miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 55.

—Sabes que ésta no soy yo, Kate. Estoy un poco incómoda con todo esto. Pero estoy bien informada de que es parte del paquete. —Frunzo los labios, y ella pone su brazo alrededor de mí.

—Te acostumbrarás, Anastasia —dice con compasión—Te verás muy bien.

—Kate, ¿cómo están Elliot y tú? —pregunto.

Sus grandes ojos azules se fijan en los míos.

Oh, no.

Ella sacude la cabeza.

—No quiero hablar de eso ahora. —Asiente en dirección a Mia— Pero las cosas están… —No termina la frase.

Ésta no es mi tenaz Kate. Mierda. Sabía que algo estaba sucediendo. ¿Le digo lo que vi? ¿Qué es lo que vi? Elliot y la Sra. Predadora Sexual Bien Vestida hablando, abrazándose, y ese beso en la mejilla. ¿Seguramente no son más que viejos amigos? No, no se lo diré. No ahora. Le doy un asentimiento que dice “entiendo completamente y respetaré tu privacidad”. Ella toma mi mano y le da un apretón agradecido, y ahí está, un rápido vistazo de pena y dolor en sus ojos que ella rápidamente reprime con un parpadeo. Siento una repentina oleada de protección por mi querida amiga. ¿A qué demonios está jugando Elliot Mujeriego Malik?



Una vez de regreso en casa, Kate decide que nos merecemos unos cócteles después de nuestro gran espectáculo de compras y rápidamente nos prepara unos daiquiris de frutilla. Nos acurrucamos en los sofás de la sala de estar frente al fuerte fuego de la chimenea.

—Elliot sólo ha estado un poco distante últimamente —murmura Kate, mirando las llamas. Kate y yo por fin tenemos un momento para nosotras mientras Mia guarda sus compras.

—¿Oh?

—Y creo que estoy en problemas por meterte en problemas.

—¿Te enteraste de eso?

—Sí. Zayn llamó a Elliot; Elliot me llamó.

Pongo los ojos en blanco. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta.

—Lo lamento. Zayn es... protector. ¿No has visto a Elliot desde la noche de los cócteles?

—No.

—Oh.

—Realmente me gusta, Anastasia —susurra. Y por un horrible minuto creo que va a llorar. Ésta no es Kate. ¿Esto significa el regreso de los pijamas rosa? Se vuelve hacia mí.

—Me he enamorado de él. Al principio pensé que era sólo el sexo genial. Pero él es encantador y amable y cálido y divertido. Podía vernos envejeciendo juntos, sabes... hijos, nietos… todo.

—Tus felices para siempre —susurro.

Asiente tristemente.

—Quizás deberías hablar con él. Intenta encontrar algo de tiempo a solas aquí. Averigua qué lo está preocupando.

Quién lo está preocupando, gruñe mi subconsciente. La abofeteo, sorprendida ante la rebeldía de mis propios pensamientos.

—Quizás podrían dar un paseo mañana por la mañana

—Veremos.

—Kate, odio verte así.

Ella sonríe débilmente, y me inclino para abrazarla. Resuelvo no mencionarle a Gia, aunque sí podría mencionárselo al mujeriego. ¿Cómo puede meterse con el cariño de mi amiga de esta manera?
Mia regresa, y pasamos a un territorio más seguro.

El fuego sisea y escupe chispas en el hogar cuando lo alimento con el último leño. Ya casi se nos acabó la leña. A pesar de que es verano, el fuego es muy bienvenido en este día de lluvia.

—Mia, ¿sabes dónde está la leña para el fuego? —pregunto mientras ella sorbe su daiquiri.

—Creo que está en el garaje.

—Voy a ir a buscar un poco. Me dará una oportunidad para explorar.

La lluvia ha aminorado cuando me aventuro afuera y me dirijo al garaje para tres coches contiguo a la casa. La puerta lateral está abierta y entro, encendiendo la luz para ahuyentar la oscuridad. Las tiras fluorescentes cobran vida ruidosamente.

Hay un coche en el garaje, y me doy cuenta de que es el Audi en el que vi a Elliot esta tarde. También hay dos motos de nieve. Pero lo que realmente me llama la atención son las dos motocicletas, ambas de 125cc. Recuerdos de Ethan valientemente haciendo el esfuerzo de enseñarme a montar una el verano pasado pasan por mi mente. Inconscientemente, froto el brazo donde me lastimé gravemente en una caída.

—¿Conduces? —pregunta Elliot detrás de mí.

Me vuelvo rápidamente.

—Has vuelto.

—Eso parece —dice sonriendo, y me doy cuenta de que Zayn podría decirme lo mismo; pero sin la enorme sonrisa que derrite el corazón— ¿Y bien? —pregunta.

¡Mujeriego!

—Más o menos.

—¿Quieres intentarlo?

Resoplo.

—Um, no... No creo que Zayn estuviera muy feliz si lo hiciera.

—Zayn no está aquí. —Elliot esboza una sonrisa de satisfacción, oh, es un rasgo familiar, y agita su brazo para indicar que estamos solos. Se pasea hacia la motocicleta más cercana y pasa una larga pierna cubierta en jean por encima del asiento, sentándose a horcajadas y tomando el manubrio.

—Zayn tiene, um... problemas con mi seguridad. No debería.

—¿Siempre haces lo que él dice? —Elliot tiene un brillo perverso en sus ojos azules bebé, y veo un destello del chico malo... el chico malo del que Kate se ha enamorado. El chico malo de Detroit.

—No. —Arqueo una ceja en reprimenda— Pero estoy intentando corregir eso. Él tiene suficiente con que preocuparse sin añadirme a la mezcla. ¿Regresó?

—No lo sé.

—¿No fuiste a pescar?

Elliot sacude la cabeza.

—Tenía algunos asuntos que atender en la ciudad.

¡Negocios! Y una mierda… ¡negocios rubios bien arreglados! Inhalo con fuerza y lo miro boquiabierta.

—Si no quieres conducir, ¿qué estás haciendo en el garaje? —Elliot está intrigado.

—Estoy buscando leña para el fuego.

—Ahí estás. Oh, Elliot… regresaste —nos interrumpe Kate.

—Hola, nena. —Él sonríe ampliamente.

—¿Atrapaste algo?

Examino la reacción de Elliot.

—No. Tenía un par de cosas que atender en la ciudad. —Y por un breve momento, veo un destello de incertidumbre cruzar su rostro.

Oh mierda.

—Vine a ver qué estaba deteniendo a Anastasia. —Kate nos mira, confundida.

—Sólo estábamos charlando —dice Elliot, y la tensión crepita entre ellos.

Todos nos detenemos cuando oímos un coche detenerse afuera. ¡Oh! Zayn está de vuelta. Gracias a Dios. El mecanismo que abre la puerta del garaje zumba fuertemente al ponerse en marcha, sorprendiéndonos a todos, y la puerta lentamente se levanta para revelar a Zayn y a Ethan descargando la caja de una camioneta negra. Zayn se detiene cuando nos ve parados en el garaje.

—¿Una banda de garaje? —pregunta sarcásticamente mientras se pasea dentro, dirigiéndose directamente hacia mí.

Sonrío. Estoy aliviada de verlo. Debajo de su chaqueta de pesca, viste los overoles que le vendí en Claytons.

—Hola —dice mirándome curiosamente, ignorando a Kate y a Elliot.

—Hola. Lindos overoles.

—Muchos bolsillos. Muy práctico para la pesca. —Su voz es suave y seductora, para mis oídos nada más, y cuando me mira, su expresión es ardiente.

Me sonrojo, y él esboza una sonrisa enorme, sin restricciones, toda para mí.

—Estás mojado —murmuro.

—Estaba lloviendo. ¿Qué están haciendo en el garaje? —Finalmente reconoce que no estamos solos.

—Anastasia vino a buscar un poco de leña. —Elliot sonríe. De alguna manera se las arregla para hacer que esa frase suene obscena— Intenté tentarla para que diéramos un paseo. —Es el maestro del doble sentido.

El rostro de Zayn cae, y mi corazón se detiene.

—Dijo que no. Que no te gustaría —dice Elliot amablemente y libre de insinuaciones.

La mirada miel de Zayn vuelve hacia mí.

—¿Lo hizo? —murmura.

—Escuchen, estoy totalmente a favor de quedarme aquí a discutir qué es lo que Anastasia hizo después pero, ¿volvemos a entrar? —dice bruscamente Kate. Se inclina, arrebata dos leños, y se vuelve sobre los talones, pisando con fuerza hacia la puerta. Oh, mierda. Kate está enfadada, pero sé que no es conmigo. Elliot suspira y, sin decir una palabra, la sigue. Los miro irse, pero Zayn me distrae.

—¿Sabes montar en moto? —pregunta, con su voz mezclada con incredulidad.

—No muy bien. Ethan me enseñó.

Sus ojos se congelan de inmediato.

—Tomaste la decisión correcta —dice, su voz mucho más fría— La tierra está muy dura ahora, y la lluvia la ha hecho traicionera y resbaladiza.

—¿Dónde quieres el equipo de pesca? —grita Ethan desde afuera.

—Déjalo, Ethan… Taylor se encargará.

—¿Qué hay de los peces? —continua Ethan, su voz vagamente burlona.

—¿Atrapaste un pez? —pregunto, sorprendida.

—Yo no. Kavanagh lo hizo. —Y Zayn hace pucheros… que le sientan bien.
Estallo en risas.

—La Sra. Bentley se encargará de ello —exclama. Ethan sonríe y se dirige hacia la casa.

—¿La estoy divirtiendo, Sra. Malik?

—Muchísimo. Estás mojado… déjame prepararte un baño.

—Mientras que te unas a mí. —Se inclina y me besa.

Lleno la gran bañera con forma de huevo en el baño adjunto y vierto un poco del costoso aceite de baño, el cual comienza a hacer espuma de inmediato. El aroma es celestial… jazmín, creo. En el dormitorio, comienzo a colgar El Vestido mientras se llena el baño.

—¿Lo pasaste bien? —pregunta Zayn mientras entra en la habitación. Sólo viste una camiseta y pantalones de ejercicio, los pies descalzos. Cierra la puerta detrás de él.

—Sí —murmuro, absorbiéndolo. Lo he extrañado. Ridículo… sólo han sido, ¿qué, unas pocas horas?

Él inclina la cabeza y me mira.

—¿Qué sucede?

—Estaba pensando cuánto te he echado de menos.

—Suena como si estuviera muy enamorada, Sra. Malik.

—Lo estoy, Sr. Malik.

Se pasea hacia mí hasta que está de pie delante de mí.

—¿Qué compraste? —susurra, y sé que es para cambiar el tema de conversación.

—Un vestido, algunos zapatos, un collar. Gaste un montón de tu dinero. —Lo miro, culpable.

A él le hace gracia.

—Bien —murmura y lleva un mechón de cabello detrás de mí oreja— Y por milmillonésima vez, nuestro dinero. —Tironea de mi barbilla, liberando el labio de mis dientes y desliza su dedo índice por la parte delantera de mi camiseta, por mi esternón, entre mis pechos, por mi estómago y sobre mi vientre hasta el dobladillo.

—No necesitarás esto en el baño —susurra, y tomando el dobladillo de mi camiseta con ambas manos, lentamente la levanta— Sube los brazos.
Obedezco, sin apartar mis ojos de los suyos, y él deja caer mi camiseta al suelo.

—Pensé que sólo íbamos a tomar un baño. —Mi pulso se acelera.

—Quiero ensuciarte primero. Yo también te he echado de menos. —Se inclina y me besa.



—¡Mierda, el agua! —Me esfuerzo por sentarme, toda post-orgásmica y aturdida.

Zayn no me deja ir.

—¡Zayn, el baño! —Lo miro desde mi posición postrada sobre su pecho.
Se ríe.

—Relájate… es un cuarto húmedo. —Se da la vuelta y me besa con rapidez— Cerraré el grifo.

Se baja con gracia de la cama y se pasea hacia el baño. Mis ojos lo siguen ávidamente todo el camino. Mmm… mi esposo, desnudo y pronto mojado. Mi diosa interior se lame los labios en forma salaz y me da su sonrisa de bien follada. Me levanto de la cama de un salto.

Nos sentamos en lados opuestos de la bañera, la cual está muy llena; tan llena que cuando sea que nos movemos, el agua rebalsa por los costados y cae al suelo. Es muy decadente. Incluso más decadente es Zayn lavando mis pies, masajeando las plantas, tirando suavemente de los dedos. Besa cada uno y suavemente muerde el dedo más pequeño.

—¡Aaah! —Lo siento… allí, en la ingle.

—¿Te gusta eso? —susurra él.

—Mmm… —murmuro incoherente.

Él comienza el masaje una vez más. Oh, esto se siente bien. Cierro los ojos.

—Vi a Gia en la ciudad —murmuro.

—¿En serio? Creo que tiene una casa aquí —dice despectivamente. No está interesado en lo más mínimo.

—Estaba con Elliot.

Zayn detiene su masaje. Eso captó su atención. Cuando abro los ojos su cabeza está inclinada hacia un lado, como si no entendiera.

—¿A qué te refieres con Elliot? —pregunta, perplejo más que preocupado.
Le explico lo que vi.

—Anastasia, sólo son amigos. Creo que Elliot está bastante entusiasmado con Kate. —Hace una pausa y luego añade en voz baja— De hecho, sé que está bastante entusiasmado con ella. —Y me da su mirada que dice “no tengo idea por qué”.

—Kate es bellísima. —Me erizo, en defensa de mi amiga.

Él resopla.

—Aún me alegra que fueras tú quien cayó en mi oficina. —Besa mi dedo gordo, libera el pie izquierdo, y toma el derecho antes de comenzar el proceso de masaje de nuevo. Sus dedos son tan fuertes y flexibles, me relajo de nuevo. No quiero pelear por Kate. Cierro los ojos y dejo que sus dedos hagan su magia en mis pies.


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