martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 53.

Taylor nos encuentra en el vestíbulo y me pasa un pequeño maletín y mis zapatillas negras.

Me sorprende que me haya empacado mi ropa. Le sonrío tímidamente con gratitud, y él me sonríe de vuelta rápida y tranquilizadoramente. Antes de poder evitarlo, lo abrazo, fuerte. Es tomado por sorpresa y cuando lo suelto está sonrojado.

—Ten cuidado —murmuro.

—Sí, Srta. Steele —murmura.

Zayn me frunce el ceño y luego mira Taylor inquisitivamente, quien sonríe ligeramente y se ajusta la corbata.

—Avísame a dónde tengo que ir —dice Zayn.

Taylor mete la mano en su chaqueta y saca una billetera, y le da a Zayn una tarjeta de crédito.

—Tal vez quieras usar esta cuando llegues allí.

Zayn asiente.

—Bien pensado.

Ryan se une a nosotros.

—Sawyer y Reynolds no encontraron nada —le dice a Taylor.

—Acompaña al Sr. Malik y a la Srta. Steele al garaje —ordena Taylor.

El garaje está desierto. Bueno, son casi las tres de la mañana. Zayn me acomoda en el asiento del pasajero del R8 y pone mi maleta y su bolsa en el maletero en la parte delantera del coche. El Audi junto a nosotros es un desastre, todos los neumáticos rajados, pintura blanca salpicada por todas partes. Es escalofriante y me hace agradecer que Zayn me lleve a otra parte.

—Un coche de sustitución llegará el lunes —dice Zayn con tristeza cuando está sentado a mi lado.

—¿Cómo podría haber sabido que era mi auto?

Él me mira con ansiedad y suspira.

—Ella tenía un Audi A3. Compre uno para todas mis sumisas, es uno de los autos más seguros de su clase.

Oh.

—No era un regalo de graduación, entonces.

—Anastasia, a pesar de lo que esperaba, nunca has sido mi sumisa, por lo que técnicamente se trata de un regalo de graduación.

Él sale del espacio de estacionamiento y acelera a la salida.
A pesar de lo que esperaba. Oh, no… mi subconsciente sacude la cabeza con tristeza. Esto es a lo que volvemos todo el tiempo.

—¿Todavía estás esperando? —susurro.

El teléfono del auto suena.

—Malik —dice Zayn bruscamente.

—Fairmont Olympic. A mi nombre.

—Gracias, Taylor. Y, Taylor, ten cuidado.

Taylor hace una pausa.

—Sí, señor —dice en voz baja, y Zayn cuelga.

Las calles de Seattle están desiertas, y Zayn ruge por la Quinta Avenida hacia la I-5. Una vez en la carretera interestatal, pisa el acelerador, hacia el norte. Acelera con tanta rapidez que estoy un momento hacia atrás en mi asiento.

Me miró. Está absorto en sus pensamientos, irradiando un mortal silencio melancólico. No ha respondido a mi pregunta. Él mira a menudo el espejo retrovisor, y me doy cuenta de que está comprobando que no nos están siguiendo.

Tal vez por eso estamos en la I-5. Me pareció que el hotel Fairmont estaba en Seattle. Miro por la ventana, tratando de racionalizar mi mente exhausta, hiperactiva. Si hubiera querido hacerme daño, tenía una gran oportunidad en el dormitorio.

—No. No es lo que espero, ya no. Pensé que era obvio. —Zayn interrumpe mi introspección, su voz suave.

Parpadeo ante él, tirando de su chaqueta de mezclilla más apretada a mi alrededor, y no sé si el frío está emanando desde dentro o desde fuera.

—Me preocupa que, ya sabes… que no sea suficiente.

—Eres más que suficiente. Por el amor de Dios, Anastasia, ¿qué es lo que tengo que hacer?

Háblame de ti. Dime que me quieres.

—¿Por qué pensaste que me iría cuando te dije que el Dr. Flynn me había dicho todo lo que había que saber sobre ti?

Él suspira profundamente y cierra los ojos por un momento, y durante un tiempo más largo no responde.

—No puedes ni imaginar siquiera hasta dónde llega mi depravación Anastasia. Y eso no es algo que quiera compartir contigo.

—¿Y realmente crees que me iría, si supiera? —Mi voz es alta, incrédula. ¿No entiende que lo amo?— ¿Piensas tan poco de mí?

—Sé que te irías —dice con tristeza.

—Zayn... Creo que es muy poco probable. No me puedo imaginar estar sin ti.

Nunca...

—Me dejaste una vez… no quiero volver a pasar por eso.

—Elena dijo que te vio el sábado pasado —susurro en voz baja.

—No es cierto. —Él frunce el ceño.

—¿No fuiste a verla, cuando me fui?

—No —dice bruscamente, irritado— Acabo de decirte que no es cierto, y no me gusta que duden de mí —regaña— No fui a ningún lugar el pasado fin de semana. Me senté e hice el planeador que me diste. Me llevó mucho tiempo —añade en voz baja.

Mi corazón se aprieta de nuevo. La Sra. Robinson dijo que lo vio.
¿Lo hizo o no lo hizo? Ella está mintiendo. ¿Por qué?

—Contrariamente a lo que piensa Elena, no me apresuro a ella con todos mis problemas, Anastasia. No corro hacia nadie. Tú puedes haberlo notado, no soy muy hablador. —Él aprieta su agarre sobre el volante.

—Carrick me dijo que no hablaste durante dos años.

—¿Lo hizo? —La boca de Zayn se tensa en una línea dura.

—Como que le saqué la información…

Avergonzada, me quedo mirando mis dedos.

—Entonces, ¿qué más dijo papá?

—Dijo que tu mamá fue el médico que te examinó cuando fuiste llevado al hospital. Después de que te descubrieron en tu apartamento.

La expresión de Zayn permaneció en blanco... cuidadosa.

—Dijo que aprender a tocar el piano ayudó. Y Mia.

Sus labios se curvaron en una sonrisa afectuosa con la mención de su nombre. Después de un momento, dice:

—Ella tenía unos seis meses de edad cuando llegó. Yo estaba muy emocionado, Elliot un poco menos. Ya había tenido que lidiar con mi llegada. Ella era perfecta. —El temor dulce y triste en su voz afectándolo— Menos que ahora, por supuesto —murmura, y recuerdo sus intentos exitosos en el baile de frustrar nuestras intenciones lascivas. Me hace reír.

Zayn me da una mirada de soslayo.

—¿Encuentra eso divertido, señorita Steele?

—Ella parecía determinada a separarnos.

Se ríe con amargura.

—Sí, es muy hábil. —Se estira y alcanza mi rodilla y la aprieta— Pero llegamos al final. —Sonríe entonces mira en el espejo retrovisor, una vez más— No creo que nos hayan seguido.

Gira fuera de la I-5 y se dirige de nuevo al centro de Seattle.


—¿Te puedo preguntar algo acerca de Elena? —Nos paramos en un semáforo.

Él me mira con recelo.

—Si no hay más remedio… —dice entre dientes en mal humor, pero no dejo su irritabilidad disuadirme.

—Me dijiste hace tiempo que ella te amó de una manera que encontrabas aceptable. ¿Qué significa eso?

—¿No es obvio? —pregunta.

—No para mí.

—Yo estaba fuera de control. No podía soportar que me tocaran. No puedo soportarlo ahora. Para un adolescente de catorce, quince años con las hormonas en su apogeo, fue un momento difícil. Ella me mostró una manera de desahogarme.

Oh.

—Mia dijo que eras un luchador.

—Cristo, ¿qué pasa con mi locuaz familia? En realidad, eres tú. —No hemos detenido a más luces, y entorna los ojos en mí— Engatusas a las personas para obtener información. —Sacude la cabeza con disgusto simulado.

—Mia ofreció esa información. De hecho, estaba muy comunicativa. Le preocupaba que empezaras una pelea en la carpa si no me ganabas en la subasta —murmure con indignación.

—Oh, nena, no había peligro de ello. No había manera de que permitiera que nadie bailara contigo.

—Dejaste al Dr. Flynn.

—Siempre está la excepción a la regla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario