domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 100.

Los ojos de Jack resplandecen de un azul oscuro, y sonríe sarcásticamente mientras echa una mirada lasciva hacia abajo por mi cuerpo.

El miedo me ahoga. ¿Qué es esto? ¿Qué quiere? De alguna parte en lo profundo de mi interior y a pesar de mi boca seca, encuentro la determinación y coraje para exprimir algunas palabras, el mantra “mantenlos hablando” de mi clase de autodefensa circulando en mi cerebro, como un etéreo centinela.

—Jack, ahora no es un buen momento para esto. Tu taxi llega en diez minutos, y necesito entregarte todos tus documentos. —Mi voz es tranquila pero ronca, traicionándome.

Sonríe, y es una despótica sonrisa de “jódete” que finalmente toca sus ojos. Destellan bajo el brillo de la áspera luz fluorescente de la franja de luz sobre nosotros en la monótona habitación sin ventanas. Da un paso cerca de mí, mirándome, sus ojos nunca dejan los míos. Sus pupilas se dilatan mientras miro, el negro eclipsando al azul. Oh no. Mi miedo asciende.

—¿Sabes? tuve que pelear con Elizabeth para darte este trabajo…

Su voz se apaga mientras da otro paso hacia mí, y retrocedo contra los sucios armarios de pared. Mantelo hablando, mantenlo hablando, mantenlo hablando, mantenlo hablando.

—Jack, ¿cuál es exactamente tu problema? Si quieres exponer tus quejas, entonces quizás debamos ir a Recursos Humanos. Podemos hacer esto con Elizabeth en un ambiente más formal.

¿Dónde estaba seguridad? ¿Aún estaban en el edificio?

—No necesitamos a R. H. para sobrellevar esta situación Anastasia —dice sarcásticamente— Cuando te contraté, pensé que serías una trabajadora muy ardua. Pensé que tenías potencial. Pero ahora, no lo sé. Has sido distraída y descuidada. Y me pregunto… ¿es tu novio el que te lleva por mal camino? —dijo novio con frío desprecio— Decidí revisar a través de tu cuenta de e-mail para ver si podía encontrar algunas pistas. ¿Y sabes qué encontré, Anastasia? ¿Sabes lo que no cuadraba? Los únicos e-mail personales en tu cuenta eran a tu novio de primera.

Se detuvo, evaluando mi reacción.

— Y me puse a pensar… ¿Dónde están los e-mails de él? No había ninguno. Nada. Nada. ¿Así que, qué está pasando, Anastasia? ¿Cómo te llegan sus e-mails sin estar en nuestro sistema? ¿Eres de alguna agencia de espías, plantada aquí por la organización de Malik? ¿Es eso lo que pasa?

Santa mierda, los e-mails. Oh no. ¿Qué tengo que decir?

—Jack, ¿de qué estás hablando? —intento lucir desconcertada, y soy muy convincente.

Esta conversación no iba como esperaba, pero no confío en él en lo más mínimo. Alguna feromona subliminal que Jack está emanando me tiene en alerta máxima. Este hombre está enojado y es volátil y totalmente impredecible. Trato de razonar con él.

— Acabas de decir que tuviste que persuadir a Elizabeth para contratarme. ¿Así que, cómo puedo ser una espía plantada? Aclárate, Jack.

—Pero Malik arruinó el viaje a Nueva York, ¿no?

Oh mierda.

—¿Cómo se encargó de eso, Anastasia? ¿Qué hizo tu novio rico formado en las más prestigiosas universidades?

Cada gota de sangre que quedaba en mi rostro es drenada, y creo que me voy a desmayar.

—No sé de qué estás hablando, Jack —susurro— Tu taxi estará aquí dentro de poco. Debo buscar tus cosas.

Oh por favor, déjame ir. Detén esto.

Jack continua, disfrutando mi incomodidad.

—¿Y él piensa que me propasaré contigo? —Sonríe y sus ojos se encienden— Bien, quiero que pienses en algo mientras estoy en Nueva York. Te di este trabajo, y espero que me muestres algo de gratitud. De hecho, tengo derecho a eso. Tuve que pelear para traerte. Elizabeth quería a alguien mejor calificado, pero yo… yo vi algo en ti. Así que, necesitamos trabajar en un trato. Un trato donde tú me mantienes feliz. ¿Entiendes lo que digo, Anastasia?

¡Mierda!

—Considéralo, si lo prefieres, como una nueva definición de tu trabajo. Y, si me satisfaces, no investigaré más a fondo qué teclas ha tocado tu novio, qué contactos ha exprimido, o qué favores se ha cobrado de algún compañero de una de esas pijas fraternidades universitarias.

Mi boca se abrió. Me está chantajeando. ¡Por sexo! ¿Y qué puedo decir? Las noticias de la adquisición de Zayn están embargadas por otras tres semanas.

Simplemente no puedo creer esto. Sexo… ¡conmigo!

Jack se mueve más cerca hasta que está parado justo en frente de mí, mirando a mis ojos. Su dulce y empalagosa colonia invade mis fosas nasales —es nauseabundo— y si no me equivoco, un amargo rastro de alcohol en su aliento.

Mierda, ha estado bebiendo… ¿Cuándo?

—Eres una culo apretado, calienta pollas, lo sabes, Anastasia —susurra a través de sus dientes apretado.

¿Qué? Calienta pollas… ¿yo?

—Jack, no tengo idea de lo que estás hablando —susurro, mientras siento la adrenalina recorrer mi cuerpo. Ahora está más cerca. Estoy esperando para hacer mi movimiento. Ray estaría orgulloso. Ray me enseñó cómo hacerlo. Ray sabía autodefensa. Si Jack me tocaba, si incluso respiraba demasiado cerca de mí, lo derribaría. Mi respiración es superficial. No debo desmayarme, no debo desmayarme.

—Mírate. —Me observa con lascivia—. Estás muy excitada, lo noto. En realidad tú me has provocado. En el fondo lo deseas, lo sé.

Santa mierda. El hombre está completamente delirante. Mi miedo se dispara a ALERTA MÁXIMA, amenazando con abrumarme.

—No, Jack. Nunca te he provocado.

—Lo haces, perra calienta pollas. Puedo leer las señales. —Alcanzándome, gentilmente acaricia mi rostro con sus nudillos, bajando a mi mejilla. Su dedo índice acaricia mi cuello, y mi corazón salta hasta mi boca mientras lucho con mi reflejo nauseoso. Alcanza la base de mi cuello donde el botón superior de mi blusa negra está abierto, y presiona su mano contra mi pecho.

—Me deseas. Admítelo, Anastasia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario