miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 81

Apenas puedo respirar. ¿Quiero oír esto? Zayn cierra sus ojos y exhala. Cuando los abre otra vez, están brillantes pero diferentes, llenos de recuerdos inquietantes.

—Era un caluroso día de verano. Estaba trabajando duro. —Resopla y sacude su cabeza, repentinamente divertido—. Era un trabajo agotador recogiendo escombros. Estaba por mi cuenta, y Ele… la Sra. Lincoln apareció de la nada y me trajo algo de limonada. Intercambiamos algunas palabras, e hice alguna observación sarcástica… y ella me abofeteó. Me abofeteó muy fuerte. —Inconscientemente su mano se movió a su rostro y acarició su mejilla, sus ojos nublándose ante el recuerdo. ¡Santa mierda!
—Pero entonces me besó. Y cuando terminó, me abofeteó otra vez. —Parpadeó, pareciendo aún confundido incluso después de todo este tiempo—. Nunca había besado antes o había sido golpeado así.

Oh. Ella se abalanzó. Sobre un niño.

—¿Quieres oír esto? —pregunta Zayn.

Sí… No…

—Solo si quieres contármelo. —Mi voz es pequeña mientras estoy recostada de cara a él, mi mente confundida.

—Estaba tratando de darte algo de contexto.

Asiento en lo que espero sea una forma alentadora. Pero sospecho que podría lucir como una estatua, congelada y con los ojos abiertos en shock.

Frunce el ceño, sus ojos buscando los míos, tratando de evaluar mi reacción. Entonces se gira sobre su espalda y mira hacia arriba al techo.

—Bien, naturalmente, estaba confundido y enfadado y caliente como el infierno. Quiero decir, una caliente mujer mayor viene sobre ti de esa forma… —sacude su cabeza como si aún no pudiera creerlo.

¿Caliente? Me siento mareada.

—Ella volvió a entrar en la casa dejándome en el patio trasero. Actuó como si nada hubiera pasado. Estaba totalmente perdido. Entonces regresé al trabajo, cargando los escombros en el contenedor de basura. Cuando me fui aquella tarde, me preguntó si podía regresar el día siguiente. Ella no mencionó lo que había pasado. Entonces al día siguiente regresé. No podía esperar para verla de nuevo —susurró como si fuera una confesión oscura… porque francamente, lo era.
—Ella no me tocó cuando me besó —murmuró y giró su cabeza para mirarme—. Tienes que entender… mi vida era un infierno sobre la tierra. Fue duro, con quince años, alto para mi edad, las hormonas corriendo. Las chicas en la escuela… —se detuvo, pero había captado el esquema: un marcado, solitario, pero atractivo adolescente. Mi corazón se retorció.
—Estaba enfadado, tan jodidamente enfadado con todos, conmigo, con mis padres. No tenía amigos. Mi terapeuta en aquel momento era un total asno. Mis padres, me mantenían bajo un apretado control; no entendían.

Miró de vuelta al techo y pasó una mano a través de su cabello. Mis dedos picaban por pasar mis dedos por su cabello, también, pero me quedé quieta.

—No podía soportar que nadie me tocara. No podía. No podía soportar que nadie se me acercara. Solía pelear… joder, yo peleaba. Me metí en algunas peleas espantosas. Fui expulsado de un par de escuelas. Pero era una manera de desahogarme. De tolerar alguna clase de contacto físico. —Se detuvo otra vez—. Bien, te das una idea. Y cuando ella me besó, sólo agarró mi rostro. No me tocó. —Su voz es apenas audible.

Ella debía saberlo. Quizás Grace se lo había dicho. Oh, mi pobre Cincuenta. Tengo que juntar mis manos por debajo de mi almohada y descansar mi cabeza sobre ella en ese orden, para resistir la urgencia de sostenerlo.

—Bien, al día siguiente regresé a la casa sin saber qué esperar. Y te voy a ahorrar los detalles escabrosos, pero fue más de lo mismo. Y así fue como comenzó nuestra relación.

Oh, joder, esto es doloroso de oír.
Se giró otra vez sobre un lado para encararme.

—¿Y sabes algo, Anastasia? Mi mundo se enfocó. Nítido y claro. Todo. Era exactamente lo que necesitaba. Ella era un respiro de aire fresco. Tomando las decisiones, llevándose toda esa mierda de mí, dejándome respirar.

