miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 6.

—Felicitaciones por la exposición. —Mi voz tiembla mientras veo la preocupación grabada en su oh-tan familiar rostro, pero tengo que mantenerme unida.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunta.

—Zayn me trajo —digo repentinamente aprehensiva.

—Oh. —El rostro de Justin cae y me suelta—. ¿Dónde está? —Su expresión se oscurece.

—Ahí fuera, consiguiendo bebidas.

Señalo con la cabeza en dirección a Zayn y veo que está intercambiando comentarios amables con alguien esperando en la línea. Zayn mira hacia arriba cuando miro en su dirección y nuestros ojos se traban. Y por un breve momento nos quedamos mirando el uno al otro.

Santo cielo… Este hermoso hombre me quiere de vuelta, y profundamente dentro de mí, una dulce alegría se despliega como una gloriosa mañana en la madrugada.

—¡Anastasia! —Justin me distrae, y soy arrastrada nuevamente al aquí y ahora— Estoy tan contento de que vinieras, escucha, tengo que avisarte…

Repentinamente, la señorita “muy corta cabellera y lápiz labial rojo” lo corta.

—Justin, la periodista del Portland Printz está aquí para verte. Vamos. —Me da una sonrisa educada.

—¿Has visto como mola esto? La fama. —Sonríe y no puedo resistirme así que sonrío de vuelta; es tan feliz—. Luego te veo, Anastasia.

Besa mi mejilla, y lo miro pasear hasta una mujer joven parada junto a un alto y larguirucho fotógrafo.

Las fotografías de Justin están por todas partes, y en algunos casos magnificadas sobre grandes lienzos. Hay de ambas; a blanco y negro y a color. Hay una belleza etérea en muchos de los paisajes. En una te lleva a un lago en Vancouver, es de tarde y nubes rosa se reflejan sobre el agua. Brevemente, soy transportada por la tranquilidad y la paz. Es impresionante.

Zayn se une a mí, y tomo una respiración profunda y trago, tratando de recobrar algo de mi equilibro anterior. Me alcanza una copa de vino blanco.

—¿Está a la altura? —mi voz suena más normal.

Me mira con curiosidad.

—El vino.

—No. No suele estarlo en esta clase de eventos. El chico aquí tiene talento, ¿no? —Zayn está admirando también la foto del lago.

—¿Por qué crees que le pedí a él que tomara tu foto? —No puedo ocultar el orgullo en mi voz. Sus ojos se deslizan impasibles de la fotografía hacia mí.

—¿Zayn Malik? —El fotógrafo del Portland Printz enfoca a Zayn—¿Puedo tomar una foto, señor?

—Claro.

Zayn esconde su ceño fruncido. Doy un paso hacia atrás, pero él sujeta mi mano y me jala a su lado. El fotógrafo nos ve juntos y no puede ocultar su sorpresa.

—Sr. Malik, gracias. —Toma un par de fotos— ¿Señorita…? —pregunta.

—Steele —respondo.

—Gracias, señorita Steele.

Y se va a toda prisa.

—Busqué fotos tuyas en citas en internet. No había ninguna. Es por eso que Kate pensó que eras gay.

La boca de Zayn se curva con una sonrisa.

—Eso explica tu inapropiada pregunta. No, no tengo citas, Anastasia; sólo contigo. Pero eso ya lo sabes —Sus ojos queman con sinceridad.

—Entonces, ¿nunca llevaste a tus… —Miro alrededor nerviosamente para verificar que nadie puede oírnos—… sumisas fuera?

—A veces, no en citas. De compras, ya sabes. —Se encoje de hombros. Sus ojos no dejan los míos.

Oh, entonces sólo en el cuarto de juegos; su cuarto rojo del dolor y su apartamento.No sé cómo sentirme acerca de ello.

—Sólo tú, Anastasia. —Suspira.

Me sonrojo y miro fijamente hacia abajo, a mis dedos. A su propia manera, se preocupa por mí.

—Tu amigo aquí parece más un hombre de paisajes, no retratos. Vamos a ver alrededor. —Extiende su mano hacia mí, y la tomo.

Vagamos pasando algunas fotos más y me doy cuenta de una pareja asintiendo hacia mí, sonriendo ampliamente como si me conocieran. Debe ser porque estoy con Zayn, pero un hombre joven esta mirándome descaradamente. Es extraño.

Giramos la esquina, y puedo ver por qué he estado recibiendo miradas extrañas.

Colgando de una pared lejana hay siete enormes portarretratos… de mí.

Los miro en blanco, estupefacta, la sangre drenándose de mi rostro. Yo: haciendo pucheros, riendo, frunciendo el ceño, seria, divertida. Son todos primeros planos enormes, todos en blanco y negro.

¡Vaya! Recuerdo a Justin jugando con la cámara en un par de ocasiones
cuando se encontraba de visita y cuando había estado conduciendo con él y su asistente de fotografía. Yo creía que eran simples instantáneas. No fotos ingenuamente robadas.

Miro hacia arriba a Zayn, quien está mirando fijamente, transfigurado, a cada uno de los cuadros por turno.

—Parece que no soy el único —musita en tono enigmático, con los labios apretados.

Pienso que está enojado.

—Discúlpame —dice, sujetándome con su brillante mirada miel por un momento.

Se gira y se dirige al escritorio de recepción.

¿Cuál es el problema ahora? Miro hipnotizada mientras habla animadamente con la señorita “muy corta cabellera y lápiz labial rojo” Pesca su billetera y saca su tarjeta de crédito.

Mierda. Debe haber comprado una de ellas.

—Hey. Tú eres la musa. Esas fotografías son estupendas. —Un hombre joven con una melena de cabello rubio brillante me sobresalta. Siento una mano en mi codo y Zayn está de regreso.

—Eres un chico con suerte. —El melena rubia sonríe a Zayn, quien le dedica una fría mirada.

—Lo soy —murmura oscuramente, mientras me jala a su lado.

—¿Acabas de comprar una de ellas?

—¿Una de ellas? —resopla sin quitar los ojos de ellas.

—¿Compraste más de una?

Él rueda los ojos.

—Las compré todas, Anastasia. No quiero a algún extraño comiéndote con los ojos en la privacidad de su hogar.

Mi primera inclinación es reír.

—Prefieres hacerlo tú —me burlo.

Me mira hacia abajo, sorprendido con la guardia baja por mi audacia, pienso, pero está tratando de ocultar su diversión.

—Francamente, sí.

—Pervertido —boqueo hacia él y muerdo mi labio inferior para prevenir mi
sonrisa.

Su boca cae abierta, y ahora su diversión es obvia. Sujeta su barbilla pensativamente.

—Eso no puedo negarlo, Anastasia. —Sacude su cabeza, y sus ojos se suavizan con humor.

—Podría discutirlo en otra ocasión contigo, pero he firmado un acuerdo de confidencialidad.

Suspira, mirándome, y sus ojos se oscurecen.

—Lo que me gustaría hacer con tu boca rápida —murmura.
Jadeo, sabiendo a qué se refiere.

—Eres muy grosero. —Trato de sonar en shock y fracaso. ¿Acaso no tiene límites?

Me sonríe, divertido, y luego frunce el ceño.

—Te ves muy relajada en esas fotos, Anastasia. No te veo así muy a menudo.

¿Qué? ¡Vaya! Cambio de tema —sin la menor lógica— de las bromas a la seriedad.

Me sonrojo y echo un vistazo hacia abajo a mis dedos. Él inclina mi cabeza hacia atrás, e inhalo bruscamente al contacto con sus largos dedos.

—Te quiero así de relajada conmigo —susurra. Todo trazo de humor se ha ido.

Profundamente en mi interior esa alegría se agita de nuevo. Pero, ¿cómo puede ser eso? Tenemos asuntos pendientes.

—Debes parar de intimidarme si quieres eso —replico.

—Debes aprender a comunicarte y decirme cómo te sientes —replica de vuelta, sus ojos llameando.

Tomo una respiración profunda.

—Zayn, tú me quieres como sumisa. Ahí está el problema. Creo que los sinónimos eran y cito: “obediente, flexible, manejable, tratable, pasiva, sometida, resignada, paciente, dócil, mansa y sumisa. No debía mirarte. Ni hablarte a menos que me dieras permiso. ¿Qué esperas? —le siseo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario