. Sintiéndome como una niña jugando a las escondidas y perdiéndome en el bosque prohibido, entro. Está oscuro. Le doy un golpecito rápido al interruptor y las luces bajo la cornisa se iluminan con un suave resplandor. Es como lo recuerdo. Una sala como un vientre. Recuerdos de la última vez que estuve aquí destellaron en mi mente. El cinturón….

Me estremezco al recordarlo. Ahora cuelga inocentemente, alineado con los demás, en el estante junto a la puerta. Tentativamente paso mis dedos sobre los cinturones, los floggers, las paletas y los látigos.

Jesús. Esto es lo que tengo que cuadrar con el Dr. Flynn. ¿Puede alguien con este estilo de vida parar? Parece tan improbable. Vagando sobre la cama, me siento en las suaves sabanas de raso rojo, mirando a mi alrededor a todos los aparatos.

A mi lado está el banco, sobre éste, un surtido de bastones. ¡Tantos! ¿Uno no es suficiente? Bueno, cuanto menos se diga sobre eso, mejor. Y la gran mesa. Nunca intentamos eso, lo que sea que él hace ahí. Mis ojos caen en el sofá, y me muevo para sentarme en él. Sólo es un sofá, no hay nada extraordinario en él, nada para ajustar nada, no que yo pueda ver. Echando un vistazo detrás de mí, veo la cómoda. Mi curiosidad se despertó. ¿Qué guarda ahí?

Mientras tiro del cajón de arriba noto que mi sangre late con fuerza por mis venas. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Esto se siente tan ilícito, como si estuviera invadiendo, lo que por supuesto, estoy haciendo. Pero si él se quiere casar conmigo, bueno… Santa mierda, ¿qué es todo esto? Una serie de instrumentos y utensilios extraños, no tengo idea de qué o para qué son, están cuidadosamente dispuestos en el cajón abierto. Escojo uno. Tiene forma de bala con una especie de mango. Hmmm… ¿Qué demonios haces con esto? Mi mente se tambalea, sin embargo creo que tengo una idea. Jesús, ¡hay cuatro tallas diferentes! Mi cuero cabelludo pica y levanto la mirada.

Zayn está de pie en la entrada, mirándome, su rostro difícil de leer. ¿Cuánto tiempo lleva aquí? Siento como si me hubieran atrapado con las manos en el tarro de galletas.

—Hola. —Le sonrío nerviosamente, y sé que mis ojos están muy abiertos y que estoy mortalmente pálida.

—¿Qué estás haciendo? —dice suavemente, pero hay un trasfondo en su tono.

Oh, mierda. ¿Está molesto? Me ruborizo.

—Eh... Estaba aburrida y curiosa —murmuro, avergonzada de ser descubierta, dijo que tardaría dos horas.

—Esa es una combinación muy peligrosa.

Corre su largo dedo índice por su labio inferior, en tranquila contemplación, sin quitar los ojos de mí. Trago y mi boca está seca.
Lentamente entra en la habitación y cierra la puerta sin hacer ruido detrás de él. Oh dios… Se inclina casualmente sobre la cajonera, pero creo que su posición es engañosa. Mi Diosa interior no sabe si es tiempo de luchar o de volar.

—Entonces, ¿qué es exactamente de lo que sientes curiosidad, señorita Steele? Tal vez podría iluminarte.

—La puerta estaba abierta... Yo…

Miro a Zayn mientras aguanto la respiración y parpadeo, insegura como siempre de su reacción o de lo que debería decir. Sus ojos están oscuros. Creo que está divertido, pero es difícil de decir. Pone los codos en la cómoda y apoya la barbilla sobre sus manos entrelazadas.

—Estuve aquí antes, buscando qué hacer con todo esto. Debo haber olvidado cerrarlo con llave. —Él frunce el ceño un instante, como si dejar la puerta abierta es un lapso terrible de juicio. Yo frunzo el ceño, no es como que él sea olvidadizo.

—¿Ah, sí?

—Pero ahora estás aquí, curiosa como siempre. — Su voz es suave, enigmática.

—¿No estás molesto? —susurro, usando el aliento que me queda.

Él ladea la cabeza hacia un lado, y sus labios se contraen en diversión.

—¿Por qué estaría molesto?

—Siento como si estuviera invadiendo… y siempre estás enojado conmigo.

Mi voz es tranquila, aunque me siento aliviada. La ceja de Zayn sube una vez más.

—Sí, estás invadiendo, pero no estoy molesto. Espero que algún día vivas aquí conmigo, y todo esto —hace un gesto vago por la habitación con una sola mano—, va a ser tuyo, también.

Mi sala de juegos... ¿eh? Lo miro embobada, eso es mucho para asimilar.

—Es por eso que estaba aquí hoy. Tratando de decidir qué hacer. —Golpea sus labios con el dedo índice— ¿Estoy enojado contigo todo el tiempo? No lo estaba esta mañana.

Oh, eso es cierto. Sonrío ante el recuerdo de Zayn cuando nos despertamos, y eso me distrae de la idea de lo que será de la sala de juegos. Él fue un divertido Cincuenta esta mañana.

—Fuiste travieso. Me gusta el Zayn travieso.

—¿Te gusta, eh? —Él arquea una ceja, y su hermosa boca se curva hacia arriba en una sonrisa, una sonrisa tímida. ¡Vaya!

—¿Qué es esto? —Sostengo en alto la bala de plata

—Siempre hambrienta de información, señorita Steele. Eso es un dilatador anal —dice suavemente.

—Oh...

—Lo compré para ti.

¿Qué?

—¿Para mí?

Él asiente lentamente, su cara ahora seria y cautelosa.

Frunzo el ceño.

—¿Tú compras nuevos, eh... juguetes... para cada sumisa?

—Algunas cosas. Sí.

—¿Dilatadores anales?

—Sí.

Está bien... Trago. Dilatador anal. Es metal sólido, ¿eso seguramente tiene que ser incómodo? Recuerdo nuestra discusión sobre los juguetes sexuales y los límites duros después de graduarme. Creo que en ese momento le dije que lo intentaría.

Ahora, en realidad viendo uno, no sé si es algo que quiero hacer. Lo examino una vez más y lo coloco de regreso en el cajón.

—¿Y esto?

Saco un objeto de goma largo, negro, hecho de burbujas esféricas disminuyendo gradualmente unidas entre sí, la primera grande y la última mucho más pequeña. Ocho burbujas en total.

—Cuentas anales —dice Zayn, mirándome con atención.

¡Oh! Las examino con fascinado horror. Todo esto, dentro de mí... ¡allí! No tenía ni idea.

—Ellas tienen bastante efecto si las sacas en mitad del orgasmo —agrega de manera casual.

—¿Esto es para mí? —susurro.

—Para ti. —Él asiente lentamente.

—¿Este es el cajón anal?

Él sonríe.

—Si quieres llamarlo así...

Lo cierro rápidamente, enrojeciendo como un semáforo.

—¿No te gusta el cajón anal? —pregunta inocentemente, divertido. Lo miro y me encojo de hombros, tratando de zafarme del impacto.

—No está en la parte superior de la lista en mi tarjeta de Navidad —murmuro con indiferencia. Tentativamente, abro el segundo cajón. Él sonríe.

—El siguiente cajón contiene una selección de vibradores.

Cierro el cajón rápidamente.

—¿Y el siguiente? —susurro, palideciendo una vez más, pero esta vez de vergüenza.

—Ese es más interesante.

Capítulo 103.

—No estoy pidiendo nada. Te estoy informando mis planes para el viernes. Mira, quiero ver a Justin, y él se quiere quedar. Se queda aquí o se puede quedar en mi casa, pero si lo hace debería estar allí, también.

Los ojos de Zayn se amplían. Él mira estupefacto.

—Él se te insinuó.

—Zayn, eso fue hace semanas. Estaba ebrio. Yo estaba ebria, tú salvaste el día, no pasará otra vez. Él no es Jack, por el amor de Dios.

—Ethan está aquí. Él puede acompañarlo.

—Él quiere verme a mí, no a Ethan.

Zayn me frunce el ceño.

—Él es solo un amigo. —Mi voz es enfática.

—No me gusta.

¿Y qué? Jesús, él es irritante a veces. Tomo una respiración profunda.

—Él es mi amigo, Zayn. No lo he visto desde su presentación. Y fue muy breve. Sé que no tienes amigos, aparte de esa espantosa mujer, pero no me quejo acerca de ti viéndola —le espeto. Zayn parpadea, sorprendido—Quiero verlo. He sido una mala amiga con él.

Mi subconsciente está alarmado. ¿Estás estampando tu pequeño pie? ¡Quieta ahora!

Ojos mieles arden en mí.

—¿Es eso lo que piensas?—respira.

—¿Pienso sobre qué?

—Elena. ¿Preferirías que no la viera?

Santo cielo.

—Exacto. Preferiría que no la vieras.

—¿Por qué no lo dijiste?

—Porque no es mi decisión. Tú crees que ella es tu única amiga.

Me encojo de hombros con exasperación. Él realmente no lo entiende. ¿Cómo esto se volvió una conversación sobre ella? Ni siquiera quiero pensar en ella. Trato de llevarnos de vuelta a Justin

—Así como no es tu decisión para decir si puedo o no puedo ver a Justin. ¿No lo entiendes?

Zayn me mira, perplejo. Oh, ¿qué está pensando?

—Se puede quedar aquí, supongo —murmura—Puedo mantener un ojo sobre él.

¡Aleluya!

—¡Gracias! ¿Sabes?, si yo también voy a vivir aquí… —Me fallan las palabras. Zayn asiente. Sabe qué intento decirle—. Aquí no es que falte espacio precisamente… —digo con una sonrisita irónica.

Sus labios se levantan caprichosa y lentamente.

—¿Me estas sonriendo, señorita Steele?

—Definitivamente, Sr. Malik. —Me levanto en caso de que sus manos comiencen a temblar, limpio nuestros platos, y luego los cargo en el lavavajillas.

—Gail hará eso.

—Lo estoy haciendo yo. —Me pongo de pie y lo veo. Me está mirando intensamente.

—Tengo que trabajar un rato —dice disculpándose.

—Genial. Encontraré algo que hacer.

—Ven aquí —ordena, pero su voz es baja y seductora, sus ojos ardiendo. No dudo en caminar a sus brazos, estrechándolo alrededor de su cuello cuando se sube en el taburete. Envuelve sus brazos a mí alrededor, me aplasta contra él, y sólo me sostiene.

—¿Estás bien? —susurra en mi cabello.

—¿Bien?

—¿Después de lo que paso con ese jodido? ¿Después de lo que paso ayer? —agrega, su voz baja y seria.

Miro sus ojos mieles. ¿Estoy bien?

—Sí —susurro.

Sus brazos se tensan a mi alrededor, y me siento segura, apreciada, y amada, todo al mismo tiempo. Es maravilloso. Cerrando mis ojos, disfruto el sentimiento de estar entre sus brazos. Amo a este hombre. Amo su intoxicante esencia, su fuerza, su voluptuosidad… mi Cincuenta.

—No peleemos —murmura. Besa mi cabello e inhala profundamente— Hueles celestial como siempre, Anastasia.

—Tú también —susurro y beso su cuello.

Demasiado pronto me libera.

—Deberían ser sólo un par de horas.

Capítulo 102.

Abriendo la puerta del conductor, Zayn se desliza suavemente en el asiento, presumo que porque yo estoy en el asiento del copiloto, y Taylor entra detrás de mí. Ninguno de ellos dice una palabra mientras Zayn enciende el auto y entra en el tráfico. Arriesgo una mirada rápida a Cincuenta. Su boca está en una línea firme, pero parece distraído. El teléfono del auto suena.

—Malik —Zayn chasquea.

—Sr. Malik, Barney aquí.

—Barney, estoy con el manos libre, y hay otras personas en el carro —Zayn advirtió.

—Señor, todo está hecho. Pero necesito hablar con usted sobre lo que conseguí en la computadora del Sr. Hyde.

—Te llamaré cuando alcance mi destino. Y gracias, Barney.

—No hay problema, Sr. Malik.

Barney colgó. Él suena más joven de lo que esperaba.

¿Qué más está en la computadora de Jack?

—¿No vas a hablarme?—pregunto quedamente.

Zayn me mira, antes de fijar sus ojos nuevamente en el camino, puedo decir que todavía está molesto.

—No —murmura calmadamente.

Oh, ahí vamos… que infantil. Envuelvo mis brazos a mi alrededor y miro sin ver la ventana. Tal vez debería pedirle que me deje en mi apartamento, así puede “no hablarme” desde la seguridad de Escala y salvarnos de una pelea inevitable. Pero mientras pienso, sé que no quiero dejarlo para meditar, no después de ayer.

Finalmente, nos detenemos en frente a su edificio, y Zayn sale del auto.

Moviéndose con gracia alrededor hacia mi lado, él abre mi puerta.

—Vamos —ordena, mientras Taylor entra en el asiento del conductor.

Tomo su mano y lo sigo a través del gran vestíbulo hacia el ascensor. No me suelta.

—¿Zayn, por qué estás tan molesto conmigo? —susurro mientras esperamos.

—Tú sabes porque —murmura cuando entramos en el ascensor, y presiona el código de su piso— Dios, si algo te hubiera pasado, él estaría muerto ahora.

El tono de Zayn me enfría hasta los huesos. Las puertas se cierran.

—Como están las cosas, voy a arruinar su carrera así él no podrá tomar ventaja de mujeres jóvenes nunca más, miserable excusa de un hombre, eso es. — Sacude su cabeza— ¡Jesús, Anastasia! —Él me agarra de repente, aprisionándome en la esquina del ascensor.

Sus manos hacen un puño en mi cabello mientras empuja mi cabeza hacia la suya, y su boca está sobre la mía, una desesperada pasión en su beso. No sé por qué me toma por sorpresa, pero lo hace. Saboreo su alivio, su anhelo, y su rabia residual mientras su lengua posee mi boca. Se detiene, mirándome, descansando su peso contra mí así que no puedo moverme. Me deja sin aliento, aferrándome a él para apoyarme, mirando hacia ese hermoso rostro grabado con determinación y sin ningún rastro de humor.

—Si algo te hubiera pasado… si él te hubiera hecho daño… —Siento el estremecimiento que lo recorre— BlackBerry —ordena silenciosamente— Desde ahora. ¿Entiendes?

Asiento, tragando, incapaz de romper el contacto con su fascinante, mirada triste. Se endereza, liberándome cuando el ascensor se detiene.

—Él dijo que lo pateaste en las bolas. —El tono de Zayn es más ligero, con un rastro de admiración, creo que estoy perdonada.

—Sí —susurro, todavía aturdida por la intensidad de su beso y su apasionada orden.

—Bien.

—Ray es un exmilitar. Me enseñó bien.

—Me alegra que lo haya hecho. —Respira y añade, arqueando una ceja— Necesitaré recordarlo. —Tomando mi mano, me dirige fuera del ascensor y lo sigo, aliviada. Creo que eso es todo lo malo que se pondrá su humor.

—Necesito llamar a Barney. No tardare mucho. —Desaparece en su estudio, dejándome en la inmensa sala de estar. La Sra. Jones está terminando los últimos toques de nuestra comida. Me doy cuenta que estoy hambrienta, pero necesito algo que hacer.

—¿Puedo ayudar?—pregunto.

Ella se ríe.

—No, Anastasia. ¿Puedo prepararte un trago o algo? Luces derrotada.

—Me encantaría una copa de vino.

—¿Blanco?

—Sí, por favor.

Me subo en uno de los taburetes de la barra, y me da una copa de vino. No sé cuál es, pero es delicioso, y se desliza con facilidad, calmando mis nervios destrozados.

¿Qué estaba pensando antes? Cuán aliviada me sentía desde que conocí a Zayn. Cuán excitante se ha vuelto mi vida. Jesús, ¿podría tener unos pocos días aburridos?

¿Qué si nunca hubiera conocido a Zayn? Estaría refugiada en mi apartamento, hablando con Ethan, completamente chiflada por mi encuentro con Jack, sabiendo que tendría que encarar al baboso otra vez el viernes. Como están las cosas, hay muchas posibilidades de que no vuelva a poner los ojos en él de nuevo ¿Pero ahora para quién trabajo? Frunzo el ceño. No había pensado en eso. Mierda, ¿al menos tengo trabajo?

—Buenas tardes, Gail —dice Zayn mientras entra en el gran salón, arrastrándome de mis pensamientos. Dirigiéndose directamente a la nevera, se sirve una copa de vino él mismo.

—Buenas tardes, Sr. Malik. ¿Cenan a las diez, señor?

—Suena bien.

Zayn alza su copa.

—Por exmilitares que entrenan bien a sus hijas —dice y sus ojos se suavizan.

—Salud —murmuro, alzando mi copa.

—¿Qué pasa? —Zayn pregunta.

—No sé si todavía tengo trabajo.

Inclina la cabeza a un lado.

—¿Todavía quieres uno?

—Por supuesto.

—Entonces todavía tienes uno.

Simple. ¿Ves? Él es el maestro de mi universo. Le ruedo los ojos y él sonríe.


La Sra. Jones hace pastel de pollo. Ella nos ha dejado disfrutar de los frutos de su trabajo, y me siento mucho mejor ahora que he tenido algo de comer. Estamos sentados en la barra de desayuno y a pesar de mis mejores halagos, Zayn no me dirá qué encontró Barney en la computadora de Jack. Dejo el tema, y decido hacer frente al espinoso problema de la inminente visita de Justin.

—Justin llamó —digo con indiferencia.

—¿Ah? —Zayn se voltea para mirarme.

—Quiere entregar tus fotos el viernes.

—Una entrega personal. Que cortés por su parte —Zayn murmura.

—Él quiere salir. Por un trago. Conmigo.

—Ya veo.

—Y Kate y Elliot deberían estar de vuelta —añado rápidamente.

Zayn pone el tenedor en el plato.

—¿Qué, exactamente, estas pidiendo?

Me erizo.

Capítulo 101.

Manteniendo mis ojos firmemente enganchados con los suyos y concentrándome en lo que tengo que hacer —en vez de proliferar mi repugnancia y temor— pongo mi mano suavemente sobre la suya en una caricia. Sonríe con triunfo. Agarro su dedo meñique, y lo giro hacia atrás, tirándolo y llevándolo por debajo de su cadera.

—¡Arrgh! —grita de dolor y sorpresa, y mientras pierde balance, levanto mi rodilla, rápido y fuerte, hacia arriba en su ingle, y hago un contacto perfecto con mi objetivo. Lo aparto hábilmente por mi izquierda mientras sus rodillas se doblan, y colapsa con un jadeo sobre el piso de la cocina, agarrándose a sí mismo entre sus piernas.

—Nunca me toques otra vez —le gruño—Tu itinerario y los folletos están empacados en mi escritorio. Ahora me voy a casa. Ten un lindo viaje. Y en el futuro, tráete tu maldito café tú mismo.

—¡Maldita perra! —medio gritó y medio gruñó, pero ya estaba fuera de la puerta.

Corro a toda velocidad a mi escritorio, agarro mi chaqueta y mi cartera, y me lanzo a recepción, ignorando los gemidos y maldiciones emanando del bastardo aún caído en el piso de la cocina.

Salgo del edificio y me detengo por un momento mientras el aire fresco golpea mi rostro, tomo una respiración profunda, componiéndome a mí misma. Pero no había comido en todo el día, y mientras la muy bienvenida descarga de adrenalina cedía, las piernas me fallan, y me recuesto en el suelo.

