miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 52.

Abro mis ojos. Algo va mal. Zayn no está en la cama, aunque aún está oscuro. Mirando la alarma de la radio, veo que son las tres y veinte de la madrugada. ¿Dónde está Zayn? Luego oigo el piano.
Saltando rápidamente de la cama, tomo mi bata y corro por el pasillo al gran salón. La melodía que toca es tan triste, un lamento agonizante que le oí tocando antes. Me detengo en el umbral para verlo en un charco de luz mientras la música invade el cuarto. Cuando termina vuelve a comenzar la misma pieza. ¿Por qué una canción tan lastimera? Me abrazo a mí misma y escucho hechizada cómo toca. Pero mi corazón duele. ¿Por qué tan triste Zayn? ¿Es por mí? ¿Acaso yo hice esto? Cuando termina, para comenzarla por tercera vez consecutiva, ya no lo puedo soportar. No me mira cuando me acerco al piano, pero se mueve para que me siente a su lado. Sigue tocando, y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Besa mi cabello pero no deja de tocar hasta que termina la pieza. Levanto la vista y me está mirando cautelosamente.

—¿Te desperté? —pregunta.

—Sólo porque no estabas. ¿Cómo se llama esa pieza?

—Es de Chopin. Es uno de sus preludios en Mi menor. —Hace una pausa—. Se llama Sofocación…

Tomo su mano.

—Todo esto realmente te afectó, eh.

Bufa.

—Un imbécil trastornado se mete en mi departamento para secuestrar a mi mujer. Ella no hace lo que se le dice. Ella me vuelve loco. Usa las palabras de seguridad en mí. —Cierra los ojos y cuando los vuelve a abrir, se ven duros—. Sí, estoy bastante afectado.

Aprieto su mano.

—Lo lamento.

Presiona su frente contra la mía.

—Soñé que estabas muerta —susurra.

¿Qué?

—Yacías en el suelo... tan fría… y no te levantabas.

Oh, Cincuenta.

—Ey, sólo fue un mal sueño. —Estirándome, tomo su cara entre mis manos. Sus ojos queman los míos y la agonía que veo es sofocante—. Estoy aquí y estoy fría sin ti en la cama. Vuelve a la cama, por favor.

Tomo su mano y me pongo de pie, esperando a ver si realmente me seguirá. Finalmente él también se pone de pie. Está usando el pantalón de su pijama, y cae de esa forma que le queda tan bien, y quiero pasar mis dedos por el elástico de la cintura, pero me resisto y lo llevo al cuarto.

Cuando me despierto está acurrucado a mi lado, durmiendo pacíficamente. Me relajo y disfruto su calor que me envuelve, su piel en la mía. Me quedo muy quieta, sin querer molestarlo.

Hombre, qué tarde. Siento como si me hubiera arrollado un tren, el tren de alta velocidad que es mi marido. Cuesta creer que el hombre que yace a mi lado, con una mirada tan serena y joven en su sueño, se sentía tan torturado anoche… y me torturó tanto a mí. Miro el techo, y se me ocurre que siempre pienso en Zayn como alguien dominante y fuerte, pero la verdad es que es tan frágil, mi chico perdido. Y la ironía es que me ve como alguien frágil, y no creo que lo sea. Comparada con él, yo soy fuerte.
¿Pero soy lo suficientemente fuerte para ambos? ¿Lo suficientemente para hacer lo que se me dice y darle algo de paz mental? Suspiro. No me pide mucho. Recuerdo nuestra charla de anoche. ¿Decidimos algo más que intentarlo con más fuerza ambos? La línea final es que amo a este hombre, y necesito invocar un acuerdo para ambos. Uno que me permita mantener mi integridad e independencia pero que me deje ser más para él. Yo soy su más, y él es el mío. Resuelvo hacer un esfuerzo especial este fin de semana de no hacerlo preocupar por nada.
Zayn se estira y levanta su cabeza de mi pecho, mirándome adormecido.

—Buenos días Sr. Malik. —Sonrío.

—Buenos días Sra. Malik. ¿Dormiste bien? —Se recuesta a mi lado.

—Cuando mi marido dejó de hacer ese terrible ruido en el piano, sí, lo hice.

Sonríe con su sonrisa tímida, y me derrito.

—¿Terrible ruido? Me aseguraré de enviarle un correo a la señorita Kathie para hacerle saber.

—¿Señorita Kathie?

—Mi maestra de piano.

Río.

—Ese es un sonido encantador —dice— ¿Acaso hoy será un mejor día?

—Claro —concuerdo— ¿Qué quieres hacer?

—Después de hacerle el amor a mi esposa, y que ella me haga el desayuno, me gustaría llevarla a Aspen.

Lo miro.

—¿Aspen?

—Sí.

—¿Aspen, Colorado?

—El mismo. A no ser que lo hayan mudado. Después de todo, pagaste veinticuatro mil dólares por esa experiencia.

Le sonrío.

—Ese era tu dinero.

—Nuestro dinero.

—Era tuyo cuando lo gasté. —Pongo los ojos en blanco.

—Oh, Sra. Malik, tú y tus ojos en blanco —susurra mientras pasa su mano por mi cadera.

—¿No tomará horas llegar a Colorado? —pregunto para distraerlo.

—No en jet —dice distraídamente mientras su mano llega a mi cintura.

Por supuesto, mi marido tiene un jet. ¿Cómo pude olvidarlo? Su mano sigue recorriendo mi cuerpo, levantando mi camisón mientras avanza, y pronto me olvido de todo.



Taylor nos lleva a la pista en el aeropuerto y da la vuelta hacia donde nos espera el jet MEH. Es un día gris en Seattle, pero me niego a dejar que el clima me baje el ánimo. Zayn está mucho más animado. Está emocionado por algo, iluminado como la navidad e inquieto como un chiquillo con un gran secreto. Me pregunto qué habrá maquinado. Se ve soñador, con el cabello alborotado, una camiseta blanca, y vaqueros negros. Para nada un Gerente General hoy. Toma mi mano mientras Taylor para a pocos metros del jet.

—Te tengo una sorpresa —murmura y me besa los nudillos.

Le sonrío.

—¿Es una buena?

—Eso espero. —Sonríe cálidamente.

Mmm… ¿qué puede ser?

Sawyer se baja y abre mi puerta. Taylor abre la de Zayn y toma nuestras maletas del maletero. Stephan está esperando arriba de las escaleras cuando entramos en el avión. Miro la cabina de mando y veo al Primer Oficial Beighley manejando el increíble panel de control.

Zayn y Stephan se dan la mano.

—Buenos días señor. —Stephan sonríe.

—Gracias por acceder con tan poco aviso. —Zayn le devuelve la sonrisa— ¿Ya llegaron nuestros invitados?

—Sí, señor.

¿Invitados? Me doy vuelta y jadeo. Kate, Elliot, Mia y Ethan están todos sonriendo sentados en los asientos de cuero color crema. ¡Guau! Me vuelvo hacia Zayn.

—¡Sorpresa! —dice.

—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? —murmuro, intentando contener mi sorpresa y alegría.

—Dijiste que no veías a tus amigos lo suficiente. —Se encoge de hombros y me sonríe a modo de disculpa.

—Oh, Zayn, gracias. —Le arrojo mis brazos alrededor de su cuello y lo beso frente a todos. Pone sus manos en mi cadera, enganchando sus pulgares en los ojales para el cinturón de mis vaqueros, y profundiza el beso.

Santo cielo.

—Sigue así y te arrastraré al dormitorio —murmura.

—No te atreverías —susurro en sus labios.

—Oh, Anastasia. —Sonríe, sacudiendo la cabeza.

Me libera y sin previo aviso, se agacha, toma mis piernas, y me carga sobre su hombro.

—¡Zayn, bájame! —le golpeo la espalda.

Llego a ver la sonrisa de Stephen mientras se da vuelta y entra en la cabina de control. Taylor está de pie en la puerta, intentando contener la risa. Ignorando mis ruegos y golpes, Zayn pasa junto a Mia y Ethan en la estrecha cabinas, quienes están sentados uno frente a otro en asientos individuales, pasa a Kate y Elliot, que están sacudiéndose de la risa.

—Si me disculpan —les dice a nuestros invitados— Tengo que discutir algo con mi esposa en privado.

—¡Zayn! —Grito— ¡Bájame!

—Todo a su tiempo, cariño.

Puedo ver a Mia, Kate y Elliot riendo. ¡Maldición! Esto no es divertido, es vergonzoso. Ethan nos mira, con la boca abierta sorprendido, mientras desaparecemos en la cabina.

Zayn cierra la puerta detrás de él y me libera, dejándome caer por su cuerpo lentamente, por lo que siento todos sus músculos en mi camino. Me da su sonrisa infantil, claramente satisfecho.

—Ese fue todo un espectáculo, Sr. Malik —murmuro, cruzándome de brazos y mirándolo indignada.

—Eso fue divertido, Sra. Malik. —Y su sonrisa se ensancha. Oh, hombre. Se ve tan joven.

—¿Vas a seguir con esto? —Arqueo una ceja, no muy segura de cómo sentirme. Quiero decir, los otros van a oírnos, por el amor de Dios. De repente, me siento tímida. Mirando ansiosamente la cama, siento un rubor teñir mis mejillas mientras recuerdo nuestra noche de bodas. Hablamos tanto ayer, hicimos tanto ayer. Siento como si hubiéramos abierto una nueva puerta, pero ese es el problema. Es desconocida.
Mis ojos se encuentran con la intensa pero divertida mirada de Zayn, y no puedo seguir con una expresión seria. Su risa es muy contagiosa.

—Supongo que sería desconsiderado hacer esperar a nuestros invitados —dice tontamente mientras avanza un paso hacia mí.

¿Desde cuándo le importa lo que piense la gente? Retrocedo contra la pared de la cabina y él me atrapa, manteniéndome en mi lugar con el calor de su cuerpo. Se inclina y acaricia mi nariz con la suya.

—¿Buena sorpresa? —susurra, y noto un tono de ansiedad en su voz.

—Oh Zayn, fue una magnífica sorpresa. —Paso mi mano por su pecho, la envuelvo en su cuello, y lo beso.

—¿Cuándo organizaste todo? —pregunto cuando retrocedo, acariciando su cabello.

—Anoche, cuando no podía dormir. Les envíe un correo electrónico a Elliot y Mia, y aquí están.

—Eso fue muy considerado. Gracias. Lo vamos a pasar genial.

—Eso espero. Creí que sería más fácil evadir a la prensa de Aspen que la de casa.

¡Los paparazzi! Tiene razón. Si nos hubiéramos quedado en Escala, estaríamos atrapados allí. Un temblor recorre mi espalda cuando recuerdo los flashes de las cámaras de los fotógrafos que Taylor tuvo que alejar esta mañana.

—Ven. Será mejor que nos sentemos, Stephan despegará pronto. —Me ofrece su mano y caminamos de vuelta a la cabina juntos.

Elliot aplaude cuando entramos.


—¡Eso sin duda fue un servicio a bordo rápido! —Se burla.

Zayn lo ignora.

—Por favor, damas y caballeros, permanezcan sentados dado que pronto comenzará el despegue.

La voz de Stephan resuena tranquila y autoritariamente en la cabina. La mujer morena, umm… ¿Natalie?, que estaba en el vuelo de nuestra noche de bodas aparece y se lleva las tazas de café vacías.
Natalia… su nombre es Natalia.

—Buenos días Sr. Malik, Sra. Malik —dice con un ronroneo.

¿Por qué me hace sentir incómoda? Quizás porque es morena. Zayn ya ha admitido que jamás emplea morenas porque las encuentra atractivas. Él le sonríe amablemente a Natalia y se desliza alrededor de la mesa para sentarse frente a Elliot y Kate. Abrazo a Kate y Mia y saludo a Ethan y Elliot antes de sentarme y acurrucarme junto a Zayn. Pone su mano en mi rodilla y la presiona cariñosamente. Parece relajado y feliz a pesar de que tenemos compañía. Me pregunto por qué no puede ser siempre así, nada dominante.

—Espero que hayas empacado tus botas de escalar —dice con un tono cálido.

—¿No vamos a esquiar?

—Eso sería un desafío en agosto —dice divertido.

Oh, claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario