miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 75.

El ascensor llega y entramos. Zayn mira hacia mí, sus ojos mieles ilegibles. Oh, él luce glorioso —el cabello revuelto, camisa blanca, traje oscuro. Y de repente está ahí, de la nada, ese sentimiento. Oh dios… –el anhelo, el deseo, la energía eléctrica. Si fuera visible, sería un aura azul intenso alrededor entre nosotros es tan fuerte. Sus labios se abren y me mira.

—¿Lo sientes? —respira.

—Sí.

—Oh, Anastasia —gime y me agarra, sus brazos serpenteando alrededor de mí, una mano en la nuca, inclinando mi cabeza hacia atrás mientras sus labios encuentran los míos. Mis dedos están en su cabello y acariciando su mejilla mientras me empuja contra la pared del ascensor.

—Odio discutir contigo —respira contra mi boca, y ahí hay una desesperada, apasionada cualidad de su beso que refleja la mía.

El deseo explota en mi cuerpo, toda la tensión del día buscando una salida, luchando contra él, buscando más. Somos todo lenguas y respiración, manos, tacto y la dulce, dulce sensación. Su mano está en mi cadera, y de repente está tirando de la falda, sus dedos acariciando mis muslos.

—Santo Dios, estas llevando medias —gime en apreciación mientras su dedo pulgar acaricia la carne por encima de la línea de la media— Quiero ver esto —respira y tira de mi falda hasta arriba, dejando al descubierto la parte superior de mis piernas.

Retrocediendo, alcanza y presiona el botón de parada, el ascensor se detiene entre el piso veintidós y veintitrés. Sus ojos están oscuros, sus labios entreabiertos, y su respiración tan fuerte como la mía. Nos miramos, sin tocarnos.

Estoy agradecida por la pared en contra de mi espalda, que me sostiene mientras disfruto a este hermoso, y sensual hombre con apreciación carnal.

—Suelta tu cabello —ordena, con su voz ronca. Alcanzo y deshago la liga, liberando mi cabello por lo que cae en una nube espesa alrededor de mis hombros hasta mis pechos—Desabotona los botones superiores de tu camisa —susurra, sus ojos salvajes ahora.

Me hace sentir tan desenfrenada. Mi Diosa interior se retuerce esperando, queriendo y jadeando. Alcanzo y desabotono cada botón, con algo de dificultad, poco a poco, de forma que la parte superior de mis pechos están tentadoramente revelados.
Él traga.

—¿Tienes alguna idea de lo seductora luces ahora?

Muy deliberadamente, muerdo mi labio y sacudo mi cabeza. Él cierra sus ojos brevemente, y cuando los abre otra vez, están ardiendo. Toma unos pasos acercándose, sus manos en las paredes del ascensor a cada lado de mi cara. Esta tan cerca cómo puede estar sin tocarme. Alzo mi rostro para encontrarme con su mirada, y se inclina y toca su nariz con la mía. Así que ese es el único contacto entre nosotros. Estoy tan caliente en los confines de este ascensor con él. Lo quiero, ahora.

—Creo que sí, señorita Steele. Creo que te gusta volverme loco.

—¿Te vuelvo loco? —susurro.

—En todas las cosas, Anastasia. Eres una sirena, una diosa.

Llega hasta mí, tomando mi pierna por la rodilla y colocándola alrededor de su cintura, así que estoy parada en una sola pierna, apoyándome en él. Lo siento en contra de mí, lo siento fuerte y con ganas por encima del vértice de mis piernas mientras corre sus labios en mi garganta. Gimo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.

—Voy a tomarte ahora, Anastasia—respira, y arqueo mi espalda en respuesta, presionándome hacia él, ansiosa por la fricción. Se queja profundo y bajo en la parte posterior de su garganta y me impulsa más alto mientras baja su cierre.

—Agárrate fuerte, nena —murmura, y mágicamente saca un paquete de aluminio enfrente de mi boca. Lo tomo entre mis dientes, y él lo tira, así entre los dos, lo rompemos para abrirlo.

—Buena chica. —Retrocede una fracción mientras se desliza el condón— Dios, no puedo esperar por los siguientes seis días —gruñe y mira hacia mí con los ojos entornados—Espero no estés muy apegada a estas medias. —Las rompe con sus adeptos dedos, y se desintegran en sus manos. Mi sangre está palpitando a través de mis venas. Estoy jadeando por la necesidad.

Sus palabras son intoxicantes, todas mis angustias del día olvidadas. Sólo somos él y yo, haciendo lo que mejor hacemos. Sin quitar sus ojos de los míos, se hunde lentamente. Mi cuerpo se arquea e inclino mi cabeza hacia atrás, cerrando mis ojos, saboreando la sensación de tenerlo dentro de mí. Se retira y luego se mueve dentro de mí otra vez, tan lento, tan dulce. Gimo.

—Tú eres mía, Anastasia—murmura contra mi garganta.

—Sí. Tuya. ¿Cuándo aceptaras eso? —jadeo.

Él gruñe y empieza a moverse, realmente a moverse. Me rindo a su ritmo incesante, saboreando cada empuje y extracción, su respiración entrecortada, su necesidad por mí, reflejando la mía.

Me hace sentir poderosa, fuerte, deseada y amada, amada por este cautivador, y complicado hombre, a quien amo de vuelta con todo mi corazón. Él empuja más y más fuerte, su respiración entrecortada, perdiéndose en mí como yo me pierdo en él.

—Oh, nena —Zayn gime, sus dientes recorriendo mi mandíbula, y me vengo fuerte alrededor de él. Está quieto, apretándome, siguiéndome, susurrando mi nombre.

Ahora que Zayn está agotado, calmado y besándome gentilmente, su respiración está más calmada. Me sostiene derecha en contra de la pared del ascensor, nuestras frentes presionadas, y mi cuerpo es como gelatina, débil pero gratificante y saciado de mi clímax.

—Oh, Anastasia —murmura— Te necesito tanto. —Y besa mi frente.

—Y yo a ti, Zayn.

Liberándome, endereza mi falda y abotona mi camisa, después marca la
combinación en el teclado e inicia el ascensor de nuevo. Arranca con una sacudida así que estiro la mano y aprieto su brazo.

—Taylor se estará preguntando dónde estamos —dice sonriendo lascivamente hacia mí.

Oh mierda. Paso mis dedos por el cabello en un intento vano para disimular la apariencia de recién follada, entonces me rindo y lo ato en una cola de caballo.

—Estás bien. —Zayn sonríe mientras sube su cierre y se mete el condón en el bolsillo de su pantalón.

Una vez más luce como la personificación del empresario estadounidense, y desde que su cabello se ve desordenado la mayor parte del tiempo, hay muy poca diferencia. Excepto ahora que está sonriendo, relajado, sus ojos arrugados con un encanto juvenil. ¿Son todos los hombres fáciles de convencer?
Taylor está esperando cuando las puertas se abren.

—Problema con el ascensor —murmura Zayn mientras los dos salimos, y no puedo mirar a ninguno de ellos a la cara. Me deslizo a través de la doble puerta a la habitación de Zayn en busca de algo de ropa interior fresca.

Cuando regreso, Zayn se ha quitado su chaqueta y está sentado en la barra de desayuno hablando con la Sra. Jones. Ella me sonríe gentilmente mientras coloca dos platos de comida caliente para ambos. Mmm, huele delicioso.

—Disfruten, Sr. Malik, Anastasia —dice y nos deja.

Zayn obtiene una botella de vino del refrigerador, y mientras nos sentamos y comemos, me dice sobre cuán cerca está de perfeccionar un celular que funcione con energía solar. Esta animado y emocionado sobre todo el proyecto, y entonces sé que no ha tenido un completo día de mierda.

Le pregunto sobre sus propiedades. Él suelta una risita, y resulta que solo tiene el apartamento en New York, Aspen y Escala. Nada más, cuando hemos terminado, recojo su plato y el mío y lo llevo al fregadero.

—Deja eso. Gail lo hará —dice. Doy vuelta y lo miro, me está mirando atentamente. ¿Alguna vez me acostumbrare a que alguien limpie para mí?

—Bueno, ahora que estas más dócil, señorita Steele, ¿deberíamos hablar sobre hoy?

—Creo que eres tú el que está más dócil. Creo que estoy haciendo un muy buen trabajo domesticándote.

—¿Domesticándome? —resopla divertido. Cuando asiento, frunce el ceño reflexionando mis palabras—. Sí. Quizás lo estás, Anastasia.

—Tenías razón sobre Jack —murmuro, seria ahora, y me inclino a través de la isla de la cocina midiendo su reacción. La cara de Zayn cae y sus ojos se endurecen.

—¿Ha intentado algo? —susurra, su voz mortalmente fría.

Sacudo mi cabeza para tranquilizarlo.

—No, y no lo hará Zayn. Hoy le dije que soy tu novia, y retrocedió enseguida.

—¿Estás segura? Podría despedir al hijo de puta —dice Zayn frunciendo el ceño.

Suspiro, envalentonada por mi copa de vino.

—Realmente me tienes que dejar luchar mis propias batallas. No puedes constantemente adivinar y tratar de protegerme. Es sofocante Zayn. Nunca voy a crecer con tu incesante interferencia. Necesito algo de libertad. Yo no soñaría con meterme en tus asuntos.
Él parpadea hacia mí.

—Sólo quiero tu seguridad, Anastasia. Si algo te pasara, yo… —Se detiene.

—Lo sé, y entiendo por qué te sientes tan impulsado a protegerme. Y a una parte de mí le encanta. Sé que si te necesito, estarás ahí, como yo lo estaré para ti. Pero si queremos tener algún futuro juntos, tienes que confiar en mí y en mi juicio, sí, me equivoco a veces, voy a cometer errores, pero tengo que aprender.

Me mira, su expresión ansiosa, empujándome a dar vuelta hacia él así estoy parada entre sus piernas mientras está sentado en el taburete de la barra. Tomando sus manos, y las coloco alrededor de mí y planto mis manos en sus brazos.

—No puedes interferir en mi trabajo, está mal. No necesito que te hagas cargo como un caballero en armadura para salvar el día. Sé que quieres controlar todo, y entiendo por qué, pero no puedes. Es una meta imposible… tienes que aprender a dejar ir. —Alcanzo su cara y lo acaricio mientras me mira con ojos muy abiertos— Y si puedes hacer eso, darme eso, me mudaré contigo —agrego suavemente.

Él inhala bruscamente, sorprendido.

—¿Harías eso? —susurra.

—Sí.

—Pero no me conoces. —Frunció el ceño y sonó ahogado y lleno de pánico de repente, muy poco Cincuenta.

—Te conozco lo suficiente, Zayn, nada de lo que me digas sobre ti me asustará para alejarme. —Gentilmente paso mis nudillos a través de su mejilla. Su expresión se transforma de ansiosa a dudosa— Pero si podrías hacerlo más fácil para mí —declaro.

—Estoy intentando Anastasia. No puedo sólo quedarme tranquilo y dejarte ir a New York con ese… imbécil. Él tiene una alarmante reputación. Ninguna de sus asistentes ha durado más de tres meses, y la compañía nunca las detuvo. No quiero eso para ti, nena. —Suspira—No quiero que nada te pase. Tú siendo lastimada… el solo pensamiento me llena de horror, no puedo prometer no interferir, no si pienso que saldrás dañada. —Se detiene y toma un profundo respiro— Te amo, Anastasia. Haré todo lo que este en mi poder para protegerte. No puedo imaginar mi vida sin ti.


Santo cielo. Mi Diosa interior, mi subconsciente, y yo lo vemos en shock.
Dios, dos pequeñas palabras y mi mundo entero se detiene, se inclina, y entonces empieza a girar en un nuevo eje; saboreo el momento, mirando a sus sinceros y hermosos ojos mieles.

—También te amo Zayn. —Me inclino y lo beso, y entonces el beso se hace más profundo. Entrando sin ser visto, Taylor se aclara la garganta. Zayn retrocede, mirándome fijamente. Se para y sus brazos están alrededor de mi cintura.

—¿Sí? —responde bruscamente a Taylor.

—La Sra. Lincoln está en camino, señor.

—¿Qué?

Taylor se encoge de hombros en señal de disculpa. Zayn suspira pesadamente y sacude su cabeza.

—Bueno, esto deberá ser interesante —murmura y me da una sonrisa torcida de resignación.

¡Joder! ¿Por qué esa maldita mujer no puede dejarnos en paz?

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