jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 26.

—¿Greta, con quién está hablando el Sr. Malik?

Mi cuero cabelludo está tratando de dejar el edificio. Está pinchando con aprehensión, y mi subconsciente está gritándome que la siga. Pero sueno lo suficiente despreocupada.

—Oh, esa es la Sra. Lincon. Ella posee el lugar con el Sr. Malik. —Greta parece más que feliz de compartir.

—¿La Sra. Lincon? —Creo que la Sra. Robinson se divorció. Quizás volvió a casarse con algún pobre diablo.

—Sí. Usualmente ella no está aquí, pero uno de los técnicos enfermó hoy así que ella está reemplazándolo.

—¿Sabes cuál es el primer nombre de la Sra. Lincon?

Greta levanta la mirada hacia mí, frunciendo el ceño, y presiona sus labios rosa brillante, cuestionándose mi curiosidad. Mierda, quizás este es un paso muy lejano.

—Elena —dice casi renuentemente.

Soy inundada por una extraña sensación de alivio que mi sexto sentido no me haya defraudado.
¿Sexto sentido? Se burla mi subconsciente, sentido contra pedófilas.

Aún están inmersos en la discusión. Zayn está hablándole rápidamente a Elena, y ella luce preocupada, asintiendo, haciendo gestos y sacudiendo la cabeza. Alcanzándolo, frota su brazo con dulzura mientras se muerde el labio. Otro asentimiento, y ella me mira y me ofrece una pequeña sonrisa reafirmante.

Sólo puedo quedarme mirándola con cara de piedra. Pienso que estoy en shock. ¿Cómo pudo traerme aquí? Ella le murmura algo a Zayn, y él mira en mi dirección brevemente entonces se gira hacia ella y replica. Ella asiente, y pienso que ella le está deseando suerte, pero mis habilidades de lectura de labios no están muy desarrolladas.

Cincuenta vuelve hacia mí, ansiedad grabada en su rostro. La Sra. Robinson regresa a la habitación de atrás, cerrando la puerta tras ella.

Zayn frunce el ceño.

—¿Estás bien? —pregunta, pero su voz es tensa, cautelosa.

—No realmente. ¿No querías presentarme? —Mi voz suena fría, dura.

Su boca cae abierta, se ve como si hubiera jalado la alfombra bajo sus pies.

—Pero pensé…

—Para ser un hombre tan brillante, algunas veces… —Las palabras me fallan—Quiero irme, por favor.

—¿Por qué?

—Sabes por qué. —Ruedo mis ojos.

Baja su mirada hacia mí, sus ojos ardiendo.

—Lo lamento, Anastasia. No sabía que estaría aquí. Nunca está aquí. Ella abrió un nuevo local en Barben Center, y es ahí donde normalmente está su base. Alguien estaba enfermo hoy.

Me giro sobre mis talones hacia la puerta.

—No necesitamos a Franco, Greta —suelta Zayn mientras nos dirigimos a la puerta.

Tengo que suprimir el impulso de correr. Quiero correr rápido y muy lejos. Tengo la abrumadora urgencia de llorar. Solo necesito irme lejos de toda esta jodida situación.

Zayn camina sin decir palabra detrás de mí mientras trato de meditar todo esto en mi cabeza. Envolviendo mis brazos a mi alrededor protectoramente, mantengo mi cabeza abajo, evitando los árboles en la segunda avenida. Sabiamente no se mueve para tocarme. Mi mente hierve con preguntas sin responder. ¿Confesará el Sr. Evasivo?

—¿Lo usabas para llevar a tus sumisas ahí? —chasqueo.

—Algunas de ellas, sí —dice calmadamente, su tono cortante.

—¿Leila?

—Sí.

—El lugar se ve muy nuevo.

—Fue renovado recientemente.

—Ya veo. Entonces la Sra. Robinson conoce a todas tus sumisas.

—Sí.

—¿Saben ellas acerca de ella?

—No. Ninguna de ellas lo hizo. Solo tú.

—Pero yo no soy tu sumisa.

—No, definitivamente no lo eres.

Me detengo y lo encaro. Sus ojos están muy abiertos, temerosos. Sus labios están presionados en una dura e inflexible línea.

—¿Puedes ver lo jodido que es esto? —Levanto la mirada hacia él, mi voz es baja.

—Sí. Perdóname. —Y tiene la gracia de parecer contrito.

—Quiero tener mi corte de cabello, preferiblemente en algún lugar donde no hayas follado al personal o la clientela.

Él se estremece.

—Ahora, si me disculpas.

—No te marchas, ¿verdad? —pregunta.

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