miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 54.

Taylor nos conduce fuera de la ciudad, y comenzamos a subir por el otro lado del valle, serpenteando por una carretera de montaña. Entre más alto vamos, más me entusiasmo, y Zayn se tensa junto a mí.

—¿Qué sucede? —pregunto mientras tomamos una curva.

—Espero que te guste —dice quedamente— Llegamos.

Taylor baja la velocidad y gira por una entrada hecha de piedras grises, beige y rojas. Toma el camino y finalmente se detiene frente a una impresionante casa. Con puerta central y habitaciones frontales, techo a dos aguas y construida con madera oscura y la misma piedra mezclada de la entrada. Es deslumbrante; moderna, austera, muy del estilo de Zayn.

—Hogar —articula hacia mí mientras nuestros huéspedes comienzan a salir de la van.

—Parece bonita.

—Ven a ver —dice, con un emocionado, aunque ansioso brillo en sus ojos como si estuviese a punto de mostrarme su proyecto de ciencias o algo.

Mia sube las escaleras corriendo hacia donde una mujer está de pie en la entrada. Es pequeña y su cabello oscuro está manchado con gris. Mia lanza los brazos alrededor de su cuello y la abraza con fuerza.

—¿Quién es? —pregunto mientras Zayn me ayuda a salir de la van.

—La Sra. Bentley. Vive aquí con su esposo. Cuidan el lugar.

Oh, Dios… ¿más personal?

Mia está haciendo presentaciones, Ethan; luego Kate. Elliot también abraza a la Sra. Bentley. Mientras Taylor descarga la van, Zayn toma mi mano y me lleva hasta la puerta del frente.

—Bienvenido de vuelta, Sr. Malik. —Sonríe la Sra. Bentley.

—Carmella, ésta es mi esposa, Anastasia —dice Zayn orgullosamente. Su lengua acaricia mi nombre, haciendo que mi corazón tartamudee.

—Sra. Malik. —La Sra. Bentley asiente en un respetuoso saludo. Extiendo la mano y nos saludamos. No es sorpresa para mí que sea más formal con Zayn que con el resto de la familia.

—Espero que hayan tenido un vuelo placentero. Se supone que el clima estará bien todo el fin de semana, aunque no estoy segura. —Mira las oscuras nubes detrás de nosotros— El almuerzo estará listo cuando lo deseen. —Sonríe de nuevo, sus oscuros ojos centellando, y me siento cómoda con ella inmediatamente.

—Ven. —Zayn me toma en brazos y me levanta.

—¿Qué estás haciendo? —chillo.

—Cargándola por otro umbral, Sra. Malik.

Sonrío mientras me carga hasta el ancho vestíbulo, y luego de un breve beso, me deja suavemente en el suelo de madera dura. La decoración interior es austera y me recuerda al gran salón de Escala; paredes completamente blancas, madera oscura, y arte contemporáneo abstracto. El vestíbulo se abre hacia una gran sala de estar, donde tres sofás blancuzcos de cuero rodean una chimenea de piedra que domina el cuarto. El único color proviene de los suaves cojines dispersos en los sofás. Mia toma la mano de Ethan y lo arrastra hacia el interior de la casa. Zayn entrecierra los ojos en dirección a las salientes siluetas, su boca aplanándose. Sacude la cabeza y luego se gira hacia mí.

Kate silba con fuerza.

—Bonito lugar.

Miro alrededor para ver a Elliot ayudando a Taylor con nuestro equipaje. Una vez más me pregunto si ella sabe que Gia tuvo que ver con esta casa.

—¿Recorrido? —me pregunta Zayn, y lo que fuera que estuviera en su mente sobre Mia e Ethan se ha ido. Irradia emoción, ¿o es ansiedad? Es difícil decirlo.

—Claro. —Una vez más estoy abrumada por la riqueza. ¿Cuánto costó este lugar? Y yo no he contribuido en nada. Brevemente soy transportada a la primera vez que Zayn me llevó a Escala. También estuve abrumada entonces. Te acostumbraste, sisea mi subconsciente.

Zayn frunce el ceño pero toma mi mano, llevándome a través de varios cuartos. La cocina de última generación, toda de mármol pálido y alacenas negras. Hay una impresionante bodega de vinos, y un gran estudio escaleras abajo, completo con un gran televisor de pantalla de plasma, suaves sillones… y una mesa de billar. Quedo boquiabierta ante ella y Zayn me ve.

—¿Quieres jugar? —pregunta, un malvado brillo en su ojo.

Sacudo la cabeza, y su ceño se frunce una vez más. Tomando mi mano una vez más, me lleva al primer piso. Hay cuatro cuartos arriba, cada uno con un baño privado.

La habitación principal es otra cosa. La cama es inmensa, más grande que la cama en casa, y tiene en frente un enorme ventanal que da una panorámica de Aspen y las verdes montañas.

—Ésa es la montaña Ajax… o la montaña Aspen, si prefieres —dice Zayn, mirándome con cautela. Está de pie en la entrada, los pulgares metidos en las presillas de sus jeans negros.

Asiento.

—Estás muy callada —murmura.

—Es encantador, Zayn. —Y de repente, ardo con deseos de volver a Escala.

En cinco largos pasos está frente a mí, tirando de mi barbilla, y liberando mi labio inferior del asidero de mis dientes.

—¿Qué sucede? —pregunta, sus ojos examinándome.

—Eres muy rico.

—Sí.

—A veces, simplemente me toma por sorpresa cuán rico eres.

—Somos.

—Somos —murmuro automáticamente.

—No te estreses por eso, Anastasia, por favor. Sólo es una casa.

—¿Y qué hizo Gia aquí exactamente?

—¿Gia? —Alza las cejas sorprendido.

—Sí. ¿Ella remodeló este lugar?

—Lo hizo. Diseñó el estudio de abajo. Elliot lo construyó. —Pasa una mano por su cabello y me frunce el ceño— ¿Por qué estamos hablando de Gia?

—¿Sabías que tuvo una aventura con Elliot?

Zayn me mira por un momento, ojos mieles ilegibles.

—Elliot se ha acostado con la mayoría de Seattle, Anastasia.

Jadeo.

—En su mayoría mujeres, hasta donde tengo entendido —bromea. Creo que está divertido por mi expresión.

—¡No!

Zayn asiente.

—No es mi problema. —Levanta las manos.

—No creo que Kate lo sepa.

—No estoy seguro de que él comparta esa información. Kate parece tener la suya propia.

Estoy sorprendida. ¿El dulce, modesto, rubio y de ojos azules Elliot? Miro fijamente con incredulidad.

Zayn inclina la cabeza, examinándome.

—Esto no puede ser sólo por Gia o la promiscuidad de Elliot.

—Lo sé. Lo lamento. Después de todo lo que ha sucedido esta semana, sólo… —Me encojo de hombros, sintiéndome llorosa de repente. Zayn parece hundirse con alivio. Tomándome en brazos, me abraza con fuerza, su nariz en mi cabello.

—Lo sé. También lo lamento. Relajémonos y disfrutemos, ¿de acuerdo? Puedes quedarte aquí y leer, ver la espantosa televisión, ir de compras, de caminata, incluso pescar. Lo que sea que quieras hacer. Y olvida lo que dije sobre Elliot. Fue indiscreto de mi parte.

—De alguna manera explica por qué siempre se está burlando de ti —murmuro, acariciando su pecho con la nariz.

—En realidad no tiene idea de mi pasado. Te lo dije, mi familia asumió que yo era gay. Célibe, pero gay.

Suelto una risita y comienzo a relajarme en sus brazos.

—Yo pensé que eras célibe. Qué equivocada estaba. —Lo envuelvo con los brazos, maravillándome ante la ridiculez de que Zayn fuera gay.

—Sra. Malik, ¿se está burlando de mí?

—Quizás un poco —consiento— Sabes, lo que no entiendo es por qué tienes este lugar.

—¿A qué te refieres? —Besa mi cabello.

—Tienes el barco, lo cual entiendo, tienes ese lugar en Nueva York para los negocios pero, ¿por qué aquí? No es como si lo compartieras con alguien.

Zayn se queda quieto y silencioso por varios latidos.

—Estaba esperando por ti —dice suavemente, los ojos de un miel oscuro y luminosos.

—Eso… eso es algo muy bonito.

—Es cierto. No lo sabía en ese momento. —Me da su tímida sonrisa.

—Me alegra que esperaras.

—Vale la pena esperar por usted, Sra. Malik. —Inclina mi barbilla hacia arriba con su dedo, se inclina, y me besa tiernamente.


—Por usted también. —Sonrío— Aunque siento que hice trampa. No tuve que esperar en absoluto.

