jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 32.

Me giro para ver a un incómodo Taylor parado en el umbral de la sala principal.

Zayn y Taylor se miran el uno al otro, una comunicación sin palabras pasa entre ellos.

—Mi estudio —chasquea Zayn, y Taylor camina rápidamente por la sala.

—Revisión de rutina —me susurra Zayn antes de seguir a Taylor fuera de la habitación.

Tomo una profunda, calmante respiración. Santo infierno. ¿No puedo resistirme a él por un minuto? Sacudo mi cabeza, disgustada conmigo misma, agradecida por la interrupción de Taylor, a pesar de que es vergonzoso.

Me pregunto lo que Taylor ha tenido que interrumpir en el pasado. ¿Qué ha visto?
No quiero pensar en eso. Almuerzo. Haré el almuerzo. Me ocuparé a mí misma cortando patatas. ¿Qué querría Taylor? Mi mente corre; ¿es acerca de Leila? Diez minutos después, emergen, justo cuando la tortilla está lista. Zayn luce preocupado mientras me mira.

—Les informaré en diez minutos —dice a Taylor.

—Estaré listo —responde Taylor y deja el gran salón.

Saco dos platos calientes y los coloco en la isla de la cocina.

—¿Almuerzo?

—Por favor —dice Zayn mientras se posa en uno de los taburetes de la barra.

Ahora está mirándome cuidadosamente.

—¿Problema?

—No.

Frunzo el ceño. No me está diciendo. Sirvo el almuerzo y me siendo a su lado, resignada a quedarme en la oscuridad.

—Está bueno —murmura Zayn apreciativamente mientras toma un bocado—. ¿Te gustaría una copa de vino?

—No, gracias. —Necesito mantener la cabeza clara alrededor tuyo, Malik.

Sabe bien, aunque creo que no tengo tanta hambre. Pero como, sabiendo que Zayn me molestará si no lo hago. Eventualmente Zayn rompe nuestro melancólico silencio y enciende la pieza clásica que escuché antes.

—¿Qué es? —pregunto.

—Canteloube, Songs of the Auvergne31. Esta se llama Bailero.

—Es hermosa. ¿Qué idioma es?

—Está en francés antiguo; occitano, de hecho.

—Hablas francés, ¿lo entiendes? —Recuerdos del impecable francés que habló en la cena de sus padres viene a mi mente…

—Algunas palabras, sí. —Zayn sonríe, visiblemente relajado— Mi madre tenía un mantra: Instrumento musical, lengua extranjera, arte marcial. Elliot habla inglés, Mía y yo hablamos francés. Elliot toca la guitarra, yo toco el piano, y Mía el Cello.

—Wow. ¿Y las artes marciales?

—Elliot practica Judo. Mía plantó los pies a los doce y se negó. —Sonríe ante el recuerdo.

—Desearía que mi madre hubiera sido tan organizada.

—La Dra. Grace es formidable cuando se trata de los logros de sus hijos.

—Debe estar muy orgullosa de ti. Yo lo estaría.

Un pensamiento oscuro destella por el rostro de Zayn, y se ve momentáneamente incómodo. Me mira con recelo como si estuviera en territorio inexplorado.

—¿Has decidido qué vestirás esta tarde? ¿O necesito ir y escoger algo para ti? —Su tono es repentinamente brusco.

¡Whoa! Suena enojado. ¿Por qué? ¿Qué he dicho?

—Um… no aún. ¿Elegiste toda esa ropa?

—No, Anastasia, no lo hice. Le di una lista y tu talla a un asistente de compras en Neiman Marcus. Deberían quedarte. Sólo para que lo sepas, he ordenado seguridad adicional para esta tarde y los siguientes días. Con Leila impredecible y perdida, en algún lugar de las calles de Seattle, pienso que es una sabia precaución. No quiero que salgas sin acompañamiento. ¿Está bien?

Parpadeo ante él.

—Está bien. —Qué pasó con el Malik Debo-tenerte-ahora.

—Bien. Voy a informarles. No demoraré mucho.

—¿Están aquí?

—Sí.

¿Dónde?

Recogiendo su plato, Zayn lo coloca en el fregadero y desaparece de la habitación. ¿De qué infiernos se trata? Es como varias personas diferentes en un solo cuerpo. ¿No es ese un síntoma de esquizofrenia? Debo Googlearlo.

Limpio los platos, lavándolos rápidamente, y me dirijo arriba hacia mi habitación llevando el expediente ANASTASIA STEELE. De regreso en el vestidor. Saco los tres vestidos largos de noche. Ahora, ¿Cuál?

Recostándome en la cama. Miro mi Mac, mi iPad y mi BlackBerry. Estoy abrumada con la tecnología. Me dedico a trasferir la lista de reproducción de Zayn del iPad a la Mac y luego cargar Google para navegar por la red.

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