miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 66.

Respiro profundamente.

—Simplemente estoy angustiada de que esto no sea suficiente para ti. Ya sabes, que no puedas desahogarte.

Su mandíbula se tensa y sus ojos se endurecen.

—¿Te he dado algún indicio de que esto no es suficiente?

—No.

—Entonces, ¿por qué lo crees?

—Sé lo que te gusta. Qué… uhm… necesitas —tartamudeo.

Cierra sus ojos y se frota la frente con sus largos dedos.

—¿Qué tengo que hacer?

Su voz es ominosamente suave como si estuviera enfadado, y mi corazón da un vuelco.

—No me malinterpretes… has estado magnifico y sé que han pasado tan sólo unos días, pero espero no estar obligándote a ser alguien que no eres.

—Sigo siendo yo, Anastasia… con todas mis jodidas cincuenta sombras. Sí, tengo que luchar con el impulso y luchar contra las ganas de controlar... Pero esa es mi naturaleza, como siempre he tratado de hacer con mi vida. Sí, espero que te comportes de una manera determinada, y cuando no lo haces es un desafío sorprendente, y muy refrescante. Aún hacemos lo que me gusta hacer. Me permitiste zurrarte ayer después de aquella espantosa puja. —Sonríe tiernamente ante el recuerdo—. Me gusta castigarte. No creo que el impulso desparezca alguna vez… pero lo estoy intentando, y no es tan duro como pensé que sería.

Me retuerzo y palidezco, mientras recuerdo nuestro ilícito escarceo en el dormitorio de su infancia.

—No me importó —susurro, sonriendo tímidamente.

—Lo sé. —Sus labios se curvan con una sonrisa renuente— A mí tampoco. Pero déjame decirte, Anastasia, esto es nuevo para mí y estos últimos días han sido los mejores de mi vida. No quiero cambiar nada.

—También, han sido los mejores de mi vida, sin excepción —murmuro y su sonrisa se ensancha. Mi Diosa interior cabecea frenéticamente de acuerdo… y me da un codazo con fuerza. Muy bien, de acuerdo.

—¿Así que quieres tomarme en tu sala de juegos?

Traga y palidece, todo el rastro de humor ha desparecido.

—No, no lo haré.

—¿Por qué no? —susurro. Esta no es la respuesta que esperaba.

Y sí, ahí está, esa pequeña pizca de decepción. Mi Diosa interior se muestra descontenta y pone mala cara, cruzando sus brazos como un niño pequeño enfadado.

—La última vez que estuvimos allí me dejaste —dice tranquilamente— Me alejaré de cualquier cosa que pueda hacer que me dejes de nuevo. Quedé destrozado cuando te fuiste. Te lo expliqué. No quiero volver a sentirme nunca más así de nuevo. Te he dicho lo que siento por ti. —Sus ojos mieles están muy abiertos y su mirada es profundamente sincera.

—Pero, no me parece justo. No puede ser muy cómodo para ti… estar constantemente preocupado por cómo me siento. Has hecho todos estos cambios por mí, y yo… creo que debería corresponder de alguna manera. No sé, quizás... experimentar… algún juego de rol —tartamudeo, y mi cara está enrojecida como las paredes de la sala de juegos.

¿Por qué es tan difícil hablar sobre esto? He practicado todo tipo de sexo pervertido sin sentido con este hombre, cosas de las que incluso no había oído hablar hace unas semanas, cosas que nunca hubiera creído posibles, sin embargo es muy difícil estar hablando con él sobre todo esto.

—Anastasia, has correspondido de más, lo sabes. Por favor, no te sientas así.

Zayn parece estar en trance, silencioso. Sus ojos ahora están más abiertos, alarmados, y eso es desgarrador.

—Pequeña, ha sido sólo un fin de semana —continúa él— Démonos algún tiempo. Pensé mucho sobre nosotros cuando me dejaste la semana pasada. Necesitamos tiempo. Necesitas confiar en mí y yo en ti. Tal vez con el tiempo podemos disfrutar, pero me gusta cómo estás ahora. Me gusta verte feliz, relajada y tranquila, sabiendo que tengo algo que ver con ello. Yo nunca he… —Se detiene y pasa su mano a través de su cabello— Tenemos que caminar antes de que podamos correr.
De repente sonríe satisfecho.

—¿Qué te parece divertido?

—Flynn. Él dice esto todo el tiempo. Nunca pensé que lo citaría.

—Un Flynnismo.

Zayn ríe.

—Exactamente.

El camarero llega con nuestras entradas y bruschettas, y nuestra conversación cambia de rumbo relajando a Zayn.

Pero cuando ponen los platos inverosímilmente grandes ante nosotros, no puedo dejar de pensar en cómo he visto a Zayn hoy… relajado, feliz y tranquilo. Por lo menos él está riéndose ahora, a gusto de nuevo.

Respiro y suspiro interiormente aliviada cuando empieza a preguntarme por los lugares donde he estado. Es un diálogo corto, breve, ya que nunca he estado en ningún sitio excepto en el continente de Estados Unidos. En cambio Zayn, ha viajado por todo el mundo. Y nos dejamos caer en una conversación más fácil, más feliz, hablando de todos los lugares que ha visitado.

Después de nuestro sabrosa y copiosa comida, Zayn conduce de regreso a la Escala, la suave y dulce voz de Eva Cassidy cantando sobre los altavoces. Me permite un interludio pacífico para pensar. He tenido un día alucinante. La Dra. Greene, nuestra ducha, la llegada de Zayn, hacer el amor en el hotel y en el barco, comprar el automóvil. Incluso el propio Zayn ha estado muy diferente.
Es como si se estuviera permitiendo dejarse llevar o redescubriendo algo… no sé.

¿Quién hubiera dicho que él podría ser tan dulce? ¿Lo sabría él?
Cuando le echo vistazo, también parece perdido en sus pensamientos. Me viene a la cabeza entonces que él nunca tuvo una adolescencia, una normal de todas formas. Y agito mi cabeza.
Mi mente deriva de vuelta al baile y a mí bailando con el Dr. Flynn y el miedo de Zayn de que Flynn me hubiera contado todo sobre él. Zayn todavía está escondiéndome algo. ¿Cómo vamos a poder seguir si se siente de esa manera?

Piensa que podría dejarlo si lo conociera. Cree que podría dejarlo si fuera él mismo.

¡Oh, este hombre es tan complicado!

Cuando nos acercamos a su casa, él empieza a radiar tensión hasta que es palpable.

A medida que conducimos, examina las aceras y esquinas de los callejones, con sus ojos en todas partes al mismo tiempo, y sé que está buscando a Leila. Empiezo a mirar, también. Cada joven morena es una sospechosa, pero no la vemos.

Cuando entra en el garaje, su boca se contrae en una tensa línea sombría. Me pregunto por qué hemos regresado aquí si va a estar tan cauto y tenso. Sawyer está en el garaje, patrullando. El Audi profanado ha desaparecido. Se acerca para abrir mi puerta mientras Zayn sale al otro lado de la camioneta.

—Hola, Sawyer —murmuro un saludo.

—Srta. Steele. —Asiente—. Sr. Malik.

—¿Ninguna señal? —pregunta Zayn.

—No, señor.

Zayn asiente, agarra mi mano y se dirige al ascensor. Sé que su cerebro está haciendo un trabajo extra… está distraído. Una vez estamos dentro se vuelve hacía mí.

—No puedes salir de aquí sola. ¿Entiendes? —chasquea.

—De acuerdo.

¡Caray… mantén la calma! Excepto que su actitud me hace sonreír. Quiero abrazar a este hombre… ahora, todo dominante y enamorado de mí, lo sé.

Me maravillo que lo hubiera encontrado tan amenazador sólo una semana antes, cuando me hablaba de esta manera. Pero ahora, lo entiendo mucho mejor. Ese es su mecanismo de supervivencia. Está estresado sobre Leila, porque me ama, y quiere protegerme.

—¿Qué te hace tanta gracia? —murmura, con un toque de diversión en su expresión.

—Tú.

—¿Yo? ¿Srta. Steele? ¿Por qué soy gracioso? —Pone mala cara. Cuando Zayn pone mala cara es… caliente.

—No pongas mala cara.

—¿Por qué? —Él tiene una expresión más divertida.

—Porque tiene el mismo efecto sobre mí que cuando yo hago esto. —Me muerdo mi labio deliberadamente.

Él levanta sus cejas, sorprendido y complacido al mismo tiempo.

—¿En serio? —Pone mala cara de nuevo y se inclina hacia abajo para darme un rápido beso casto.

Levanto mis labios para encontrar los suyos, y en el nanosegundo que nuestros labios se tocan, cambia la naturaleza del beso… propagando el fuego por mis venas desde este punto de contacto íntimo, conduciéndome a él.

De repente, mis dedos están retorciendo su cabello mientas él me agarra y me empuja contra la pared del ascensor, con sus manos enmarcando mi cara, manteniendo sus labios mientras nuestras lenguas se retuercen una contra la otra. Y no sé si es estar en el ascensor lo que hace todo mucho más real, pero siento su necesidad, su ansiedad, y su pasión. Lo quiero, aquí, ahora.

El ascensor hace un sonido metálico al detenerse, y las puertas se deslizan abriéndose, y Zayn arrastra su cara de la mía, sus caderas todavía me fijan a la pared, con su erección clavándose en mí.

—¡Guau! —murmura jadeante.

—¡Guau! —lo imito, mientras me esfuerzo por llevar aire a mis pulmones.

Me mira fijamente, con ojos ardientes.

—¿Qué estás haciendo conmigo, Anastasia? —Y traza mi labio inferior con su pulgar.

Por el rabillo del ojo, Taylor camina hacia atrás por lo que queda fuera de mi campo visual. Alcanzo y beso a Zayn en la esquina de su boca bellamente esculpida.

—¿Qué estás haciendo conmigo, Zayn?

No hay comentarios:

Publicar un comentario