martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 52.

Oh, un cumplido inesperado.

—Te extraño. Ven a la cama.

Lentamente se levanta de su silla, aun en camisa blanca y pantalones de vestir negros. Pero sus ojos brillan llenos de promesas, pero también hay un rastro de tristeza. Se para frente a mí, mirándome intensamente pero no me toca.

—¿Sabes lo que significas para mí? —murmura— Si algo te pasara por culpa mía…

Su voz se desvanece, sus cejas se contraen y el dolor que atraviesa su rostro es casi palpable. Se ve tan vulnerable, su miedo muy evidente.

—Nada me va a pasar —le aseguro, con voz tranquila. Levanto mi mano y toco su rostro pasando mis dedos por la barba en su mejilla. Es inesperadamente suave—Tu barba crece rápido —susurro incapaz de esconder el asombro en mi voz por la increíble belleza del hombre parado frente a mí.

Trazo la línea de su labio inferior y entonces arrastro mis dedos hacia su garganta, a la tenue mancha de lápiz labial en la base de su cuello
Me mira, aún sin tocarme, con sus labios ligeramente separados. Paso mi dedo índice por la línea, y él cierra los ojos. Su suave respiración se acelera. Mis dedos alcanzan el borde de su camisa, hasta llegar el siguiente botón abrochado.

—No voy a tocarte. Sólo quiero abrirte la camisa —susurro.

Sus ojos se amplían, mirándome alarmados. Pero no se mueve y no me detiene.

Muy lentamente desabrocho el botón, sosteniendo el material lejos de su piel, y tentativamente me muevo hacia el segundo lentamente repitiendo el proceso y concentrándome en lo que estoy haciendo.
No quiero tocarlo. Bueno sí… pero no lo haré. En el cuarto botón la línea roja reaparece y sonrío tímidamente.

—De regreso a territorio familiar. —Trazo la línea con mis dedos antes de desabrochar el último botón. Abro su camisa y me muevo hacia sus puños, removiendo sus gemelos de piedra negra pulida de uno a la vez— ¿Puedo quitarte la camisa? —pregunto en voz baja.

Asiente, sus ojos aún amplios, mientras extiendo la mano y tiro de su camisa por sobre sus hombros. Libera sus manos por lo que está parado frente a mí desnudo desde la cintura hacia arriba. Con su camisa, parece recuperar su equilibro. Me sonríe.

—¿Qué hay de mis pantalones Srta. Steele? —pregunta levantando una ceja.

—En el cuarto. Te quiero en tu cama.

—¿Sabes, Srta. Steele? Eres insaciable.

—No puedo imaginar por qué. —Agarro su mano y lo saco de su estudio guiándolo a su cuarto.

El cuarto está helado.

—¿Abriste la puerta del balcón? —pregunta, frunciéndome el ceño mientras llegamos a su cuarto.

—No. —No recuerdo hacer eso. Rememoro cuando revisé el cuarto al despertar. La puerta definitivamente estaba cerrada.

Oh, mierda… Toda la sangre abandona mi rostro, y miro a Zayn con la boca abierta.

—¿Qué pasa? —espeta mirándome.

—Cuando desperté… había alguien aquí —susurro— Creí que era mi imaginación.

—¿Qué? —Se ve horrorizado y se apresura hasta el balcón, da un vistazo hacia fuera, entonces entra de regreso al cuarto y cierra la puerta detrás de él—. ¿Estás segura? ¿Quién? —pregunta con la voz tensa.

—Una mujer. Creo. Estaba oscuro. Me acababa de despertar.

—Vístete —me gruñe en su camino de vuelta—. ¡Ahora!

—Mi ropa está arriba —gimo.

Abre uno de los cajones de su cómoda y saca un par de pantalones de algodón.

—Ponte estos.

Son demasiados grandes, pero no voy a discutir con él. También saca una camiseta, y rápidamente se la pasa sobre la cabeza. Agarrando el teléfono junto a la cama, presiona dos botones.

—Ella sigue aquí —sisea.

Aproximadamente tres segundos después Taylor y uno de los otros tipos de seguridad irrumpen en el cuarto de Zayn.

Zayn les da un resumen de lo que ha pasado.

—¿Hace cuánto? —demanda Taylor, mirándome todo profesional.

Aún está usando su chaqueta. ¿Duerme alguna vez este hombre?

—Harán unos diez minutos —murmuro, por alguna razón sintiéndome culpable.

—Ella conoce el departamento como la palma de su mano —dice Zayn— Me llevo a Anastasia a otro lugar lejos de aquí. Ella se está ocultando en algún lugar. Encuéntrala. ¿Cuándo vuelve Gail?

—Mañana a la noche señor.

—No regresará hasta que este lugar esté asegurado. ¿Entendido? —espeta
Zayn.

—Sí señor. ¿Irán a Bellevue?

—No le voy a llevar este problema a mis padres. Hazme una reserva en algún lugar.

—Sí. Yo lo llamo.

—¿No estas exagerando un poco? —pregunto.

Zayn me da una mirada fulminante.

—Ella podría tener un arma —gruñe.

—Zayn, estaba parada al final de la cama. Me podría haber disparado en ese momento, si es lo que quiere hacer.

Zayn se detiene un momento para frenar su temperamento, creo. En una suave pero amenazadora voz dice:

—No estoy listo para correr el riesgo. Taylor, Anastasia necesita zapatos.

Zayn desaparece en el interior del armario mientras el tipo de seguridad me mira. No puedo recordar su nombre. ¿Ryan tal vez?

También mira el pasillo y la ventana del balcón. Zayn emerge un par de minutos después con un bolso de cuero, usando unos jean y una chaqueta a raya. Desliza una chaqueta sobre mis hombros.

—Ven. —Agarra mi mano con fuerza y prácticamente tengo que correr para seguirle el paso hacia el gran salón.

—No puedo creer que se escondiera en algún lugar por aquí —murmuro mirando hacia la puerta del balcón.

—Es un lugar grande. No lo has visto todo aún.

—¿Por qué simplemente no la llamas… decirle que quieres hablar con ella?

—Anastasia, ella es inestable, y puede estar armada —dice irritado.

—Así que, ¿sólo corremos?

—Por ahora… sí.

—¿Y si intenta disparar a Taylor?

—Taylor sabe y entiende sobre armas —dice con disgusto— Será más rápido con un arma de lo que ella es.

—Ray estuvo en el ejército. Me enseñó cómo disparar.

Zayn levanta las cejas, y por un momento se ve completamente desconcertado.

—¿Tú? ¿Con un arma? —dice incrédulamente.

—Sí. Puedo disparar Sr. Malik, así que más te vale tener cuidado. No es solo de tus locas ex de las que debes preocuparte.

—Lo tendré en cuenta Srta. Steele —responde secamente, divertido, y se siente bien saber que incluso en esta situación de tensión pueda hacerlo sonreír.

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