miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 63.

Estoy usando mi nueva ropa interior, una tanga de encaje blanco y sujetador a juego de una marca de diseño con un precio demasiado elevado. Salgo de mis jeans y estoy allí para él en la lencería que ha pagado, pero ya no me siento barata. Me siento de él.

Llegando atrás, desengancho el sujetador, deslizando las correas por mis brazos y colocándolo en la parte superior de la blusa. Lentamente, deslizo mis bragas, dejándolas caer a mis tobillos, y saliendo de ellas, sorprendida por mi gracia.

De pie delante de él, estoy desnuda y sin vergüenza, y sé que es porque me ama.

No tengo qué ocultar. No dice nada, sólo me mira. Todo lo que veo es su deseo, su adoración incluso, y algo más, la profundidad de su necesidad, la profundidad de su amor por mí.
Se agacha, levanta el borde de su suéter de color crema, y tira de él sobre su cabeza, seguido por la camiseta, dejando al descubierto su pecho, sin apartar sus audaces ojos mieles de los míos. Sus zapatos y los calcetines siguen antes de que agarre el botón de sus jeans.

Alcanzándolo, le susurro:

—Déjame.

Sus labios se fruncen brevemente formando un oh, y sonríe.

—Adelante.

Doy un paso hacia él, deslizando mis dedos sin miedo dentro de la pretina de sus jeans, y tirando por lo que se ve obligado a dar un paso más cerca de mí. Jadea involuntariamente con mi inesperada audacia, luego me sonríe. Desabrocho el botón, pero antes de bajar la cremallera dejo vagar mis dedos, trazando su erección a través del suave pantalón de algodón. Flexiona sus caderas en la palma de mi mano y cierra los ojos un instante, disfrutando de mi tacto.

—Te estás volviendo tan audaz Anastasia, tan valiente —susurra y toma mi cara entre ambas manos, inclinándose para besarme profundamente.

Pongo mis manos en sus caderas, la mitad en su fría piel y la otra mitad en la baja pretina de sus pantalones.

—Tú también —murmuro contra sus labios mientras mis pulgares frotan lentos círculos sobre su piel, y él sonríe.

—Quítalos.

Muevo mis manos a la parte delantera de sus jeans y tiro hacia abajo la cremallera.
Mis intrépidos dedos se mueven a través del vello púbico de su erección, y lo sujeto con fuerza.

Hace un sonido bajo en su garganta, su dulce aliento lavando sobre mí, y me besa de nuevo, amorosamente. A medida que mi mano se mueve por encima de él, en torno a él, acariciándolo, apretándolo con fuerza, pone sus brazos alrededor de mí, su mano derecha plana contra el centro de mi espalda y sus dedos propagándose. Su mano izquierda está en mi cabello, sosteniéndome en su boca.

—Oh, te deseo tanto, nena —respira, y de repente da un paso atrás para quitarse los pantalones y calzoncillos en un rápido y ágil movimiento. Es un hermoso espectáculo, dentro o fuera de su ropa, cada centímetro de él.
Es perfecto. Su belleza profanada sólo por sus cicatrices pienso con tristeza. Y ellas corren profundamente en su piel.

—¿Qué pasa, Anastasia? —murmura y acaricia suavemente mí mejilla con sus nudillos.

—Nada. Ámame, ahora.

Él tira de mí hacia sus brazos, me besa, retorciendo las manos en mi cabello.

Nuestras lenguas entrelazadas, me encamina hacia atrás a la cama y suavemente me reduce en ella, siguiéndome hacia abajo de manera que él está yaciendo a mi lado. Dirige su nariz a lo largo de la línea de mí mandíbula mientras mis manos se mueven a su cabello.

—¿Tienes alguna idea de lo exquisito que es tu aroma, Anastasia? Es irresistible. —Sus palabras hacen lo de siempre, llamean en mi sangre, aceleran mi pulso, y él arrastra su nariz bajando por mi garganta, a través de mis pechos, besándome reverentemente mientras lo hace. —Eres tan hermosa —murmura, mientras toma uno de mis pezones en la boca y succiona suavemente.

Gimo mientras arqueo mi cuerpo de la cama.

—Déjame escucharte, nena.

Su mano se arrastra hasta mi cintura, y estoy en la gloria con la sensación de su tacto, piel con piel, su boca hambrienta en mis pechos y sus hábiles y largos dedos acariciándome, rozándome, apreciándome. Moviéndose sobre mis caderas, detrás de mí, y por mi pierna hasta mi rodilla, y todo este tiempo está besando y chupando mis pechos. Oh dios…

Agarrando mi rodilla, de repente tira de mi pierna, que se enreda sobre sus caderas, haciéndome jadear, y siento más que ver su sonrisa responder sobre mi piel. Me pasa por encima por lo que estoy a horcajadas sobre él y me entrega un paquete de papel de aluminio.

Me desplazo hacia atrás, tomándolo en mis manos, y simplemente no puedo resistirme a él en toda su gloria. Me inclino y lo beso, llevándolo a mi boca, mi lengua girando a su alrededor, y luego chupando. Se queja y flexiona la cadera por lo que está más profundo en mi boca.

Mmm… tiene buen sabor. Lo quiero dentro de mí. Me siento y lo miro, está sin aliento, la boca abierta, mirándome fijamente.
A toda prisa rasgo el condón y lo desenrollo sobre él. Extiende sus manos para mí. Tomo una y con la otra mano, me situó por encima de él, luego, lentamente, lo reclamo como mío.

Él gime bajo en su garganta, cerrando sus ojos.

La sensación de él dentro de mí... estirándome... llenándome, gimo suavemente, es divina. Coloca sus manos sobre mis caderas y me mueve hacia arriba, abajo, y empuja dentro de mí. Oh... esto es tan bueno.

—Oh, nena —susurra, y de repente se sienta así que estamos cara a cara, y la sensación es extraordinaria, tan llena. Grito, agarrando sus brazos más arriba mientras toma mi cabeza en sus manos y me mira a los ojos, sus ojos mieles intensos, ardiendo de deseo.

—Oh, Anastasia. Lo que me haces sentir —murmura y me besa apasionadamente con ferviente ardor. Lo beso de vuelta, mareada con la deliciosa sensación de él enterrado profundamente en mí.

—Oh. Te amo —murmuro. Él se queja, como si le doliera escuchar mis palabras susurradas y se da la vuelta, me lleva con él sin romper nuestro valioso contacto, por lo que estoy yaciendo debajo de él. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura.

Se queda mirando hacia abajo con maravillada adoración, y estoy segura de que reflejo su expresión mientras acaricio su hermoso rostro. Muy lentamente, comienza a moverse, cerrando los ojos mientras lo hace y gimiendo suavemente.

El suave balanceo del barco y la paz y la calmada tranquilidad de la cabina se rompen solamente por nuestro aliento mezclándose mientras él se mueve lentamente dentro y fuera de mí, tan controlado y tan bueno, es celestial. Pone su brazo sobre mi cabeza, su mano en mi cabello, y acaricia mi cara con la otra mientras se inclina para besarme.

Estoy arropada por él, mientras él me ama, moviéndose lentamente dentro y fuera, disfrutando de mí. Lo toco, apegándome a los límites, sus brazos, su cabello, su espalda, su hermoso trasero y mi respiración se acelera mientras su ritmo constante me empuja más y más alto. Está besando mi boca, la barbilla, la mandíbula, y luego acariciando mi oreja. Puedo oír sus respiraciones entrecortadas con cada suave embestida de su cuerpo.

Mi cuerpo empieza a temblar. Oh... Esta sensación que ahora conozco tan bien... Estoy cerca... Oh...

—Eso es, nena... entrégate a mí... Por favor...Anastasia—murmura y sus
palabras son mi perdición.

—Zayn—digo en voz alta, y él gime mientras ambos nos corremos juntos.


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