lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 14.

—Fotografías. ¿De ti? —Me mira con la boca abierta, ignorando la caja en su regazo.

Asiento, tratando desesperadamente de medir su reacción. Finalmente baja la mirada a la caja, sus dedos deslizándose sobre la ilustración de la cámara en el frente con fascinada reverencia.

¿Qué está pensando? Oh, esta no es la reacción que estaba esperando y mi subconsciente me sonríe como si fuera un animal de granja domesticado.

Zayn nunca reacciona como espero. Mira de nuevo hacia arriba, sus ojos llenos con qué, ¿dolor?

—¿Por qué crees que quiero esto? —pregunta, perplejo.

—¿No lo quieres? —pregunto, negándome a reconocer que mi subconsciente se está cuestionando por qué alguien querría fotos eróticas de mí. Zayn traga, desliza su mano por su cabello y luce tan perdido, tan confundido. Respira hondo.

—Para mí las fotos como esas siempre han sido una póliza de seguro, Anastasia. Sé que he convertido a las mujeres como un objeto… —dice y se detiene torpemente.

—Y piensas que tomarme fotos a mí es... ¿convertirme en un objeto? —Todo el aire abandona mi cuerpo y la sangre se escapa de mi cara.

Él arruga sus ojos.

—Estoy tan confundido —susurra. Cuando abre sus ojos de nuevo, son grandes y cautelosos, llenos de alguna emoción salvaje.

¿Soy yo? ¿Mis preguntas de antes sobre su madre biológica? ¿El fuego en la oficina?

—¿Por qué dices eso? —murmuro, el pánico subiendo por mi garganta.

Pensé que estaba feliz. Pensé que éramos felices. Pensé que lo hacía feliz. No quiero confundirlo. ¿Quiero? Mi mente empieza a correr. No ha visto a Flynn en casi tres semanas. ¿Es eso? ¿Es esa la razón por la que está desenmarañado? Mierda, ¿debería llamar a Flynn? Y en un posible y único momento de claridad e intensidad, viene a mí: el fuego, Charlie Tango, el Jet Ski... Está asustado, está asustado por mí y ver esas marcas en mi piel deben moverlo. Ha estado dándole vueltas porque no está acostumbrado a sentirse incómodo infringiendo dolor. El pensamiento me congela.

Se encoge y una vez más sus ojos se mueven hacia abajo a mi muñeca donde el brazalete que me compró esta tarde solía estar. ¡Bingo!

—Zayn, estas cosas no importan. —Levanto mi muñeca, revelando el verdugón descolorido—. Me diste una palabra de seguridad.... Fue divertido. Lo disfruté. Deja de meditar sobre ello... me gusta el sexo duro, te lo he dicho antes. —Me pongo escarlata mientras intento anular mi pánico creciente.

Él me mira atentamente y no tengo idea de qué está pensando. Tal vez está midiendo mis palabras. Sigo a tropezones.

—¿Es por el fuego? ¿Piensas que de alguna manera está conectado con Charlie Tango? ¿Es por eso que estás preocupado? Habla conmigo, Zayn... por favor.

Me mira sin decir nada y el silencio se expande entre nosotros de nuevo como lo hizo en la tarde. ¡Maldita sea! No va a hablar conmigo, lo sé.

—No sobre analices esto Zayn. —Lo regaño silenciosamente y las palabras hacen eco, molestando un recuerdo del pasado reciente... sus palabras sobre su estúpido contrato.

Me estiro, tomo la caja de su regazo y la abro. Me mira pasivamente como si fuera un fascinante extraterrestre. Sé por el vendedor demasiado servicial de la tienda, que la cámara está preparada y lista para funcionar, la saco de la caja y saco la funda del lente. Apunto la cámara hacia él para que su cara ansiosa llene el marco. Presiono el botón y lo mantengo apretado y diez fotografías de la expresión alarmada de Zayn son capturadas digitalmente para la posteridad.

—Pues yo te acabo de convertir en un objeto—murmuro, presionando de nuevo el botón.

Al final sus labios se tuercen casi imperceptiblemente. Presiono de nuevo y esta vez sonríe... una pequeña sonrisa, pero una sonrisa al fin. Aprieto el botón una vez más y lo veo físicamente relajado en frente de la cámara y haciendo pucheros... una pose completamente ridícula, un puchero “Blue Steel” y eso me hace reír. Oh, gracias al cielo. El Sr. Mercurio está de regreso y nunca he estado tan complacida de verlo.

—Pensé que era mi regalo —refunfuña de mal humor, pero creo que está bromeando.

—Bueno, se suponía que sería divertido pero aparentemente es un símbolo de la opresión a las mujeres. —Me alejo, tomándole más fotografías y miro el entretenimiento crecer en su cara en un súper primer plano. Luego sus ojos se oscurecen y su expresión cambia a modo predador.

—¿Quieres ser oprimida? —murmura sedosamente.

—No oprimida, no —murmuro de regreso, alejándome de nuevo.

—Puedo oprimirla mucho tiempo, Sra. Malik —amenaza, su voz ronca.

—Sé que puede, Sr. Malik. Y lo hace frecuentemente.

Su cara cae. Mierda. Bajo la cámara y lo miro.

—¿Qué está mal, Zayn? —Mi voz rezuma de frustración. ¡Dímelo!

Él no dice nada. ¡Arrgg! Está tan enfurecido. Llevo la cámara de nuevo a mis ojos.

—Dímelo —insisto.

—Nada —dice y de repente desaparece del visor. En un rápido movimiento, me agarra y me empuja a la cama. Se sienta sobre mí.

—¡Hey! —exclamo y le tomo más fotografías, sonriéndome con intenciones oscuras. Él agarra la cámara por el lente y el fotógrafo se convierte en el sujeto cuando apunta la Nikon hacia mí y presiona el botón para sacar fotos.

—Así que, ¿quiere que le tome fotos, Sra. Malik? —dice, divertido. Todo lo que puedo ver de su cara es su cabello rebelde y una amplia sonrisa en su escultural boca—. Bueno, para empezar, creo que deberías estar riendo —dice y me hace cosquillas sin piedad debajo de las costillas, haciéndome chillar y reír y retorcerme debajo de él hasta que agarro su muñeca en un vano intento de hacerlo parar. Su sonrisa se ensancha y renueva sus esfuerzos, mientras toma fotos.

—¡No! ¡Para! —grito.

—¿Estás bromeando? —gruñe y baja la cámara a nuestro lado para poder torturarme con ambas manos.

—¡Zayn! —balbuceo y jadeo con mi risa de protesta. Él nunca antes me había hecho cosquillas. Mierda, ¡para! Retorcí mi cabeza de lado a lado, tratando de contonearme para salir de debajo de él, riendo y apartando sus dos manos, pero él es implacable, sonriendo hacia mí, disfrutando de mi tormento.

—¡Zayn, para! —suplico y se detiene de repente. Agarrando mis dos manos, las sostiene abajo a ambos lados de mi cabeza, mientras se alza sobre mí. Estoy jadeando y sin aliento por la risa. Su respiración refleja la mía y baja la mirada con... ¿qué? Mis pulmones dejan de funcionar. ¿Asombro? ¿Amor? ¿Reverencia? Dios... ¡Esa mirada!

—Eres. Tan. Hermosa. —Deja escapar.

Miro hacia arriba a su querido, amado rostro bañado en la intensidad de su mirada y es como si estuviera viéndome por primera vez. Inclinándose, cierra sus ojos y me besa, extasiado. Su respuesta es una llamada de atención a mi libido... verlo así, deshecho, por mí. Oh Dios. Libera mis manos y curva sus dedos alrededor de mi cabeza y en mi cabello, sosteniéndome suavemente en mi lugar y mi cuerpo se eleva y se llena con mi excitación, respondiendo a su beso. Y de repente se altera la naturaleza de su beso, ya no es dulce, reverencial y de admiración, sino carnal, profundo y voraz; su lengua invadiendo mi boca, tomando sin dar, su beso poseyendo un borde desesperadamente necesitado. Mientras el deseo recorre mi sangre, despertando cada músculo y tendón a su paso, siento un escalofrío de alarma.

Oh, Cincuenta, ¿que está mal?

Inhala fuertemente y gime.

—Oh, que me hiciste —murmura, perdido y salvaje.

Se mueve de repente, acostándose encima de mí, presionándome contra el colchón, con una mano ahuecando mi barbilla, la otra rozando a través de mi cuerpo, mi pecho, mi cintura, mi cadera y alrededor de mi trasero. Me besa de nuevo, empujando su pierna entre las mías, elevando mi rodilla y aplastándose contra mí, su erección tensándose contra nuestras ropas y mi sexo. Jadeo y gimo contra sus labios, perdiéndome en su ferviente pasión. Me olvido de las campanas de alarma distantes en el fondo de mi mente, sabiendo que él me quiere, que me necesita y que cuando se trata de comunicarse conmigo, ésta es su forma favorita de expresión. Lo beso con un abandono renovado, moviendo mis dedos por su cabello, cerrando mis manos en puños, sujetándolo firmemente. Él sabe muy bien y huele a Zayn, mi Zayn.

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