miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 65.

Es temprano por la tarde, cuando Zayn, con sus manos todavía en las mías, nos conduce a la marina. Hay luces parpadeando desde los barcos, reflejándose en el agua oscura, pero todavía hay luz, una cálida y brillante tarde, una propuesta para lo que es seguro que será una puesta de sol espectacular.

Una multitud se reúne en el muelle mientras Zayn da vuelta al barco en un espacio relativamente pequeño. Lo hace con facilidad y en reversa suavemente en el mismo muelle que dejamos antes. Mac salta en el muelle y amarra The Grace de forma segura a un amarradero.

—De vuelta otra vez —murmura Zayn.

—Gracias —murmuro con timidez—. Esta fue una tarde perfecta.

Zayn sonríe.

—También lo creo. Tal vez podamos inscribirte en la escuela de navegación, así podemos salir por unos días, sólo nosotros dos.

—Me encantaría eso. Podemos bautizar el dormitorio una y otra vez.

Se inclina y me besa bajo la oreja.

—Mmm... Lo espero con ansias, Anastasia—susurra, haciendo que cada folículo capilar en mi cuerpo se levante.

¿Cómo hace eso?

—Ven, el apartamento está limpio. Podemos regresar.

—¿Qué pasa con nuestras cosas en el hotel?

—Taylor ya las ha recogido.

¡Oh! ¿Cuándo?

—Hoy más temprano, después de que hizo un barrido en The Grace con su equipo —responde Zayn a mi pregunta no formulada.

—¿Ese pobre hombre duerme en algún momento?

—Sí duerme. —Zayn arquea una ceja hacia mí, perplejo— Sólo está haciendo su trabajo, Anastasia, en el cual es muy bueno. Jason es un verdadero hallazgo.

—¿Jason?

—Jason Taylor.

Recuerdo cuando pensaba que Taylor era su nombre de pila. Jason. Le queda bien, sólido, confiable. Por alguna razón eso me hace sonreír.

—Tú aprecias a Taylor —dice Zayn, mirándome con especulación.

—Supongo que sí.

Su pregunta me confunde. Frunce el ceño

—No me siento atraída por él, si es por eso que estás frunciendo el ceño. Detente.

Zayn está casi haciendo pucheros, malhumorado.

Por Dios, él es tan niño a veces.

—Creo que Taylor cuida de ti muy bien. Es por eso que me gusta. Parece amable, confiable y leal. Él tiene un atractivo como de tío para mí.

—¿Cómo de tío?

—Sí.

—Está bien, como de tío. —Zayn está poniendo a prueba la palabra y el significado. Me río.

—Oh, Zayn, madura, por amor de Dios.

Su boca cae abierta, sorprendido por mi arrebato, pero luego frunce el ceño, como si estuviera considerando mi declaración.

—Lo estoy intentando —dice finalmente.

—Se nota. Mucho —respondo en voz baja, pero luego pongo los ojos en blanco hacia él.

—Qué recuerdos verte poner tus ojos en blanco hacia mí, Anastasia—dice sonriendo.

Le sonrío.

—Bueno, si te portas bien, tal vez podamos revivir algunos de esos recuerdos.

Su boca se tuerce con humor.

—¿Si me porto bien? —Levanta sus cejas—. De verdad, señorita Steele, ¿qué te hace pensar que quiero revivirlos?

—Probablemente, la forma en que tus ojos se encendieron como si fuera Navidad cuando dije eso.

—Ya me conoces tan bien —dice secamente.

—Me gustaría conocerte mejor.

Sonríe suavemente.

—Y yo a ti, Anastasia.


*


—Gracias, Mac —Zayn le da la mano a McConnell y da un paso hacia el muelle.

—Siempre es un placer, Sr. Malik, y adiós. Anastasia, un placer conocerte.

Sacudo su mano con timidez. Él debe saber lo que Zayn y yo estábamos haciendo en el barco, mientras bajaba a tierra.

—Buen día, Mac, y gracias.

Me sonríe y me guiña un ojo, haciéndome sonrojar. Zayn toma mi mano y caminamos por el muelle hacia el paseo marítimo.

—¿De dónde es Mac? —le pregunto, curiosa por su acento.

—Irlanda... Irlanda del Norte. —Concreta Zayn.

—¿Es tu amigo?

—¿Mac? Él trabaja para mí. Ayudó a construir The Grace.

—¿Tienes muchos amigos?

Frunce el ceño.

—En realidad no. Al hacer lo que hago... no cultivo amistades. Sólo hay… —Se detiene, su ceño fruncido profundizándose, y sé que iba a mencionar a la señora Robinson— ¿Hambrienta? —pregunta, tratando de cambiar de tema.

Asiento con la cabeza. En realidad, me muero de hambre.

—Comeremos donde dejé el automóvil. Ven.

Junto a SP está un pequeño restaurante italiano llamado Bee’s. Esto me recuerda al lugar en Portland, unas pocas mesas y cabinas, la decoración muy fresca y moderna con una gran fotografía a blanco y negro de una fiesta de cambio de siglo que actúa como un mural.

Zayn y yo estamos sentados en una cabina, estudiando detenidamente el menú y tomando un delicioso y ligero vino. Cuando levanto la vista del menú, después de haber hecho mi elección, Zayn está mirándome especulativamente.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—Te ves hermosa, Anastasia. El exterior armoniza contigo.

Me sonrojo.

—Mi piel se siente un poco irritada por el viento a decir verdad. Pero tuve una hermosa tarde. Una tarde perfecta. Gracias.

Sonríe, sus ojos se vuelven cálidos.

—El placer es mío —murmura.

—¿Te puedo preguntar algo? —Decido ir en una misión de investigación.

—Cualquier cosa, Anastasia. Ya lo sabes. —Ladea su cabeza hacia un lado, luciendo delicioso.

—No pareces tener muchos amigos. ¿Por qué es eso?

Se encoge de hombros y frunce el ceño.

—Te lo dije, realmente no tengo tiempo. Tengo socios de negocios, aunque eso es muy diferente a amistades, supongo. Tengo a mi familia y eso es todo. Además de Elena.

Ignoro la mención de la perra duende.

—¿Sin amigos varones de tu misma edad con los que puedas salir y desahogarte?

—Ya sabes cómo me gusta desahogarme, Anastasia. —La boca de Zayn se tuerce— Y he estado trabajando, construyendo el negocio. —Se ve desconcertado— Eso es todo lo que hago, excepto navegar y volar de vez en cuando.

—¿Ni siquiera en la universidad?

—En realidad no.

—¿Sólo Elena, entonces?

Asiente con la cabeza, con expresión cautelosa.

—Debes estar solo.

Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa nostálgica.

—¿Qué te gustaría comer? —pregunta, cambiando de tema otra vez.

—Comeré risotto.

—Buena elección. —Zayn llama al camarero, poniendo fin a la conversación.

Después de que hiciéramos nuestro pedido, me moví incómodamente en mi asiento, mirando fijamente mis dedos enlazados. Si él está de buen humor, tengo que aprovechar la ocasión.
Necesito hablar con él sobre sus expectativas, sobre sus uhm… necesidades.

—Anastasia, ¿qué está mal? Dime.

Observo su rostro preocupado.

—Dime —dice con más fuerza, y su preocupación cambia, ¿a qué? ¿Miedo? ¿Ira?


No hay comentarios:

Publicar un comentario