miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 73

Recojo mis botas, me dirijo a la cama a zancadas una vez más, y rápidamente me las pongo, tirando de ellas hasta mi rodilla. Síp. Me veo bien sólo en ropa interior y botas. Lo sé. De pie, lo miro desapasionadamente. Parpadea hacia mí, y sus ojos viajan rápidamente y avariciosamente por mi cuerpo.

—Sé lo que estás haciendo —murmura, y su voz ha adquirido un borde caliente y seductor.

—¿Sí? —Y mi voz se parte. No, Anastasia… aguanta.

Él traga y da un paso adelante. Doy un paso atrás y pongo mis manos en alto.

—Ni lo pienses, Malik —susurro amenazadoramente.

—Eres mi esposa —dice suavemente, en tono amenazador.

—Soy la mujer embarazada que abandonaste ayer, y si me tocas gritaré hasta tirar la casa abajo.

Sus cejas se levantan en incredulidad.

—¿Gritarías?

—Altísimo. —Entrecierro los ojos.

—Nadie te oiría —susurra, su mirada intensa, y brevemente recuerdo nuestra mañana en Aspen. No. No. No.


—¿Estás intentando asustarme? —murmuro sin aliento, deliberadamente tratando de descarrilarlo.

Funciona. Se queda quieto y traga.

—No era mi intención. —Frunce el ceño.

Apenas puedo respirar. Si me toca, sucumbiré. Sé el poder que ejerce sobre mí y sobre mi traidor cuerpo. Lo conozco. Me agarro a mi enfado.

—Tomé algo con alguien con quien solía ser cercano. Despejamos la atmósfera. No la voy a volver a ver otra vez.

—¿La buscaste?

—No al principio. Intentaba ver a Flynn. Pero me la encontré en el salón.

—¿Y pretendes que me crea que no la vas a volver a ver? —No puedo contener mi furia mientras le siseo— ¿Qué hay de la siguiente vez que cruce alguna línea imaginaria? Esta es la misma discusión que tenemos una y otra vez. Como si estuviésemos en algún tipo de rueda de Ixion. Si la mierda otra vez, ¿vas a volver corriendo a ella?

—No la voy a volver a ver —dice con una finalidad helada— Ella finalmente entiende cómo me siento.

Parpadeo hacia él.

—¿Qué significa eso?

Se estira y pasa una mano por su pelo, exasperado y enfadado y mudo. Intento una táctica diferente.

—¿Por qué puedes hablar con ella y no conmigo?

—Estaba enfadado contigo. Como lo estoy ahora.

—¡No lo dices! —Replico— Bueno yo estoy enfadada contigo ahora mismo. Enfadada contigo por ser tan frío e insensible ayer cuando te necesitaba. Enfadada contigo por decir que me quedé embarazada deliberadamente, cuando no lo hice. Enfadada contigo por traicionarme. —Consigo reprimir un sollozo. Su boca se abre de impacto, y cierra los ojos brevemente como si lo hubiera abofeteado. Trago. Tranquilízate, Anastasia.


—Debería haber seguido mejor las citas de mis inyecciones. Pero no lo hice a propósito. Este embarazo es un shock para mí también —murmuro, intentando adoptar un mínimo de cortesía— Podría ser que la dosis fallara.

Me mira hostilmente, en silencio.

—Ayer realmente la cagaste —susurro, dejando salir mi enfado— He tenido un montón con lo que lidiar las últimas semanas.

—Tú realmente la cagaste hace tres o cuatro semanas. O cuando sea que olvidases tu dosis.

—Bueno, ¡Dios prohibió que fuera perfecta como tú!

Oh para, para, para. Estamos de pie lanzándonos miradas fulminantes el uno al otro.

—Esto se parece bastante una actuación, Sra. Malik —murmura.

—Bueno, me alegro de que incluso embarazada sea entretenida.

Me mira fijamente, inexpresivo.

—Necesito una ducha —susurra.

—He suministrado suficiente espectáculo en vivo.

—Es un poderoso espectáculo en vivo —murmura.

Da un paso adelante, y doy un paso atrás otra vez.

—No.

—Odio que no me dejes tocarte.

—¿Irónico, eh?

Sus ojos se entrecierran una vez más.

—No hemos resuelto mucho, ¿verdad?

—Diría que no. Excepto que me voy a mudar de esta habitación.

Sus ojos llamean y se ensanchan brevemente.

—Ella no significa nada para mí.

—Excepto cuando la necesitas.

—No la necesito a ella. Te necesito a ti.

—No ayer. Esa mujer es un límite duro para mí, Zayn.

—Está fuera de mi vida.

—Desearía poder creerte.

—Joder, Anastasia.

—Por favor, déjame vestirme.

Suspira y pasa una mano por su pelo una vez más.

—Te veré por la tarde —dice, su voz sombría y desprovista de sentimiento. 

Y por un breve momento quiero cogerlo en mis brazos y calmarlo… pero resisto porque estoy demasiado enfadada. Se da la vuelta y se dirige al baño. Me quedo congelada hasta que oigo la puerta cerrarse.

Voy tambaleándome hasta la cama y me tiro en ella. Mi diosa interior y mi subconsciente están levantadas dándome una ovación. No recurrí a las lágrimas, a gritar, o asesinar, ni sucumbí a su sexpertismo. Me merezco una Medalla de Honor del Congreso, pero me siento tan mal. Mierda. No hemos resuelto nada. Estamos al borde del precipicio. ¿Está nuestro matrimonio en punto muerto aquí? ¿Por qué no puede ver qué completo y total mierda ha sido al correr hacia esa mujer? ¿Y qué quiere decir cuando dice que nunca la va a volver a ver? ¿Cómo se supone que debo creer eso? Miro a la alarma de la radio, ocho y media. ¡Mierda! No quiero llegar tarde. Tomo una respiración profunda.

—La Ronda Dos ha sido empate, Pequeño Blip —susurro, acariciando mi vientre— Papi puede ser una causa perdida, pero espero que no. ¿Por qué, oh por qué, viniste tan pronto, Pequeño Blip? Las cosas se estaban poniendo buenas. —Mi labio tiembla, pero tomo una profunda y limpiadora respiración y pongo mis emociones rodantes bajo control. —Vamos. Pateemos traseros en el trabajo.

No le digo adiós a Zayn. Está todavía en la ducha cuando Sawyer y yo nos vamos. Mientras miro fuera de los cristales tintados del SUV, mi compostura se desliza y mis ojos se mojan. Mi humor se refleja en el gris, deprimente cielo, y siento una extraña sensación de aprensión. La verdad es que no hemos discutido del bebé. He tenido menos de veinticuatro horas para asimilar la noticia de Pequeño Blip. Zayn ha tenido incluso menos tiempo.

—Ni siquiera sabe tu nombre. —Acaricio mi vientre y seco las lágrimas de mi cara.

—Sra. Malik —Sawyer interrumpe mi ensueño— Llegamos.

—Oh. Gracias, Sawyer.

—Voy a ir al Deli, señora. ¿Quiere que le traiga algo?

—No. Gracias, no. No tengo hambre.

Hannah tiene mi latte esperando. Lo olfateo y mi estómago se enturbia.

—Um… ¿Puedo tomar té, por favor? —murmuro, avergonzada.

Sabía que había una razón por la que nunca me gustó de verdad el café. Dios, huele asqueroso.

—¿Estás bien, Anastasia?

Asiento y me escabullo a la seguridad de mi oficina. Mi BlackBerry vibra. Es Kate.

—¿Por qué estaba Zayn buscándote? —pregunta sin preámbulos.

—Buenos días, Kate. ¿Cómo estás?

—Corta el rollo, Steele. ¿Qué pasa? —La Inquisición Katherine Kavanagh empieza.

—Zayn y yo tuvimos una pelea, eso es todo.

—¿Te ha hecho daño?

Pongo los ojos en blanco.

—Sí, pero no de la manera en la que estás pensando. —No puedo lidiar con Kate ahora mismo. Sé que lloraré, y ahora mismo estoy muy orgullosa de mí misma por no derrumbarme esta mañana— Kate, tengo una reunión. Te llamaré.

—Bueno. ¿Estás bien?

—Sí. —No—. Te llamo después, ¿vale?

—Vale, Anastasia, hazlo a tu manera. Estoy aquí para ti.

—Lo sé —susurro y lucho contra la reacción de emociones por sus palabras amables. No voy a llorar. No voy a llorar.

—¿Está Ray bien?

—Sí —susurro la palabra.

—Oh, Anastasia—murmura.

—No.

—Vale. Hablamos luego.

—Sí.

Durante el curso de la mañana, esporádicamente compruebo mis e-mails, esperando una palabra de Zayn. Pero no hay nada. Mientras el día va pasando, me doy cuenta de que no va a intentar conectar conmigo en absoluto y que todavía está enfadado. Bueno, todavía estoy enfadada también. Me meto en mi trabajo, parando sólo a la hora de la comida para queso cremoso y bollo de salmón. Es extraordinario cuánto mejor me siento una vez he comido algo.

A las cinco en punto Sawyer y yo salimos para ir al hospital para ver a Ray. Sawyer está extra vigilante, e incluso sobre solícito. Es irritante. Mientras nos acercamos a la habitación de Ray, revolotea sobre mí.

—¿Debería traerle algo de té mientras visita a tu padre? —pregunta.

—No gracias, Sawyer. Estaré bien.

—Esperaré afuera. —Abre la puerta para mí, y estoy agradecida de librarme de él durante un momento.

Ray está sentado en la cama leyendo una revista. Está afeitado, y lleva la parte de arriba de un pijama, se ve como su viejo yo.

—Hey, Anastasia. —Sonríe. Y su cara cae.

—Oh, papi… —Corro a su lado, y en un movimiento muy inusual, abre sus brazos y me abraza.

—¿Anastasia? —murmura— ¿Qué pasa? —Me sujeta firmemente y besa mi pelo. Mientras estoy en sus brazos, me doy cuenta de cuán raros estos momentos entre nosotros han sido. ¿Por qué es eso? ¿Es eso el por qué me gusta gatear en el regazo de Zayn? Después de un momento, me alejo de él y me siento en la silla al lado de la cama. La frente de Ray está fruncida con preocupación.

—Cuéntaselo a tu viejo.

Sacudo la cabeza. No necesita mis problemas ahora mismo.

—No es nada, papá. Tienes buen aspecto. —Agarro su mano.

—Sintiéndome más como yo mismo, a pesar de que esta pierna escayolada es pucante.

—¿Pucante? —Sus palabras provocan mi sonrisa.

Me sonríe de vuelta.

—Pucante suena mejor que picante.

—Oh, papá, estoy tan contenta de que estés bien.

—Yo también, Anastasia. Me gustaría balancear a algún nieto en esta rodilla pucante algún día.

Parpadeo hacia él. Mierda. ¿Lo sabe? Y lucho contra las lágrimas que remuerden las esquinas de mis ojos.

—¿Están tú y Zayn llevándose bien?

—Tuvimos una pelea —murmuro, intentando hablar a través del nudo de mi garganta— Lo solucionaremos.

Asiente.

—Es un buen hombre, tu marido —dice Ray de modo tranquilizador.

—Tiene sus momentos. ¿Qué han dicho los doctores? —No quiero hablar de mi marido ahora mismo; él es un difícil tema de conversación. 
De vuelta en Escala, Zayn no está en casa.

—Zayn llamó y dijo que va a estar trabajando hasta tarde —me informa la Sra. Jones excusándose.

—Oh. Gracias por hacérmelo saber. —¿Por qué no me lo podía decir él? Dios, de verdad está llevando su mal humor a un nivel completamente nuevo. Me recuerda brevemente a la pelea sobre nuestros votos de boda y la gran pataleta que había tenido entonces. Pero yo soy la ofendida aquí.

—¿Qué le gustaría para comer? —La señora Jones tiene un brillo determinado, férreo en sus ojos.

—Pasta.

Sonríe.

—¿Espaguetis, penne, fusilli?

—Espagueti, tu boloñesa.

—Marchando. Y Anastasia… debería saber que el señor Malik era sincero esta mañana cuando pensaba que te habías ido. Estaba muy apenado. —Sonríe con cariño.

Oh…

Todavía no ha llegado a casa a las nueve. Estoy sentada en mi escritorio en la biblioteca, preguntándome dónde está. Lo llamo.

—Anastasia—dice, su voz fría.

—Hola.

Inhala suavemente.

—Hola —dice, con voz baja.

—¿Vas a venir a casa?

—Más tarde.

—¿Estás en la oficina?

—Sí. ¿Dónde esperabas que estuviera?

Con ella.

—Te dejaré ir.

Los dos nos quedamos callados, el silencio estirándose y tensándose entre nosotros.

—Buenas noches, Anastasia —dice al final.

—Buenas noches, Zayn.

Cuelga.

