miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 71

Estoy sola con el silencio, la quietud, el silencio vacío del Gran Salón. Me estremezco involuntariamente y miro atontada a las puertas cerradas. Me ha abandonado. ¡Mierda! Su reacción es mucho peor de la que podría jamás haber imaginado. Alejo mi plato y doblo mis brazos sobre la mesa, dejando que mi cabeza se hunda en ellos mientras lloro.

—Anastasia, querida —la señora Jones se cierne a mi lado. Me siento rápidamente, quitando las lágrimas de mi cara— He oído. Lo siento —dice ella con suavidad— ¿Quieres un té de hierbas o algo así?

—Me gustaría una copa de vino blanco.

La señora Jones se detiene por una fracción de segundo, y me acuerdo de Blip. Ahora no puedo beber alcohol. ¿Puedo? Tengo que estudiar los pros y contras que la Dra. Greene me dio.

—Te voy a buscar una copa.

—En realidad, voy a tomar una taza de té, por favor —me limpio la nariz.

Ella sonríe amablemente.

—Una taza de té viniendo. —Ella limpia nuestros platos y se dirige hacia el área de la cocina. La sigo y me poso sobre un taburete, mirándola preparar el té.

Ella pone una taza humeante delante de mí.

—¿Hay algo más que pueda conseguirte, Anastasia?

—No, esto está muy bien, gracias.

—¿Estás segura? No comiste mucho.

Miro hacia ella.

—Simplemente no estoy hambrienta.

—Anastasia, debes comer. Ya no eres solo tú. Por favor, déjame prepararte algo. ¿Qué te gustaría? —me mira esperanzada.

Pero en realidad, no puedo enfrentarme a nada.
Mi esposo me acaba de dejar porque estoy embarazada, mi padre ha estado en un accidente automovilístico, y esta Jack Hyde el chiflado tratando de pretender que yo lo acosaba sexualmente. De repente tiene una necesidad incontrolable de reírme. ¡Mira lo que me has hecho, Pequeño Blip! Acaricio mi vientre.

La señora Jones me sonríe con indulgencia.

—¿Sabes de cuánto tiempo estás? —pregunta en voz baja.

—Recién embarazada. Cuatro o cinco semanas, la doctora no está segura.

—Si no quieres comer, por lo menos debes guardar reposo.

Asiento con la cabeza, y tomando mi té, me dirijo a la biblioteca.
Es mi refugio. Saco la BlackBerry de mi bolso y contemplo llamar a Zayn. Sé que es un shock para él, pero realmente exageró. ¿Cuándo no exagera? Mi subconsciente me arquea una ceja finamente depilada. Suspiro. Cincuenta Sombras de Mierda.

—Sí, ese es tu papá Pequeño Blip, Esperemos que se calme y vuelva… pronto.

Saco el folleto de qué hacer y no hacer y me siento a leer.
No me puedo concentrar. Zayn nunca me ha dejado antes. Ha sido tan considerado y amable a lo largo de los últimos días, tan amoroso y ahora… ¿Y si no vuelve? ¡Mierda!

Tal vez debería llamar a Flynn. No sé qué hacer. Estoy pérdida. Es tan frágil en muchos aspectos, y sabía que él iba a reaccionar mal a las noticias.

Fue tan dulce este fin de semana. Todas esas circunstancias muy fuera de su control, pero se las arregló muy bien. Pero esta noticia era demasiado.

Desde que lo conocí, mi vida ha sido complicada. ¿Es él? ¿Somos los dos juntos?

¿Supongamos que no pasa esto? ¿Supongamos que quiere el divorcio? Bilis se eleva en mi garganta. No. No voy a pensar de esta manera. Él va a regresar. Él lo hará. Sé que lo hará. Sé que a pesar de los gritos y las palabras duras me ama… Sí. Y te amará, Pequeño Blip.
Echándome hacia atrás en mi silla, me pongo a dormitar

Me despierto fría y desorientada. Temblando miro el reloj, las once de la noche. Oh, sí… Tú. Acaricio mi barriga. ¿Dónde está Zayn? ¿Está de vuelta? Rígidamente me levanto del sillón en busca de mi esposo.
Cinco minutos más tarde, me doy cuenta de que no está en casa. Espero que no le haya pasado nada. Los recuerdos de la larga espera cuando Charlie Tango desapareció me inundan de vuelta.

No, no, no. Deja de pensar de esta manera. Probablemente ha ido… ¿A dónde? ¿A quién iría a ver? ¿Elliot? O tal vez está con Flynn. Espero que sí.

Encuentro mi BlackBerry de vuelta en la biblioteca, y le envió un mensaje de texto.

*¿Dónde estás?*

Me dirijo al cuarto de baño y me hago un baño. Estoy tan fría.
Él todavía no ha regresado cuando salgo de la bañera. Me cambio a uno de mis camisones estilo 1930 y mi bata y me dirijo hacia el gran salón. En el camino, me asomo en el cuarto de invitados. Tal vez esta podría ser la habitación de Pequeño Blip. Estoy sorprendida por el pensamiento y me quedo en la puerta, contemplando ésta realidad. ¿Vamos a pintar de azul o rosa? El dulce pensamiento es opacado por el hecho de que mi esposo errante esté tan molesto ante la idea.

Agarrando el edredón de la cama de invitados, me dirijo a la gran sala para mantenerme en vigilia.

Algo me despierta. Un sonido.

—¡Mierda!

Es Zayn en el hall de entrada. Oigo el roce de la mesa por el suelo otra vez.

—¡Mierda! —repite, más apagado esta vez.

Entro a tiempo para verlo tambalearse por las puertas dobles. Está borracho. Mi cuero cabelludo pica. Mierda, ¿Zayn borracho? Sé lo mucho que odia a los borrachos. Salto y corro hacia él.

—Zayn, ¿estás bien?

Se apoya en la jamba de las puertas del vestíbulo.

—Sra. Malik—arrastra las palabras.

Mierda. Está muy borracho. No sé qué hacer.

—Oh… te ves muy bien, Anastasia.

—¿Dónde has estado?

Pone sus dedos en sus labios y sonríe torcido hacia mí.

—¡Shh!

—Creo que será mejor que vengas a la cama.

—Contigo… —Él se ríe por lo bajo.

¡Riéndose por lo bajo! Frunzo el ceño y pongo suavemente mi brazo alrededor de su cintura, ya que apenas se puede soportar, y mucho menos caminar. ¿Dónde ha estado? ¿Cómo llegó a casa?

—Deja que te ayude a ir a la cama. Apóyate en mí.

—Eres muy hermosa, Anastasia—se inclina sobre mí y huele mi pelo, casi tirándonos a los dos.

—Zayn, camina. Te voy a poner en la cama.

—Está bien —dice como si estuviera tratando de concentrarse.

Nos tropezamos por el pasillo y, finalmente, llegamos a la habitación.

—Cama —dice, sonriendo.

—Sí, cama —lo maniobro a la orilla, pero él me sostiene.

—Únete a mí —dice.

—Zayn, creo que necesitas dormir un poco.

—Y así comienza. He oído hablar de esto.

Frunzo el ceño.

—¿Has oído hablar de qué?

—Los bebés significan no tener relaciones sexuales.

—Estoy segura de que no es cierto. De lo contrario todos vendríamos de familias de un solo hijo.

Él mira hacia mí.

—Eres graciosa.

—Estás borracho.

—Sí —él sonríe, pero su sonrisa cambia cuando piensa en ello, y una expresión embrujada cruza su rostro, una mirada que me da escalofríos hasta los huesos.

—Vamos, Zayn —digo suavemente. No me gusta su expresión. Habla de horribles, y feos recuerdos que ningún niño debería ver— Vamos a meterte en la cama.

Lo empujo suavemente y se deja caer hacia abajo sobre el colchón, extendiéndose en todas direcciones y sonriendo hacia mí, su expresión embrujada se ha ido.

—Únete a mí —dice arrastrando las palabras.

—Vamos a quitarte la ropa primero.

Sonríe ampliamente, borracho.

Santo cielo. Zayn borracho es lindo y juguetón. Lo prefiero sobre el Zayn molesto como el infierno en cualquier momento.

—Siéntate. Déjeme tomar tu chaqueta.

—La habitación da vueltas.

Mierda… ¿Va a vomitar?

—¡Zayn, siéntate!

Él sonríe hacia mí.
—Sra. Malik, eres una pequeña mandona…

—Sí. Haz lo que se te dicen y siéntate. —Pongo las manos en mis caderas. Él sonríe de nuevo, luchando hasta sostenerse en sus codos y se sienta en una manera tan diferente a Zayn, en cierto modo desgarbado. Antes de que pueda dejarse caer de nuevo, sujeto su corbata y lucho para quitarle su chaqueta gris, un brazo a la vez.

—Hueles bien.

—Tú hueles de licor fuerte.

—Sí… Bour-bon. —Él pronuncia las sílabas con tal exageración que tengo que reprimir una risita. Descartando la chaqueta en el suelo junto a mí, hago un comienzo con la corbata. Él apoya las manos en mis caderas.

—Me gusta la sensación de este tejido en ti, Anastasia —dice, arrastrando las palabras— Siempre deberías usar satén o seda. —Él pasa las manos arriba y abajo de mis caderas y luego me jala hacia adelante, presionando su boca contra mi vientre.

—Y tenemos un invasor aquí.

Dejo de respirar. Santo cielo. Está hablando con el Pequeño Blip.

—Vas a mantenerme despierto, ¿no? —le dice a mi vientre.

Oh. Zayn me mira a través de sus pestañas largas y oscuras, ojos mieles borrosos y nublados. Mi corazón se contrae.

—Lo elegirás por encima de mí —dice con tristeza.

—Zayn, no sabes de lo que estás hablando. No seas ridículo, no estoy eligiendo a nadie sobre nadie. Y podría ser una ella.

Frunce el ceño.


—Una ella… Oh, Dios —se deja caer de nuevo en la cama y se tapa los ojos con el brazo. Me las he arreglado para aflojar la corbata. Puedo deshacer un cordón y tiro de su zapato y el calcetín y luego el otro. Cuando me paro, veo por qué no me he encontrado ninguna resistencia, Zayn se ha desmayado por completo. Suena dormido y roncando suavemente.

Lo miro. Es tan jodidamente hermoso, incluso borracho y roncando. Sus esculpidos labios se separaran, un brazo por encima de la cabeza, agitando su pelo desordenado, su cara relajada. Se ve joven, pero entonces él es joven; mi joven y estresado, borracho, infeliz esposo. La idea se posa pesada en mi corazón.

Bueno, al menos está en casa. Me pregunto a dónde fue. No estoy segura de tener la energía o la fuerza para desnudarlo más.

Esta encima del edredón, también. De regreso a la gran sala, recojo el edredón que estaba usando y lo llevo de vuelta a nuestro dormitorio.
Todavía está dormido, todavía con su corbata y su cinturón. Me subo a la cama a su lado, le quito la corbata, y con cuidado deshago el botón superior de su camisa.

Él murmura algo incoherente en su sueño, pero no se despierta. Con cuidado, desabrocho el cinturón y tiro de él a través de los lazos de la correa, y después de algunas dificultades está fuera. Su camisa ha salido de sus pantalones, dejando al descubierto una pista de su rastro feliz. No puedo resistir. Me inclino y la beso. Se mueve, flexionando sus caderas hacia delante, pero se queda dormido.

Me siento y lo miro de nuevo. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta… ¿Qué voy a hacer contigo? Cepillo mis dedos por su pelo. Es tan suave y beso su sien.

—Te amo, Zayn. Incluso cuando estás borracho y has salido a Dios sabe dónde, Te amo. Siempre te amaré.

—Hmm —murmura. Beso su sien una vez más, y luego salgo de la cama, y lo cubro con el edredón de repuesto. Puedo dormir a su lado, de lado sobre la cama… Sí, lo haré.

Primero ordenaré su ropa, sin embargo. Sacudo la cabeza y recojo sus calcetines y corbata, y doblo la chaqueta sobre mi brazo. Mientras lo hago, su BlackBerry cae al suelo. La tomo y sin querer la desbloqueo. Se abre en la pantalla de mensajes. Puedo ver mi mensaje, y por encima de él, otro.

Mierda. Mi cuero cabelludo pica.

*Fue bueno verte. Ahora entiendo. No te preocupes. Vas a ser un maravilloso padre.*

Es de ella. La señora Elena bruja zorra Robinson.

Mierda. Ahí es a donde fue.

Fue a verla.

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