miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 9.

—Dijiste que me amabas —susurra— ¿Eso pertenece ya al pasado? —Su voz es baja, mezclada con ansiedad.

—No, Zayn, no lo es.

Me mira fijamente y se ve tan vulnerable mientras exhala.

—Bien —murmura.

Estoy sorprendida por su declaración. Ha tenido un cambio de actitud. Antes, cuando le dije que lo amaba, estaba horrorizado. El mesero está de vuelta. Rápidamente coloca los platos en frente de nosotros y se marcha caminando.

—Come —ordena Zayn.

En el fondo sé que tengo hambre, pero justo ahora mi estómago está hecho nudos. Sentada frente al único hombre del que he estado enamorada y debatiendo nuestro incierto futuro, no promueve un apetito saludable. Miro dubitativamente a mi comida.

—Que Dios me ayude, Anastasia. Si no comes, te tendré sobre mis rodillas aquí en este restaurante y no tendrá nada que ver con mi satisfacción sexual. ¡Come!

Jesús, cálmate Malik. Mi subconsciente me mira fijamente por encima de sus anteojos de media luna. Está de acuerdo de todo corazón con Cincuenta sombras.

—Está bien, comeré. Guarda tu palma inquieta, por favor.

No sonríe, pero continúa mirándome. A regañadientes levanto mi cuchillo y tenedor y corto mi bistec. Oh, está tan buena que hace agua la boca. Estoy hambrienta, realmente hambrienta. Mastico y se relaja visiblemente. Comemos nuestra cena en silencio. La música ha cambiado. Una suave voz de mujer canta en el fondo, sus palabras haciendo eco de mis pensamientos.

Miro a Cincuenta. Está comiendo y mirándome. Hambre, deseo y ansiedad combinadas en una solo mirada caliente.

—¿Sabes quién está cantando? —Trato por algo de conversación normal.

Zayn se detiene y escucha.

—No… pero es buena, quien quiera que sea.

—También me gusta.

Finalmente sonríe con su enigmática sonrisa privada. ¿Qué está planeando?

—¿Qué? —pregunto.

Sacude su cabeza.

—Sigue comiendo —dice suavemente.

He comido la mitad de la comida en mi plato. No puedo comer nada más. ¿Cómo puedo negociar esto?

—No puedo más. ¿He comido lo suficiente para el señor?

Me mira impasiblemente sin responder, entonces mira su reloj.

—Realmente estoy llena —agrego, tomando un sorbo de delicioso vino.

—Debemos irnos dentro de poco. Taylor está aquí, y tienes que levantarte por la mañana para trabajar.

—Igual que tú.

—Funciono con menos sueño que tú, Anastasia. Al menos has comido algo.

—¿Volveremos con el Charlie Tango?

—No, pensé que podría tomar una copa. Taylor nos recogerá. Además de esta manera te tengo en el auto para mí solo durante unas pocas horas, al menos. ¿Qué podemos hacer excepto hablar?

Oh, ese es su plan.

Zayn llama al camarero para pedir la cuenta, entonces toma su BlackBerry y hace una llamada.

—Estamos en Le Picotin, Sureste tercera avenida. —Cuelga.

—Eres muy brusco con Taylor, de hecho, con la mayoría de la gente.

—Solo voy al grano, Anastasia

—No has estado yendo al grano esta tarde. Nada cambia, Zayn.

—Tengo una proposición para ti.

—Esto comenzó con una proposición.

—Una proposición diferente.

El camarero regresa y Zayn saca su tarjeta de crédito sin verificar la cuenta.

Me mira especulativamente mientras el camarero desliza su tarjeta. El teléfono de Zayn vibra una vez y lo revisa.

¿Tiene una proposición? ¿Ahora qué? Un par de escenarios corren a través de mi mente: secuestro, trabajar para él. No, nada tiene sentido. Zayn termina de pagar.

—Ven. Taylor está afuera.

Nos levantamos y toma mi mano.

—No quiero perderte Anastasia. —Besa mis nudillos con ternura y el toque de sus labios sobre mi piel resuena en todo mi cuerpo.

Afuera, el Audi está esperando. Zayn abre la puerta. Subo y me hundo en el lujoso cuero. Él avanza al lado del conductor, Taylor sale del auto y hablan brevemente. No es el protocolo usual. Tengo curiosidad. ¿De qué están hablando?

Momentos después ambos suben, miro a Zayn quien está usando su rostro impasible mientras mira fijamente hacia adelante.
Me permito un breve momento para examinar su apuesto perfil: nariz recta, labios llenos esculpidos, cabello cayendo deliciosamente sobre su frente. Este hombre divino seguramente no es para mí.

La música suave se filtra en la parte trasera del auto, una pieza orquestal que no conozco y Taylor se pone en la luz del tráfico encaminándose por la I-5 y Seattle.

Zayn se mueve hacia mí.

—Como estaba diciendo, Anastasia, tengo una proposición para ti.
Miro nerviosamente a Taylor.

—Taylor no puede oírte —me asegura Zayn.

—¿Cómo?

—Taylor —llama Zayn. Taylor no responde. Llama de nuevo, todavía sin
respuesta.

Zayn se estira y toca su hombro. Taylor remueve un auricular que no había notado.

—¿Sí, señor?

—Gracias, Taylor. Está bien, reasume lo que estás escuchando.

—Señor.

—¿Feliz ahora? Está escuchando su iPod. Puccini. Olvida que está aquí. Yo lo hago.

—¿Deliberadamente le pediste que lo hiciera?

—Sí.

Oh.

—Está bien, ¿tu proposición?

Zayn se ve repentinamente determinado y en modo de negocios.
Vamos a negociar un trato. Escucho atentamente.

—Déjame preguntarte algo primero. ¿Quieres una relación regular vainilla sin nada en absoluto de follar pervertido?

Mi boca cae abierta.

—¿Follar pervertido? —chillo.

—Follar pervertido.

—No puedo creer que hayas dicho eso. —Miro nerviosamente a Taylor.

—Bueno, lo hice. Respóndeme —dice calmadamente.

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