Oh mierda. Miro mi BlackBerry. No sé qué espera él que haga. No le voy a dejar que me pisotee totalmente. Sí, está enfadado, bastante. Yo estoy enfadada. Pero estamos donde estamos. No he corrido indiscreta hacia mi ex amante pedófila. Quiero que sepa que ésa no es una forma aceptable de comportarse.

Me apoyo en el respaldo de la silla, mirando larga y fijamente a la mesa de billar de la biblioteca, y recuerdo momentos divertidos jugando al snooker. Pongo mi mano en mi estómago. Puede que simplemente sea demasiado pronto. Tal vez esto no está destinado a ser…Incluso mientras pienso en ello, mi subconsciente está gritando ¡no! Si termino este embarazo, nunca me perdonaré a mí misma, o a Zayn.

—Oh, Blip, ¿qué nos has hecho?

No puedo afrontar hablar con Kate. No puedo afrontar hablar con nadie. Le envió un mensaje, prometiendo llamar pronto.
A las once, no puedo mantener más mis párpados abiertos. Resignada, me marcho a mi vieja habitación. Acurrucándome bajo el edredón nórdico, finalmente me dejo llevar, sollozando en mi almohada, grandes pesados sollozos de dolor nada propios de una dama…

Mi cabeza está pesada cuando me levanto. Vigorizantes rayos de luz caen a través de las grandes ventanas de mi habitación. Mirando a la alarma veo que son las siete y media. Mi pensamiento inmediato es: ¿dónde está Zayn? Me levanto y balanceo fuera de la cama. En el suelo al lado de la cama está la corbata plateada gris de Zayn, mi favorita.

No estaba ahí cuando me fui a la cama anoche. La levanto y la observo, acariciando el sedoso material entre mis pulgares e índices, después la acaricio contra mi mejilla. Ha estado aquí, mirándome dormir. Y un brillo de esperanza brilla dentro de mí.

La señora Jones está ocupada en la cocina cuando llego abajo.

—Buenos días —dice brillantemente,

—Buenas. ¿Zayn? —pregunto.

Su cara cae.

—Ya se ha ido.

—¿Así que ha venido a casa? —Necesito comprobarlo, incluso a pesar de que tengo su corbata como prueba.

—Sí que lo hizo —se detiene— Anastasia, por favor perdóneme por hablar sin permiso, pero no lo abandone. Es un hombre cabezota.

Asiento y ella para. Estoy segura de que mi expresión le dice que no quiero discutir mi marido errante ahora mismo.

Cuando llego al trabajo, compruebo mis e-mails. Mi corazón salta cuando veo que hay uno de Zayn.

De: Zayn Malik
Asunto: Portland
Para: Anastasia Malik

Anastasia,
Estoy volando a Portland hoy.
Tengo algunos negocios para concluir con WSU.
Pensé que lo querrías saber.

Zayn Malik
Gerente General, Malik Enterprises Holdings Inc.

Oh. Lágrimas aparecen en mis ojos. ¿Es eso? Mi estómago se da la vuelta. ¡Mierda! Voy a estar enferma. Corro al baño de señoras y lo consigo justo a tiempo, depositando mi desayuno en el váter. Me hundo hasta el suelo del cubículo y pongo mi cabeza en las manos. ¿Podría ser más miserable? Después de un rato, hay un suave golpe en la puerta.

—¿Anastasia? —Es Hannah.

—¿Sí?

—¿Estás bien?

—Estaré fuera en un momento.

—Boyce Fox está aquí para verte.

Mierda.

—Mételo en la sala de reuniones. Estaré ahí en un minuto.

—¿Quieres un poco de té?

—Por favor.

Después de mi comida, otro queso cremoso y bollo de salmón, los cuales consigo mantener en mi estómago, me siento mirando con indiferencia mi ordenador, buscando inspiración y preguntándome cómo Zayn y yo vamos a resolver este gran problema.

Mi BlackBerry vibra, haciéndome saltar. Miro a la pantalla, es Mia. Jesús, eso es todo lo que necesito, su efusividad y entusiasmo. Vacilo, preguntándome si podría solo ignorarla, pero la cortesía gana.

—Mia —respondo alegremente.

—Bueno, hola, Anastasia… cuanto tiempo sin hablar.

La voz masculina es familiar. ¡Mierda!

Mi cuero cabelludo se eriza y todo el pelo de mi cuerpo salta a la atención mientras la adrenalina inunda a través de mi sistema y mi mundo para de girar.

Es Jack Hyde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario