domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 92.

—¿Te gustan los macarrones con queso? —pregunto.

Asiente entusiastamente, y mi corazón se derrite. De repente luce tan joven.

¿Quién lo hubiera pensado? Que a Zayn le gusta la comida de niños.

—¿Quieres? —pregunta, esperanzado. No puedo resistirme a él y estoy hambrienta.

Asiento y le doy una sonrisa débil. Su guiño de respuesta me roba el aliento. Quita el papel aluminio del cuenco y lo pone en el microondas. Me vuelvo a subir en el taburete y observo la belleza que es el Sr. Zayn Malik —el hombre que quiere casarse conmigo— se mueve con gracia y fácilmente alrededor de la cocina.

—¿Así que sabes cómo usar el microondas? —Lo molesto un poco.

—Si está en un paquete, usualmente puedo hacer algo con él. Si es comida de verdad entonces sí tengo un problema.

No puedo creer que este sea el mismo hombre que estaba hincado frente a mí hace no más de media hora. Saca los platos, cubiertos y mantelitos para la barra de desayuno.

—Es muy tarde —murmuro.

—No vayas al trabajo mañana.

—Tengo que ir al trabajo mañana. Mi jefe se va a Nueva York.

Zayn frunce el ceño.

—¿No quieres ir ahí este fin de semana?

—Revisé el clima, y parece que va a llover —dije, sacudiendo mi cabeza.

—Oh, ¿entonces qué quieres hacer?

El bip del microondas anuncia que nuestra cena esta lista.

—Sólo quiero ir de día en día. Todo este ajetreo es… cansado. —Le levanto una ceja, que ignora.

Zayn pone el cuenco entre nosotros y se sienta junto a mí. Parece ido, distraído. Sirvo los macarrones en nuestros platos. Huele delicioso, y mi boca se hace agua. Estoy famélica.

—Perdón por lo de Leila —murmura.

—¿Por qué te disculpas? —Mmm, los macarrones saben tan buenos como huelen.

Mi estómago gruñe gratificantemente.

—Debió de haber sido un terrible shock, encontrarla en tu departamento. Taylor lo revisó temprano. Está muy alterado.

—No culpo a Taylor.

—Yo tampoco. Él te ha estado cuidando.

—¿En serio? ¿Por qué?

—No sabía dónde estabas. Dejaste tu bolsa, tu teléfono. No podía encontrarte. ¿A dónde fuiste? —pregunto. Su voz es suave, pero hay un trasfondo siniestro en sus palabras

—Ethan y yo fuimos al bar que estaba cruzando la calle. Para que pudiera ver lo que estaba pasando.

—Ya veo. —La atmosfera entre nosotros cambio sutilmente. Ya no era tan ligera.

Está bien, bueno… dos pueden jugar este juego. Sólo hay que regresarte esto, Cincuenta.

Tratando de sonar despreocupada, tratando de calmar mi curiosidad pero temiendo la respuesta, pregunto:

—¿Qué hiciste con Leila en mi departamento?

Volteo a verlo, se congela y su tenedor lleno de macarrones se suspende a la mitad. Oh no, eso no es bueno.

—¿De verdad quieres saber?

Un nudo se forma en mi estómago y mi apetito se desvanece.


—Sí —susurro.

¿Quieres? ¿De verdad quieres? Mi subconsciente tira la botella de ginebra en el piso y está sentado en el descansabrazos del sillón, viéndome con horror.

La boca de Zayn forma una línea, y duda.

—Hablamos, y le di un baño. —Su voz es ronca y continua rápidamente cuando no le doy una respuesta— Y la vestí con algunas de tus prendas. Espero que no te importe. Pero ella estaba muy sucia.

Santa mierda. ¿Le dio un baño?

Qué cosa tan inapropiada. Me tambaleo, mirando mi plato de macarrones sin comer. La vista de ellos ahora me hace sentir nauseas.
Trata de racionalizarlo, mi subconsciente me dice. Ese lado frío, intelectual de mi cerebro sabe que él sólo hizo eso porque ella estaba sucia, pero es tan difícil. Mi yo frágil y celoso no lo puede soportar.
De repente quiero llorar —no sucumbir a lágrimas de señorita que caen por mis mejillas, sino aullar a la luna. Tomo una respiración profunda para suprimir la urgencia, pero mi garganta esta árida e incómoda por las lágrimas y sollozos que no se derramaron.

—Era todo lo que podía hacer, Anastasia—dice suavemente.

—¿Aún tienes sentimientos por ella?

—¡No! —dice, derrotado, y cierra sus ojos, su expresión es de angustia. Me giro, viendo de nuevo mi nauseabunda comida. No puedo soportar verlo.

—Verla de esa manera, tan diferente, tan rota. Me preocupo por ella, un ser
humano por otro. —Se estremece como sacudiéndose una desagradable memoria.

Joder, ¿está esperando mi simpatía?

—Anastasia, mírame.

No puedo. Sé que si lo hago, voy a romper en lágrimas. Esto es demasiado que absorber. Soy como un tanque sobrelleno de gasolina, lleno más allá de la capacidad. No hay espacio para nada más. Simplemente no puedo lidiar con más mierda. Voy a hacer combustión y explotar, y va a ser feo si lo intento. ¡Jesús!

Zayn preocupándose por su ex-sumisa de una forma tan íntima, la imagen cruza por mi cerebro. Bañándola, por el amor de Dios, desnuda. Un duro y doloroso estremecimiento sacude mi cuerpo.

—Anastasia.

—¿Qué?

—No lo hagas. No significa nada. Era como cuidar de un niño roto, un niño deshecho —murmura.

¿Qué demonios sabe de cuidar un niño? Esta era una mujer con la que tuvo una llena, desviada relación sexual.
Oh, esto duele. Tomo una profunda, tranquilizadora respiración. O quizás se está refiriendo a él mismo. Él es el niño roto. Eso tiene más sentido… o quizá no tenga nada de sentido. Oh estoy tan arruinada, y de repente estoy tan extremadamente cansada. Necesito dormir.

—¿Anastasia?

Me pongo de pie, llevo mi plato al fregadero, y tiro los contenidos al bote de basura.

—Anastasia por favor.

Me giro y lo encaro.

—¡Sólo para, Zayn! Para el “! Anastasia, por favor!” —Le grito, y las lágrimas comienzan a caer por mi cara—He tenido suficiente de toda esta mierda el día de hoy. Me voy a la cama. Estoy cansada y emocional. Ahora déjame.

Me giro en mis talones y prácticamente corro al dormitorio, llevándome conmigo sus ojos abiertos, y mirada impactada. Es bueno saber que también lo puedo impactar. Me quito la ropa doblemente rápido, y después de buscar en sus cajones, saco una de sus camisetas y me voy al baño.
Me miro en el espejo, y me cuesta trabajo reconocer la demacrada, de ojos rosados, mejillas manchadas volteándome a ver, y es demasiado. Me tiro en el piso y me rindo a la insoportable emoción que no puedo contener más, sollozando fuertemente, finalmente dejando que mis lágrimas fluyan libremente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario