domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 95.

Cierra los ojos y me abraza más fuerte.

—Es complicado —murmura. Con su nariz acaricia mis pechos, inhalando profundamente, intentando distraerme.

—Cuéntame —le pido.

Suspira.

—Ella no me amaba. Yo no me amaba. El único toque que conocía era... violento. De ahí surgió. Flynn lo explica mejor que yo.

—¿Puedo ver a Flynn?

Levanta la cabeza para mirarme.

—¿Lo de Cincuenta sombras se te está pegando?

—Algo. Me gusta lo que se me está pegando por el momento. —Me retuerzo provocativamente debajo de él y sonríe.

—Sí, señorita Steele, también me gusta eso. —Se hace hacia delante y me besa. Me mira por un momento— Eres tan valiosa para mí Anastasia. Hablaba en serio cuando dije lo de casarme contigo. Nos podremos conocer el uno al otro entonces. Puedo cuidarte. Tú puedes cuidarme a mí. Podemos tener hijos si queremos. Pondré mi mundo a tus pies Anastasia. Te quiero en cuerpo y alma para siempre. Por favor piénsalo.

—Lo pensaré, Zayn. Lo pensaré —lo tranquilizó, tambaleándome una vez más.

¿Niños? Por Dios

—Sin embargo me encantaría hablar con el Dr. Flynn, si no te importa.

—Lo que sea para ti nena. Lo que sea. ¿Cuándo te gustaría verlo?

—Mejor pronto que tarde.

—De acuerdo. Haré los arreglos en la mañana. —Mira el reloj—. Es tarde, deberíamos dormir.

Se voltea para apagar la luz de su mesita y me tira contra él.

Miro el reloj. Mierda. Son las tres cuarenta y cinco. Enrolla sus brazos a mi alrededor, su frente contra mi espalda y acaricia mi cuello.

—Te amo Anastasia Steele, y quiero que estés siempre a mi lado —murmura mientras besa mi cuello— Ahora duerme.

Cierro los ojos.

A regañadientes, abro mis pesados parpados y una brillante luz llena el cuarto. Me siento confusa, desconectada de mis miembros de plomo, y Zayn está agarrado a mí como una hiedra. Tengo más calor que de costumbre. De seguro son como las cinco de la mañana. La alarma aún no ha sonado. Me enderezo para liberarme de su calor, girándome en sus brazos, y murmura algo ininteligible en sueños. Miro el reloj. Ocho cuarenta y cinco.

Mierda, voy a llegar tarde. Joder. Me tambaleo fuera de la cama y me apresuro al baño. Me baño y salgo en menos de cuatro minutos.

Zayn se sienta en la cama. Mirándome con una mal disimulada diversión junto a algo de preocupación, mientras me termino de secar y de recoger mis ropas. Tal vez espera a que reaccione a sus revelaciones de ayer. Ahora mismo, no tengo tiempo.

Compruebo mi ropa —pantalón negro, camisa negra— todo un poco como la Sra. R. pero no tengo un segundo para cambiar de opinión.

Apresuradamente me pongo un corpiño negro y bragas, consciente que él está mirando todos mis movimientos. Es… desconcertante. Las bragas y el corpiño lo harán.

—Luces bien —ronronea Zayn desde la cama— Puedes reportarte enferma, lo sabes.

Me da su devastadora, ladeada sonrisa ciento cincuenta por ciento reventadora de bragas. Oh, es tan tentador. Mi Diosa interior hace pucheros provocadoramente hacia mí.

—No, Zayn, no puedo. No soy una megalómana Gerente General con una bella sonrisa quien puede ir y venir como le plazca.

—Me gusta venir como me plazca. —Sonríe y lleva su gloriosa sonrisa a otro nivel por lo que es totalmente IMAX de alta definición.

—¡Zayn! —lo regaño. Tiro mi toalla hacia él y se ríe.

—Hermosa sonrisa, ¿eh?

—Sí y sabes el efecto que tiene en mí. —Me pongo mi reloj.

—¿Efecto? —Parpadea inocentemente.

—Sí, lo sabes. El mismo efecto que tienes en todas las mujeres. Se vuelve realmente molesto verlas a todas desmayadas.

—¿Ah, sí? —Ladea su ceja hacia mí, más divertido.

—No juegues al inocente, Sr. Malik, realmente no te queda bien —murmuro distraídamente mientras recojo mi cabello en una coleta y me pongo mis zapatos negros de tacón alto. Allí, estos lo harán.

Cuando me inclino para darle un beso de despedida, me agarra y tira de mí hacia abajo a la cama, inclinándose sobre mí y sonriendo de oreja a oreja. Oh. Es tan hermoso, ojos brillantes con malicia, cabello suelto de acabo-de follar-de nuevo, esa sonrisa deslumbrante. Ahora está juguetón.

Estoy cansada, todavía aturdida por todas las revelaciones de ayer, mientras que él está brillante como un botón y sexy como la mierda. Oh, exasperante Cincuenta.

—¿Qué puedo hacer para tentarte para que te quedes? —dice suavemente, y mi corazón da un vuelco y empieza a latir con fuerza. Es la tentación personificada.

—No puedes —refunfuño, tratando de levantarme— Déjame ir.

Hace pucheros y me rindo. Sonriendo, trazo mis dedos sobre sus esculturales labios, mi Cincuenta Sombras. Lo amo con toda su monumental mierda. Ni siquiera he comenzado a procesar los eventos de ayer y cómo me siento acerca ellos.

Me inclino para darle un beso, agradecida de que me he cepillado mis dientes. Me besa largo y fuerte y luego rápidamente me pone en mis pies, dejándome aturdida, sin aliento, y un poco tambaleante.

—Taylor te llevará. Más rápido que encontrar un lugar donde estacionar. Está esperando afuera del edificio —dice Zayn amablemente, y parece aliviado.

¿Está preocupado por mi reacción de esta mañana? Seguramente la última noche. bueno, lo de esta madrugada, le habría demostrado que no pienso salir huyendo.

—Está bien. Gracias —murmuro, decepcionada de estar erguida sobre mis pies, confundida por su indecisión, y vagamente irritada que una vez más no estaré manejando mi Saab. Pero tiene razón, por supuesto, será más rápido con Taylor.

—Disfruta tu perezosa mañana, Sr. Malik. Deseo poder quedarme, pero el hombre que posee la compañía donde trabajo no aprobaría a su personal abandonando sólo por sexo caliente. —Agarro mi bolso.

—Personalmente, señorita Steele, no tengo dudas que lo aprobaría. De hecho podría insistir en ello.

—¿Por qué te estás quedando en la cama? No es propio de ti.

Cruza sus manos detrás de su cabeza y me sonríe.

—Porque puedo, señorita Steele.

Sacudo mi cabeza hacia él.

—Nos vemos, nena. —Le tiro un beso y estoy fuera de la puerta.

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