lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 18.

Mientras terminamos nuestro postre de fresas con crema, los cielos se abren e inesperadamente nos empapan. Todos saltamos para recoger los platos y copas de la mesa, depositándolos en la cocina.

—Es bueno que el clima se mantuvo hasta que terminamos —dice Grace satisfecha, mientras derivamos dentro de la habitación de estar trasera.

Zayn se sienta en el brillante piano vertical negro, presiona suavemente el pedal y comienza a tocar una melodía que no puedo ubicar inmediatamente.

Grace me pregunta mis impresiones de Saint Paul de Vence. Ella y Carrick fueron hace años, durante su luna de miel y se me ocurre que eso es un buen presagio, viendo cuán felices están juntos ahora. Kate y Elliot están acurrucándose en uno de los grandes sillones mullidos, mientras Ethan, Mia y Carrick están en una profunda conversación acerca de la psicología, creo.

Repentinamente, como uno, todos los Malik dejan de hablar y miran boquiabiertos a Zayn.

¿Qué?

Zayn está cantando suavemente para sí mismo en el piano.

El silencio desciende sobre todos nosotros mientras aguzamos el oído para escuchar su voz suave y lírica. Yo lo he escuchado cantar antes ¿ellos no? Él se detiene, repentinamente consciente del silencio sepulcral que ha caído sobre la habitación. Kate me mira de manera inquisidora y me encojo de hombros. Zayn gira el banquillo y frunce el ceño, avergonzado al darse cuenta que se ha convertido en el centro de atención.

—Continúa —urge Grace suavemente—. Nunca te he escuchado cantar, Zayn. Jamás. —Ella lo mira maravillada. Él sentado en el taburete del piano, mirando distraídamente hacia ella, y después de un latido, se encoge de hombros. Sus ojos parpadean nerviosamente hacia mí, luego sobre las ventanas francesas. El resto de la habitación estalla repentinamente en un parloteo y yo me quedo observando a mi querido esposo.

Grace me distrae, agarrando mis manos luego repentinamente envolviéndome en sus brazos.

—¡Oh querida niña! Gracias, gracias —susurra ella, de modo que sólo yo puedo escucharlo. Trae un bulto a mi garganta.

—Uhm… —La abrazo de vuelta, no muy segura de por qué estoy siendo agradecida. Grace sonríe, sus ojos brillantes y besa mi mejilla. ¿Qué habré hecho?

—Voy a hacer algo de té —dice ella, su voz ronca con lágrimas no derramadas.

Deambulo hacia Zayn quien está ahora de pie, mirando a través de las ventanas francesas.

—Hola —murmuro.

—Hola. —Él pone su brazo alrededor de mi cintura, jalándome hacia él, y yo deslizo mi mano en el bolsillo trasero de sus jeans. Contemplamos la lluvia.

—¿Te sientes mejor?

Asiento.

—Bien.

—Tú ciertamente sabes cómo silenciar una habitación.

—Lo hago todo el tiempo —dice y me sonríe.

—En el trabajo, sí, pero no aquí.

—Cierto, no aquí.

—¿Nadie te ha escuchado cantar? ¿Nunca?

—Parece que no —dice secamente— ¿Nos vamos?

Miro hacia él, tratando de evaluar su estado de ánimo. Sus ojos son suaves, cálidos y ligeramente perplejos. Decido cambiar de tema.

—¿Vas a darme nalgadas? —susurro, y repentinamente hay mariposas en mi estómago. Quizás esto es lo que necesito… esto es lo que he estado extrañando.

Él mira abajo hacia mí, sus ojos oscureciéndose.

—No quiero herirte, pero estoy más que feliz de jugar.

Miro nerviosamente alrededor de la gran habitación, pero estamos fuera del alcance del oído.

—Sólo si se porta mal Sra. Malik —se inclina y murmura en mi oreja.

¿Cómo puede poner tanta promesa sexual en siete palabras?

—Veré que puedo hacer. —Sonrío.

Nos despedimos, caminamos hacia el coche.

—Toma. —Zayn me arroja las llaves del R8—. No me lo abolles —añade todo seriedad—, o me voy a cabrear mucho.
Mi boca se seca. ¿Él está dejándome conducir su coche? Mi diosa interna se agita en sus guantes de cuero de conducción y zapatos planos. ¡Oh sí! Grita.

—¿Estás seguro? —pronuncio, aturdida.

—Sí, aprovecha antes de que cambie de opinión.

No creo que nunca haya sonreído tan duro. Él rueda sus ojos y abre la puerta del conductor para que así pueda subir. Enciendo el motor antes de que él siquiera haya llegado al lado del pasajero y salta rápidamente.

