sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 76.

—¿Hablaste con ella hoy? —le pregunto a Zayn en la espera de la llegada de la Sra. Robinson.

—Sí.

—¿Qué dijiste?

—Le dije que no querías verla y que entendía tus razones. También le dije que no apreciaba que fuera tras mi espalda. —Su mirada es impasible, sin revelar nada.

Oh, Dios.

—¿Qué te dijo?

—Lo sacudió de una manera que sólo Elena puede. —Su boca se aplanó en una línea torcida.

—¿Por qué crees que está aquí?

—No tengo ni idea. —Zayn se encoge de hombros.

Taylor entra en la sala grande otra vez.

—La señora Lincoln —anuncia.

Y aquí está ella… ¿Por qué es tan condenadamente atractiva? Ella está vestida completamente de negro: pantalones vaqueros ajustados, una camiseta que enfatiza su figura perfecta, y un halo de cabello brillante, lustroso.

Zayn me acerca.

—Elena —dice, en tono perplejo.

Ella me mira boquiabierta en estado de shock, congelada en el lugar. Parpadea antes de encontrar su suave voz.

—Lo siento. No me di cuenta que tenías compañía, Zayn. Hoy es lunes — dice ella, como si esto explicara por qué está aquí.

—Novia —dice él a modo de explicación e inclina la cabeza hacia un lado y sonríe.

Ella sonríe, una sonrisa lenta, radiante, dirigida enteramente a él. Es desconcertante.

—Por supuesto. Hola, Anastasia. No sabía que estarías aquí. Sé que no quieres hablar conmigo, y lo entiendo.

—¿Ah, sí? —afirmo en voz baja, mirándola y tomándonos a todos por sorpresa.

Con el ceño levemente fruncido, se mueve más en la habitación.

—Sí, he captado el mensaje. No estoy aquí para verte. Como he dicho, Zayn rara vez tiene compañía durante la semana. —Hace una pausa—Tengo un problema, y necesito hablar con Zayn al respecto.

—¿Oh? —Zayn se endereza—. ¿Quieres un trago?

—Sí, por favor —murmura con gratitud.

Zayn busca un vaso, mientras que Elena y yo estamos de pie, incómodas mirando la una a la otra. Ella juguetea con un anillo de plata grande en su dedo medio, en tanto que yo no sé dónde mirar. Finalmente, me da una pequeña sonrisa tensa y se aproxima a la isla de la cocina y se sienta en el taburete de la barra al final. Obviamente, conoce muy bien el lugar y se siente cómoda moviéndose por aquí.

¿Me quedo? ¿Me voy? Oh, esto es tan difícil. Mi subconsciente frunce el ceño a la mujer con su cara más hostil de arpía.
Hay tantas cosas que quiero decirle a esta mujer y ninguna elogiosa. Pero es amiga de Zayn —su única amiga— y por mucho odio que tenga por esta mujer, soy por naturaleza amable. Decidiendo quedarme, me siento con tanta gracia como puedo manejar en el taburete que Zayn había dejado libre. Zayn vierte el vino en cada una de las copas y se sienta entre nosotras en la barra del desayuno. ¿Puede sentir lo extraño que es esto?

—¿Qué pasa? —le pregunta.

Elena me mira nerviosamente, y Zayn se acerca y toma mi mano.

—Anastasia está conmigo ahora —le dice a su silenciosa consulta y me aprieta la mano. Me ruborizo, y mi subconsciente le sonríe, cara de arpía olvidada.

El rostro de Elena se suaviza como si estuviera contenta por él. Realmente contenta por él. Oh, no entiendo a esta mujer en absoluto, y me siento incómoda y nerviosa en su presencia.

Ella toma una respiración profunda y se mueve, posándose en el borde de su taburete de la barra y luciendo nerviosa. Mira con nerviosismo a sus manos y empieza a girar locamente el anillo de plata grande alrededor de su dedo medio.

Por Dios, ¿qué pasa con ella? ¿Es mi presencia? ¿Tengo ese efecto en ella? Porque me siento de la misma manera… no la quiero aquí. Levanta la cabeza y mira a Zayn a los ojos.

—Estoy siendo chantajeada.

Santa mierda. No es lo que esperaba de su boca. Zayn se tensa. ¿Alguien se enteró de su afición por golpear y follar chicos menores de edad? Reprimí mi repulsión, y un pensamiento fugaz sobre los pollos vuelven a casa a descansar se me cruza por mi mente. Mi subconsciente se frota las manos con mal disimulado regocijo. Bien.

—¿Cómo? —pregunta Zayn, su horror claro en su voz.

Ella mete la mano en su bolso de gran tamaño, de charol de diseñador, saca una nota, y se la entrega a él.

—Deja eso, ponlo ahí. —Zayn apunta a la barra del desayuno con su barbilla.

—¿No quieres tocarlo?

—No. Huellas dactilares.

—Zayn, sabes que no puedo ir a la policía con esto.

¿Por qué estoy escuchando esto? ¿Está jodiendo algún otro pobre chico?
Ella pone la nota para él, y él se inclina para leerlo.

—Sólo están pidiendo cinco mil dólares —dice casi distraídamente— ¿Alguna idea de quién podría ser? ¿Alguien en la comunidad?

—No —dice con su voz dulce y suave.

—¿Linc?

¿Linc? ¿Quién es ese?

—Que… ¿después de todo este tiempo? No lo creo —refunfuña— ¿Isaac sabe?

—No le he dicho.

¿Quién es Isaac?

—Creo que él necesita saber —dice Zayn.

Ella niega con la cabeza, y ahora siento que me estoy entrometiendo. No quiero nada de esto. Trato de recuperar mi mano del agarre de Zayn, pero él sólo aumenta su agarre y se vuelve a mirarme.

—¿Qué? —pregunta.

—Estoy cansada. Creo que voy a ir a la cama.

Sus ojos buscan los míos, ¿buscando qué? ¿Censura? ¿Aceptación? ¿Hostilidad? Mantengo mi expresión tan suave cómo es posible.

—Está bien —dice— No tardaré mucho tiempo.

Él me libera y me pongo de pie. Elena me mira con recelo. Me quedo callada y devuelvo su mirada, sin revelar nada.

—Buenas noches, Anastasia. —Ella me da una pequeña sonrisa.

—Buenas noches —murmuro, y mi voz suena fría. Me giro para salir. La tensión es demasiada para mí para soportar. A medida que salgo de la habitación ellos continúan su conversación.

—No creo que haya mucho que pueda hacer, Elena —le dice Zayn a ella— Si se trata de una cuestión de dinero. —Su voz se apaga— Podría pedirle a Welch que investigue.

—No, Zayn, sólo quería compartir —dice ella.

Cuando estoy fuera de la habitación, la oigo decir:

—Te ves muy feliz.

—Lo estoy —responde Zayn.

—Mereces serlo.

—Me gustaría que eso fuera verdad.

—Zayn —regaña.

Me quedo paralizada, escuchando atentamente. No puedo evitarlo.


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