lunes, 24 de junio de 2013

Capítulo 38.

Zayn asiente con la cabeza reconociéndolo y me atrae más cerca mientras posamos rápidamente para una foto.

¿Cómo saben que es él? Su marca, el rebelde cabello cobrizo, sin duda.

—¿Dos fotógrafos? —le pregunto a Zayn.

—Uno de ellos es del Seattle Times y el otro es para los recuerdos. Podremos comprar una copia más tarde.

Oh, mi foto en la prensa de nuevo. Leila entra brevemente en mi mente. Así es como me encontró, posando con Zayn. La idea es inquietante, aunque es reconfortante que esté irreconocible debajo de mi máscara.

Al final de la línea, servidores vestidos de blanco sostienen bandejas llenas con copas de champán y me siento muy agradecida cuando Zayn me pasa una, me distraen efectivamente de mis pensamientos oscuros.

Nos acercamos a una gran pérgola blanca adornada con versiones más pequeñas de las linternas de papel. Debajo de ella, brilla un piso de baile de cuadros blanco y negro rodeado por una valla baja con entradas en los tres lados. En cada entrada hay dos elaboradas esculturas de hielo en forma de cisnes. El cuarto lado de la pérgola está ocupado por un escenario en el que un cuarteto de cuerda está tocando en voz baja, una pieza inquietante y etérea que no reconozco. El escenario parece establecido para una banda grande, pero no hay señales de los músicos todavía. Me imagino que esto debe ser para más adelante. Tomando mi mano, Zayn me lleva entre los cisnes a la pista de baile, donde los invitados se congregan, charlando sobre copas de champán.

Hacia la costa se encuentra una enorme carpa, abierta en el lado más cercano a nosotros, así que podemos vislumbrar las mesas y sillas dispuestas formalmente. ¡Hay tantas!

—¿Cuántas personas van a venir? —le pregunto a Zayn, pasando por la escala de la carpa.

—Pienso que unas trescientas. Tendrías que preguntarle a mi madre. —Me sonríe, y tal vez es porque sólo puedo ver su sonrisa iluminando su rostro, pero mi Diosa interior se desmaya.

—¡Zayn!

Una joven aparece de entre la multitud y arroja sus brazos alrededor de su cuello, e inmediatamente sé que es Mia. Está vestida con un elegante vestido de gasa, de color rosa pálido, de cuerpo entero con una impresionantemente delicada máscara Veneciana a juego. Se ve increíble. Y por un momento, me sentí sumamente agradecida por el vestido que Zayn me ha dado.

—¡Anastasia! ¡Oh, querida, te ves preciosa! —Ella me da un abrazo rápido— Tienes que venir a conocer a mis amigas. Ninguna de ellas puede creer que por fin Zayn tiene novia.

Disparo una rápida mirada de pánico hacia Zayn, quien se encoge de hombros con un gesto de “sé que es imposible, pero he tenido que vivir con ella por años”, y deja que Mia me lleve hasta un grupo de cuatro mujeres jóvenes, con vestidos caros y peinados impecables.

Mia hace las apresuradas presentaciones. Tres de ellas son dulces y amables, pero Lily, creo que su nombre es, me mira con amargura por debajo de su máscara roja.

—Por supuesto que todas pensábamos que Zayn era gay —dice sarcásticamente, ocultando su rencor con una gran y falsa sonrisa.

Mia le pone mala cara.

—Lily, pórtate bien. Es obvio que tiene un gusto excelente en mujeres. Estaba esperando a que llegara la correcta y ¡no eras tú!

Lily se sonroja del mismo color que su máscara, tanto como yo. ¿Podría ser más incómodo?

—Señoritas, ¿puedo tener a mi cita de regreso, por favor?

Serpenteando su brazo alrededor de mi cintura, Zayn me atrae a su lado. Las cuatro mujeres se sonrojan, sonríen y se inquietan, su deslumbrante sonrisa haciendo lo que siempre hace. Mia me mira y rueda los ojos y tengo que reír.

—Encantada de conocerlas —les digo mientras él me arrastra.

—Gracias —le susurro a Zayn, cuando estamos a cierta distancia.

—Vi que Lily estaba con Mia. Ella es una desagradable pieza de trabajo.

—Le gustas —murmuro con sequedad.

Él se estremece.

—Bueno, el sentimiento no es mutuo. Ven, déjame presentarte a algunas personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario