jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 17.

Me sonríe con ternura.

—Come. Estás demasiado delgada. —Besa mi frente y me suelta.

Este es un juego, parte de un malvado plan. Le frunzo el ceño.

—Sigo molesta contigo por comprar AIPS, y ahora estoy molesta contigo porque me haces esperar. —Hago pucheros.

—Eres una pequeña dama enojada, ¿no? Te sentirás mejor después de una buena comida.

—Sé después de qué me sentiría mejor.

—Anastasia Steele. Estoy sorprendido. —Su tono es gentilmente burlón.

—Para de burlarte de mí. No juegas limpio.

Ahoga su sonrisa mordiendo su labio inferior. Luce simplemente adorable… el Zayn juguetón, jugueteando con mi libido. Si tan solo mis habilidades de seducción fueran mejores. Sabría qué hacer, pero al no estar permitido poder tocarlo lo dificulta.

Mi Diosa interior entorna los ojos y mira pensativa. Necesitamos trabajar en eso.

Mientras Zayn y yo nos miramos fijamente el uno al otro, yo caliente, turbada y anhelante y él relajado y divertido a mis expensas, me doy cuenta de que no tengo comida en el apartamento.

—Podría cocinar algo, excepto que tenemos que ir de compras.

—¿Compras?

—Por ingredientes.

—¿No tienes comida aquí? —Su expresión se oscurece.

Sacudo mi cabeza. Mierda, se ve bastante enojado.

—Vamos de compras, entonces —dice con firmeza mientras se gira sobre sus talones y se dirige a la puerta abriéndola de par en para mí.



—¿Cuándo fue la última vez que estuviste en un supermercado?

Zayn se ve fuera de lugar, pero me sigue obedientemente, cargando una canasta de mercado.

—No puedo recordar.

—¿La Sra. Jones hace todas las compras?

—Creo que Taylor la ayuda. No estoy seguro.

—¿Estarías satisfecho con un salteado? Es rápido.

—Salteado suena bien. —Zayn sonríe, sin duda imaginándose mi motivo ulterior de una comida rápida.

—¿Han trabajado para ti desde hace mucho?

—Taylor cuatro años, creo. La Sra. Jones, alrededor de lo mismo. ¿Por qué no tienes nada de comida en tu apartamento?

—Sabes por qué —murmuro sonrojándome.

—Fuiste tú quien me dejó —murmura desaprobadoramente.

—Lo sé —respondo en voz baja, no queriendo un recordatorio.

Llegamos a la caja y nos paramos en la fila.

¿Si no lo hubiera dejado, habría ofrecido la alternativa vainilla? Me pregunto vagamente.

—¿Tienes algo de beber? —Me trae de regreso al presente.

—Cerveza… creo.

—Traeré algo de vino.

Oh querido. No estoy segura de qué clase de vino está disponible en el Supermercado de Ernie. Zayn regresa con las manos vacías, haciendo muecas con una mirada de disgusto.

—Hay una buena tienda de licores en la puerta de al lado —digo rápidamente.

—Veré que tienen.

Quizás deberíamos simplemente ir a su apartamento, entonces no tendríamos todo este lío. Veo que deambula determinadamente y con fácil gracia fuera de la puerta.

Dos mujeres están entrando, se detienen y lo miran fijamente. Oh sí, observen a mi Cincuenta sombras, pienso abatida.

Quiero el recuerdo de él en mi cama, pero está jugando duro para conseguirlo. Quizás debería, también. Mi Diosa interior asiente francamente en acuerdo. Y mientras estoy en la línea, armamos un plan. Mmm…


Zayn lleva la bolsa de comestibles dentro del apartamento. Las lleva desde que caminamos de regreso al apartamento desde la tienda. Luce extraño. No del todo su usual porte de Gerente General.

—Te ves tan… doméstico.

—Nadie nunca me ha acusado de eso antes —dice secamente. Coloca las bolsas en la isla de la cocina. Mientras empiezo a desempacarlas, saca una botella de vino blanco y busca el sacacorchos.

—Este lugar sigue siendo nuevo para mí. Creo que el sacacorchos está en el cajón de ahí. —Señalo con mi barbilla.

Esto se siente tan… normal. Dos personas, llegando a conocerse el uno al otro, teniendo una comida. Aún es tan extraño. El miedo que siempre sentía en su presencia se ha ido. Realmente hemos hecho tanto juntos, me sonrojo con sólo pensar en ello, y apenas lo conozco.

—¿En qué estás pensando? —Zayn interrumpe mi ensueño mientras se encoje de hombros fuera de su chaqueta de raya diplomática y la coloca en el sofá.

—En lo poco que te conozco, realmente.

Me mira fijamente y sus ojos se suavizan.

—Me conoces mejor que nadie.

—No pienso que sea verdad. —La señora Robinson viene repentinamente y para nada bienvenida a mi mente.

—Lo es, Anastasia. Soy una persona muy, muy privada.

Me alcanza una copa de vino.

—Salud —dice.

—Salud —respondo tomando un sorbo mientras pone la botella en la nevera.

—¿Puedo ayudarte con esto? —pregunta.

—No, está bien… siéntate.

—Me gustaría ayudar. —Su expresión es sincera.

—Puedes cortar las verduras.

—No se cocinar —dice, en relación al cuchillo que le entrego con recelo.

—Imagino que no lo necesitas. —Coloco la tabla de cortar y algunos pimientos rojos en frente de él. Los mira fijamente con confusión.

—¿Nunca has cortado una verdura?

—No.

Lo miro riendo.

—¿Te estás riendo de mi?

—Al parecer esto es algo que puedo hacer y tú no. Seamos realistas Zayn, pienso que ésta es otra primera vez. Aquí, te mostraré.

Me rozo contra él y retrocede. Mi Diosa interior se sienta y toma nota.

—Así. —Corto el pimiento rojo, con cuidado de remover las semillas.

—Parece bastante simple.

—No deberías tener ningún problema con esto —murmuro irónicamente.

Me mira impasiblemente por un momento entonces comienza su tarea mientras continuo preparando el pollo cortado en cuadraditos. Comienza a cortar, cuidadosamente, lentamente. Oh por Dios, estaremos aquí todo el día.

Lavo mis manos y busco la sartén, el aceite y los otros ingredientes que necesito,repetidamente rozando contra él, mi cadera, mi brazo, mi espalda, mis manos. Pequeños toques, en apariencia, inocentes. Se detiene cada vez que lo hago.

—Sé lo qué estás haciendo, Anastasia—murmura oscuramente, aún preparando el primer pimiento.

—Creo que se llama cocinar —digo, batiendo mis pestañas.

Agarrando otro cuchillo, me reúno con él en la tabla de cortar pelando y cortando el ajo, los cebollines y las judías verdes, continuamente chocando contra él.

—Eres bastante buena en esto —murmura mientras empieza con su segundo pimiento rojo.

—¿Cortar? —Bato mis pestañas hacia él—Años de práctica. —Me rozo una vez más contra él, esta vez con mi trasero. Una vez más vacila.

—Si haces esto nuevamente, Anastasia, voy a tomarte sobre el piso de la cocina.

Oh, vaya. Está funcionando.

—Tendrás que rogarme primero.

—¿Es un desafío?

—Quizás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario