lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 25.

— ¿No debería ser pies descalzos y embarazada en la cocina? —Sonrío con satisfacción.

Él se queda quieto, todo su cuerpo tenso contra mí.

—Todavía no —declara, la aprehensión clara en su voz.

—¡No! ¡Todavía no!

Se relaja.

—En eso estamos de acuerdo, Sra. Malik.

—Tú quieres hijos, sin embargo, ¿no?

—Claro. En algún momento. Pero no estoy dispuesto a compartirte por el momento. —Él besa mi cuello.

Oh... ¿compartir?

—¿Qué estás haciendo? Se ve bien. —Me besa detrás la oreja, y yo sé que es para distraerme. Un cosquilleo delicioso viaja por mi columna vertebral.

—Bocadillos. —Sonrío, recuperando mi sentido del humor.

Sonríe contra mi cuello y mordisquea el lóbulo de mi oreja.

—Mmm. Mis favoritos.

Lo empujo con mi codo.

—Sra. Malik, acaba de herirme. —Se agarra su costado como si le doliera.

—Debilucho —murmuro con desaprobación.

—¿Debilucho? —pronuncia con incredulidad. Él golpea mi trasero, haciéndome gritar— Apúrate con mi comida, muchacha. Y más tarde te mostraré cómo de debilucho puedo ser. —Él me golpea juguetonamente una vez más y va al refrigerador.

—¿Quieres una copa de vino? —pregunta.

—Por favor.

Zayn extiende los planos de Gia a lo largo de la barra de desayuno. Ella realmente tiene algunas ideas espectaculares.

—Me encanta su propuesta de convertir toda la parte trasera de la planta baja en vidrio, pero...

—¿Pero? —solicita Zayn.

Suspiro.

—No quiero quitar todo el carácter de la casa.

—¿El carácter?

—Sí. Lo que Gia está proponiendo es muy radical, pero... bueno... Me enamoré de la casa tal como es... con verrugas y todo.

La frente de Zayn se arruga como si eso le repugnara.

—A mí como que me gusta de la forma en la que es —le susurro. ¿Esto va a hacerlo enojar?

Me mira fijamente.

—Quiero que esta casa sea de la forma que tú quieras. Lo que sea que quieras. Es tuyo.

—También quiero que te guste. Que seas feliz en ella.

—Seré feliz donde sea que estés. Es así de simple Anastasia. —Su mirada sostiene la mía. Él es total y absolutamente sincero. Pestañeo hacia él mientras mi corazón se expande. Dios, él realmente me ama.

—Bueno —trago luchando contra el pequeño nudo de emoción que llega a mi garganta— Me gusta la pared de cristal. Quizás podríamos pedirle que incorpore a la casa un poco más de simpatía.

Zayn sonríe.

—Claro. Cualquier cosa que quieras. ¿Qué pasa con los planos del piso de arriba y el sótano?

—Estoy bien con eso.

—Bien.

Bueno... Me armo de valor para hacerle la pregunta del millón de dólares.

—¿Quieres poner una sala de juegos? —Siento el oh-tan-familiar rubor arrastrarse por mi cara mientras pregunto. Las cejas de Zayn se disparan.

—¿Quieres tú? —responde, sorprendido y divertido a la vez.

Me encojo de hombros.

—Em... si tú quieres.

Me mira por un momento.

—Vamos a dejar nuestras opciones abiertas por el momento. Después de todo, esta será una casa familiar.

Estoy sorprendida por la punzada de decepción que siento. Supongo que está en lo correcto... aunque ¿cuándo vamos a tener una familia? Podrían ser años.

—Además, podemos improvisar. —Sonríe con suficiencia.

—Me gusta improvisar —susurro.

Sonríe.

—Hay algo que quiero discutir. —Zayn apunta al dormitorio principal, y comenzamos una detallada discusión sobre los baños y los vestidores separados.

Cuando terminamos, son las nueve y media de la noche.

—¿Vas a volver a trabajar? —pregunto mientras Zayn enrolla los planos.

—No si no quieres —sonríe—. ¿Qué te gustaría hacer?

—Podríamos ver televisión. —No quiero leer, y no quiero ir a la cama... aún.

—Bien —acepta Zayn con gusto, y lo sigo a la sala de televisión.

Nos hemos sentado aquí tres, quizá cuatro veces en total, y Zayn por lo general lee un libro. Él no está interesado en la televisión en absoluto. Me acurruco a su lado en el sofá, metiendo las piernas por debajo de mí y descansando la cabeza sobre su hombro. Enciende el televisor de pantalla plana con el control remoto y pasa a través de los canales sin pensar.

—¿Alguna tontería específica que quieras ver?

—No te gusta mucho la televisión ¿cierto? —murmuro sardónicamente.
El niega con la cabeza.

—Es una pérdida de tiempo. Pero voy a ver algo contigo.

—Creí que podríamos besuquearnos.

Dispara su rostro al mío.

—¿Besuquearnos? —Me mira como si me hubieran crecido dos cabezas.

Deja de cambiar los canales, dejando el televisor encendido en una telenovela española.

—Sí. — ¿Por qué está tan horrorizado?

—Podríamos ir a la cama y besuquearnos.

—Hacemos eso todo el tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que te besuqueaste delante de la televisión? —pregunto, tímida y burlona a la vez.

Se encoge de hombros y sacude la cabeza. Presionando el control remoto de nuevo, el pasa a través de otros pocos canales poco antes de decidirse por un viejo episodio de Expediente X.

—¿Zayn?

—Nunca he hecho eso —dice tranquilamente.

—¿Nunca?

—No.

—¿Ni siquiera con la Sra. Robinson?

Resopla.


—Nena, hice un montón de cosas con la Sra. Robinson. Besuquearnos no era una de ellas. —Me sonríe con satisfacción y luego entrecierra los ojos con divertida curiosidad— ¿Tú lo has hecho?

Me ruborizo.

—Por supuesto. —Bueno más o menos...

—¡¿Qué?! ¿Con quién?

Oh no. No quiero tener esta discusión.

—Dímelo —insiste.

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