Miro con leve desprendimiento el lento movimiento de película que se desarrollaba frente a mí: Zayn y Taylor en trajes oscuros y camisas blancas, saltando fuera del auto estacionado y corriendo hacia mí. Zayn hundiéndose en sus rodillas a mi lado, y en algún nivel inconsciente, todo lo que puedo pensar es: Está aquí. Mi amor está aquí.

—Anastasia, ¡Anastasia! ¿Qué está mal? —Me jala a su regazo, pasando sus manos arriba y abajo por mis brazos, comprobando signos de daño. Agarrando mi cabeza entre sus manos, mira con sus enormes y aterrados ojos mieles a los míos. Cedo contra él, repentinamente abrumada con alivio y fatiga. Oh, los brazos de Zayn. No hay lugar en el que prefiera estar.

—Anastasia. —Me sacude gentilmente— ¿Qué está mal? ¿Estás enferma?

Sacudo mi cabeza mientras noto que necesito empezar a comunicarme.

—Jack —susurro, y siento en vez de ver la rápida mirada de Zayn a Taylor, quien abruptamente desaparece en el edificio.

—¡Mierda! —Zayn me envuelve en sus brazos— ¿Qué te hizo ese bastardo?

Y de algún lugar justo al lado correcto de la locura, unas risitas empiezan a burbujear en mi garganta. Recuerdo la estupefacción de Jack mientras agarraba su dedo.

—Es lo que le hice a él. —Empiezo a reír y no puedo detenerme.

—¡Anastasia! —Zayn me sacude otra vez, y mi risa cesa convenientemente— ¿Te tocó?

—Sólo una vez.

Siento los músculos de Zayn contraerse y tensarse mientras la rabia barre a través de él, y se levanta rápidamente, poderosamente, rígidamente estable, conmigo en sus brazos. Está furioso. ¡No!

—¿Dónde está el cabrón?

Oigo gritos apagados provenientes del interior del edificio. Zayn me pone sobre mis pies.

—¿Puedes sostenerte de pie?

Asiento.

—No entres. No lo hagas, Zayn. —Repentinamente mi miedo está de regreso, miedo de lo que Zayn le haga a Jack.

—Entra en el auto —me ladra.

—Zayn, no. —Agarro su brazo.

—Entra en el maldito auto, Anastasia. —Se sacude de mí.

—¡No! ¡Por favor! —Le ruego— Quédate. No me dejes sola. —Empleo mi última arma.

Hirviendo, Zayn pasa sus manos a través de su cabello y baja la mirada hacia mí, claramente atrapado con indecisión. Los gritos dentro del edificio escalan, y entonces cesan repentinamente.

Oh, no. ¿Qué ha hecho Taylor?

Zayn saca su BlackBerry.

—Zayn, él tiene mis e-mails.

—¿Qué?

—Los e-mails que te envié. Quería saber dónde estaban tus e-mails de respuesta. Estaba tratando de chantajearme.

La mirada de Zayn es asesina. Oh mierda.

—¡Joder! —escupe y entorna sus ojos hacia mí, presiona un número en su BlackBerry.

Oh no. Estoy en problemas. ¿A quién está llamando?

—Barney. Soy Malik. Necesito que accedas al servidor principal de AIPS y borres todos los e-mails que me envió Anastasia Steele. Luego accede a los archivos de datos personales de Jack Hyde y verifica que no estén copiados ahí. Si están, bórralos… Sí, todos ellos. Hazme saber cuándo esté hecho.

Cuelga y marca otro número.

—Roach. Soy Malik. Hyde, lo quiero fuera. Ahora. En este minuto. Llama a seguridad. Hazlo limpiar su escritorio inmediatamente, o liquidaré esta compañía como primer asunto en la mañana. Ya tienes toda la justificación que necesitas para darle la carta de despido. ¿Entiendes?

Escucha por un momento, y cuelga pareciendo satisfecho.

—BlackBerry —me sisea a través de los dientes apretados.

—Por favor, no te enfades conmigo. —Parpadeo hacia él.

—Estoy demasiado enfadado justo ahora —gruñe y una vez más pasa su mano a través de su cabello— Entra en el auto.

—Zayn, por favor…

—Entra en el maldito auto, Anastasia o te pondré en él yo mismo —amenaza, sus ojos quemando con furia.

—No hagas nada estúpido, por favor —ruego.

—¡ESTÚPIDO! —Explota— Te dije que usaras tu maldita BlackBerry. No me hables de estupidez. Entra en el maldito auto, Anastasia, ¡AHORA! —gruñe y un escalofrío de miedo corre a través de mí. Éste es el “Zayn muy enojado”.

No lo he visto así de molesto antes. Está prácticamente colgando de su autocontrol.

—Está bien —murmuro, aplacándolo— Pero por favor, ten cuidado.

Presionando sus labios en una dura línea, señala furiosamente al auto, mirándome.

Jesús, está bien, entendí el mensaje.

—Por favor, ten cuidado. No quiero que nada te pase. Eso me mataría — murmuro. Parpadea rápidamente y se detiene, relajando sus brazos mientras toma una profunda respiración.

—Tendré cuidado —dice, sus ojos se suavizan.

Oh, gracias a Dios. Sus ojos queman hacia mí mientras me dirijo al auto, abro la puerta delantera del pasajero, y entro. Una vez que estoy a salvo en el confort del Audi, desaparece dentro del edificio, y mi corazón sube otra vez a mi garganta.

¿Qué está planeando hacer?

Me siento y espero. Y espero. Y espero. Cinco minutos eternos. El taxi de Jack se estaciona frente al Audi. Diez minutos. Quince. Jesús, ¿qué están haciendo ahí, y cómo está Taylor? La espera es agonizante.


Veinticinco minutos después, Jack sale del edificio, cargando una caja de cartón de almacén. Junto a él está el guardia de seguridad. ¿Dónde estaba antes?

Y después de ellos, Zayn y Taylor. Jack luce aturdido. Se dirige directamente al taxi, y estoy agradecida de que el Audi tenga pesadas ventanas polarizadas, así no puede verme. El taxi se marcha, presumiblemente no al aeropuerto, mientras Zayn y Taylor alcanzan el auto.

Capítulo 100.

Los ojos de Jack resplandecen de un azul oscuro, y sonríe sarcásticamente mientras echa una mirada lasciva hacia abajo por mi cuerpo.

El miedo me ahoga. ¿Qué es esto? ¿Qué quiere? De alguna parte en lo profundo de mi interior y a pesar de mi boca seca, encuentro la determinación y coraje para exprimir algunas palabras, el mantra “mantenlos hablando” de mi clase de autodefensa circulando en mi cerebro, como un etéreo centinela.

