lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 21.

Desliza su nariz a lo largo de mi quijada y suavemente besa mi garganta, mi mejilla, mi sien mientras me recuesto en él, mi cabeza recortada en su cuello.

—¿Tensión aliviada, Sra. Malik? —Zayn cierra una vez más sus dientes alrededor del lóbulo de mi oreja y aprieta. Mi cuerpo está vacío, totalmente exhausto, y lloriqueo. Siento su sonrisa contra mí.

—Ciertamente ayude con la mía —añade, moviéndome de él—. ¿Perdiste tu voz?

—Sí —murmuro.

—¿Bueno no eres una criatura juguetona? No tenía idea que fueras una exhibicionista.

Me siento inmediatamente, alarmada. Él se tensa.

—Nadie está observado, ¿cierto? —Miro ansiosamente alrededor del estacionamiento.

—¿Crees que dejaría que alguien viera a mi esposa teniendo un orgasmo? —Acaricia mi espalda con su mano tranquilizadoramente, pero el tono de su voz envía escalofríos a lo largo de mi columna. Me giro para mirarlo fijamente y sonrío con picardía.

—¡Sexo en el coche! —exclamo.

Él sonríe y pone un mechón de cabello detrás de mí oreja.

—Regresemos. Yo conduciré.

Abre la puerta para dejarme bajar de su regazo y salir al aparcamiento. Cuando bajo la mirada rápidamente está subiendo su cierre. Me sigue y luego tiene la puerta abierta para que pueda entrar. Caminando lentamente hacia la puerta del conductor, se monta a mi lado, recupera la BlackBerry y hace una llamada.

—¿Dónde está Sawyer? —Pregunta—. ¿Y el Dodge? ¿Cómo es que no está Sawyer contigo?

Escucha con atención a Ryan, supongo.

—¿Ella? —exclama—. Seguidla. —Zayn cuelga y me mira.

¡Ella! ¿Quién conducía el coche? ¿Quién puede ser? ¿Elena? ¿Leila?

—¿El Dodge lo conducía una mujer?

—Eso parece —me dice en voz baja. Su boca se ha convertido en una fina línea furiosa—. Voy a llevarte a casa —anuncia. Arranca el motor del R8 con un rugido y da marcha atrás para salir.

—¿Dónde está la… Sudes? ¿Y qué significa eso, por cierto? Suena muy BDSM…

Zayn sonríe brevemente y sale del aparcamiento hacia Stewart Street.

—Sudes significa «Sujeto desconocido». Ryan antes era agente del FBI.


—¿Del FBI?

—No preguntes —dice Zayn negando con la cabeza. Es obvio que está inmerso en sus pensamientos.

—Bueno, pues ¿dónde está la Sudes femenina?

—En la interestatal 5, dirección sur. —Me mira con ojos preocupados.

Vaya… De apasionado a tranquilo y después a ansioso en solo unos momentos. Extiendo la mano y le acaricio el muslo, pasando los dedos juguetonamente por la costura interior de sus vaqueros esperando que eso le mejore el humor. Aparta una mano del volante y detiene el lento ascenso de mi mano.

—No —me dice—. Hemos llegado hasta aquí sanos y salvos. No querrás que tenga un accidente a tres manzanas de casa… —Se lleva mi mano a los labios y me da un beso en el dedo índice para suavizar su respuesta. Tranquilo, sereno, autoritario… Mi Cincuenta. Por primera vez en bastante tiempo me hace sentir de nuevo como una niña caprichosa. Le suelto la mano y me quedo sentada en silencio un momento.

—¿Una mujer?

—Eso dicen. —Suspira, entra en el garaje subterráneo del Escala y pulsa los botones del código de acceso en la consola de seguridad. La puerta se abre, entra y aparca sin dificultad el R8 en su plaza asignada.

—Me gusta mucho este coche —le digo.

—A mí también. Y me gusta cómo lo conduces… Y también cómo has logrado no hacerle ningún daño.

—Puedes regalarme uno para mi cumpleaños —le digo sonriendo.

Zayn se queda con la boca abierta y yo salgo del coche.

—Uno blanco, creo —añado a la vez que me agacho y le sonrío.

Él también sonríe.

—Anastasia Malik, nunca dejas de sorprenderme.

Cierro la puerta y voy hasta el extremo del coche para esperarle. Él baja y mira en mi dirección con esa mirada… esa mirada que despierta algo que hay dentro de mí, muy en el fondo. Conozco bien esa mirada.

