jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 20.

¿Qué? Lo miro atónita mientras se pone de pie ágilmente.

—¿Puedo quedarme? —pregunta.

—¿A qué te refieres?

—Toda noche.

—Asumí que lo harías. —Me sonrojo.

—Bien. ¿Dónde está el helado?

—En el horno. —Le sonrío dulcemente.

Inclina la cabeza a un lado, suspira, y sacude su cabeza hacia mí.

—El sarcasmo es la forma más baja de ingenio, señorita Steele. —Sus ojos brillan.

Oh mierda. ¿Qué está planeando?

—Podría ponerte sobre mi rodilla.

Dejo los tazones en el lavabo.

—¿Tienes esas bolas de plata?

Palmea sus manos bajo su pecho, su vientre, y los bolsillos de sus jeans.

—Curiosamente no llevo un par de repuesto conmigo. No muchos las piden en la oficina.

—Me agrada oírlo, Sr. Malik, y creo que dijiste que el sarcasmo es la forma más baja de ingenio.

—Bien, Anastasia, mi nuevo lema es “si no puedes vencerlos, únete a ellos.”

Me quedo boquiabierta ante él —no puedo creer que haya dicho eso— y luce enfermizamente complacido consigo mismo mientras me sonríe. Girándose, abre el congelador y saca la caja de cartón, la más fina vainilla de Ben & Jerry.

—Esto estará bien. —Mira hacia mí, sus ojos oscuros—Ben & Jerry & Anastasia —dice cada palabra lentamente, enunciando cada sílaba claramente.

Creo que mi mandíbula inferior está en el piso. Abre el cajón de los cubiertos y toma una cuchara. Cuando me mira, sus ojos están entornados, y su lengua roza sus dientes superiores.

Oh, esa lengua.

Me siento sin aliento. El deseo oscuro, liso y sin sentido corre caliente a través de mis venas. Vamos a pasarla bien con la comida.

—Espero que estés caliente —susurra— Voy a refrescarte con esto. Ven.

Extiende su mano y yo pongo la mía en la suya. En mi habitación pone el helado en mi mesita de al lado, sacando la manta de la cama, y quitando ambas almohadas, apilándolas en el suelo.

—Tienes un cambio de sábanas, ¿no?

Asiento, mirándolo, fascinada. Sostiene a Charlie Tango.

—No te metas con mi globo —advierto.

Sus labios se curvan en una media sonrisa.

—No se me ocurriría, nena, pero quiero meterme contigo y con estas sábanas.

Mi cuerpo prácticamente convulsiona.

—Quiero atarte.

—Está bien —susurro.

—Solo tus manos. A la cama. Necesito que estés quieta.

-Está bien —susurro otra vez, incapaz de hacer nada más.

Se acerca a mí, sin quitar sus ojos de los míos.

—Usaremos esto. —Se apodera del cinturón de mi bata y con deliciosa, burlona lentitud, deshace el nudo y gentilmente lo libera de la prenda.

Mi bata cae abierta mientras me quedo paralizada bajo su mirada caliente. Después de un momento, desliza mi bata fuera de mis hombros. Cae a mis pies, estoy parada desnuda frente a él. Sostiene mi rostro con sus nudillos, y su toque resuena en las profundidades de mi ingle. Inclinándose, besa mis labios brevemente.

—Recuéstate en la cama, boca arriba —murmura sus ojos oscureciéndose, quemando en los míos.

Hago lo que me dijo. Mi habitación está sumida en la oscuridad excepto por la suave, insípida luz de mi lámpara.
Normalmente odio las bombillas de ahorrar energía ,son tan débiles, pero estando aquí desnuda, con Zayn, estoy agradecida por la luz tenue. Se queda de pie al lado de la cama mirándome.

—Podría mirarte todo el día, Anastasia—dice y se arrastra sobre la cama, sobre mi cuerpo, y se extiende sobre mí—Brazos sobre tu cabeza—ordena.

Lo cumplo y él rápidamente sujeta el final del cinturón de mi bata, rodeando mi muñeca izquierda pasándola a través de las barras de metal en la cabecera de mi cama. Lo sujeta apretadamente de manera que mi brazo izquierdo está doblado por encima de mí. Entonces asegura mi mano derecha, atándolo apretadamente.

Cuando estoy atada, lo miro, se relaja visiblemente. Le gusta que esté atada. De esta forma no puedo tocarlo. Se me ocurre que ninguna de sus sumisas, cualquiera de ellas, lo ha tocado, y lo que es más, ninguna de ellas ha tenido la oportunidad de hacerlo. Siempre ha tenido el control y la distancia. Esa es la razón de que le gusten sus reglas.

Escala sobre mí y se inclina para darme un beso en los labios. Entonces se levanta y saca su camisa por encima de su cabeza. Se deshace de sus jeans y los deja caer en el piso.
Está gloriosamente desnudo. Mi Diosa interior está haciendo un giro triple fuera de las barras asimétricas, y abruptamente mi boca se seca. Realmente es mucho más que hermoso. Tiene un físico dibujado en líneas clásicas: hombros anchos y musculosos, caderas estrechas, el triángulo invertido. Obviamente trabajados.

Podría mirarlo todo el día. Se mueve al final de la cama y agarra mis tobillos, jalándome con rapidez y bruscamente hacia debajo de manera que mis brazos están extendidos e imposibles de mover.

—Así está mejor —murmura.

Recogiendo el envase de helado. Sube suavemente de regreso en la cama a horcajadas sobre mí una vez más. Muy lentamente, quita la tapa del envase y sumerge dentro la cuchara.

—Hmm… todavía esta bastante duro —dice con una ceja levantada. Sacando una cuchara llena de vainilla, la mete en su boca—Delicioso —murmura, lamiendo sus labios—Increíble cómo puede saber la buena, llana y vieja vainilla. —Me mira hacia abajo y sonríe—¿Quieres un poco?—se burla.

Se ve tan locamente caliente, joven y despreocupado, sentado sobre mí y comiendo de un envase de helado; sus ojos brillando, su rostro luminoso. ¿Oh qué infiernos va a hacerme? Como si no pudiera decirlo. Asiento, tímidamente.

Saca otra cuchara llena y me la ofrece, entonces abro mi boca, entonces rápidamente la mete en su boca otra vez.

—Está demasiado bueno para compartir —dice, sonriendo con malicia.

—Hey —empiezo a protestar.

—¿Por qué señorita Steele, le gusta la vainilla?

—Sí —digo con más energía de la pretendida, e intento en vano quitármelo de encima.

Él ríe.

—Tenemos una luchadora, ¿no? Yo no haría eso si fuera tú.

—Helado —pido.

—Bueno, ya que me has complacido mucho hoy, señorita Steele. —Cede y me ofrece otra cucharada. Esta vez me deja comerla.

Quiero reír tontamente. Está realmente disfrutando, y su buen humor es contagioso. Saca otra cucharada y me alimenta una vez más, entonces lo hace nuevamente. Está bien, suficiente.

—Mmm, bien, esta es una forma de asegurarme que comas; obligarte a comer.

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