—Jack, ahora no es un buen momento para esto. Tu taxi llega en diez minutos, y necesito entregarte todos tus documentos. —Mi voz es tranquila pero ronca, traicionándome.

Sonríe, y es una despótica sonrisa de “jódete” que finalmente toca sus ojos. Destellan bajo el brillo de la áspera luz fluorescente de la franja de luz sobre nosotros en la monótona habitación sin ventanas. Da un paso cerca de mí, mirándome, sus ojos nunca dejan los míos. Sus pupilas se dilatan mientras miro, el negro eclipsando al azul. Oh no. Mi miedo asciende.

—¿Sabes? tuve que pelear con Elizabeth para darte este trabajo…

Su voz se apaga mientras da otro paso hacia mí, y retrocedo contra los sucios armarios de pared. Mantelo hablando, mantenlo hablando, mantenlo hablando, mantenlo hablando.

—Jack, ¿cuál es exactamente tu problema? Si quieres exponer tus quejas, entonces quizás debamos ir a Recursos Humanos. Podemos hacer esto con Elizabeth en un ambiente más formal.

¿Dónde estaba seguridad? ¿Aún estaban en el edificio?

—No necesitamos a R. H. para sobrellevar esta situación Anastasia —dice sarcásticamente— Cuando te contraté, pensé que serías una trabajadora muy ardua. Pensé que tenías potencial. Pero ahora, no lo sé. Has sido distraída y descuidada. Y me pregunto… ¿es tu novio el que te lleva por mal camino? —dijo novio con frío desprecio— Decidí revisar a través de tu cuenta de e-mail para ver si podía encontrar algunas pistas. ¿Y sabes qué encontré, Anastasia? ¿Sabes lo que no cuadraba? Los únicos e-mail personales en tu cuenta eran a tu novio de primera.

Se detuvo, evaluando mi reacción.

— Y me puse a pensar… ¿Dónde están los e-mails de él? No había ninguno. Nada. Nada. ¿Así que, qué está pasando, Anastasia? ¿Cómo te llegan sus e-mails sin estar en nuestro sistema? ¿Eres de alguna agencia de espías, plantada aquí por la organización de Malik? ¿Es eso lo que pasa?

Santa mierda, los e-mails. Oh no. ¿Qué tengo que decir?

—Jack, ¿de qué estás hablando? —intento lucir desconcertada, y soy muy convincente.

Esta conversación no iba como esperaba, pero no confío en él en lo más mínimo. Alguna feromona subliminal que Jack está emanando me tiene en alerta máxima. Este hombre está enojado y es volátil y totalmente impredecible. Trato de razonar con él.

— Acabas de decir que tuviste que persuadir a Elizabeth para contratarme. ¿Así que, cómo puedo ser una espía plantada? Aclárate, Jack.

—Pero Malik arruinó el viaje a Nueva York, ¿no?

Oh mierda.

—¿Cómo se encargó de eso, Anastasia? ¿Qué hizo tu novio rico formado en las más prestigiosas universidades?

Cada gota de sangre que quedaba en mi rostro es drenada, y creo que me voy a desmayar.

—No sé de qué estás hablando, Jack —susurro— Tu taxi estará aquí dentro de poco. Debo buscar tus cosas.

Oh por favor, déjame ir. Detén esto.

Jack continua, disfrutando mi incomodidad.

—¿Y él piensa que me propasaré contigo? —Sonríe y sus ojos se encienden— Bien, quiero que pienses en algo mientras estoy en Nueva York. Te di este trabajo, y espero que me muestres algo de gratitud. De hecho, tengo derecho a eso. Tuve que pelear para traerte. Elizabeth quería a alguien mejor calificado, pero yo… yo vi algo en ti. Así que, necesitamos trabajar en un trato. Un trato donde tú me mantienes feliz. ¿Entiendes lo que digo, Anastasia?

¡Mierda!

—Considéralo, si lo prefieres, como una nueva definición de tu trabajo. Y, si me satisfaces, no investigaré más a fondo qué teclas ha tocado tu novio, qué contactos ha exprimido, o qué favores se ha cobrado de algún compañero de una de esas pijas fraternidades universitarias.

Mi boca se abrió. Me está chantajeando. ¡Por sexo! ¿Y qué puedo decir? Las noticias de la adquisición de Zayn están embargadas por otras tres semanas.

Simplemente no puedo creer esto. Sexo… ¡conmigo!

Jack se mueve más cerca hasta que está parado justo en frente de mí, mirando a mis ojos. Su dulce y empalagosa colonia invade mis fosas nasales —es nauseabundo— y si no me equivoco, un amargo rastro de alcohol en su aliento.

Mierda, ha estado bebiendo… ¿Cuándo?

—Eres una culo apretado, calienta pollas, lo sabes, Anastasia —susurra a través de sus dientes apretado.

¿Qué? Calienta pollas… ¿yo?

—Jack, no tengo idea de lo que estás hablando —susurro, mientras siento la adrenalina recorrer mi cuerpo. Ahora está más cerca. Estoy esperando para hacer mi movimiento. Ray estaría orgulloso. Ray me enseñó cómo hacerlo. Ray sabía autodefensa. Si Jack me tocaba, si incluso respiraba demasiado cerca de mí, lo derribaría. Mi respiración es superficial. No debo desmayarme, no debo desmayarme.

—Mírate. —Me observa con lascivia—. Estás muy excitada, lo noto. En realidad tú me has provocado. En el fondo lo deseas, lo sé.

Santa mierda. El hombre está completamente delirante. Mi miedo se dispara a ALERTA MÁXIMA, amenazando con abrumarme.

—No, Jack. Nunca te he provocado.

—Lo haces, perra calienta pollas. Puedo leer las señales. —Alcanzándome, gentilmente acaricia mi rostro con sus nudillos, bajando a mi mejilla. Su dedo índice acaricia mi cuello, y mi corazón salta hasta mi boca mientras lucho con mi reflejo nauseoso. Alcanza la base de mi cuello donde el botón superior de mi blusa negra está abierto, y presiona su mano contra mi pecho.

—Me deseas. Admítelo, Anastasia.

Capítulo 99.

De: Anastasia Steele
Asunto: Inspiración
Para: Zayn Malik

Querido Sr. Malik:
Ah… tus palmas temblantes no pueden estar quietas por mucho, ¿o sí?
Me pregunto, ¿qué tendría que decir el Dr. Flynn acerca de eso?
Pero ahora sé que darte por tu cumpleaños, y espero que me deje adolorida… 


De: Zayn Malik
Asunto: Angina
Para: Anastasia Steele

Señorita Steele:
No creo que mi corazón pueda soportar el golpe de otro correo electrónico como ese, o mis pantalones, para el caso.
Compórtese.

X

Zayn Malik
Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

De: Anastasia Steele
Asunto: Tratando
Para: Zayn Malik

Zayn:
Estoy tratando de trabajar para mi muy molesto jefe.
Por favor para de distraerme y trata de hacer lo mismo.
Tu último correo electrónico casi me hace quemarme.
X
PD: ¿Puedes recogerme a las 6:30?

De: Zayn Malik
Asunto: Ahí estaré
Para: Anastasia Steele

Nada me sería más gratamente placentero.
Aunque, puedo pensar en muchas cosas que pueden darme grato placer, y estás
envuelta en ellas.

X

Zayn Malik
Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

Me sonrojo leyendo su respuesta y sacudo mi cabeza. Bromear por correo electrónico está del todo bien y bueno, pero realmente necesitamos hablar. Quizás una vez que hayamos visto a Flynn. Bajé mi BlackBerry y terminé mi conciliación de caja chica.

Alrededor de las seis y cuarto, la oficina está desierta. Tengo todo listo para Jack.

Su taxi del aeropuerto estaba en camino, y sólo tengo que entregarle sus documentos. Miro nerviosamente a través del vidrio, pero aún está sumido en su llamada telefónica, y no quiero interrumpirlo no con el humor con el que estaba hoy.

Mientras esperaba que terminara, se me ocurrió que no había comido hoy. Oh mierda, esto no iba a ir bien con Cincuenta. Rápidamente pasé a la cocina para ver si habían dejado algunas galletas.

Mientras abría la jarra común de galletas, Jack apareció inesperadamente en la entrada de la cocina, sorprendiéndome.

Oh, ¿Qué está haciendo aquí?

Me mira.

—Bien, Anastasia, creo que quizás este es un buen momento para discutir tus faltas.

Entró, cerrando la puerta tras él, y mi boca se secó instantáneamente mientras las campanas de alarma sonaban y perforaban mi cabeza. Oh joder.

Sus labios se curvaron en una sonrisa grotesca, y sus ojos brillaban en un cobalto oscuro.

—Por fin te tengo por tu cuenta —dijo, y lentamente lamió su labio inferior.

¿Qué?

—Ahora… ¿vas a ser una niña buena y escuchar muy cuidadosamente lo que digo?

Capítulo 98.

Parpadea hacia mí momentáneamente.

—No creo que esté de humor para hacer una lista de tus faltas justo ahora. Estoy ocupado. —Continúa mirando la pantalla de su computadora, efectivamente despachándome.

Whoa… ¿Qué he hecho?

Me giro y dejo su oficina, y por un momento pienso que voy a llorar. ¿Por qué me ha tomado una aversión tan repentina e intensa? Una idea indeseada estalla en mi mente, pero la ignoro. No necesito su mierda justo ahora, he tenido suficiente con la mía.

Salgo del edificio hacia el Starbucks de al lado, ordeno un latte, y me siento junto a la ventana. Tomando mi iPod de mi cartera, me coloco los audífonos. Elijo una canción al azar y presiono repetir entonces se reproducirá una y otra vez. Necesito música para pensar.

Mi mente va a la deriva. Zayn el sádico. Zayn el sumiso. Zayn el intocable. Los impulsos edípicos de Zayn. Zayn bañando a Leila. Gimo y cierro mis ojos mientras la última imagen me persigue.

¿Realmente puedo casarme con este hombre? Es demasiado que llevar. Es complejo y difícil, pero profundamente sé que no quiero dejarlo a pesar de todos sus problemas. Nunca podría dejarlo. Lo amo. Preferiría cortarme mi brazo derecho.

Justo ahora, nunca me había sentido tan viva, tan vital. He encontrado toda clase de sentimientos confusos, profundos y nuevas experiencias desde que lo conocí. Nunca es un momento aburrido con Cincuenta.

Recordando mi vida antes de Zayn, es como si todas las cosas estuvieran en blanco y negro como las fotos de Justin. Ahora mi mundo entero es de un rico, brillante y saturado color. Estoy volando en un rayo de luz deslumbrante. La luz deslumbrante de Zayn. Aún soy Ícaro, volando demasiado cerca al sol.

Resoplo a mí misma. Volando con Zayn; ¿quién puede resistirse a un hombre que puede volar? ¿Puedo renunciar a él? ¿Quiero renunciar a él? Es como si hubiera presionado un botón y me hubiera encendido desde el interior. Ha sido educativo conocerlo.

He descubierto más acerca de mí misma en las semanas pasadas que nunca antes. He aprendido acerca de mi cuerpo, mis límites de dureza, mis límites suaves, mi tolerancia, mi paciencia, mi compasión, y mi capacidad de amar.

Y entonces me golpea como un relámpago, esto es lo que necesita de mí, a lo que tiene derecho, un amor incondicional. Nunca lo recibió de la perra drogadicta, es lo que necesita.

¿Puedo amarlo incondicionalmente? ¿Puedo aceptarlo por quién es sin importar sus revelaciones de la noche pasada?
Sé que está dañado, pero no creo que sea irreparable. Suspiro, recordando las palabras de Taylor. “Es un buen hombre, señorita Steele”.

He visto la prueba de peso de su bondad, su trabajo de caridad, su ética de negocio, su generosidad; y aún no lo ve por sí mismo. No siente que merezca cualquier amor. Dada su historia y predilecciones, no tengo una idea de su autoodio. Por eso no dejó entrar a nadie. ¿Puedo pasar esto?
Dijo una vez que no podría empezar a entender las profundidades de su depravación. Bien, él me lo dijo ahora, y dado los primeros años de su vida, no me sorprende. Creo que fue solo un shock oírlo en voz alta. Al menos me lo dijo; y parece más feliz ahora de lo que era. Lo sé todo.

¿Se devaluaría su amor por mí? No, no lo creo. Nunca se sintió de este modo antes y tampoco yo. En verdad, juntos hemos llegado muy lejos.
Las lágrimas pinchan y llenan mis ojos al recordar sus últimas barreras desmoronarse anoche cuando me dejó tocarlo. Jesús, tomó a Leila y toda su locura para llevarnos allí.

Quizás debería estar agradecida. El hecho de que la haya bañado no es un trago tan amargo en mi lengua ahora. Me pregunto qué prendas le dio. Espero que no mi vestido cereza. Me gustaba ese.
¿Así que puedo amar incondicionalmente a este hombre con todos sus problemas?

Porque no se merece menos. Aún necesita aprender límites y pequeñas cosas como empatía, y a ser menos controlador. Dice que ya no siente compulsión por hacerme daño; quizás el Dr. Flynn pueda arrojar algo de luz sobre esto.

Fundamentalmente, eso es lo que más me importa; que siempre necesite eso y que siempre pueda encontrar una mujer que piense que lo necesita, también.

Frunzo el ceño. Sí, esa es la tranquilidad que necesito. Quiero ser todo para este hombre, su Alfa y su Omega y todas las cosas entre ellas porque él lo es para mí. Espero que Flynn tenga respuestas, y quizás entonces pueda decir sí. Zayn y yo podemos encontrar nuestra propia porción de cielo cerca al sol.

Veo fuera la animada hora de almuerzo en Seattle. La señora de Zayn Malik; ¿quién iba a pensarlo? Echo un vistazo a mi reloj. ¡Mierda! Salto del asiento y me lanzo a la puerta; una hora entera de solo estar sentada; ¿A dónde se fue el tiempo?

Jack va a estar como una fiera.


De regreso en mi escritorio. Afortunadamente no está en su oficina. Parece que me he salido con la mía. Miro intensamente la pantalla de mi computadora, sin ver, tratando de ensamblar mis pensamientos en modo de trabajo.

—¿Dónde estabas?

Salto. Jack está parado, cruzado de brazos, a mi lado.

—Estaba en el sótano, fotocopiando —mentí. Los labios de Jack se presionaron en una delgada, intransigente línea.

—Me voy a las seis y media a tomar el avión. Necesito que estés aquí hasta entonces.

—Bien. —Sonrío dulcemente como si pudiera manejarlo.

—Me gustaría mi itinerario para Nueva York impreso y fotocopiado diez veces. Y empaca los folletos. ¡Y tráeme algo de café! —gruñe y se encamina a su oficina.

Exhalo un suspiro de alivio y le saco la lengua mientras cierra la puerta. Bastardo.

A las cuatro en punto, Claire llama de recepción.

—Tengo a Mia Malik para ti.

¿Mia? Espero que no quiera llevarme al Mall.

—¡Hola, Mia!

—Anastasia, hola. ¿Cómo estás? —Su excitación es contagiosa.

—Bien. Ocupada hoy. ¿Y tú?

—¡Estoy tan aburrida! Necesito encontrar algo que hacer, así que estoy organizando una fiesta de cumpleaños para Zayn.

¿El cumpleaños de Zayn? Jesús, no tenía idea.

—¿Cuándo es?

—Lo sabía. Sabía que no te lo diría. Es el domingo. Mamá y papá nos quieren a todos en una cena para celebrar. Estoy invitándote oficialmente.

—Oh, qué lindo. Gracias, Mia.

—He llamado a Zayn y le dije, y me dio tu número aquí.

—Genial. —Mi mente está en una barrera plana. ¿Qué infiernos le voy a dar a Zayn para su cumpleaños? ¿Qué le compras a un hombre que lo tiene todo?

—¿Y quizás la próxima semana, podemos ir a almorzar?

—Claro. ¿Qué tal mañana? Mi jefe se irá a Nueva York.

—Oh, eso sería genial, Anastasia. ¿A qué hora?

—Digamos, ¿doce y cuarenta y cinco?

—Ahí estaré. Adiós, Anastasia.

—Adiós. —Colgué.

Zayn. Cumpleaños. ¿Qué demonios puedo comprarle?

De: Anastasia Steele
Asunto: Antediluviano
Para: Zayn Malik

Querido Sr. Malik:

¿Cuándo, exactamente, ibas a decirme?
¿Qué le daré a mi hombre viejo por su cumpleaños?
¿Quizás algunas pilas para el audífono?

Anastasia Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS

De: Zayn Malik
Asunto: Prehistórico
Para: Anastasia Steele

No te burles de los ancianos.
Me alegro de que estés vivita y coleando.
Y que Mia ha estado en contacto.
Las pilas son siempre útiles.
No me gusta celebrar mi cumpleaños.
X

Zayn Malik
Sordo como una tapia Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

De: Anastasia Steele
Asunto: Mmmm.
Para: Zayn Malik

Querido Sr. Malik:
Puedo imaginarte haciendo pucheros mientras escribías esa última oración.
Eso ejerce un efecto sobre mí.

Anastasia Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS

De: Zayn Malik
Asunto: Rodando los ojos
Para: Anastasia Steele

Señorita Steele:

¡¡¡UTILIZA TU BLACKBERRY!!!

X

Zayn Malik
Con la palma temblando, Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

Ruedo mis ojos. ¿Por qué está tan tocado por los correos electrónicos?

Capítulo 97.

Está siendo insoportable. Me siento de vuelta en mi escritorio, apresuradamente rehago su carta, que tiene dos errores en ella, y la compruebo exhaustivamente antes de imprimirla. Ahora está perfecta. Recojo otro café, dejándole saber a Claire con un giro de mis ojos que estoy en profunda mierda. Tomando una respiración profunda, me acerco a su oficina de nuevo.

—Mejor —murmura a regañadientes mientas firma la carta— Fotocópiala, archiva la original, y envíala a todos los autores. ¿Entendiste?

—Sí. —No soy una idiota— Jack, ¿algo va mal?

Alza la vista, sus ojos azules oscureciéndose mientras su mirada va de arriba hacia abajo por mi cuerpo. Mi sangre se enfría.

—No.

Su respuesta es concisa, ruda, y despectiva. Me quedo ahí como la idiota que profesé no ser y luego arrastro los pies fuera de su oficina. Tal vez él también sufre un trastorno de personalidad. Joder, estoy rodeada por ellos. Hago mi camino hacia la fotocopiadora —que por supuesto está sufriendo un atasco de papel— y cuando lo he arreglado, encuentro que se quedó sin papel. Éste no es mi día.

Cuando finalmente vuelvo a mi escritorio, llenando sobres, mi BlackBerry vibra.

Puedo ver a través de la pared de vidrio que Jack está al teléfono. Respondo, es Ethan.

—Hola, Anastasia. ¿Cómo te fue anoche?

Anoche. Un rápido montaje de imágenes parpadea a través de mi mente, Zayn de rodillas, su revelación, su proposición, macarrones y queso, mi llanto, su pesadilla, el sexo, tocarlo…

—Eh, bien —murmuro poco convincentemente.

Ethan se detiene y decide actuar de acuerdo a mi negación.

—Genial. ¿Puedo recoger las llaves?

—Seguro.

—Estaré ahí en media hora. ¿Tendrás tiempo para tomar un café?

—No hoy. Llegue tarde y mi jefe está como un oso enojado con dolor de cabeza y hiedras venenosas en el culo.

—Suena repugnante.

—Repugnante y feo. —Río.

Ethan ríe y mi humor se levanta un poco.

—Está bien. Te veo en media hora. —Cuelga.

Echo un vistazo a Jack y me está mirando. Oh mierda. Esmeradamente lo ignoro y sigo llenando los sobres.

Media hora después mi teléfono vibra. Es Claire.

—Él está aquí de nuevo, en recepción. El dios rubio.

Ethan es una alegría de ver después de la angustia de ayer y el mal humor que mi jefe está infligiendo en mí hoy, pero demasiado pronto, está diciendo adiós.

—¿Te veré en la noche?

—Probablemente me quedaré con Zayn. —Me sonrojo.

—Estas muy pillada ¿eh? —observa Ethan con buen humor.

Me encojo de hombros. Si solo fuera eso… Y en ese momento me doy cuenta de que no solo estoy muy pillada: estoy pillada de por vida. Y lo más extraordinario es que Zayn parece sentir lo mismo. Ethan me da un breve abrazo.

—Nos vemos luego, Anastasia.

Vuelvo a mi escritorio, lidiando con mi comprensión. Oh, lo que haría por un día por mi cuenta, para sólo pensar en todo esto.

—¿Dónde has estado? —Jack está repentinamente cerniéndose sobre mí.

—Tenía un asunto que atender en recepción. —Realmente me está poniendo de los nervios.

—Quiero mi almuerzo. Lo usual —dice abruptamente y vuelve a pisar su oficina.

¿Por qué no me quedé en casa con Zayn? Mi Diosa interior cruza sus brazos y frunce sus labios; quiere saber la respuesta a eso, también. Recojo mi bolso y mi BlackBerry y me dirijo a la puerta. Compruebo mis mensajes.

De: Zayn Malik
Asunto: Extrañándote
Para: Anastasia Steele

Mi cama es muy grande sin ti.
Parece que voy a tener que ir a trabajar después de todo.
Incluso los megalómanos Gerentes Generales necesitan algo qué hacer.
X

Zayn Malik
Girando sus pulgares Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

Y hay otro de él, temprano esta mañana.

De: Zayn Malik
Asunto: Discreción
Para: Anastasia Steele

Es la mejor parte del valor.
Por favor usa discreción… tus correos electrónicos del trabajo son monitoreados.
¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE DECIRTE ESTO?
Sí. Mayúsculas gritonas como dices. USA TU BLACKBERRY.

El Dr. Flynn nos puede ver mañana en la tarde.
X

Zayn Malik
Todavía enojado Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

E incluso uno más tarde… Oh no.

De: Zayn Malik
Asunto: Grillos
Para: Anastasia Steele

No he sabido nada de ti.
Por favor dime que estás bien.
Sabes cómo me preocupo.
¡Enviaré a Taylor a comprobar!
X

Zayn Malik
Demasiado ansioso Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

Rodé mis ojos, y le llamé. No quiero que se preocupe.

—Teléfono de Zayn Malik, Andrea Parker habla.

Oh. Estoy tan desconcertada porque no es Zayn el que responde que me detengo en la calle, y el hombre joven detrás de mí murmura enojado mientras se desvía para no chocar contra mí. Me detengo bajo el toldo verde de Deli.

—¿Hola? ¿Puedo ayudarle? —Andrea llena el incómodo vacío del silencio.

—Perdone… Ehm… Deseaba hablar con Zayn…

—El Sr. Malik está en una reunión en este momento —corta con eficiencia— ¿Puedo tomar su mensaje?

—¿Puede decirle que llamó Anastasia?

—¿Anastasia? ¿Cómo Anastasia Steele?

—Ehm… sí. —Su pregunta me confunde.

—Deme un segundo por favor, señorita Steele.

Escucho atentamente mientras baja el teléfono, pero no puedo decir qué está pasando. Unos segundos más tarde Zayn está en la línea.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien.

Escucho la rápida liberación de su respiración contenida. Está aliviado.

—Zayn, ¿por qué no estaría bien? —susurro tranquilizadoramente.

—Normalmente eres tan rápida en responder mis correos electrónicos. Después de lo que te dije ayer, estaba preocupado —dice tranquilamente, y entonces está hablando a alguien en su oficina.

—No, Andrea. Diles que esperen —dice severamente. Oh, conozco ese tono de voz.

No puedo oír la respuesta de Andrea.

—No. Dije que esperen —chasquea.

—Zayn, obviamente estás ocupado. Sólo llamé para dejarte saber que estoy bien, y me refiero a que también estoy ocupada hoy. Jack ha sacado el látigo. Ehm… quiero decir… —Me sonrojo y caigo en silencio.

Zayn no dice nada por un momento.

—Ha sacado el látigo, ¿eh? Bien, hubo un tiempo en que podía haberlo llamado hombre suertudo. —Su voz está llena de humor seco— No lo dejes echársete encima, nena.

—¡Zayn! —lo regaño y sé que está sonriendo.

—Solo vigílalo, eso es todo. Mira, me alegra que estés bien. ¿A qué hora te recojo?

—Te enviaré un correo electrónico.

—De tu BlackBerry —dice severamente.

—Sí, señor —chasqueo de regreso.

—Hasta más tarde, nena.

—Adiós…

Sigue en la línea.

—Cuelga —lo reprendo, sonriendo.

Suspira pesadamente al teléfono.

—Desearía que nunca hubieras ido a trabajar esta mañana.

—También yo. Pero estoy ocupada. Cuelga.

—Cuelga tú. —Escucho su sonrisa. Oh travieso Zayn. Amo al Zayn Travieso. Mmm… Amo a Zayn, y punto.

—Ya estamos otra vez.

—Estas mordiendo tu labio.

Mierda, está en lo cierto. ¿Cómo es que sabe?

—Ya ves, piensas que no te conozco, Anastasia. Pero te conozco mejor de lo que piensas —murmura seductoramente de forma que me debilita y me hace sentir mojada.

—Zayn, hablaré contigo más tarde. Justo ahora, realmente también desearía no haberme ido esta mañana.

—Esperaré su correo electrónico, señorita Steele.

—Buen día, Sr. Malik.

Colgando, miro fuera del frío y fortificado vidrio de la ventana de la tienda de Deli. Oh, incluso por teléfono me posee. Sacudiendo mi cabeza para aclararla de todos los pensamientos de Malik, me dirijo al Deli, deprimida por todos los pensamientos sobre Jack.

Está frunciendo el ceño cuando regreso.

—¿Está bien si tomo mi almuerzo ahora? —pregunto tentativamente.

Levanta la mirada hacia mí y su ceño se profundiza.

—Si es necesario —chasquea—Cuarenta y cinco minutos. Recupera el tiempo que perdiste esta mañana.

—Jack, ¿puedo preguntarte algo?

—¿Qué?

—Pareces, un poco de mal humor hoy. ¿He hecho algo para ofenderte?