domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 102.

Abriendo la puerta del conductor, Zayn se desliza suavemente en el asiento, presumo que porque yo estoy en el asiento del copiloto, y Taylor entra detrás de mí. Ninguno de ellos dice una palabra mientras Zayn enciende el auto y entra en el tráfico. Arriesgo una mirada rápida a Cincuenta. Su boca está en una línea firme, pero parece distraído. El teléfono del auto suena.

—Malik —Zayn chasquea.

—Sr. Malik, Barney aquí.

—Barney, estoy con el manos libre, y hay otras personas en el carro —Zayn advirtió.

—Señor, todo está hecho. Pero necesito hablar con usted sobre lo que conseguí en la computadora del Sr. Hyde.

—Te llamaré cuando alcance mi destino. Y gracias, Barney.

—No hay problema, Sr. Malik.

Barney colgó. Él suena más joven de lo que esperaba.

¿Qué más está en la computadora de Jack?

—¿No vas a hablarme?—pregunto quedamente.

Zayn me mira, antes de fijar sus ojos nuevamente en el camino, puedo decir que todavía está molesto.

—No —murmura calmadamente.

Oh, ahí vamos… que infantil. Envuelvo mis brazos a mi alrededor y miro sin ver la ventana. Tal vez debería pedirle que me deje en mi apartamento, así puede “no hablarme” desde la seguridad de Escala y salvarnos de una pelea inevitable. Pero mientras pienso, sé que no quiero dejarlo para meditar, no después de ayer.

Finalmente, nos detenemos en frente a su edificio, y Zayn sale del auto.

Moviéndose con gracia alrededor hacia mi lado, él abre mi puerta.

—Vamos —ordena, mientras Taylor entra en el asiento del conductor.

Tomo su mano y lo sigo a través del gran vestíbulo hacia el ascensor. No me suelta.

—¿Zayn, por qué estás tan molesto conmigo? —susurro mientras esperamos.

—Tú sabes porque —murmura cuando entramos en el ascensor, y presiona el código de su piso— Dios, si algo te hubiera pasado, él estaría muerto ahora.

El tono de Zayn me enfría hasta los huesos. Las puertas se cierran.

—Como están las cosas, voy a arruinar su carrera así él no podrá tomar ventaja de mujeres jóvenes nunca más, miserable excusa de un hombre, eso es. — Sacude su cabeza— ¡Jesús, Anastasia! —Él me agarra de repente, aprisionándome en la esquina del ascensor.

Sus manos hacen un puño en mi cabello mientras empuja mi cabeza hacia la suya, y su boca está sobre la mía, una desesperada pasión en su beso. No sé por qué me toma por sorpresa, pero lo hace. Saboreo su alivio, su anhelo, y su rabia residual mientras su lengua posee mi boca. Se detiene, mirándome, descansando su peso contra mí así que no puedo moverme. Me deja sin aliento, aferrándome a él para apoyarme, mirando hacia ese hermoso rostro grabado con determinación y sin ningún rastro de humor.

—Si algo te hubiera pasado… si él te hubiera hecho daño… —Siento el estremecimiento que lo recorre— BlackBerry —ordena silenciosamente— Desde ahora. ¿Entiendes?

Asiento, tragando, incapaz de romper el contacto con su fascinante, mirada triste. Se endereza, liberándome cuando el ascensor se detiene.

—Él dijo que lo pateaste en las bolas. —El tono de Zayn es más ligero, con un rastro de admiración, creo que estoy perdonada.

—Sí —susurro, todavía aturdida por la intensidad de su beso y su apasionada orden.

—Bien.

—Ray es un exmilitar. Me enseñó bien.

—Me alegra que lo haya hecho. —Respira y añade, arqueando una ceja— Necesitaré recordarlo. —Tomando mi mano, me dirige fuera del ascensor y lo sigo, aliviada. Creo que eso es todo lo malo que se pondrá su humor.

—Necesito llamar a Barney. No tardare mucho. —Desaparece en su estudio, dejándome en la inmensa sala de estar. La Sra. Jones está terminando los últimos toques de nuestra comida. Me doy cuenta que estoy hambrienta, pero necesito algo que hacer.

—¿Puedo ayudar?—pregunto.

Ella se ríe.

—No, Anastasia. ¿Puedo prepararte un trago o algo? Luces derrotada.

—Me encantaría una copa de vino.

—¿Blanco?

—Sí, por favor.

Me subo en uno de los taburetes de la barra, y me da una copa de vino. No sé cuál es, pero es delicioso, y se desliza con facilidad, calmando mis nervios destrozados.

¿Qué estaba pensando antes? Cuán aliviada me sentía desde que conocí a Zayn. Cuán excitante se ha vuelto mi vida. Jesús, ¿podría tener unos pocos días aburridos?

¿Qué si nunca hubiera conocido a Zayn? Estaría refugiada en mi apartamento, hablando con Ethan, completamente chiflada por mi encuentro con Jack, sabiendo que tendría que encarar al baboso otra vez el viernes. Como están las cosas, hay muchas posibilidades de que no vuelva a poner los ojos en él de nuevo ¿Pero ahora para quién trabajo? Frunzo el ceño. No había pensado en eso. Mierda, ¿al menos tengo trabajo?

—Buenas tardes, Gail —dice Zayn mientras entra en el gran salón, arrastrándome de mis pensamientos. Dirigiéndose directamente a la nevera, se sirve una copa de vino él mismo.

—Buenas tardes, Sr. Malik. ¿Cenan a las diez, señor?

—Suena bien.

Zayn alza su copa.

—Por exmilitares que entrenan bien a sus hijas —dice y sus ojos se suavizan.

—Salud —murmuro, alzando mi copa.

—¿Qué pasa? —Zayn pregunta.

—No sé si todavía tengo trabajo.

Inclina la cabeza a un lado.

—¿Todavía quieres uno?

—Por supuesto.

—Entonces todavía tienes uno.

Simple. ¿Ves? Él es el maestro de mi universo. Le ruedo los ojos y él sonríe.


La Sra. Jones hace pastel de pollo. Ella nos ha dejado disfrutar de los frutos de su trabajo, y me siento mucho mejor ahora que he tenido algo de comer. Estamos sentados en la barra de desayuno y a pesar de mis mejores halagos, Zayn no me dirá qué encontró Barney en la computadora de Jack. Dejo el tema, y decido hacer frente al espinoso problema de la inminente visita de Justin.

—Justin llamó —digo con indiferencia.

—¿Ah? —Zayn se voltea para mirarme.

—Quiere entregar tus fotos el viernes.

—Una entrega personal. Que cortés por su parte —Zayn murmura.

—Él quiere salir. Por un trago. Conmigo.

—Ya veo.

—Y Kate y Elliot deberían estar de vuelta —añado rápidamente.

Zayn pone el tenedor en el plato.

—¿Qué, exactamente, estas pidiendo?

Me erizo.

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