lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 12.

De vuelta en el coche está reflexivo, contemplando los campos de brillantes girasoles, sus cabezas siguiendo y disfrutando el sol de la tarde. Uno de los gemelos, creo que Gaston, está conduciendo y Taylor está a su lado.

Zayn está cavilando sobre algo. Alcanzándolo, estrecho su mano, dándole un tranquilizador apretón. Se voltea a mirarme, antes de soltar mi mano y acariciar mi rodilla. Estoy usando una falda corta de etiqueta, azul y blanca, y una camisa azul ajustada, sin mangas. Zayn duda, y no sé si su mano va a viajar arriba a mi muslo o abajo por mi pierna. Me tenso con anticipación ante la gentil caricia de sus dedos y mi respiración se detiene.

¿Qué va a hacer? Elige abajo, de repente agarra mi tobillo y tira de mi pie a su regazo. Giro mi espalda así estoy enfrentándolo en la parte trasera del coche.

—Quiero el otro, también.

Miro nerviosamente hacia Taylor y a Gaston, cuyos ojos están decididamente en el camino adelante, y sitúo mi otro pie en su regazo. Sus ojos fríos, alcanza y presiona un botón localizado en su puerta. Frente a nosotros, una pantalla de privacidad ligeramente tintada se desliza de un panel, y diez segundos más tarde estamos efectivamente por nuestra cuenta. Wow… no es de extrañar que la parte trasera de este coche tenga tanto espacio para las piernas.

—Quiero mirar tus tobillos. —Zayn ofrece su tranquila explicación. Su mirada inquieta. ¿Las marcas de las esposas? Por Dios… pensé que habíamos lidiado con esto. Si hay marcas, están ocultas por las correas de las sandalias. No recuerdo haber visto ninguna esta mañana. Gentilmente, acaricia con su dedo pulgar hacia arriba de mi empeine derecho, haciéndome retorcer. Una sonrisa juega en sus labios y con destreza deshace las correas y su sonrisa se desvanece cuando se confronta a las marcas de color rojo más oscuro.

—No duele —murmuro. Me mira y su expresión es triste, su boca en una línea fina. Asiente una vez como si estuviera tomando mi palabra mientras sacudo mi sandalia suelta para que caiga al suelo, pero sé que lo he perdido. Esta distraído y melancólico otra vez, mecánicamente acariciando mis pies mientras se aleja para mirar por la ventanilla del coche, una vez más.

—¿Qué estás pensando? —pregunto en voz baja. Me mira y se encoge de hombros.

—No esperaba sentirme como me siento mirando estas marcas —dice.

¡Oh! ¿Reticente un minuto y comunicativo al siguiente? ¿Cómo…? ¡Cincuenta! ¿Cómo puedo mantenerme al día con él?

—¿Cómo te sientes?

Él me mira, sus ojos sombríos.

—Incómodo —murmura.

¡Oh, no! Desabrocho mi cinturón de seguridad y me deslizo más cerca de él, dejando los pies en su regazo. Quiero subirme a su regazo y sostenerlo, y lo haría, si sólo estuviera Taylor al frente. Pero saber de Gaston me da calambres, a pesar del cristal. Si sólo fuera más oscuro. Agarro sus manos.

—Son los chupones los que no me gusta —le susurro— Todo lo demás… lo que hiciste —bajo mi voz aún más— con las esposas, disfruté de eso. Bueno, más que disfrutar. Fue alucinante. Puedes hacerme eso otra vez en cualquier momento.

Se mueve en su asiento.

—¿Alucinante?—Mi diosa interna mira sorprendida desde sus Jackie Collins.

—Sí. —Sonrío. Doblo mis dedos de los pies en su entrepierna endurecida y veo más que escucho su aguda respiración, sus labios separarse.

—Deberías estar usando tu cinturón de seguridad, Sra. Malik. —Su voz es baja, y curvo mis pies a su alrededor una vez más. Él jadea y sus ojos se oscurecen y agarra mi tobillo en advertencia. ¿Quiere que me detenga? ¿Continúe? Se detiene y frunce el ceño. Agarra su siempre omnipresente BlackBerry de su bolsillo para tomar una llamada entrante y mira su reloj. Su ceño fruncido se profundiza.

—Barney —espeta.

Mierda. El trabajo interrumpiéndonos otra vez. Trato de sacar mis pies, pero su mano se aprieta en mi tobillo.

—¿En la sala de servicio? —Dice con incredulidad—¿Se activó el sistema de extinción de fuego?

¡Fuego! Saco mi pie de su regazo y esta vez me deja. Me siento en mi puesto, me pongo mi cinturón de seguridad, y jugueteo con la pulsera de quince mil euros. Zayn presiona el botón de su puerta y el cristal de seguridad se desliza hacia debajo de nuevo. Me doy cuenta que es para el beneficio de Taylor.

—¿Alguna persona afectada? ¿Daños? Ya veo… ¿Cuándo? —Zayn mira su reloj otra vez y luego se pasa la mano por el pelo—No. Ni al cuerpo de bomberos ni a la policía. Todavía no.

¡Santa mierda! ¿Un incendio? ¿En la oficina de Zayn? Lo miro boquiabierta, mi mente corriendo. Taylor se cambia así puede oír la conversación de Zayn.

—¿Lo ha hecho? Bien… está bien. Quiero un informe detallado de los daños. Y un resumen completo de todos los que tuvieron acceso los últimos cinco días, incluyendo al personal de limpieza… hazte con Andrea y consigue que me llame…. Sí, suena como que el argón, es muy eficaz, vale su peso en oro.

¿Reporte de daños? ¿Argón? Una campana suena a la distancia desde la clase de química: un elemento, creo.

—Ya me doy cuenta que es muy temprano… envíame un email en dos horas… No, necesito saber. Gracias por llamarme. —Zayn cuelga, luego inmediatamente teclea un número en su BlackBerry.

—Welch… Bien… ¿Cuándo? —Zayn mira su reloj una vez más— Una hora entonces… sí… veinticuatro-siete en la tienda de datos fuera de sitio… bien —Cuelga.

—Philippe, necesito estar a bordo en una hora.

—Sí, Monsieur.

Mierda, es Philippe, no Gaston. El coche acelera. Zayn me mira, su expresión es indescifrable.

—¿Algún herido? —pregunto en voz baja.

Zayn niega.

—Muy pocos daños —Se acerca y agarra mi mano, apretándola tranquilizadoramente— No te preocupes por esto. Mi equipo está en eso.

Y ahí está, el Gerente General, al mando y en absoluto nervioso.

—¿Dónde fue el incendio?

—Sala de servicio.

—¿En las oficinas de Malik Enterprises?

—Sí.

Sus respuestas son cortas, así que sé que no quiere hablar de ello.

—¿Por qué hay tan poco daño?

—La sala de servicio está equipada con un sistema contra incendios de técnica de supresión.

Por supuesto.

—Anastasia, por favor… no te preocupes.

—No estoy preocupada —miento.

—No sabemos a ciencia cierta si fue un incendio provocado —dice, cortando en el corazón de mi ansiedad. Mi mano aprieta mi garganta con miedo. Charlie Tango, y ¿ahora esto?

¿Qué será lo próximo?

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