Cuando ya está delante de mí, se inclina y me susurra:

—A ti te gusta el coche. A mí me gusta el coche. Te he follado dentro… Tal vez debería follarte también encima.

Doy un respingo. Pero un brillante BMW plateado entra en el garaje en ese momento. Zayn lo mira nervioso y después irritado y por fin me dedica una sonrisa pícara.

—Pero parece que tenemos compañía. Vamos. —Me coge la mano y me lleva hacia el ascensor del garaje. Llama al ascensor y, mientras esperamos, nos alcanza el dueño del BMW. Es joven, va vestido informal, y tiene el pelo largo, oscuro y cortado en capas. Parece alguien de los medios de comunicación.

—Hola —nos dice con una amplia sonrisa.

Zayn pone su brazo alrededor mío y asiente educadamente.

—Acabo de mudarme. Apartamento dieciséis.

—Hola. —Le regreso la sonrisa. Tiene unos agradables y suaves ojos marrones.

El ascensor llega y entramos. Zayn me mira, su expresión es indescifrable.

—Eres Zayn Malik—dice el joven.

Zayn le dirige una sonrisa forzada.

—Noah Logan. —Extiende su mano. De mala gana, Zayn la aprieta— ¿Cuál piso? —pregunta Noah.

—Tengo que teclear un código.

—Oh.

—Penthouse.

—Oh —Noah sonríe ampliamente— Por supuesto. —Él presiona el botón del octavo piso y la puerta se cierra—. La Sra. Malik, supongo.

—Sí. —Le dirijo una educada sonrisa y un apretón de manos. Noah se ruboriza un poco cuando me mira por una fracción muy larga. Reflejo su rubor y el brazo de Zayn se aprieta a mí alrededor.

—¿Cuándo te mudaste? —pregunto.

—El fin de semana pasado. Me encanta este sitio.

Hay una incómoda pausa antes de que el elevador se detenga en el piso de Noah.

—Un gusto conocerlos a ambos —dice sonando aliviado y sale. Las puertas se cierran en silencio detrás de él. Zayn teclea el código de entrada y el ascensor asciende de nuevo.

—Parece agradable —murmuro—. No he visto antes a ninguno de los vecinos.

Zayn frunce el ceño.

—Lo prefiero así.

—Eso es porque eres un ermitaño. Creo que es bastante agradable.

—¿Ermitaño?

—Ermitaño. Atrapado en su torre de marfil. —Declaro con toda naturalidad.

Los labios de Zayn se contraen por la diversión.

—Nuestras torre de marfil. Y creo que tienes otro nombre que agregar a tu lista de admiradores, Sra. Malik.

Pongo mis ojos en blanco.

—Zayn, crees que todo el mundo es mi admirador.

—¿Acabas de poner tus ojos en blanco?

Mi pulso se acelera.

—Si —susurro, mi aliento atrapado en mi garganta.

Ladea su cabeza, usando su ardiente, arrogante e impresionada expresión.

—¿Qué haremos respecto a eso?

—Algo rudo.

Parpadea para esconder su sorpresa.

—¿Rudo?

—Por favor.

—¿Quieres más?

Asiento lentamente. Las puertas del elevador se abren y estamos en casa.

—¿Cómo de rudo? —respira, sus ojos oscureciéndose.

Lo miro fijamente, sin decir nada. Cierra sus ojos por un momento, y luego toma mi mano y me arrastra al vestíbulo.

Cuando irrumpimos a través de las puertas dobles, Sawyer está de pie en el pasillo, mirándonos expectante.

—Sawyer. Me gustaría un informe en una hora —dice Zayn.

—Sí señor. —Dando vuelta, Sawyer se dirige de nuevo a la oficina de Taylor.

¡Tenemos una hora!

Zayn baja su mirada hasta mí.


—¿Tienes algo en mente? —murmura Zayn, sujetándome con su audaz mirada. Me encojo de hombros, de repente sin aliento y agitada. No sé si se trata de la persecución, la adrenalina, mi estado de mal humor anterior… no lo entiendo, pero quiero esto, y lo quiero mucho. Una expresión de desconcierto revolotea en el rostro de Zayn.

—¿Sexo pervertido? —pregunta, sus palabras son una suave caricia.

Asiento con la cabeza, sintiendo llamear mi cara. ¿Por qué estoy avergonzado por esto? He hecho todo tipo de sexo pervertido con este hombre. ¡Él es mi marido, maldita sea! ¿Estoy avergonzada porque quiero esto y me da vergüenza admitirlo? Mi subconsciente, mira hacia mí. Deja de pensar demasiado.

—¿Carta blanca? —susurra la pregunta, mirándome especulativamente como si estuviera tratando de leer mi mente.

¿Carta blanca? ¿Qué implica eso?

—Sí —murmuro con nerviosismo, mientras florece muy dentro de mí la emoción.

Sonríe, una sonrisa lenta y sexy.

—Ven —dice, y tira de mí hacia las escaleras. Su intención es clara. ¡La sala de juegos! Mi diosa interior se despierta de su sueño post sexo R8, con los ojos muy abiertos y muchas ganas de ir.

En la parte superior de las escaleras, libera mi mano y abre la puerta de sala de juegos. La llave está en el llavero de Seattle que le di no hace mucho tiempo.

—Después de ti, Sra. Malik —dice y hace girar la puerta abierta.

La sala de juegos huele tranquilizadoramente familiar, a cuero, madera y esmalte fresco. Me sonrojo a sabiendas de que la Sra. Jones tiene que haber estado aquí limpiando mientras estábamos fuera en nuestra luna de miel. Al entrar, Zayn enciende los interruptores de las luces y las paredes de color rojo oscuro se iluminan con una suave y difusa luz. Me quedo mirándolo, con la anticipación corriendo gruesa y pesada a través de mis venas. ¿Qué va a hacerme? Él cierra la puerta y se gira. Inclinando su cabeza hacia un lado, me estudia, pensativo, y luego sacude la cabeza, divertido.

—¿Qué quieres, Anastasia? —pregunta con cuidado.

—A ti —mi respuesta es entrecortada.

Él sonríe.

—Me tienes. Me has tenido desde que caíste en mi oficina.

—Entonces sorpréndame, Sr. Malik.

Su boca se tuerce con humor y una reprimida promesa carnal.

—Como usted quiera, Sra. Malik. —Él se cruza de brazos y lleva su largo dedo índice hasta sus labios mientras me evalúa— Creo que vamos a empezar por deshacernos de la ropa.

Da un paso adelante. Agarra la parte delantera de mi chaqueta de mezclilla corta, la abre y empuja por encima de mis hombros, haciéndola caer al suelo. Toma del borde de mi camiseta negra.

—Levanta los brazos.

Yo obedezco y él la saca por encima de mi cabeza. Inclinándose, planta un suave beso en mis labios, sus ojos brillan con una mezcla de fascinada lujuria y amor. La camiseta se une a mi chaqueta en el suelo.

—Toma —le susurro mirándolo nerviosamente mientras me quito la goma del pelo de mi muñeca y se la ofrezco. Se paraliza, y sus ojos se abren por un momento, pero no se aleja. Finalmente, agarra la pequeña goma.

—Date la vuelta —ordena.

Aliviada, me sonrío a mí misma y obedezco inmediatamente. Parece que hemos superado ese pequeño obstáculo. Él recoge mi pelo y lo trenza de manera rápida y eficiente antes de atarlo con la goma. Tira de la trenza, llevando mi cabeza hacia atrás.

—Bien pensado, Sra. Malik —susurra en mi oído, para luego pellizcar el lóbulo de mi oreja— Ahora, date la vuelta y quítate la falda. Déjala caer al suelo.

Me suelta, y da unos pasos atrás mientras me giro para enfrentarlo. Sin quitar mis ojos de él, desabrocho el cinturón de mi falda y bajo con facilidad la cremallera. La falda se abre como un abanico y cae al suelo, amontonándose a mis pies.

—Sal de tu falda —ordena.

A medida que doy un paso hacia él, se arrodilla con rapidez delante de mí y agarra mi tobillo derecho. Hábilmente, desabrocha mis sandalias poco a poco, mientras me inclino hacia delante y me estabilizo con una mano en la pared, bajo las clavijas que se utilizaban para poner todos sus látigos, fustas y paletas. Los flogger y fustas es lo único que aún se mantiene. Miro con curiosidad. ¿Va a utilizar esos?

Después de haberme quitado los zapatos, quedando sólo en sujetador y bragas de encaje, Zayn se sienta sobre sus talones, mirándome.

—Eres un hermoso espectáculo, Sra. Malik. —De pronto se eleva sobre sus rodillas, agarra mis caderas y tira de mí hacia adelante, enterrando su nariz en el vértice de mis muslos— Y hueles a ti, a mí y a sexo —dice inhalando de forma pronunciada— Es embriagador.

Me besa a través de mi ropa interior de encaje, mientras ahogo un grito de asombro por sus palabras… diluyendo mis entrañas. Es simplemente así… travieso. Recogiendo mis ropas y mis sandalias, se levanta en un movimiento rápido y elegante, como un atleta.

—Ve, y ponte junto a la mesa —dice con calma, señalando con la barbilla.

¿Qué va a hacerme?
Mira hacia atrás y sonríe. Girando, se dirige a la cómoda de las maravillas.

—De cara a la pared —me ordena—. De esa manera no sabrás lo que estoy planeando. Nuestro objetivo es satisfacerla Sra. Malik, y quiere ser sorprendida.

Me aparto de él escuchando agudamente, mis oídos de repente se vuelven sensibles al menor sonido. Él es bueno en esto: construyendo mis expectativas, alimentando mi deseo… haciéndome esperar. Le oigo poner mis zapatos en el suelo y mi ropa, creo, que en el arcón, seguido por el revelador sonido de sus zapatos cayendo al suelo, uno a uno. Hmm... Amo los pies descalzos de Zayn. Un momento después, le oigo abrir un cajón.
¡Juguetes! ¿Qué diablos va a hacer? Oh, me encanta, me encanta, me encanta esta anticipación. Se cierran los cajones y mi respiración salta. ¿Cómo puede el sonido de un cajón convertirme en un lío tembloroso? No tiene ningún sentido. El silbido sutil del sistema de sonido encendiéndose me dice que va a ser un interludio musical. Un piano solitario comienza a sonar y acordes suaves y tristes llenan la habitación. No es una canción que conozca. El piano es acompañado por una guitarra eléctrica. ¿Qué es esto? Una voz de hombre habla y sólo puedo entender algunas palabras, algo acerca de no tener miedo a morir.

Zayn camina tranquilamente hacia mí, haciendo sonar sus pies descalzos en el suelo de madera. Siento cómo él se detiene detrás de mí mientras una mujer comienza a cantar... gemir... ¿cantar?

—¿Rudo, Sra. Malik? —respira en mi oreja izquierda.

—Hmm.

—Tienes que decirme que pare de si es demasiado. Si dices “para”, me detendré inmediatamente. ¿Lo entiendes?

—Sí.

—Necesito tu promesa.

Inhalo con fuerza. Mierda, ¿qué va a hacer?

—Lo prometo —murmuro sin aliento, recordando sus palabras anteriores: no quiero hacerte daño, pero estoy más que feliz de jugar.

—Buena chica.

Inclinándose, planta un beso en mi hombro desnudo, a continuación, lleva sus dedos debajo de mi sujetador y traza una línea a través de mi espalda por debajo de la correa. Quiero gemir. ¿Cómo hace el más mínimo toque tan erótico?

—Quítatelo —susurra en mi oído y obedezco a toda prisa y dejando caer mi sostén al suelo.

Sus manos hacen cosquillas por mi espalda. Engancha sus dos pulgares en las bragas y las desliza hacia abajo por mis piernas.

—Sal —ordena. Una vez más, hago lo que me dice y salgo de mi ropa interior. Él planta un beso en mi parte trasera y se levanta.

— Voy a vendarte los ojos para que todo sea más intenso. —Desliza una máscara de las aerolíneas sobre los ojos, y mi mundo se hunde en la oscuridad. La mujer cantando gime incoherencias… una melodía evocadora y sincera—. Inclínate y acuéstate sobre la mesa. —Sus palabras son suavemente susurradas— Ahora.

Sin dudarlo, me inclino sobre un lado de la mesa y descanso mi pecho sobre en la madera pulida, con la cara pegada a la dura superficie. Está fresca contra mi piel y huele vagamente a cera de abeja con un sabor cítrico.

—Estira los brazos hacia arriba y mantente en el borde.

Muy bien… Al llegar al extremo, me aferro al borde de la mesa. Es bastante amplio, por lo que mis brazos están completamente extendidos.

—Si te sueltas, te voy a azotar. ¿Entendido?

—Sí.

—¿Quieres que te azote, Anastasia?

Todo al sur de mi cintura se aprieta deliciosamente. Me doy cuenta de que lo he querido desde que me amenazó durante el almuerzo, y ni la persecución ni nuestro posterior íntimo encuentro ha saciado esa necesidad.

—Sí. —Mi voz es un susurro ronco.

—¿Por qué?

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