sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 88.

Zayn de rodillas a mis pies, me sostiene con su firme mirada miel, es la más espeluznante y aleccionadora visión que he visto, más aún que Leila y su pistola. La débil borrosidad alcohólica que estoy sufriendo se evapora en un instante y es reemplazada por un cuero cabelludo picoso y un extraño sentido de dominación mientras la sangre deja mi cara.

Inhalo bruscamente con sorpresa. No. No, esto es malo, tan malo y tan perturbador.

—Zayn, por favor, no hagas esto. No quiero esto.

Él continúa contemplándome pasivamente, sin moverse, sin decir nada.
Oh joder. Mi pobre Cincuenta. Mi corazón se aprieta y retuerce. ¿Qué diablos le he hecho? Las lágrimas pican mis ojos.

—¿Por qué estás haciendo esto? Háblame —susurro.

Él pestañea una vez.

–¿Qué te gustaría que te dijera? –dice suavemente, sosamente, y por un momento estoy aliviada de que esté hablando, pero no así, no. No.

Las lágrimas comienzan a rebosar por mis mejillas, y de pronto es demasiado verlo en la misma posición abatida como la patética criatura que era Leila. La imagen de un poderoso hombre que todavía es un niñito, que fue horriblemente abusado y abandonado, que se siente desmerecedor del amor de su perfecta familia y su mucho menos que perfecta novia… mi niño perdido… rompe el corazón.

Compasión, pérdida, y desesperación se agrandan en mi corazón, y siento un ahogante sentimiento de desesperación. Voy a tener que pelear para traerlo de vuelta, para traer de vuelta a mi Cincuenta.

El pensamiento de mí dominando a alguien es terrible. El pensamiento de dominar a Zayn es repugnante. Me haría como ella, la mujer que le hizo esto.

Me estremezco con el pensamiento, peleando con la bilis en mi garganta. No hay forma de que yo pueda hacer eso. No hay forma en que yo quisiera eso.

Cuando se aclaran mis pensamientos, puedo ver sólo un camino. Sin quitar mis ojos de él, bajo a mis rodillas al frente de él.

El piso de madera es duro contra mis espinillas, y quito mis lágrimas bruscamente con la parte de atrás de mi mano.
De esta forma, somos iguales. Estamos al mismo nivel. Esta es la única forma en que lo voy a recuperar.

Sus ojos se ensanchan levemente mientras lo miro, pero más allá de eso su expresión y trance no cambian.

—Zayn, no tienes que hacer esto —suplico— No voy a escapar. Te lo he dicho y dicho, no voy a escapar. Todo lo que ha pasado… es abrumador. Sólo necesito algo de tiempo para pensar… tiempo para mí. ¿Por qué siempre asumes lo peor?

Mi corazón se encoje de nuevo porque lo sé; es porque él es tan inseguro, tan lleno de odio hacia él. Las palabras de Elena vuelven para atormentarme. “¿Acaso ella sabe cuán negativo eres sobre ti mismo? ¿Sobre todos tus problemas?” Oh, Zayn. El miedo empuña mi corazón una vez más y comienzo a balbucear:

—Iba a sugerir volver a mi departamento por esta tarde. Nunca me das nada de tiempo… tiempo para sólo pensar las cosas —sollozo, y el fantasma de una arruga cruza por su cara— Sólo tiempo para pensar. Apenas nos conocemos, y toda esta carga que acarreas… necesito… necesito tiempo para pensarlo. Y ahora Leila está… bueno, lo que sea que ella es… está fuera de las calles y ya no es una amenaza… pienso… Pienso… –Mi voz se debilita y lo miro fijamente.

Me contempla intensamente y creo que está escuchando.

–Verte con Leila… —Cierro mis ojos cuando el doloroso recuerdo de su interacción con su ex-sumisa me corroe de nuevo— Fue un shock. Pude ver un atisbo de cómo ha sido tu vida… y… —Bajo la mirada a mis enredados dedos, lágrimas todavía corriendo por mis mejillas— Esto es sobre mí no siendo lo suficientemente buena para ti. Fue una comprensión de tu vida, y estoy tan asustada de que te aburrirás de mí, y luego te irás… y terminaré como Leila… una sombra. Porque te amo, Zayn, y si me dejas, va a ser como un mundo sin luz. Estaré en la oscuridad. No quiero huir. Solo estoy tan asustada de que me dejes…

Me doy cuenta cuando le digo estas palabras, con la esperanza de que esté escuchando cuál es mi verdadero problema. Sólo no entiendo por qué le gusto. Nunca he entendido por qué le gusto.