—¿Impaciente Sra. Malik? —pregunta con una sonrisa irónica.

—Mucho.

Lentamente, salgo marcha atrás con cuidado y lo giro en el camino. He conseguido no calarlo, sorprendiéndome a mí misma. Chico, el embrague es sensible. Conduzco cuidadosamente, miro en mi espejo retrovisor y veo a Sawyer y Ryan subir en el Audi SUV. No tenía ni idea de que nuestra seguridad nos ha seguido hasta aquí. Me detengo antes de salir a la carretera principal.

—¿Estás seguro de esto?

—Sí —dice Zayn duramente, diciéndome que él no está seguro sobre esto en absoluto. Oh mi pobre, pobre Cincuenta. Quiero reírme de ambos, de él y de mí misma porque estoy nerviosa y emocionada. Una pequeña parte de mí quiere perder a Sawyer y Ryan sólo por placer. Reviso el tráfico luego muevo lentamente el R8 afuera hacia la carretera. Zayn se enrosca en tensión y no puedo resistirlo. El camino está despejado. Dejo mi pie bajar sobre el acelerador y nos dispara hacia adelante.

—¡Caray! ¡Anastasia! —Grita Zayn—. ¡Baja la velocidad… vas a matarnos!
Inmediatamente suelto el acelerador. Guau, ¡este coche se puede mover!

—Lo siento —murmuro, tratando de sonar arrepentida y fallando miserablemente. Zayn me da una sonrisita, para esconder su alivio, creo.

—Bueno, eso cuenta como mal comportamiento —dice casualmente y desacelero más.

Miro por el espejo retrovisor. No hay señal del Audi, sólo un solitario coche oscuro con cristales polarizados detrás de nosotros. Imagino que Sawyer y Ryan se pusieron nerviosos, frenéticos para ponerse al día y por alguna razón esto me hace estremecer. Pero no quiero darle a mi querido esposo un infarto, decido comportarme y conducir constantemente con creciente confianza hacia el puente 520.

Repentinamente, Zayn suelta un taco y se pelea con sus vaqueros para poder sacar la BlackBerry del bolsillo.

—¿Qué? —Chasquea airadamente a quién sea que esté en el otro extremo de la línea— No —dice él y mira detrás de nosotros— Sí, ella está conduciendo.

Compruebo brevemente el espejo retrovisor, pero no veo nada extraño, sólo unos pocos coches detrás de nosotros. El SUV está cerca de cuatro coches atrás y todos estamos avanzando al mismo ritmo.

—Ya veo. —Zayn suspira largo y duro, y toca su frente con sus dedos, la tensión irradia de él. Algo está mal.

—Sí… no lo sé. —Me mira y baja el teléfono de su oreja— Estamos bien. Sigue adelante —dice calmadamente, sonriéndome, pero la sonrisa no toca sus ojos. ¡Mierda! La adrenalina pincha a través de mi sistema. Él toma el teléfono nuevamente.

—De acuerdo en el 520. Tan pronto como lo alcancemos… Sí… lo haré.
Él encaja el teléfono en la horquilla del altavoz, poniéndolo en manos libres.

—¿Qué está mal Zayn?

—Simplemente ve a dónde vas nena —dice suavemente.

Estoy dirigiéndome a la rampa del 520 en dirección a Seattle. Cuando miro a Zayn, él está mirando fijamente hacia adelante.

—No quiero que entres en pánico —dice calmadamente—. Pero tan pronto como estemos propiamente en el 520, quiero que pises el acelerador. Estamos siendo seguidos.



¡Seguidos! Santa mierda. Mi corazón da bandazos en mi boca, pulsando, mi cuero cabelludo pica y mi garganta se contrae con pánico. ¿Seguidos por quién? Mis ojos se lanzan al espejo retrovisor y efectivamente, el coche oscuro que vi más temprano todavía está detrás de nosotros. ¡Joder! ¿Es ese? Entrecierro los ojos a través del parabrisas tintado para ver quién está conduciendo, pero no veo nada.

—Mantén tus ojos en la carretera, nena —dice Zayn gentilmente, no en el truculento tono que usa normalmente cuando se trata de mi conducción.

¡Contrólate! Mentalmente me abofeteo a mí misma para someter el pavor que amenaza con hundirme. ¿Se supone que quién sea que nos sigue está armado? ¡Armado y detrás de Zayn! ¡Mierda! Soy golpeada por una ola de náuseas.

—¿Cómo sabemos que estamos siendo seguidos? —Mi voz es un susurro chirriante entrecortado.

—El Dodge detrás de nosotros lleva matrículas falsas.

¿Cómo sabe eso?

Señalo mientras nos aproximamos al 520 desde la vía de acceso.
Es el final de la tarde y aunque la lluvia ha cesado, la carretera está mojada. Afortunadamente el tráfico es razonablemente ligero.
La voz de Ray resuena en mi cabeza de una de sus muchas clases de autodefensa. “Es el pánico lo que te puede matar o hacer que sufras heridas graves, Anastasia”.

Tomo un profundo aliento, tratando de traer mi respiración bajo control. Quién sea que nos está siguiendo está detrás de Zayn. Mientras tomo otro profundo aliento estabilizador, mi mente empieza a aclararse y mi estómago se calma. Tengo que mantener a Zayn a salvo. Quería conducir este coche y quería conducirlo rápido. Bueno, aquí está mi oportunidad. Agarro el volante y tomo un último vistazo en mi espejo retrovisor. El Dodge está acercándose.

Ralentizo más, ignorando el repentino vistazo que me da Zayn y programo mi entrada en el 520 para que así el Dodge tenga que frenar y detenerse para esperar una brecha en el tráfico. Suelto la marcha y lo piso. El R8 se dispara hacia adelante, golpeándonos a ambos en las espaldas de nuestros asientos. El velocímetro se levanta hasta 120 k/h.

—Tranquila nena —dice Zayn calmadamente, aunque estoy segura de que él está todo menos calmado.

Zigzagueo entre dos líneas de tráfico como una ficha negra en un juego de damas, saltando efectivamente los coches y camiones. Estamos tan cerca del lago en este puente, es como si estuviéramos conduciendo en el agua.

Zayn aprieta sus manos juntas en su regazo, manteniéndose tan tranquilo como sea posible y a pesar de mis enfebrecidos pensamientos, me pregunto vagamente si él está haciéndolo para así no distraerme.

—Buena chica —respira en ánimo. Echa un vistazo detrás de él—. No puedo ver el Dodge.

—Estamos justo detrás del sudes Sr. Malik. —La voz de Sawyer viene a través del manos libres—. Está tratando de alcanzarlos, señor. Vamos a intentar alcanzarlo y pasarlo a un lado, poniéndonos entre su coche y el Dodge.

¿Sudes? ¿Qué significa eso?

—De acuerdo. La Sra. Malik lo está haciendo bien. A este ritmo, siempre y cuando el trafico permanezca ligero, y desde lo que puedo ver lo está, estaremos fuera del puente en pocos minutos.

—Bien, Señor.

Parpadeamos pasando la torre de control del puente y sé que estamos a medio camino atravesando el Lago Washington. Cuando reviso mi velocidad, sigo a ciento veinte.

—Lo estás haciendo realmente bien Anastasia—murmura Zayn otra vez mientras mira fijamente hacia la parte posterior del R8. Por un momento fugaz, su tono me recuerda a nuestro primer encuentro en su sala de juegos cuando él pacientemente me alentó a través de nuestra primera escena.

El pensamiento me distrae y lo despido inmediatamente.

—¿A dónde me dirijo? —pregunto, moderadamente más calmada. Tengo el control del coche ahora. Es una alegría conducirlo, tan silencioso y fácil de manejar que es difícil de creer cuán rápido estamos yendo.
Conducir a esta velocidad en este coche es fácil.

—Sra. Malik diríjase por la I-5 y después al sur. Queremos ver si el Dodge los sigue todo el camino —dice Sawyer en el manos libres. Los semáforos en el puente están verdes, gracias al cielo, y corro hacia adelante.

Miro nerviosamente a Zayn y él me sonríe tranquilizadoramente. Luego su rostro cae.

—¡Mierda! —dice suavemente.

Hay una línea de tráfico delante mientras salimos del puente, tengo que frenar. Mirando ansiosamente en el espejo una vez más, creo que diviso al Dodge.

—¿Más o menos 10 coches atrás?

—Sí, lo veo —dice Zayn, asomándose a través de la estrecha ventana trasera— Me pregunto ¿quién coño es?

—Yo también. ¿Sabemos si conduce un hombre? —suelto hacia la horquilla del BlackBerry.

—No Sra. Malik. Puede ser un hombre o una mujer. La tintura es demasiado oscura.

—¿Una mujer? —dice Zayn.

Me encojo de hombros.

—¿Tu Sra. Robinson? —sugiero, sin quitar mis ojos de la carretera.

Zayn se tensa y levanta el BlackBerry de su soporte.


—Ella no es mi Sra. Robinson —gruñe— No he hablado con ella desde mi cumpleaños. Y Elena no haría esto. No es su estilo.

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