lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 10.

¿Qué demonios está haciendo? Regresa momentos después, trayendo un vaso de agua, una jarra, mi cuchilla, su cepillo de afeitar, jabón y una toalla. Pone todo en la mesa de noche y baja la mirada hacia mí, sosteniendo la toalla.

¡Oh no! Mi subconsciente cierra de golpe su “Obras completas” de Charles Dickens, salta de su silla, y pone sus manos en sus caderas.

—No, no, no —chillo.

—Sra. Malik, si un trabajo ha de ser hecho, merece ser bien hecho. Levante sus caderas. —Sus ojos brillan como una tormenta de verano gris.

—¡Zayn! No vas a depilarme.

Ladea su cabeza.

—¿Por qué no habría de hacerlo?

Me ruborizo… ¿No es obvio?

—Porque… simplemente es muy…

—¿Intimo? —susurra—Anastasia, estoy ansioso de intimidad contigo, lo sabes. Además, después de algunas de las cosas que has hecho, ahora no te pongas delicada conmigo. Y conozco esta parte de tu cuerpo mejor que tú.

Quedo boquiabierta ante él. De todos los arrogantes… cierto, lo hace. Sin embargo…

—Simplemente está mal. —Mi voz es remilgada y quejica.

—Esto no está mal, es excitante.

¿Excitante? ¿En serio?

—¿Esto te excita? —No puedo evitar el asombro en mi voz.

Bufa.

—¿No me crees? —Baja su mirada hacia su erección—Quiero depilarte —susurra.

Oh, qué demonios. Me recuesto, tirando mi brazo sobre mi rostro para no ver.

—Si te hace feliz, Zayn. Adelante. Eres muy extraño —murmuro, mientras alzo mis caderas, y el desliza la toalla debajo de mí. Besa mi entrepierna.

—Oh, nena, cuánta razón tienes.

Escucho el chapoteo del agua cuando hunde la brocha de afeitar en el vaso de agua, luego el suave remolino de la brocha en el recipiente. Toma mi tobillo izquierdo y separa mis piernas, y la cama se hunde cuando él se sienta entre ellas.

—Realmente me gustaría atarte en este momento —murmura.

—Prometo quedarme quieta.

—Bien.

Jadeo cuando desliza la brocha sobre mi pubis. Está tibio. El agua en el recipiente debe estar caliente. Me retuerzo un poco. Hace cosquillas… pero de buena manera.

—No te muevas —Zayn me amonesta y aplica de nuevo la brocha—. O te ataré —añade sombríamente, y un delicioso estremecimiento baja por mi columna.

—¿Has hecho esto antes? —pregunto tentativamente, cuando alcanza la cuchilla.

—No.

—Oh. Bien. —Sonrío.

—Otra primera vez, Sra. Malik.

—Mmm. Me gustan las primeras veces.

—A mí también, aquí vamos. —Y con una dulzura que me sorprende, desliza la cuchilla sobre mi sensible piel— Quédate quieta —dice distraídamente, y sé que está muy concentrado.

Toma tan sólo unos minutos antes de que tome la toalla y limpie el exceso de espuma.

—Listo… es más o menos como debe ser —medita, y finalmente levanto mi brazo para mirarlo mientras se sienta para admirar su trabajo.

—¿Feliz? —pregunto, mi voz ronca.

—Mucho. —Sonríe perversamente y lentamente desliza un dedo en mi interior.

*Fin Flashback*

—Fue divertido —dijo, sus ojos burlándose suavemente.

—Quizás para ti. —Trato de poner mala cara, pero él tiene razón… fue… excitante.

—Creo recordar que después fue muy satisfactorio. —Zayn vuelve para terminar su afeitado.

Le echo un vistazo rápido a mis dedos. Si, lo fue. No tenía ni idea de que la ausencia de vello púbico podía marcar tanta diferencia.

—Hey, sólo estoy bromeando. ¿No es eso lo que hacen los esposos que están perdidamente enamorados de sus esposas hacen? —Zayn ladea mi barbilla y me mira, sus ojos de repente llenos de aprehensión mientras se esfuerza por leer mi expresión.

Hmmm… tiempo de revancha.

—Siéntate —murmuro.

Parpadea hacia mí, sin entender. Lo empujo gentilmente hacia el taburete blanco en el baño. Se sienta, mirándome perplejo, y tomo la navaja de afeitar.

—Anastasia—advierte al darse cuenta de mi intención. Me agacho y lo beso.

—Cabeza hacia atrás —le susurro.

Él duda.

—Ojo por ojo, Sr. Malik.

Me mira con cautelosa, divertida incredulidad.
—¿Sabes lo que estás haciendo? —pregunta, en voz baja. Niego lentamente, deliberadamente, tratando de lucir tan seria como sea posible. Él cierra sus ojos, sacude su cabeza y luego inclina la cabeza hacia atrás en rendición.

Vaya, va a permitir que lo afeite. Mi diosa interna flexiona y extiende los brazos hacia afuera, sus dedos entrelazados, las palmas hacia afuera, calentando. Tentativamente deslizo mi mano en el cabello húmedo de la frente, sujetándolo con fuerza para mantenerlo quieto. Él aprieta los ojos cerrados y abre los labios mientras inhala. Muy suavemente, le acaricio con la navaja desde su cuello hasta su barbilla, dejando al descubierto un camino de piel debajo de la espuma. Zayn exhala.

—¿Pensaste que iba a hacerte daño?

—Nunca sé lo que vas a hacer, Anastasia. Pero no, no intencionalmente.

Paso la navaja arriba por su cuello, otra vez, abriendo un camino más amplio en la espuma.

—Nunca te haría daño intencionalmente, Zayn.

Abre sus ojos y cierra sus brazos a mí alrededor mientras yo suavemente paso la afeitadora por su mejilla hacia el comienzo de su patilla.

—Lo sé —dice, inclinando su cabeza, así puedo afeitar el resto de su mejilla. Dos trazos más y habré terminado.

—Todo listo, y ni una gota de sangre derramada. —Sonrío orgullosamente.

Él pasa la mano por mi pierna así mi camisón sube por mi muslo y me empuja sobre su regazo para que esté sentada sobre él. Me estabilizo con mis manos sobre sus brazos. Él es realmente musculoso.

—¿Puedo llevarte a algún lugar hoy?

—A tomar el sol no, ¿verdad? —le digo arqueando una ceja mordaz.

Se humedece los labios en un gesto nervioso.

—No, hoy no tomamos el sol. Tal vez te apetezca hacer otra cosa. Hay un sitio que podríamos visitar…

—Bueno, como estoy llena de los chupetones que tú me has hecho, lo que me impide absolutamente cualquier actividad con poca ropa, ¿por qué no? 

Decide sabiamente ignorar mi tono.

—Es un viaje, pero por lo que he leído vale la pena una visita. Mi padre nos recomendó visitarlo. Es una aldea llamada Saint Paul de Vence. Hay algunas galerías ahí. Pensé que podríamos escoger algunas pinturas o esculturas para la casa nueva, si encontramos algo que nos guste.

Me inclino hacia atrás y lo miro. Arte… él quiere comprar arte. ¿Cómo puedo comprar arte?

—¿Qué pasa? —pregunta.

—No sé nada de arte, Zayn.

Se encoge de hombros y me sonríe indulgentemente.

—Sólo compraremos lo que nos guste. No es acerca de invertir.

¿Invertir? Jesús.

—¿Qué pasa? —dice de nuevo.

Niego con la cabeza.

—Mira, sé que tomamos los dibujos de la arquitecta el otro día, pero no hay nada de malo en buscar, y la ciudad es un lugar antiguo, medieval.
Oh, la arquitecta, él tenía que recordármela… una buena amiga de Elliot, Gia Matteo. Durante nuestras reuniones, ella ha estado sobre Zayn como un sarpullido.

—¿Qué ocurre ahora? —exclama Zayn. Niego— Dime —me insiste.

¿Cómo puedo decirle que no me gusta Gia? Mi disgusto es irracional. No quiero ser la esposa celosa.

—¿Todavía estás molesta por lo que hice ayer? —Suspira y acaricia su cara entre mis pechos.

—No. Tengo hambre —murmuro, sabiendo bien que esto lo distraerá de esta línea de preguntas.

—¿Por qué no lo dijiste? —Me libera de su regazo y se pone de pie.

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