—No entiendo por qué me encuentras atractiva —murmuro—Tú eres, bueno, tú eres tú… y yo soy… —Me encojo de hombros y levanto la mirada hacia él— Sólo no lo veo. Tú eres hermoso y sexy y exitoso y bueno y dulce y humanitario —todas esas cosas— y yo no. Y no puedo hacer las cosas que a ti te gustan. No puedo darte lo que necesitas. ¿Cómo podrías ser feliz conmigo? ¿Cómo yo podría posiblemente contenerte? —Mi voz es un susurro cuando expreso mis miedos más oscuros— Nunca he entendido qué ves en mí. Y verte con ella, lo trajo todo de vuelta a casa.

Sorbo y limpio mi nariz con la parte de atrás de mi mano, mirando su imperturbable expresión. Oh, es tan exasperante. ¡Háblame, demonios!


– ¿Vas a arrodillarte aquí toda la noche? Porque yo también lo haré —le digo bruscamente.

Creo que su expresión se suaviza, tal vez se ve un poco sorprendido. Pero es difícil decir.

Podría estirarme y tocarlo, pero eso sería un asqueroso abuso de la posición en que me ha puesto. No quiero eso, pero no sé qué quiere él, o qué está intentando decirme. Simplemente no lo entiendo.

–Zayn, por favor, por favor… háblame —le ruego, retorciendo mis manos en mi regazo. Estoy incómoda en mis rodillas, pero continúo arrodillada, mirando fijamente sus serios, hermosos, ojos mieles, y espero.

Y espero.

Y espero.

–Por favor, –ruego una vez más.

Su intensa mirada se oscurece de pronto y pestañea.

—Estaba tan asustado —susurra.

¡Oh, gracias a Dios! Por dentro, mi subconsciente se tambalea hacia atrás en su sillón, flaqueando con alivio, y toma un largo trago de ginebra.
¡Está hablando! La gratitud me abruma, y trago, intentando contener mi emoción y la nueva batalla de lágrimas que amenaza.

Su voz es suave y baja.

—Cuando vi a Ethan llegar afuera, sabía que alguien te había dejado entrar a tu apartamento. Ambos Taylor y yo saltamos fuera del auto. Nosotros sabíamos y verla allí así contigo, y armada. Creo que morí mil muertes, Anastasia. Alguien amenazándote… todos mis peores miedos realizados. Estaba tan enojado, con ella, contigo, con Taylor, conmigo.

Sacude su cabeza revelando su agonía.

—No sabía lo desequilibrada que podría estar ella. No sabía qué hacer. No sabía cómo ella reaccionaría. —Se detiene y frunce el ceño— Y luego me dio una pista; se veía tan arrepentida. Y sólo supe qué tenía qué hacer. —Se detiene, mirándome, intentando medir mi reacción.

—Continúa —susurro.

Él traga.

—Verla en ese estado, sabiendo que yo podría haber tenido algo que ver con su crisis emocional… —Cierra sus ojos una vez más— Ella siempre fue tan traviesa y alegre.

Se estremece y toma una áspera respiración, casi como un sollozo. Es una tortura escucharlo, pero me arrodillo, atenta, absorbiendo esta confesión.

—Ella podría haberte herido. Y habría sido mi culpa. —Sus ojos se desvían, llenos con terror incomprendido, y está en silencio una vez más.

—Pero no lo hizo —susurro— Y no fuiste responsable de que ella estuviera en ese estado, Zayn. —Lo miro, alentándolo a continuar.

Entonces se aclara en mí que todo lo que él hizo fue para mantenerme a salvo, y tal vez a Leila también, porque además se preocupa por ella. ¿Pero cuánto se preocupa por ella? La pregunta se queda en mi cabeza, poco bienvenida. Él dice que me ama, pero entonces fue muy duro, echándome de mi propio departamento.

—Solo quería que te fueras —murmura, con su extraña habilidad para leer mis pensamientos—Te quería lejos del peligro, y… Tú. Solo. No. Te. Ibas —susurra con sus dientes apretados y sacude su cabeza. Su exasperación es tangible.

Me mira intensamente.

—Anastasia Steele, eres la mujer más terca que conozco. —Cierra sus ojos y sacude su cabeza una vez más incrédulo.

Oh, está de vuelta. Respiro un largo, aclarante suspiro de alivio.

Abre sus ojos de nuevo, su expresión es desolada, sincera.

—¿No pensabas dejarme? —pregunta.

—¡No!

Cierra sus ojos de nuevo y todo su cuerpo se relaja. Cuando abre sus ojos, puedo ver su dolor y angustia.

—Pensé… —Se calla— Este soy yo, Anastasia. Todo yo… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Hacerte ver que te quiero de cualquier forma en que te pueda obtener. Que te amo.

—También te amo, Zayn, y verte así… —Me ahogo y mis lágrimas comienzan de nuevo— Pensé que te había roto.

—¿Roto? ¿A mí? Oh no, Anastasia. Justo lo contrario. —Se estira y toma mi mano—Eres mi vida —susurra, y besa mis nudillos antes de presionar mi palma contra la suya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario