jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 25.

—Pago yo. —Tomo la cuenta del desayuno antes que él lo haga.

Me frunce el ceño.

—Tienes que ser más rápido por aquí, Malik.

—Estoy de acuerdo, tengo que serlo —dice amargamente, pero creo que es broma.

—No luzcas tan crucificado. Soy veinticuatro mil dólares más rica de lo que era esta mañana. Puedo afrontarlo. —Miro la cuenta—. Veintidós dólares y sesenta y siete centavos por el desayuno.

—Gracias —dice a regañadientes. ¡Oh, el colegial malhumorado está de vuelta!

—¿Ahora a dónde?

—¿Realmente quieres tu corte de cabello?

—Sí, míralo.

—Te ves encantadora para mí. Siempre te ves encantadora.

Me sonrojo y miro hacia abajo a mis dedos entrecruzados sobre mi regazo.

—Y esta noche es la gala benéfica de tu padre.

—Recuerda, que es de etiqueta.

—¿Dónde será?

—En la casa de mis padres. Tienen una carpa. Ya sabes, las obras.

—¿Para qué es la caridad?

Zayn frota sus manos en sus piernas, mirando incómodo.

—Se trata de un programa de rehabilitación de drogas para padres con niños pequeños llamado “Enfrentarlo juntos”

—Suena como una buena causa —digo suavemente.

—Ven, vamos. —Se levanta, deteniendo efectivamente el tema de conversación y me ofrece su mano. Mientras la tomo, aprieta sus dedos alrededor de los míos.

Es extraño. Es tan demostrativo en algunos casos y aún tan cerrado en otros. Me saca del restaurante, y caminamos calle abajo. Es una encantadora, suave mañana.

El sol brilla, y el aire huele a café y pan recién horneado.

—¿Dónde vamos?

—Sorpresa.

Oh, está bien. Realmente no me gustan las sorpresas.
Caminamos dos cuadras, y las tiendas se vuelven decididamente más exclusivas.

Aún no he tenido oportunidad de explorar, pero está realmente a la vuelta de la esquina de donde vivo. Kate va a estar encantada. Hay un montón de pequeñas boutiques para alimentar su pasión por la moda.
Ahora, necesito comprar algunas faldas anchas para el trabajo.

Zayn se detiene fuera de un gran salón de belleza de aspecto manchado y abre las puertas para mí. Se llama Esclava. En el interior todo es blanco y de cuero. En la recepción de un blanco crudo se sienta una joven mujer rubia en un uniforme blanco crujiente. Mira hacia arriba mientras entramos.

—Buenos días, Sr. Malik—dice brillantemente, color envolviendo sus mejillas mientras bate sus pestañas hacia él. Es el efecto Malik, pero, ¡ella lo conoce! ¿De qué?

—Hola, Greta.

Y él la conoce. ¿Qué es esto?

—¿Lo usual, señor? —pregunta educadamente. Lleva un lápiz labial muy rosa.

—No —dice rápidamente, mirándome con nerviosismo.

¿Lo usual? ¿Qué quiere decir con lo usual? ¡Joder! Es la regla número seis, el maldito salón de belleza. Toda la absurda depilación con cera… ¡mierda!
¿Es aquí donde traía a todas sus sumisas? ¿Quizás también a Leila? ¿Qué infiernos se supone que debo hacer con esto?

—La señorita Steele le dirá lo que quiere.

Lo fulmino con la mirada. Él está introduciendo las reglas con sigilo. ¿He accedido al entrenador personal y ahora esto?

—¿Por qué aquí? —le siseo.

—Soy dueño de este lugar, y tres más como este.

—¿Eres dueño? —Jadeo en sorpresa. Bien, esto es inesperado.

—Sí, es una línea alternativa. De cualquier manera; lo que sea que quieras, lo puedes tener aquí, por cuenta de la casa. Toda clase de masajes, piedras calientes, reflexología, baños de algas, tratamientos faciales y todas esas cosas que le gustan a las mujeres. Todo. Lo hacen aquí. —Ondea la mano de largos dedos con desdén.

—¿Depilación con cera?

Se ríe.

—Sí, depilación con cera también. En todas partes —susurra en tono conspirador, disfrutando mi incomodidad.

Me sonrojo y miro a Greta, quien me mira expectante.

—Me gustaría un corte de cabello, por favor.

—Por supuesto, señorita Steele.

Greta es todo lápiz labial rosa y eficiencia alemana ajetreada mientras revisa la pantalla de su ordenador.

—Franco estará libre en cinco minutos.

—Franco es muy bueno —dice Zayn tranquilizándome. Trato de envolver mi cabeza alrededor de eso. Zayn Malik Gerente General dueño de una cadena de salones de belleza.

Levanto la mirada y repentinamente está pálido; algo, o alguien ha capturado su mirada. Me giro para ver a dónde está mirando, y justo en la parte trasera del salón una elegante rubia platinada ha aparecido, cerrando una puerta tras ella y hablando a uno de los estilistas.

La rubia platinada es alta, bronceada, encantadora, y está en sus treinta, o a lo mucho cuarenta; es difícil de decir. Viste el mismo uniforme que Greta, pero en negro. Se ve impresionante. Su cabello brilla como un halo. Cortado perfilado hacia dentro, liso y corto hasta la barbilla. Mientras se gira, captura la mirada de Zayn y le sonríe, una deslumbrante sonrisa de cálido reconocimiento.

—Discúlpame —murmura Zayn apresurado.

Camina rápidamente a través del salón, pasando a las estilistas todas de blanco, pasando a las aprendices en los lavabos, y se acerca a ella, demasiado lejos de mí para escuchar su conversación. La rubia platinada lo saluda con afecto evidente, besándolo en ambas mejillas, sus manos descansando sobre sus brazos, y hablan juntos animadamente.

—¿Señorita Steele?

Greta, la recepcionista trata de llamar mi atención.

—Espera un momento, por favor. —Miro a Zayn, fascinada.

La rubia platinada gira y me mira, y me da la misma sonrisa deslumbrante, como si me conociera. Sonrío educadamente de vuelta.

Zayn se ve alterado por algo. Esta razonando con ella, y ella consiente extendiendo las manos y sonriendo. Él le está sonriendo, claramente se conocen bien el uno al otro. ¿Quizás han trabajado juntos por largo tiempo? Quizás ella maneja el lugar; después de todo, tiene ciertamente una apariencia dominante.

Entonces me golpea como una bola de demolición, y entonces lo sé, y en lo más profundo de mis entrañas a un nivel visceral, sé quién es. Es ella. Deslumbrante, mayor, hermosa.
Es la Sra. Robinson.

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