Él sonríe.

—¿Tanto premio soy?

—Zayn, eres la lotería del estado, la cura para el cáncer, y los tres deseos de la lámpara de Aladino todo en uno.

Él levanta una ceja.

—¿Cuándo te darás cuenta de eso? —Lo reto— Eras un soltero muy codiciado. Y no me refiero a todo esto. —Hago un gesto desdeñoso con la mano hacia nuestro lujoso entorno— Quiero decir aquí. —Pongo mi mano sobre su corazón, y sus ojos se agrandan. Mi seguro, sexy esposo ha desaparecido, y estoy frente a mi niño perdido— Créeme, Zayn, por favor —susurro y sujeto su rostro, tirando de sus labios hacia los míos. Él gime, y no sé si es por lo que ha oído o si es su usual respuesta primitiva. Lo reclamo, mis labios moviéndose contra los suyos, mi lengua invadiendo su boca.

Cuando ambos estamos sin aliento, él se aparta, mirándome dubitativo.

—¿Cuándo vas hacer que pase por tu cráneo excepcionalmente grueso que te amo? —pregunto, exasperada.

Él traga.

—Algún día —dice.

Es un progreso. Sonrío y soy recompensada con una sonrisa tímida en respuesta.

—Ven. Vamos a comer algo… los demás se estarán preguntando dónde estamos. Podemos discutir lo que todos queremos hacer.



—¡Oh, no! —dice de repente Kate.

Todas las miradas se vuelven hacia ella.

—Miren —dice, señalando la ventana. Afuera, ha comenzado a llover a cántaros. Estamos sentados alrededor de la mesa de madera oscura en la cocina después de haber consumido un festín italiano de antipasto mixto, preparado por la Sra. Bentley, y una botella o dos de Frascati. Estoy repleta y un poco aturdida por el alcohol.

—Ahí va nuestra caminata —murmura Elliot, sonando vagamente aliviado. Kate le frunce el ceño. Definitivamente algo les sucede. Se han relajado con todos nosotros, pero no entre sí.

—Podríamos ir a la ciudad —dice Mia de repente. Ethan le sonríe.

—Clima perfecto para pescar —sugiere Zayn.

—Iré a pescar —dice Ethan.

—Dividámonos —Mia aplaude— Las chicas, de compras… los chicos, cosas aburridas al aire libre.

Echo un vistazo a Kate, quien observa a Mia indulgentemente. ¿Pescar o de compras? Por Dios, qué decisión.

—Anastasia, ¿qué quieres hacer? —pregunta Zayn.

—No me importa —miento.

Kate encuentra mi mirada y articula la palabra "de compras". Quizás quiera hablar.

—Pero estoy más que feliz con ir de compras. —Le sonrío irónicamente a Kate y a Mia. Zayn sonríe. Sabe que odio ir de compras.

—Puedo quedarme aquí contigo, si quieres —murmura, y algo oscuro se despliega en mi vientre ante su tono.

—No, ve a pescar —respondo. Zayn necesita tiempo de chicos.

—Suena como un plan —dice Kate, levantándose de la mesa.

—Taylor las acompañará —dice Zayn y es un hecho… no está abierto a discusión.

—No necesitamos niñera —contesta Kate sin rodeos, directa como siempre.

Pongo mi mano sobre el brazo de Kate.

—Kate, Taylor debería de venir.

Ella frunce el ceño, luego se encoge de hombros, y por primera vez en su vida detiene su lengua.

Sonrío tímidamente a Zayn. Su expresión se mantiene impasible. Oh, espero que no esté enfadado con Kate.

Elliot frunce el ceño.

—Necesito recoger una batería para mi reloj en la ciudad. —Echa un rápido vistazo a Kate, y veo su ligero rubor. Ella no lo nota porque está ignorándolo deliberadamente.

—Toma el Audi, Elliot. Cuando vuelvas podemos ir a pescar —dice Zayn.

—Sí —murmura Elliot, pero parece distraído— Buen plan.



—Vamos —Tomando mi mano, Mia me arrastra dentro de una tienda de diseñador que es todo seda rosa y falsos muebles rústicos franceses. Kate nos sigue mientras Taylor espera afuera, refugiándose de la lluvia bajo el toldo. Aretha está cantando "Say A Little Prayer" en el sistema de sonido de la tienda. Me encanta esta canción. Debería ponerla en el iPod de Zayn.

—Éste te estará maravilloso, Anastasia. —Mia sostiene un trozo de tela plateada— Toma, pruébatelo.

—Um... es un poco corto.

—Te verás fantástica en él. A Zayn le encantará.

—¿Tú crees?

Mia me sonríe brillantemente.

—Anastasia, tienes unas piernas para morirse, y si vamos a una discoteca esta noche —dice sonriendo, percibiendo una presa fácil—, te verás sexy para tu esposo.

Le pestañeo, ligeramente sorprendida. ¿Vamos a ir a una discoteca? Yo no hago eso.

Kate se ríe de mi expresión. Parece más relajada ahora que está lejos de Elliot.

—Deberíamos hacer unos movimientos —dice ella.

—Ve a probártelo —ordena Mia, y de mala gana me dirijo hacia el cambiador.

Mientras espero a que Kate y Mia salgan de sus cambiadores, me paseo hacia la ventana de la tienda y miro hacia afuera, sin ver, al otro lado de la calle principal. La recopilación de música soul sigue: Dionne Warwick está cantando "Walk On By". Otra gran canción; una de las favoritas de mi madre. Miro El Vestido en mi mano. Vestido que quizá sea una exageración. No tiene espalda y es muy corto, pero Mia lo ha declarado el ganador, perfecto para bailar toda la noche. Al parecer, también necesito zapatos, y un gran y grueso collar, que buscaremos después. Poniendo los ojos en blanco, reflexiono una vez más en lo afortunada que soy de tener a Caroline Acton, mi propia compradora personal.

A través de la ventana de la tienda me distrae el avistamiento de Elliot. Ha aparecido del otro lado de la arbolada calle principal, saliendo de un gran Audi. Se sumerge en una tienda como para escabullirse de la lluvia. Luce como una joyería... quizás esté buscando esa batería de reloj. Emerge unos minutos más tarde y no lo hace solo; lo hace con una mujer.

¡Mierda! ¡Está hablando con Gia! ¿Qué demonios hace ella aquí?
Mientras observo, se abrazan brevemente y ella inclina la cabeza hacia atrás, riendo animadamente de algo que él dice. Él la besa en la mejilla y luego corre hacia el coche que lo espera. Ella se vuelve y se camina por la calle, y la miro boquiabierta. ¿Qué fue eso? Me vuelvo ansiosamente hacia los cambiadores, pero todavía no hay señal de Kate o Mia.

Echo un vistazo a Taylor, quien está esperando afuera de la tienda. Él atrapa mi mirada y luego se encoge de hombros. También ha sido testigo del pequeño encuentro de Elliot. Me sonrojo, avergonzada de haber sido atrapada espiando. Volviéndome, Mia y Kate aparecen, ambas riendo. Kate me mira con curiosidad.

—¿Qué sucede, Anastasia? —Pregunta— ¿Has cambiado de opinión acerca del vestido? Te estás sensacional con él.

—Um, no.

—¿Estás bien? —Los ojos de Kate se agrandan.

—Estoy bien. ¿Pagamos? —Me dirijo a la caja uniéndome a Mia quien ha elegido dos faldas.

—Buenas tardes, señora. —La joven asistente de ventas, que tiene más brillo recubriendo sus labios de lo que yo haya visto en un lugar, me sonríe. —Serían ochocientos cincuenta dólares.

¿Qué? ¡Por este pedazo de tela! Parpadeo y humildemente le entrego mi Amex negra.

—Sra. Malik —ronronea la Srta. Brillo Labial.

Sigo aturdida a Kate y Mia por las próximas dos horas, peleando conmigo misma. ¿Debería contarle a Kate? Mi subconsciente sacude firmemente la cabeza. Sí, debería contarle. No, no debería. Podría haber sido sólo una reunión inocente. Mierda. ¿Qué debería hacer?

—Bueno, ¿te gustan los zapatos, Anastasia? —Mia tiene los puños en las caderas.

—Um... sí, claro.

Termino con un par de zapatos Manolo Blahnik increíblemente altos con tiras que parecen estar hechas de espejos. Combinan perfectamente con el vestido y acaban de costarle a Zayn más de mil dólares. Soy más afortunada con la larga cadena de plata que Kate insiste en que compre; es una ganga de ochenta y cuatro dólares.

—¿Acostumbrándote a tener dinero? —pregunta Kate sin mala intención mientras regresamos al coche. Mia se ha adelantado a los saltos.

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