Santa mierda.

—E incluso cuando se acabó, mi mundo se quedó enfocado por ella. Y se quedó de ese modo hasta que te conocí.

¿Qué infiernos se supone que debo decir a eso? Tentativamente, coloco un mechón de pelo detrás de mí oreja.

—Pusiste mi mundo de boca abajo. —Cerró sus ojos, y cuando los abrió otra vez, eran crudos—. Mi mundo era ordenado, tranquilo y controlado, entonces entraste en mi vida con tu boca rápida, tu inocencia, tu hermosura, y tu tranquila temeridad… y todo antes de ti fue simplemente aburrido, vacío, mediocre… fue nada.

Oh, Dios mío.

—Me enamoré —susurra.

Dejo de respirar. Acaricia mi mejilla.

—También yo —murmuro con el poco aliento que me queda.

Sus ojos se suavizan.

—Lo sé —articula.

—¿Lo haces?

—Sí.

¡Aleluya! Le sonrío tímidamente.

—Finamente —susurro.

Asiente.

—Y eso pone todo en perspectiva para mí. Cuando era más joven, Elena era el centro de mi mundo. No había nada que no hubiera hecho por ella. Y ella hizo un montón por mí. Me apartó de la bebida. Me hizo trabajar duro en la escuela… Sabes, me dio un mecanismo de defensa que no había tenido antes, me permitió experimentar cosa que nunca creí que podría.

—Toque —susurro.

Asiente.

—Después mi imagen.

Frunzo el ceño, preguntándome a qué se refiere.

Duda ante mi reacción.
¡Dime! Le indico.

—Si creces con una imagen de ti mismo totalmente negativa, pensando que eres alguna clase de rechazado, un salvaje indigno de ser amado, piensas que te mereces ser golpeado.

Zayn… no eres ninguna de esas cosas.

Se detiene y pasa su mano a través de su cabello.

—Anastasia, es más fácil llevar tu dolor por fuera… —Otra vez, es una confesión.

Oh.

—Ella canalizó mi enfado. —Su boca se presionó en una línea sombría—. Sobretodo internamente, me doy cuenta de eso ahora. El Dr. Flynn ha estado sin cesar sobre esto por algún tiempo. Fue sólo recientemente que vi nuestra relación por lo que era. Ya sabes… en mi cumpleaños.

Me estremezco mientras un indeseado recuerdo de Elena y Zayn destripándose verbalmente el uno al otro en la fiesta de cumpleaños de Zayn sale indeseadamente a la superficie de mi mente.

—Para ella, ese lado de nuestra relación era acerca de sexo y control y una mujer solitaria buscando alguna clase de confort con su chico juguete.

—Pero a ti te gusta el control —susurro. 

—Sí, me gusta. Siempre lo hará, Anastasia. Es quién soy. Me rendí por un breve momento. Dejé que alguien tomara todas las decisiones por mí. No podía hacerlo por mí mismo, no se sentía adecuado. Pero a través de mi sumisión hacia ella, me encontré a mí mismo y encontré la fuerza para cargar con mi vida... tomar el control y tomar mis propias decisiones.

—¿Convirtiéndote en un dominante?

—Sí.

—¿Tu decisión?

—Sí.

—¿Abandonar Harvard?

—Mi decisión, y fue la mejor decisión que nunca he hecho. Hasta que te conocí.

—¿A mí?

—Sí. —Sus labios cambian en una sonrisa suave—. La mejor decisión que he tomado fue casarme contigo.

Oh Dios mío.

—¿No empezar tu compañía?

Sacude su cabeza.

—¿Aprender a volar?

Sacude su cabeza.

—Tú —articula. Acaricia mi mejilla con sus nudillos— Ella lo sabía —susurra.

Frunzo el ceño.

—¿Sabía qué?

—Que estaba locamente enamorado de ti. Ella me animó a ir hacia Georgia para verte, y estoy feliz de que lo hiciera. Pensó que te habías asustado y me habías dejado. Lo que hiciste.

Palidecí. Hubiera preferido no pensar en eso. 

—Ella pensó que necesitaba todos los adornos del estilo de vida del que disfrutaba.

