lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 27.

Su mano retrocede para concentrarse en mi pezón una vez más y raspa sus dientes a lo largo de mi mandíbula.

—¿Sabes lo caliente que eres, Anastasia? —Su voz es ronca ya que él se mece más duro contra mí. Abro mi boca para articular una respuesta y fallo miserablemente, gimiendo en voz alta. Él captura mi boca una vez más, tirando mi labio de abajo con sus dientes antes de sumergir su lengua en mi boca otra vez. Él suelta mi otra muñeca y mis manos viajan avariciosamente por sus hombros y en su pelo mientras me besa. Cuando tiro de su pelo, él gime y levanta sus ojos a los míos.

—Ah...

—¿Te gusta cuando te toco? —susurro.

Su ceja se arruga brevemente como si él no entendiera la pregunta. Deja de oprimirse contra mí.

—Claro que sí. Te amo tocándome, Anastasia. Parezco un hombre hambriento en un banquete cuando viene tu toque. —Su voz tararea con la sinceridad apasionada.

Se arrodilla entre mis piernas y me arrastra hasta quitarme el top. Estoy desnuda debajo. Agarrando el dobladillo de su camisa, él tira de ello sobre su cabeza y lo lanza al suelo, luego me tira en su regazo mientras se arrodilla, sus brazos agarrando sólo encima de mi trasero.

—Tócame —respira él.

Oh Dios… Tentativamente alcanzo y rozo débilmente las puntas de mis dedos por el ligero pelo del pecho sobre su esternón, sobre sus cicatrices de quemaduras. Inspira bruscamente y sus pupilas se dilatan, pero no con miedo. Es una respuesta sensual a mi toque. Me mira atentamente ya que mis dedos flotan delicadamente sobre su piel, primero a un pezón y luego el otro. Ellos se fruncen bajo mi caricia. Inclinándome adelante, planto besos suaves en su pecho, y mis manos se mueven a sus hombros, sintiendo las líneas duras, esculpidas de tendón y músculo. ¡Santo Dios!... él está en buenas condiciones.

—Te quiero —murmura y es una luz verde a mi libido. Mis dedos se mueven en su pelo, empujando hacia atrás su cabeza así puedo reclamar su boca, fuego lamiendo caliente y fuerte en mi vientre. Él gime y me empuja atrás al sofá. Se sienta y arranca mis pantalones, abriendo su bragueta al mismo tiempo.

—Home Run —él susurra, y rápidamente me llena.

—Ah... —gimo y se queda quieto, agarrando mi cara entre sus manos.

—Te amo, Sra. Malik —murmura y muy despacio, muy suavemente, hace el amor conmigo hasta que yo me vengo en pedazos, gritando su nombre y envolviéndome alrededor de él, no queriendo dejarlo ir nunca.

Me tumbo en su pecho. Estamos en el suelo del cuarto de la TV.

—Sabes, evitamos completamente la tercera base. —Mis dedos remontan la línea de sus músculos pectorales.

Él se ríe.

—La próxima vez, Sra. Malik. —Besa la cumbre de mi cabeza.

Alzo la vista para contemplar la pantalla de televisión donde los créditos del final de Expediente X pasan. Zayn alcanza el control remoto y enciende el sonido de vuelta.

—¿Te gusta esa serie? —pregunto.

—Cuando era niño.

Ah... Zayn como un niño... kick boxing, Archivos X y ningún toque.

—¿A ti? —pregunta.

—Es anterior a mi época.

—Eres tan joven. —Zayn sonríe afectuosamente—. Me gusta besuquearme contigo, Sra. Malik.

—Lo mismo digo, Sr. Malik. —Beso su pecho, y nos recostamos silenciosamente mirando mientras Expediente X termina y comienzan los anuncios.

—Han sido unas tres semanas divinas. A pesar de las persecuciones de coches, incendios y psicópatas ex-jefes. Como estar en nuestra propia burbuja privada —refunfuño como si estuviera soñando.

—Mmm —Zayn tararea profundamente en su garganta— No estoy seguro de estar listo para compartirte con el resto del mundo aún.

—De vuelta a la realidad mañana —murmuro, tratando de guardar la melancolía de mi voz.

Zayn suspira y dirige su otra mano por su pelo.

—La seguridad será estricta… —Puse mi dedo sobre sus labios. No quiero oír esta conferencia otra vez.

—Lo sé. Estaré bien. Lo prometo. —Lo que me recuerda... me muevo, apoyándome en mis codos para verlo mejor— ¿Por qué le gritabas a Sawyer?

Él se pone rígido inmediatamente. Oh mierda.

—Porque fuimos seguidos.

—No es culpa de Sawyer.

Él me mira fijamente sin emoción alguna.

—Ellos nunca deberían haberte dejado llegar tan lejos conduciendo. Saben esto.

Me sonrojo con aire de culpabilidad y reanudo mi posición, apoyándome en su pecho. Fue mi culpa. Quise escaparme de ellos.

—Eso no fue…

—¡Suficiente! —Zayn es de repente cortante—. Esto no está en discusión, Anastasia. Es un hecho, y ellos no lo dejarán pasar otra vez.

—Bien —refunfuño, aplacándole. No quiero luchar— ¿Alcanzó Ryan a la mujer en el Dodge?

—No. Y no estoy convencido de que fuera una mujer.

—¿Ah? —Alzo la vista otra vez.

—Sawyer vio a alguien con el pelo recogido hacia atrás, pero fue una breve mirada. Él supuso que era una mujer. Ahora, dado que has identificado a aquel hijo de puta, tal vez era él. Lleva el pelo así.

La repugnancia en la voz de Zayn es palpable.
No sé qué hacer con estas noticias. Zayn dirige su mano bajo mi espalda desnuda, distrayéndome.

—Si algo te pasara... —murmura, sus ojos amplios y serios.

—Lo sé —susurro— Siento lo mismo sobre ti. —Tiemblo ante el pensamiento.

—Vamos. Te estás poniendo fría —dice, sentándose— Vamos a acostarnos. Podemos cubrir la tercera base allí.

Él sonríe lascivamente, tan voluble como siempre, apasionado, enfadado, ansioso, atractivo, mi Cincuenta Sombras. Tomo su mano y él me pone de pie, y sin una puntada, lo sigo por el gran cuarto al dormitorio.


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