Zayn y el Dr. Flynn bajan aún más sus voces; es tan frustrante. Pero se
callan en cuanto se les acercan las dos mujeres a las que no conocía de antes:
Ros y Gwen, la vivaz rubita a la que Zayn presenta como la pareja de Ros.
Ros es encantadora, y pronto descubro que viven
casi en frente del Escala. Ella está llena de elogios hacia las habilidades de
pilotaje de Zayn. Fue su primera vez en el Charlie Tango, y dice que no
dudaría en hacerlo de nuevo. Es una de las pocas mujeres que he conocido que no
está aturdida por él… bueno la razón es obvia.
Gwen es risueña y con un irónico sentido del humor, y Zayn
parece extraordinariamente a gusto con las dos. Las conoce bien. No hablan
sobre trabajo, pero puedo ver que Ros es una mujer inteligente que fácilmente
puede mantenerse a su nivel. También tiene una risa grande, gutural y de
fumadora.
Grace interrumpe nuestra relajada conversación para informarle a todo el mundo
que la cena ha sido servida al estilo buffet en la cocina Malik. Lentamente los
invitados se dirigen hacia la parte de atrás de la casa.
Mia me agarra en el pasillo en su vestido de color rosa pálido y sus tacones
asesinos, se eleva sobre mi como un hada de cuento de navidad. Está sosteniendo
dos vasos de cocteles.
—Anastasia—sisea conspirativamente. Alzó la mirada a Zayn, me suelta con una
mirada de buena suerte encuentro difícil lidiar con ella, y entro al comedor
con ella.
—Toma —dice con picardía—, éste es uno de los Martini de limón especiales de mi
padre… mucho mejor que la champaña. —Me ofrece un vaso y observa ansiosamente
mientras tomo un tentativo sorbo.
—Mmm… delicioso. Pero fuerte. —¿Qué quiere? ¿Está tratando de embriagarme?
—Anastasia necesito un consejo. Y no puedo preguntarle a Lily… ella es tan
prejuicios sobre todo. —Mia pone sus ojos en blanco y luego me sonríe—Está tan
celosa de ti. Creo que esperaba que un día ella y Zayn pudieran estar juntos.
Mia se echa a reír ante la absurdez y yo me acobardo en el interior.
Esto es algo contra lo que tendré que luchar en el futuro… otras mujeres
deseando a mi hombre. Alejo la molesta idea lejos de mi cabeza y me distraigo con
el problema en mi mano, tomo otro sorbo de mi Martini.
—Trataré y ayudaré. Dispara.
—Como sabrás, Ethan y yo nos conocimos recientemente, gracias a ti. —Me sonríe—
Anastasia… él no quiere salir conmigo. —Hace un mohín.
—Oh. —Parpadeo hacia ella, perpleja, y pienso: Quizás no está loco por ti.
—Mira, eso sonó muy mal. Él no quiere salir porque su hermana está saliendo con
mi hermano. Sabes… piensa que es todo algo incestuoso. Pero sé que le gusto.
¿Qué puedo hacer?
—Oh ya veo —murmuro, tratando de hacerme algo de tiempo, ¿qué
puedo decir?— ¿Estarías de acuerdo en ser amigos y darle algo de tiempo?
Digo, acaban de conocerse.
Inclina la ceja y me ruborizo.
—Mira, sé que acabo de conocer a Zayn pero… —Frunzo el ceño hacia ella insegura
de lo que voy a decir—Mia, esto es algo en lo que tú y Ethan tienen que
trabajar juntos. Yo trataría una ruta de la amistad.
Mia sonríe.
—Has aprendido esa mirada de Zayn.
Me ruborizo.
—Si quieres consejo, pregúntale a Kate. Puede tener alguna percepción de cómo
se siente su hermano.
—¿Tú crees? —pregunta Mia.
—Sí. —Sonrío alentadoramente.
—Genial, gracias Anastasia. —Me da otro abrazo y huye emocionada,
— impresionantemente, dado sus altos tacones— hacia la puerta, sin duda a
molestar a Kate. Tomo otro sorbo de mi Martini, y estoy a punto de seguirla
cuando me detengo en seco.
Elena se desliza al interior del cuarto, su rostro tenso, sombrío,
enojada determinación. Cierra la puerta tranquilamente después de entrar y
me frunce el ceño.
Oh mierda.
—Anastasia —se burla.
Invoco todo mi autodominio, un poco borroso debido a las dos copas de champaña
y el coctel letal que sostengo en mi mano. Creo que la sangre se ha drenado de
mi rostro, pero reúno tanto a mi subconsciente como a mi Diosa interna para
parecer tan calmada e imperturbable como me sea posible.
—Elena. —Mi voz es pequeña, pero estable… a pesar de mi boca seca.
¿Por qué esta mujer me asusta tanto? ¿Y qué quiere ahora?
—Te ofrecería mis muy sentidas felicitaciones, pero creo que eso sería
inapropiado.
Sus penetrantes y fríos ojos azules miran glacialmente a mi interior, llenos
de odio.
—Yo tampoco necesito ni quiero tus felicitaciones, Elena. Estoy sorprendida y
decepcionada de verte aquí.
Ella alza una ceja. Creo que está impresionada.
—No habría pensado en ti como una digna adversaria, Anastasia. Pero
me sorprendes con cada movimiento.
—Yo no he pensado para nada en ti —miento, con frialdad. Zayn
estaría orgulloso— Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer
que perder mi tiempo contigo.
—No tan rápido, señorita —sisea, apoyándose contra la puerta, bloqueándola
efectivamente— ¿Qué demonios crees que haces, consintiendo en casarte con Zayn?
Si piensas por un minuto que puedes hacerlo feliz, estás muy equivocada.
—Lo que esté aceptando hacer con Zayn no es de tu interés. —Sonrío con una
sarcástica dulzura. Ella me ignora.
—Él tiene necesidades, necesidades que tú posiblemente no puedes empezar a
satisfacer —se regodea.
—¿Qué sabes de sus necesidades? —gruño.
Mi sentido de la indignación entra en erupción brillantemente, quemando en mi
interior mientras la adrenalina surge a través de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve
está maldita zorra a sermonearme?
—No eres más que una enferma abusadora de niños, y si fuera por mí, te lanzaría
al séptimo círculo del infierno y me alejaría sonriendo. Ahora fuera de mi
camino… ¿O tengo que quitarte?
—Estás cometiendo un gran error aquí, señorita. —Mueve un largo, delgado, y
finamente manicurado dedo hacia mí— ¿Cómo te atreves a juzgar nuestro estilo de
vida? No sabes nada, y no sabes en qué te estás metiendo. Y si crees que va a
estar feliz con una pequeña ratonil interesada como tú…
Tiro el resto de mi Martini de limón en su rostro.
—¡No te atrevas a decirme en que meterme —le grito— ¿Cuándo aprenderás? No es tu
maldito problema.
Me mira boquiabierta, golpeada por el horror, limpiando la pegajosa bebida de
su rostro. Creo que está apunto de embestirme, pero de repente es lanzada hacia
adelante cuando la puerta se abre.
Zayn está en la entrada. Le toma un nanosegundo evaluar la situación, yo pálida
y temblando, ella empapada y muy furiosa. Su hermoso rostro se contorsiona y se oscurece por la ira mientras viene a
pararse entre nosotras.
—¿Qué mierda estás haciendo Elena? —dice, su voz
glacial y mezclada con amenaza.
Ella parpadea hacia él.
—Ella no es adecuada para ti, Zayn —susurra.
—¿Qué? —grita, sorprendiéndonos a ambas. No
puedo ver su rostro pero todo su cuerpo se ha tensado e irradia animosidad.
—¿Cómo mierdas sabes lo que está bien para mí?
—Tienes necesidades, Zayn —dice su voz se
suaviza.
—Te lo he dicho antes, esto no es tu jodido
asunto —ruge. Oh mierda, el muy enojado Zayn ha levantado su no fea cabeza. La
gente va a escuchar.
—¿De qué se trata? —Se detiene, mirándola—
¿Crees que eres tú? ¿Tú? ¿Crees que eres la correcta para mí?
Su voz es más suave, pero gotea desprecio, y de
repente no quiero estar aquí. No quiero ser testigo de este encuentro íntimo,
soy una intrusa. Estoy atascada… mis miembros no están dispuestos a moverse.
Elena traga y parece ponerse en posición
vertical. Su postura cambia sutilmente, luce más dominante, y da un paso hacia
él.
—Fui la mejor cosa que te ha pasado —sisea
arrogantemente hacia él— Mírate. Uno de los más ricos y exitosos empresarios en
Estados Unidos —controlado, impulsado— no necesitas nada. Eres el maestro de tu
universo.
Da un paso hacia atrás como si hubiera sido
golpeado, y abre la boca sin poder creerlo, indignado.
—Lo amabas, Zayn, no trates de engañarte a ti
mismo. Estabas en el camino de la autodestrucción y te salvé de eso, te salvé
de vivir tras las rejas. Créeme, cariño, ahí es donde habrías terminado. Te
enseñé todo lo que sabes, todo lo que necesitas.
Zayn palidece, mirándola con horror. Cuando
habla, su voz es baja e incrédula.
—Me enseñaste como follar, Elena. Pero eso es
vacío, como tú. No es de extrañar que Linc se fuera.
La bilis sale por mi boca. No debería estar
aquí. Pero estoy congelada en mi lugar, morbosamente fascinada mientras se
destripan el uno al otro.
—Nunca me tomaste —susurra Zayn—Nunca dijiste
que me amabas.
Ella entrecierra sus ojos.
—El amor es para tontos, Zayn.
—Fuera de mi casa. —La implacable y furiosa voz
de Grace nos sobresalta.
Tres cabezas se giran hacia donde Grace está de
pie en el umbral del cuarto. Está mirando a Elena, que palidece bajo su
bronceado St. Tropez.
El tiempo parece suspendido mientras
colectivamente tomamos una respiración profunda, y Grace se desplaza hacia el
salón. Sus ojos ardiendo por la furia, nunca abandonan a Elena, hasta que está
en frente de ella. Los ojos de Elena se abren alarmados, y Grace la golpea con
fuerza en el rostro, el sonido del impacto resuena en las paredes del comedor.
—Saca tus sucias garras de mi hijo, zorra, y sal
de mi casa, ahora —sisea a través de sus apretados dientes.
Elena agarra sus enrojecidas mejillas y mira con
horror por un instante, conmocionada
y parpadeando hacia Grace. Luego se apresura a salir del cuarto, sin molestarse
en cerrar la puerta.
Grace se gira para enfrentar a Zayn y un tenso
silencio se instala como una delgada manta sobre nosotros mientras Zayn y Grace
se miran fijamente.
Después de un segundo, Grace habla.
—Anastasia, antes de entregártelo, ¿me darías un
minuto o dos a solas con mi hijo? —Su voz es tranquila, ronca, pero, oh, tan fuerte.
—Por supuesto —susurro, y salgo tan calmada como
puedo, mirando ansiosamente sobre mi
hombro. Pero ninguno de ellos me mira mientras me voy.
Siguen mirándose el uno al otro, su comunicación
tacita fuertemente alta.
En el pasillo, estoy momentáneamente perdida. Mi
corazón late y mi sangre se desplaza por mi venas… me siento presa del pánico
en mi interior. Joder, eso fue fuerte y ahora Grace lo sabe. Mierda. No puedo
pensar en lo que le va a decir a Zayn, y sé que está mal, lo sé, pero me
recuesto contra la puerta tratando de escuchar.
—¿Cuánto duró, Zayn? —La voz de Grace es suave,
difícilmente le escucho. No puedo oír su respuesta.
—¿Qué edad tenías? —Su voz es más
insistente—Dime. ¿Qué edad tenías cuando todo esto empezó? —De nuevo no puedo
escuchar a Zayn.
—¿Todo bien Anastasia? —Ros me interrumpe.
—Sí, bien. Gracias… yo.
Ros sonríe.
—Voy a buscar mi bolso. Necesito un cigarrillo.
Por un breve instante contemplo unírmele.
—Voy al baño.
Necesito reunir mi astucia y mis ideas, para
procesar lo que he visto y
escuchado. Escaleras arriba parece el lugar más seguro para estar sola. Veo a
Ros pasear por el salón, subo dos escaleras a la vez hacia el segundo piso,
luego al tercero. Sólo hay un lugar en el que quiero estar.
Abro la puerta del cuarto de Zayn y la cierro
tras entrar, engullo un gran aliento. Dirigiéndome a su cama, me dejo caer en
ella mirando hacia el blanco techo.
Santo cielo. Esto tiene que ser, sin duda, uno
de los enfrentamientos más terribles que he tenido que soportar, y ahora me
siento entumecida, mi prometido y su ex amante, ninguna aspirante a novia
debería ver eso. Habiendo dicho eso, parte de mí está agradecida de que me haya
revelado su verdadero yo, y que pude estar ahí para dar testimonio.
Mis pensamientos regresan a Grace. Pobre Grace,
escuchar todo eso. Agarro una de las almohadas de Zayn. Habrá escuchado que
Zayn y Elena tenían un romance, pero no de la naturaleza de ese. Gracias a los
cielos. Gimo. ¿Qué estoy haciendo? Quizás la malvada bruja tenga un punto. No, me
rehúso a creer eso. Ella es tan fría y cruel. Agito mi cabeza. Ella está
equivocada. Yo estoy bien para Zayn. Soy lo que él necesita. Y en un momento de
aturdidora claridad. No cuestiono cómo ha vivido su vida hasta hace poco, sino
por qué. Sus razones para hacer lo que ha hecho a incontables chicas, ni
siquiera quiero saber cuántas. El cómo esto está mal. Todas eran adultas. Todas
estaban en —¿cómo lo planteo Flynn?— relaciones sanas, seguras y consensuadas.
Ese es el por qué. El por qué estaba mal. El por qué era de su lugar oscuro.
Cierro mis ojos y pongo mi brazo sobre ellos.
Pero él ha dejado eso atrás, ha seguido adelante, y ambos estamos en la luz.
Estoy deslumbrado por él y él por mí.
Podemos guiarnos. Una idea se me ocurre.
¡Mierda! Una roída e insidiosa idea y estoy en el lugar donde puedo acostar
este fantasma para que descanse. Me siento sobre la cama. Sí, debo hacerlo.
Temblando me pongo de pie, me quito los zapatos,
camino hacia su escritorio, examino el tablón encima de él. Las fotos de Zayn
joven están todavía allí, más conmovedoras que nunca cuando pienso en el
espectáculo que acabo de presenciar entre él y la señora Robinson. Y allí en la
esquina está la pequeña foto en blanco y negro, de su madre, la perra
drogadicta.
Enciendo la lámpara del escritorio y enfoco la
luz sobre su foto. Ni siquiera sé su nombre. Ella se parece tanto él, pero más
joven, más triste y todo lo que siento, mirando su rostro doloroso, es
compasión. Trato de ver las semejanzas entre su rostro y el mío. Me acerco al
cuadro, poniéndome realmente, realmente cerca y no veo ninguna. Excepto tal vez
nuestro cabello, pero pienso que el suyo es más claro que el mío. No me parezco
a ella en absoluto. Esto es un alivio.
Mi subconsciente me chasquea la lengua, con los
brazos cruzados, mirando por encima de sus lentes de media luna. ¿Por qué te
torturas? Tú has dicho sí. Tú has hecho su cama. Le frunzo mis labios. Sí lo he
hecho, con mucho gusto también. Quiero acostarme en aquella cama con Zayn por
el resto de mi vida.
Mi Diosa interior, se sienta en posición de
loto, ríe serenamente. Sí. He tomado la decisión correcta. Debo encontrarlo,
Zayn estará preocupado. No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado en su
habitación; él pensará que he escapado. Ruedo mis ojos mientras contemplo su
reacción exagerada. Espero que él y Grace hayan terminado. Me estremezco al
pensar que más podría haberle dicho ella.
Encuentro a Zayn cuando sube la escalera hacia
el segundo piso, buscándome. Su rostro está tenso y cansado, no el
despreocupado Cincuenta con el que llegué.
Cuando estoy de pie en el descanso, se queda en
el escalón superior de la escalera de modo que nosotros estamos cara a cara.
—Hola —dice cautelosamente
—Hola —contesto con cautela.
—Estaba preocupado…
—Lo sé —lo interrumpo— Lo siento, no podía
enfrentar las festividades. Solo tenía que alejarme, tú sabes. Para pensar.
Levantando mi mano, acaricio su rostro. Él
cierra sus ojos y apoya su cara en mi mano.
—¿Y pensaste qué harías eso en mi habitación?
—Sí.
Él alcanza mi mano y me atrae en un abrazo voy
con mucho gusto a sus brazos, mi lugar favorito en el mundo entero. Él huele a
ropa recién lavada, jabón para el cuerpo y a Zayn, el aroma más relajante y
excitante del planeta. Él inhala mi cabello.