sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 87.

Los ojos de Ethan se amplían… y lo entiende. Este es el quid de mi problema. ¿Qué mierda está haciendo? Hablando, espero. Sólo hablando. Aun así, todo lo que puedo ver en mi mente es su mano acariciando el cabello de ella.

Está trastornada y Zayn se preocupa por ella, eso es todo, racionalizo. Pero en la parte trasera de mi cabeza, mi subconsciente está sacudiendo su cabeza tristemente.

Es más que eso. Leila fue capaz de suplir sus necesidades en una forma que yo no. El pensamiento es deprimente.

Intento enfocarme en todo lo que hemos hecho en los últimos días, su declaración de amor, su humor coqueto, su alegría. Pero las palabras de Elena siguen regresando para mofarse de mí. Es cierto lo que dicen de los que escuchan a escondidas. ¿No lo extrañas… tu salón de juegos?
Termino mi cerveza en un tiempo record, y Ethan pide una más. No soy una buena compañía, pero para su crédito, se queda conmigo, charlando, intentado levantar mi espíritu, hablando de Barbados, y de las travesuras de Kate y Elliot, lo que es maravillosamente distractor. Pero es sólo eso, una distracción.

Mi mente, mi corazón y mi alma están todavía en ese apartamento con mi Cincuenta Sombras y la mujer que solía ser su sumisa. Una mujer que cree que todavía lo ama. Una mujer que luce como yo.

Durante nuestra tercera cerveza, un coche con ventanas fuertemente tintadas se estaciona junto al Audi frente al apartamento. Reconozco al Dr. Flynn cuando se baja, acompañado por una mujer vestida por lo que parecen scrubs azul pálido. Tengo un vistazo de Taylor cuando los guía a través de la puerta principal.

—¿Quién es ese? —pregunta Ethan.

—Su nombre es Dr. Flynn. Zayn lo conoce.

—¿Qué tipo de doctor?

—Un psiquiatra.

—Oh.

Ambos observamos, y unos cuantos minutos después, regresan. Zayn está cargando a Leila, que está envuelta en una sábana. ¿Qué? Observo horrorizada cuando todos entran al coche, y este se aleja.

Ethan me mira simpáticamente, y me siento desolada, completamente desolada.

—¿Puedo tomar algo más fuerte? —le pregunto a Ethan, mi voz pequeña.

—Seguro. ¿Qué te gustaría?

—Un brandy. Por favor.

Ethan asiente y regresa al bar. Miro a través de la ventana a la puerta principal.

Momentos después, Taylor sale, sube al Audi, y se dirige hacia Escala… ¿tras de Zayn? No lo sé.

Ethan pone un gran brandy frente a mí.

—Vamos, Steele. Emborrachémonos.

Suena como la mejor oferta que he tenido en un tiempo. Tintineamos vasos y tomo un sorbo del abrasador líquido ambarino, el fiero calor una distracción bienvenida del atroz dolor que florece en mi corazón.


Es tarde, y me siento confusa. Ethan y yo estamos fuera del apartamento. Él insiste en llevarme de vuelta a Escala, pero no se quedará. Ha llamado al amigo con el que fue por un trago más temprano y arregló quedarse con él.

—Entonces, aquí es donde vive el Magnate. —Ethan silba entre sus dientes, impresionado.

Asiento.

—¿Seguro que no quieres que entre contigo? —pregunta.

—No, necesito enfrentar esto… o simplemente ir a la cama.

—¿Te veo mañana?

—Sí. Gracias, Ethan. —Lo abrazo.

—Lo resolverás, Steele —murmura contra mi oreja. Me libera y observa mientras me dirijo al edificio.

—Nos vemos —dice. Le ofrezco una débil sonrisa y me despido con la mano, luego presiono el botón del ascensor.

Las puertas del ascensor se abren, y entro en el apartamento de Zayn. Taylor no está esperando, lo que es inusual. Abriendo las puertas dobles, me dirijo hacia el gran salón. Zayn está al teléfono, caminando por la habitación cerca del piano.

—Está aquí —espeta. Se da la vuelta para mirarme ferozmente mientras cuelga el teléfono— ¿En dónde mierda has estado? —gruñe, pero no hace ningún movimiento hacia mí.

Mierda, ¿está enojado conmigo? ¿Él es quien acaba de pasar Dios sabe cuánto tiempo con su ex novia chiflada, y está enojado conmigo?

—¿Has estado bebiendo? —pregunta, horrorizado.

—Un poco. —No pensé que fuera obvio.

Jadea y desliza su mano a través de su cabello.

—Te dije que regresaras aquí. —Su voz está amenazadoramente calmada—. Son las diez y cuarto. He estado preocupado por ti.

—Fui por uno o tres tragos con Ethan mientras atendías a tu ex —siseo— No sabía cuánto tiempo te tomarías… con ella.

Entrecierra los ojos y da unos cuantos pasos hacia mí pero se detiene.

—¿Por qué lo dices de esa forma?

Me encojo de hombros y miro mis dedos.

—Anastasia, ¿qué sucede? —Y por primera vez, escucho algo además de rabia en su voz.

¿Qué? ¿Miedo? Trago, intentando resolver qué decir.

—¿En dónde está Leila? —pregunto, mirándolo.

—En un hospital psiquiátrico en Fremont —dice, y su cara está escrutando la mía— Anastasia, ¿qué pasa? —Se mueve hacia mí hasta que está justo en frente de mí— ¿Qué está mal? —Él susurra.

Sacudo la cabeza.

—No soy buena para ti.

—¿Qué? —Susurra, sus ojos ampliándose en alarma— ¿Por qué crees eso? ¿Cómo puedes creer posible eso?

—No puedo ser todo lo que necesitas.

—Eres todo lo que necesito.

—El verte con ella… —Mi voz se apaga.

—¿Por qué me haces esto? Esto no es acerca de ti, Anastasia. Es sobre ella. —Toma un áspero aliento, deslizando su mano por su cabello una vez más— Por el momento, ella es una chica muy enferma.

—Pero lo sentí… lo que ustedes tenían.

—¿Qué? No. —Se estira por mí, y yo retrocedo instintivamente. Deja caer su mano, parpadeando hacia mí. Se ve como si estuviera lleno de pánico.

—¿Te vas a ir? —susurra mientras sus ojos se amplían con miedo.

No digo nada mientras intento reunir mis pensamientos.

—No puedes —ruega.

—Zayn… yo… —Lucho por organizar mis pensamientos. ¿Qué estoy tratando de decir? Necesito tiempo, tiempo para procesar esto. Dame tiempo.

—No. ¡No! —dice.

—Yo…

Él mira salvajemente alrededor de la habitación. ¿En busca de inspiración?
¿Intervención divina? No lo sé.

—No te puedes ir. ¡Anastasia, te amo!

—También te amo, Zayn, es sólo…

—No… ¡no! —dice con desesperación y pone ambas manos sobre su cabeza.

—Zayn…

—No —susurra, sus ojos amplios por el pánico, y de repente cae sobre sus rodillas frente a mí, la cabeza inclinada, sus manos con dedos largos extendidas sobre sus muslos. Toma una profunda respiración y no se mueve.

¿Qué?

—Zayn, ¿qué estás haciendo?

Continua con su mirada abajo, sin mirarme.

—¡Zayn! ¿Qué estás haciendo? —Mi voz es aguda. No se mueve— ¡Zayn, mírame! —ordeno con pánico.

Su cabeza se levanta sin vacilar, y me observa pasivamente con su fría mirada miel, está casi sereno… expectante.
Mierda…Zayn. El sumiso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario