lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 43.

Parpadeo. Bueno, tal vez yo quiera hacerlo, pero decido no hacerlo. Por lo menos me está hablando. Me acurruco en él una vez más. Sus dedos se mueven a mi cabello y empieza a jugar con él.

—Quiero castigarte —susurra— Golpearte realmente fuerte —añade.

Mi corazón salta a mi boca. Mierda.


—Lo sé —le susurro mientras mi cuero cabelludo pica.

—Tal vez lo haga.

—Espero que no.

Me abraza con más fuerza.

—Ana, Ana, Ana. Pondrías a prueba la paciencia de un santo.

—Podría acusarte de muchas cosas, Sr. Malik, pero ser un santo no es una de ellas.

Finalmente soy bendecida con su reticente risa.

—Cierto, bien hecho como siempre, Sra. Malik. —Me besa la frente y se mueve.

—Vuelve a la cama. También tuviste una tarde difícil. —Se mueve rápidamente, recogiéndome y depositándome de nuevo en la cama.

—¿Te acuestas conmigo?

—No. Tengo cosas que hacer. —Se agacha y recoge el vaso—Vuelve a dormir. Te despertaré en un par de horas.

—¿Todavía estás enfadado conmigo?

—Sí.

—Voy a volver a dormir, entonces.

—Bien. —Jala el edredón por encima de mí y besa mi frente una vez más— Duerme.

Y porque estoy tan aturdida por la noche anterior, aliviada de que él está de vuelta, y fatigada emocionalmente por nuestro encuentro temprano en la mañana, hago exactamente lo que me han dicho. Mientras me quedo dormida, tengo curiosidad aunque estoy agradecida, dado el mal sabor en mi boca, por saber por qué no ha desplegado su habitual mecanismo para hacer frente a las cosas y saltó sobre mí para deshacerse de lo malo.



—Hay un poco de zumo de naranja para ti aquí —dice Zayn, y mis ojos parpadean para abrirse de nuevo. He tenido las dos horas de sueño más tranquilas que puedo recordar, y me despierto descansada, mi cabeza ya no está palpitando. El zumo de naranja es una vista bienvenida, como lo es mi esposo. Está en su sudadera. Y estoy momentáneamente sintonizando de nuevo el Hotel Heathman y la primera vez que me desperté con él. Su camiseta sin mangas gris está húmeda por el sudor. O ha estado trabajando en el gimnasio del sótano o ha estado corriendo, pero no debería lucir tan bien después de un entrenamiento.

—Voy a tomar una ducha —murmura, y desaparece hacia el cuarto de baño. Frunzo el ceño. Todavía está distante. O está distraído por todo lo que ha sucedido, o todavía está enfadado, o... ¿qué? Me siento y alcanzo el zumo de naranja, bebiéndolo con demasiada rapidez. Está delicioso, frío como el hielo, y hace de mi boca un lugar mucho mejor. Trepo fuera de la cama, ansiosa por disminuir la distancia, real y metafísica, entre mi esposo y yo. Echo un vistazo rápidamente a la alarma. Son las ocho. Me quito la camiseta de Zayn y lo sigo al cuarto de baño. Está en la ducha, lavándose el cabello, y no dudo. Me deslizó detrás de él, y se pone tenso en el momento en que envuelvo mis brazos a su alrededor, mi frente en su mojada y musculosa espalda. Ignoro su reacción, abrazándolo con fuerza, y presiono mi mejilla completamente contra él, cerrando mis ojos. Después de un momento, se mueve por lo que ambos estamos bajo la cascada de agua caliente y continúa lavando su cabello. Dejo que el agua me lave mientras acuno al hombre que amo. Pienso en todas las veces que ha estado enfadado conmigo y todas las veces que me ha hecho el amor aquí. Frunzo el ceño. Nunca ha sido tan tranquilo. Girando mi cabeza, empiezo a arrastrar besos a través de su espalda. Su cuerpo se tensa de nuevo.

—Anastasia—me advierte.

—Mmm.

Mis manos viajan lentamente por encima de su tenso estómago hasta su vientre. Él coloca ambas manos sobre las mías y las detiene abruptamente. Niega con su cabeza.

—No —me advierte.

Lo libero, inmediatamente. ¿Está diciendo que no? Mi mente va en caída libre, ¿alguna vez ha ocurrido esto antes? Mi subconsciente niega con la cabeza, sus labios fruncidos. Ella me mira por encima de sus gafas de media luna, usando su mirada de lo-has-arruinado-realmente-esta-vez. Siento como que hubiera sido abofeteada con fuerza. Rechazada. Y toda una vida de inseguridad genera el pensamiento desagradable de que ya no me quiere. Jadeo mientras el dolor quema a través de mí. Zayn gira, y estoy aliviada al ver que no es completamente ajeno a mis encantos. Agarrando mi barbilla, inclina mi cabeza hacia atrás, y me encuentro a mí misma mirando a sus hermosos y recelosos ojos.

—Todavía estoy muy enfadado contigo —dice, su voz baja y grave.

¡Mierda! Inclinándose, apoya su frente contra la mía, cerrando los ojos. Levanto la mano y acaricio su cara.

—No estés enfadado conmigo, por favor. Creo que estas reaccionando de forma exagerada —le susurro.

Se incorpora, palideciendo. Mi mano se cae por sí sola a mi lado.

—¿Reaccionado de forma exagerada? —Gruñe— ¡Un maldito loco se mete en mi casa para secuestrar a mi esposa, y crees que estoy exagerando!

La sobria amenaza en su voz es aterradora, y sus ojos resplandecen mientras me mira fijamente como si yo fuera la maldita loca.

—No… eh, no es eso a lo que me refería. Pensé que esto era porque salí.

Cierra sus ojos una vez más, como si estuviera adolorido y niega con su cabeza.

—Zayn, yo no estaba aquí. —Trato de apaciguarlo y tranquilizarlo.

—Lo sé —susurra abriendo sus ojos— Y todo sólo porque no puedes seguir una simple y maldita solicitud.

Su tono es amargo y es mi turno para palidecer.

—No quiero discutir esto ahora, en la ducha. Todavía estoy muy enfadado contigo, Anastasia. Me estás haciendo dudar de mi juicio. —Da la vuelta y rápidamente sale de la ducha, tomando una toalla en su camino y saliendo de forma aireada del cuarto de baño, dejándome desolada y fría bajo el agua caliente.

Mierda. Mierda. Mierda.

Entonces, el significado de lo que acaba de decir se hace evidente para mí. ¿Secuestro? ¿Jack quería secuestrarme? Recuerdo la cinta adhesiva y no quiero pensar muy profundamente en por qué Jack la tenía. ¿Tiene Zayn más información? A toda prisa me mojo, luego, me pongo champú y acondicionar en el cabello. Quiero saber. Necesito saber. No voy a dejarlo mantenerme en la oscuridad acerca de esto.

Zayn no está en el dormitorio cuando salgo. Por Dios, él se viste rápidamente. Hago lo mismo, poniéndome mi vestido favorito color ciruela y sandalias negras, y soy consciente de que he elegido esta ropa porque a Zayn le gusta. Enérgicamente me seco el cabello con la toalla, luego lo trenzo y lo enrosco en un moño. Poniéndome aretes de diamantes en mis oídos, me apresuro hacia el cuarto de baño para aplicarme un poco de rímel y mirarme en el espejo. Estoy pálida. Jesús, siempre estoy pálida.

Tomo un respiro profundo y estabilizante. Necesito enfrentar las consecuencias de mi decisión precipitada por irme a divertir con mi amiga. Suspiro, a sabiendas de que Zayn no lo verá de esa manera.

Zayn no está en ningún lugar donde pueda ser visto en el gran salón. La Sra. Jones se está afanando en la cocina.

—Buenos días, Anastasia—dice con dulzura.

—Buenos días —le sonrío ampliamente.

—¿Té?

—Por favor.

—¿Algo de comer?

—Por favor. Esta mañana me gustaría una tortilla de huevos.

—¿Con champiñones y espinacas?

—Y queso.

—Preparándose.

—¿Dónde está Zayn?

—El señor Malik está en su estudio.

—¿Ya ha desayunado? —Le echo un vistazo a los dos lugares establecidos en la barra de desayuno.

—No, señora.

—Gracias.


Zayn está al teléfono, vestido con una camisa blanca sin corbata, en cada parte con aspecto de relajado. Cuan engañosas pueden ser las apariencias. Tal vez no va a ir a la oficina después de todo. Levanta la vista cuando aparezco en la puerta, pero niega con la cabeza hacia mí, lo que indica que no soy bienvenida. Mierda... me doy vuelta y me paseo abatida de vuelta a la barra de desayuno. Taylor aparece, elegantemente vestido con un traje sombrío, luciendo como si hubiera tenido ocho horas de sueño sin interrupciones.

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