—¿La dominación? —susurro.

Asiente.

—Me permitía mantener a todo el mundo a un brazo de distancia, me daba control, y me mantenía separado, o eso pensaba. Estoy seguro de que ya habrás adivinado por qué —añade suavemente.

—¿Tu madre biológica?

—No quería que me volvieran a lastimar. Y luego tú me dejaste. —Sus palabras son apenas audibles—. Y estaba hecho un desastre.

Oh, no.

—He evadido la intimidad durante tanto tiempo, que no sé cómo hacer esto.

—Lo estás haciendo bien —murmuro. Con mi dedo índice recorro sus labios. Él lo frunce en forma de beso.

—¿Lo extrañas? —susurro.

—¿Extrañarlo?

—Ese estilo de vida.

—Sí, lo extraño.

¡Oh!

—Pero sólo en la medida que extraño el control que induce. Y francamente, tu estúpido truco —se detiene—, ése que salvó a mi hermana… —susurra, sus palabra están llenas de alivio, temor e incredulidad—. Es así como lo sé.

—¿Saber?

—Que en realidad me amas.

Frunzo el ceño.

—¿Lo haces?

—Sí. Porque arriesgaste mucho… por mí, por mi familia.

Mi ceño se frunce aún más. Se acerca y traza el camino con su dedo sobre la mitad de mi ceja encima de mi nariz.

—Tienes una V aquí cuando frunces el ceño —murmura—. Es bastante suave de besar. Puedo comportarme muy mal… y aun así sigues aquí.

—¿Por qué estás sorprendido de que siga aquí? Te dije que no iba a dejarte.

—Por la manera en la que me comporté cuando me dijiste que estabas embarazada. —Desliza su dedo por su mejilla—. Estabas en lo cierto. Soy un adolescente.

Oh mierda… yo dije eso. Mi subconsciente me mira. ¡Su doctor dijo eso!

—Zayn, he dicho algunas cosas horribles. —Pone su dedo índice sobre mis labios.

—Silencio. Merecía escucharlas. Además éste es mi cuento para dormir. —Se gira de nuevo sobre su espalda.
—Cuando me dijiste que estabas embarazada… —se detiene—. Había pensado que seríamos sólo tú y yo por un tiempo. Había considerado los niños, pero sólo de forma abstracta. Tenía esta vaga idea de que tendríamos un niño alguna vez en un futuro.

¿Sólo uno? No… no sólo un niño. No como yo. Quizá ahora no sea el mejor momento para sacarlo a colación.

—Aún eres muy joven, y sé que eres un poco ambiciosa.

¿Ambiciosa? ¿Yo?

—Bueno, moviste la alfombra debajo de mí. Cristo, fue tan inesperado. Nunca en un millón de años, cuando te pregunté qué estaba mal, esperaba que me dijeras que estabas embarazada. —Suspira—. Estaba tan enfadado. Enfadado contigo. Enfadado conmigo. Con todo el mundo. Y regresó, ese sentimiento de no tener nada bajo control. Tenía que salir. Fui a ver a Flynn, pero estaba en alguna clase de noche de padres. —Zayn se detiene y alza una ceja.

—Irónico —susurro.

Zayn sonríe en acuerdo.

—Así que caminé, caminé y caminé, y simplemente… me encontré en el salón. Elena se iba. Estaba sorprendida de verme. Y, siendo sinceros, me sorprendió encontrarme ahí. Ella se dio cuenta que estaba enfadado y me preguntó si quería beber algo.

Oh mierda. Hemos llegado al grano. La velocidad de mi corazón se duplica. ¿En serio quiero saber esto? Mi subconsciente me mira, una depilada ceja levantada en señal de advertencia.

—Fuimos a un tranquilo bar que conozco y bebimos una botella de vino. Se disculpó por su comportamiento la última vez que nos vimos. Le duele que mi madre no quiera tener nada que ver con ella, se redujo su círculo social, pero ella lo entiende. Hablamos sobre negocios, le estaba yendo bien, a pesar de la pelea… mencioné que querías hijos.

Frunzo el ceño.

—Pensé que le habías dejado saber que estaba embarazada.

Me mira, su rostro inocente.

—No, no lo hice.

—¿Por qué no me contaste eso?

Se encoge de hombros.

—Nunca tuve la oportunidad.

—Sí, la tuviste.

—No pude encontrarte la mañana siguiente, Anastasia. Y cuando lo hice, estabas tan enfadada conmigo…

Oh sí.

—Lo estaba.

—De cualquier forma, en algún momento en la noche, casi a la mitad de la segunda botella, ella se inclinó para tocarme. Y yo me congelé —susurra, poniendo su brazo sobre sus ojos.

Mi cuerpo cabelludo hormiguea. ¿Qué es esto?

—Vio que me alejé de ella. Y eso nos sorprendió a ambos. —Su voz es baja, muy baja.

¡Zayn mírame! Tiro de su brazo y él lo baja, girándose para mirarme directamente a los ojos. Mierda. Su cara está pálida y sus ojos muy abiertos.

—¿Qué? —respiro.

Frunce el ceño, y traga.

Oh… ¿Qué no me está contando? ¿Lo quiero saber?

—Ella se me insinuó. —Está conmocionado, puedo verlo.

Todo el aire se filtra de mi cuerpo. Me siento sin aliento, y creo que mi corazón se ha detenido. ¡Esa jodida bruja zorra!

—Fue un momento, suspendido en el tiempo. Ella vio mi expresión, y se dio cuenta de hasta qué punto había cruzado la línea. Dije… que no. No había pensado así sobre ella en años, y además —traga— te amo, se lo dije, amo a mi esposa.

Lo miro fijamente. No sé qué decir.

—Ella retrocedió. Se disculpó de nuevo, quiso hacerlo pasar como una broma. Quiero decir, dijo que era feliz con Isaac y los negocios y que no soportaría que ninguno de nosotros tuviera mala voluntad. Dijo que extrañaba mi amistad, pero que podía ver que mi vida estaba contigo. Y cuán incomodo era eso, dado todo lo que pasó la última vez que todos estuvimos en la misma habitación. No podría haber estado más de acuerdo. Nos despedimos, nuestra última despedida. Le dije que no la volvería a ver, y ella se alejó.

Trago, el temor apretando mi corazón.

—¿La besaste?

—¡No! —resopla—. No podría haber soportado estar tan cerca de ella.

Oh. Bien.


—Me sentía miserable. Quería regresar a casa contigo. Pero… pero sabía que me había portado mal. Me quedé y terminé la botella, y luego empecé con el Bourbon(whiskey). Mientras bebía, te recordé diciéndome hace algún tiempo “Si ése fuera mi hijo…”. Y pensé en Junior y cómo Elena y yo empezamos. Y me hizo sentir… incómodo. Nunca había pensado en eso de esa manera.

Un recuerdo florece en mi mente, una conversación en voz baja de cuando estuve medio consciente, la voz de Zayn: Pero viéndola a ella puso todo en perspectiva para mí. Tú sabes… con el niño. Por primera vez, sentí… que lo que hicimos… estuvo mal. Había estado hablando con Grace.

—¿Eso es todo?

—Prácticamente.

—Oh.

—¿Oh?

—¿Se ha terminado?

—Sí. Se terminó desde que puse mis ojos en ti. Finalmente me di cuenta esa noche y ella también.

—Lo siento —murmuro.

Él frunce el ceño.

—¿Por qué?

—Por estar tan enfadada el otro día.

Resopla.

—Nena, entiendo el enfado. —Se detiene luego suspira—. Ves Anastasia, te quiero para mí. No quiero compartirte. Lo que tenemos, no lo he tenido antes. Quiero ser el centro de tu universo, por un tiempo al menos.

Oh, Zayn.

—Lo eres. Eso no va a cambiar.

Me da una indulgente, triste y resignada sonrisa.

—Anastasia —susurra—. Eso no es cierto.

Lágrimas mojan mis ojos.

—¿Cómo podría serlo? —murmura.

Oh, no.

—Mierda… no llores. Anastasia por favor, no llores. —Acaricia mi rostro.

—Lo lamento. —Mi labio inferior tiembla, y él desliza su dedo sobre él, calmándome.

—No, Anastasia, no. No estés arrepentida. Tendrás a alguien que también te ame. Y estás en lo cierto. Es como debe ser.

—Blip también te amará. Serás el centro de Blip… del mundo de Junior —susurro—. Los niños aman a sus padres incondicionalmente, Zayn. Es como ellos vienen al mundo. Programados para amar. Todos los bebés… incluso tú. Piensa en el libro para niños que te gustaba cuando eras pequeño. Todavía querías a tu madre. Tú la amabas.

Frunce el ceño y retira su mano, pegándola contra su barbilla.

—No —susurra.

—Sí, lo hacías. —Mis lágrimas caen ahora libremente—. Claro que lo hacías. No era una opción. Es por eso que estás tan herido.

Me mira fijamente, su expresión cruda.

—Es por eso que puedes amarme —murmuro—. Perdónala. Tenía su propio mundo de dolor con el cual lidiar. Fue una madre de mierda, y la amabas.

Me mira fijamente, sin decir nada, ojos encantados… por recuerdos que no puedo empezar a comprender.

Oh, por favor no dejes de hablar.

Finalmente dice:

—Solía peinar su cabello. Era hermosa.

—Una mirada a ti y nadie dudaría de eso.

—Era una madre de mierda. —Su voz es apenas audible.

Asiento y él cierra sus ojos.

—Tengo miedo de ser un padre de mierda.

Acaricio su amado rostro. Oh, mi Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta.

—Zayn, ¿pensaste por un minuto que te dejaría ser un padre de mierda?

Abre sus ojos y me mira por lo que se siente como una eternidad. Sonríe mientras el alivio lentamente llena su rostro.

—No, no creo que me lo permitieras. —Acaricia mi rostro con la parte de atrás de sus nudillos, mirándome con asombro—. Dios, eres fuerte, Sra. Malik. Te amo tanto. —Besa mi frente—. No creí que fuera capaz.

—Oh Zayn —susurro, tratando de contener mis emociones.

—Ahora, es ése el final de tu cuento para dormir.

—Ése es casi un cuento para dormir…

Sonríe con nostalgia, pero creo que está aliviado.

—¿Cómo está tu cabeza?

—¿Mi cabeza? —¡En realidad, está a punto de explotar con todo lo que me has dicho!

—¿Duele?

—No.

—Bien. Creo que deberíamos dormir ahora.

¡Dormir! ¿Cómo podré dormir después de todo eso?

—Duerme —dice con severidad— Lo necesitas.

Hago puchero.

—Tengo una pregunta.

—Ah, ¿sí? ¿Qué? —Me mira con cautela.

—¿Por qué te has convertido de repente en todo... accesible, a falta de una palabra mejor?

Frunce el ceño.

—Me estás diciendo todo esto, cuando obtener información de ti normalmente es una experiencia bastante angustiosa y fastidiosa.

—¿Lo es?

—Sabes que lo es.

—¿Por qué estoy siendo tan accesible? No puedo decirte. Verte prácticamente muerta en el frío suelo, tal vez. El hecho de que voy a ser padre. No sé. Dijiste que querías saber, y no quiero que Elena se interponga entre nosotros. No puede. Ella es el pasado, y te he dicho esto tantas veces.

—Si ella no hubiera hecho un paso hacia ti... ¿aún seguirían siendo amigos?

—Eso es más que una pregunta.

—Lo siento. No tienes que contestarme. —Me ruborizo—. Ya has ofrecido más de lo que pensé que harías.

Su mirada se suaviza.

—No, no lo creo, pero se sentía como un asunto pendiente desde el día de mi cumpleaños. Ella sobrepasó la línea, y he terminado. Por favor, créeme. No voy a verla de nuevo. Has dicho que ella es un límite duro para ti. Eso es un término que yo entiendo —dice con sinceridad.

Bien. Voy a dejar esto ahora. Mi subconsciente se hunde en su sillón. ¡Por fin!

—Buenas noches, Zayn. Gracias por el esclarecedor cuento antes de dormir. —Me acerco a darle un beso, y nuestros labios se tocan brevemente, pero se echa hacia atrás cuando trato de profundizar el beso.

—No —susurra—. Estoy desesperado por hacer el amor contigo.

—Entonces hazlo.

—No, necesitas descansar, y ya es tarde. Duerme. —Él apaga la luz de noche, hundiéndonos en la oscuridad.

—Te amo incondicionalmente, Zayn —murmuro cuando me acurruco a su lado.

—Lo sé —susurra, y percibo su sonrisa tímida.

Me despierto con un sobresalto. La luz inunda la habitación, y Zayn no está en la cama. Miro el reloj y veo que son las ochos menos cinco. Tomo una respiración profunda y hago una mueca cuando mis costillas duelen aunque no tan mal como ayer. Creo que podría ir a trabajar. Trabajo, sí. Quiero ir a trabajar.

Hoy es lunes, y me pasé todo el día de ayer descansando en la cama. Zayn sólo me dejaba salir brevemente para ver a Ray. Honestamente, él sigue siendo un fanático del control. Sonrío con cariño. Mi chiflado del control. Él ha estado atento y cariñoso y hablador... y “manos fuera” desde que llegamos casa.

Frunzo el ceño. Voy a tener que hacer algo al respecto. La cabeza no me duele, el dolor en las costillas ha disminuido, aunque, ciertamente, reír tiene que realizarse con precaución, pero me siento frustrada. Creo que éste es el tiempo más largo que he pasado sin sexo desde... bueno, desde la primera vez.

Creo que ambos hemos recuperado nuestro equilibrio. Zayn está mucho más relajado; su largo cuento de antes de dormir parece haber puesto a algunos fantasmas a descansar, para él y para mí. Veremos.

Me ducho rápidamente, y una vez que estoy seca, examino cuidadosamente a través de mi ropa. Quiero algo sexy. Algo que podría impulsar a la acción a Zayn. ¿Quién hubiera pensado que un hombre tan insaciable de hecho podría ejercer tanto autocontrol? Realmente no quiero hacer hincapié en la forma en que Zayn aprendió esta disciplina por encima de su cuerpo. No hemos hablado de la Bruja Zorra ni una vez desde su confesión. Espero que nunca lo hagamos. Para mí está muerta y enterrada. 


Elijo una falda negra casi indecentemente corta y una blusa de seda blanca con un volante. Me deslizo medias altas con encajes superiores y mis tacones negros Louboutin. Un poco de rimel y brillo de labios para una apariencia natural, y después de un feroz cepillado, dejo mi cabello suelto. Sí. Esto debe hacerlo.

Zayn está comiendo en el bar del desayuno. Su bocado de tortilla se detiene en el aire cuando me ve. Frunce el ceño.

—Buenos días, Sra. Malik. ¿Vas a alguna parte?

—Trabajo. —Sonrío dulcemente.

—No lo creo —resopla Zayn con burla— La Dra. Singh dijo que una semana de descanso.

—Zayn, no voy a pasar el día descansando en la cama por mi cuenta. Así que bien podría ir a trabajar. Buenos días, Gail.

—Sra. Malik. —La Sra. Jones trata de ocultar una sonrisa—. ¿Quiere desayunar?

—Por favor.

—¿Cereales?

—Prefiero huevos revueltos con tostadas de pan integral.

La señora Jones sonríe y Zayn registra su sorpresa.

—Muy bien, Sra. Mlaik —dice la Sra. Jones.

—Anastasia, no vas a ir a trabajar.

—Pero…

—No. Es muy sencillo. No discutas. —Zayn es inflexible. Le doy una mirada enfurecida, y sólo entonces me doy cuenta de que está en los mismos pantalones de pijama y camiseta que llevaba puestos la noche anterior.

—¿Vas a trabajar? —pregunto.

—No.

¿Me estoy volviendo loca?

—Es lunes, ¿verdad?

Él sonríe.

—La última vez que miré lo era.

Entre cierro mis ojos.

—¿Vas a faltar?

—No voy a dejarte aquí por tu cuenta para que te metas en problemas. Y la Dra. Singh dijo que pasaría una semana antes de que pudieras volver a trabajar. ¿Te acuerdas?

Me deslizo sobre un taburete de la barra junto a él y elevo mi falda un poco. La Sra. Jones pone una taza de té delante de mí.

—Te ves bien —dice Zayn. Cruzo mis piernas— Muy bien. Especialmente aquí. —Traza un dedo sobre la carne desnuda que se muestra por encima de mi muslo. Mi pulso se acelera, mientras el dedo atraviesa mi piel—. Esta falda es muy corta —murmura, con vaga desaprobación en su voz mientras sus ojos siguen su dedo.

—¿Lo es? No me había dado cuenta.

Zayn me mira, la boca torcida en una mueca divertida pero exasperado.

—¿De verdad, Sra. Malik?

Me sonrojo.

—No estoy seguro de que este aspecto sea adecuado para el lugar de trabajo —murmura.

—Bueno, ya que no voy a trabajar, eso es un punto discutible.

—¿Discutible?

—Discutible —articulo.

Zayn sonríe de nuevo y vuelve a comer su tortilla.

—Tengo una idea mejor.

—¿En serio?

Él me mira a través de sus largas pestañas, ojos mieles. Inhalo con fuerza. Oh, Dios mío. Ya era hora.

—Podemos ir a ver cómo lo está llevando Elliot con la casa.

¿Qué? ¡Oh! ¡Burla! Recuerdo vagamente que íbamos a hacer eso antes de que Ray resultara herido.

—Me encantaría.

—Bien. —Sonríe.

—¿No tienes que trabajar?

—No. Ros está de vuelta de Taiwán. Todo ha ido bien. Hoy, todo está bien.

—Pensé que tú ibas a Taiwán.

Él resopla de nuevo.

—Anastasia, estabas en el hospital.

—Oh.

—Sí, oh. Así que hoy voy a pasar el tiempo de calidad con mi esposa. —Él golpea los labios mientras toma un sorbo de café.

—¿Tiempo de calidad? —No puedo ocultar la esperanza en mi voz.

La Sra. Jones pone mis huevos revueltos en frente de mí, una vez fallando al ocultar su sonrisa.
Zayn sonríe.

—Tiempo de calidad. —Asiente.

Tengo demasiada hambre para coquetear más con mi marido.

—Es bueno verte comer —murmura.

Levantándose, se inclina y me besa en el pelo.

—Me voy a la ducha.

—Um…  ¿puedo ir y frotar tu espalda? —murmuro con la boca llena de pan tostado y huevos revueltos.

—No. Come.

Saliendo de la barra de desayuno, tira su camiseta sobre su cabeza, invitándome a ver sus hombros finamente esculpidos y su espalda desnuda mientras deambula fuera de la gran sala. Me detengo a medio masticar. Él está haciendo esto a propósito. ¿Por qué?

Zayn está relajado en el viaje hacia el norte. Acabamos de dejar a Ray y el Sr. Bieber viendo fútbol en la nueva televisión de pantalla plana que sospecho Zayn ha comprado para la habitación del hospital de Ray.
Zayn se ha relajado desde “la conversación”. Es como si un peso hubiera sido levantado; la sombra de la Sra. Robinson ya no se cierne sobre nosotros tan grande, tal vez porque me he decidido a dejarlo ir, o porque no él lo hizo, no lo sé. Pero me siento más cerca de él ahora que nunca. Tal vez debido a que por fin ha confiado en mí. Espero que lo siga haciendo. Y está aceptando más al bebé, también. No ha ido a comprar una cuna todavía, pero tengo grandes esperanzas.

Lo miro, bebiéndolo mientras conduce. Parece casual, fresco... sexy con el pelo revuelto, Ray-Bans, chaqueta a rayas, camisa blanca de lino y pantalones vaqueros.

Él me mira y sujeta mi pierna encima de la rodilla, los dedos acariciando suavemente.

—Me alegro de que no te hayas cambiado.

Me puse una chaqueta de mezclilla y me cambie a zapatos sin tacón, pero estoy todavía con la falda corta. Su mano permanece por encima de mi rodilla. Pongo mi mano sobre la suya.

—¿Vas a seguir molestándome?

—Quizás. —Zayn sonríe.

—¿Por qué?

—Porque puedo. —Sonríe, juvenil como siempre.

—Dos pueden jugar ese juego —susurro.

Sus dedos se mueven tentadoramente a mi muslo.

—Vamos, Sra. Malik. —Su sonrisa se amplía.

Tomo su mano y la pongo de nuevo en su rodilla.

—Bueno, puedes mantener tus manos para ti mismo.

Él sonríe.

—Como usted quiera, Sra. Malik.

Maldita sea. Este juego va a volverse en mi contra.

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