lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 34.


Vuelvo a buscar el vaso, pero esta vez uso el agua del lavamanos de al lado para enjuagar cuidadosamente el champú de su cabeza. Sigo inclinada sobre él, y él aún tiene sus manos en mi espalda, moviendo sus dedos de un lado al otro, de arriba abajo… de adelante hacia atrás... hmm. Suelto una risita. Gruñe con su garganta.

—Listo. Limpio.

—Bien. —Declara. Sus dedos presionan mi espalda, y de repente se sienta, mojando todo con su pelo mojado. Me tira en su regazo, moviendo sus manos de mi espalda a mi nuca, luego a mi barbilla, sosteniéndome en mi lugar. Jadeo sorprendida y sus labios están en los míos, su lengua cálida en mi boca. Mis dedos se enroscan en su pelo mojado, y gotas de agua caen por mis brazos; y mientras profundiza el beso, su cabello se pega a mi rostro. Su mano se mueve de mi barbilla al primer botón de mi blusa.

—Basta de acicalarnos. Quiero follarte, siete tonos de Domingo, y podemos hacerlo aquí o en el cuarto. Tú eliges.

La mirada de Zayn es oscura, caliente, y llena de promesas, mojándonos a ambos con su cabello. Se me seca la boca.

—¿Cuál será Anastasia? —pregunta mientras me sostiene en su regazo.

—Estás mojado —respondo.

De repente inclina la cabeza, pasando su cabello goteante por mi blusa. Intento soltarme de él. Afianza su agarre en mí.

—Oh, no lo hagas nena —murmura. Cuando levanta la cabeza está sonriendo lascivamente a la nueva Señorita Blusa Mojada 2012. Está empapada y se puede ver todo. Estoy mojada… en todas partes.

—Amo la vista —murmura y se inclina para pasar su nariz sobre mi pezón mojado. Gimo.

—Respóndeme Anastasia. ¿Aquí o en el dormitorio?

—Aquí —susurro frenéticamente. A la mierda el corte de cabello, lo haré más tarde. Sonríe lentamente, formando una sonrisa sensual llena de promesas prohibidas con sus labios.

—Buena elección, señora Malik —murmura en mis labios. Su mano deja mi barbilla y pasa a mi rodilla. Se desliza desde allí lentamente hacia arriba por mi pierna, levantando mi falda y acariciando mi piel, haciéndome estremecer. Sus labios dejan suaves besos desde mi oreja por mi mandíbula.

—¿Oh, qué voy a hacer contigo? —susurra. Sus dedos se detienen en el borde de mis medias— Estas me gustan —dice. Pasa un dedo por debajo y acaricia la cara interna de mi muslo. Jadeo y me estremezco de nuevo en su regazo.

Gime profundamente.


—Si voy a follarte siete tonos de Domingo, mejor que te quedes quieta.

—Oblígame. —Lo desafío, con un tono suave y agitado.

Zayn inhala fuertemente. Entrecierra los ojos y me da una mirada caliente y sorprendida.

—Oh señora Malik, sólo tienes que pedirlo. —Su mano va de mis medias a mis bragas—Vamos a librarte de estas. —Tira suavemente y me incorporo un poco para que le sea más fácil. Sisea cuando lo hago.

—Quédate quieta —murmura.

—Estoy ayudando —digo, y muerde suavemente mi labio inferior.

—Quieta. —Gruñe.

Desliza mis bragas por mis piernas. Levantando mi falda para que quede en mi cintura, mueve ambas manos a mi cadera y me alza. Aún tiene mis bragas en su mano.

—Siéntate. A horcajadas. —Ordena mirándome intensamente a los ojos. Lo hago, moviéndome un poco sobre él provocativamente. ¡Que comience el juego Cincuenta!

—Señora Malik. —Advierte—. ¿Estás incitándome? —Me mira, divertido pero alerta. Es una combinación seductora.

—Sí. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Sus ojos se iluminan con deleite ante mi desafío, y siento su excitación bajo mí.

—Junta tus manos detrás de tu espalda.

¡Oh! Cumplo obedientemente y él rápidamente me ata las muñecas con mis bragas.

—¿Mis bragas? Señor Malik, usted no tiene vergüenza. —Lo amonesto.

—No cuando respecta a ti, señora Malik, pero ya lo sabes. —Me mira intensa y calientemente. Poniendo sus manos en mi cintura, me levanta por lo que estoy sentada un poco más atrás en su regazo. Aún hay agua cayendo a su pecho desde su cuello. Quiero inclinarme y lamer las gotitas, pero es más difícil con mis restricciones.

Zayn acaricia mis muslos y pasa sus manos por mis rodillas. Suavemente las abre junto con las suyas, sosteniéndome en esa posición. Sus dedos van a mi blusa.

—No creo que necesitemos esto —dice. Comienza a abrir cada botón metódicamente en mi blusa mojada, sus ojos nunca dejan los míos. Se oscurecen más y más mientras termina la tarea, tomándose su tiempo en ello. Mi pulso se acelera y se me atasca la respiración. No puedo creerlo, apenas me ha tocado y me siento así de caliente, molesta… preparada. Quiero retorcerme.

Deja mi blusa abierta y acaricia mi rostro con sus dos manos, pasando su pulgar por mi labio inferior. De repente, mete su pulgar en mi boca.

—Chupa. —Ordena en un susurro, estirando el sonido de la C. Cierro la boca alrededor de su dedo y hago exactamente eso. Oh… me gusta este juego. Él sabe bien. ¿Qué otra cosa me gustaría chupar? Los músculos en mi vientre se contraen ante la idea. Sus labios se abren cuando muerdo levemente su pulgar.

Gime y saca lentamente su pulgar mojado de mi boca y lo lleva hacia mi barbilla, por mi garganta, sobre mi esternón. Lo mete en la copa de mi sostén y la baja, liberando mi seno.

La mirada de Zayn nunca deja la mía. Está mirando cada reacción que su toque hace en mí, y yo lo estoy mirando. Es caliente. Consumidor. Posesivo. Lo amo. Imita sus acciones con su otra mano por lo que mis dos senos están libres ahora y, tomándolos gentilmente, pasa cada pulgar por un pezón, haciendo círculos lentos, toqueteando a cada uno para que se endurezcan bajo sus dedos. Intento, realmente intento no moverme, pero mis pezones son cables de alta tensión, por lo que gimo y echo hacia atrás mi cabeza, cerrando los ojos y rindiéndome ante la dulce, dulce tortura.

—Shh. —La suave voz de Zayn va en contra con las bromas y el ritmo de sus malvados dedos—. Quieta nena, quieta. —Liberando un seno pasa su mano por detrás de mí y la deja en mi cuello. Inclinándose, ahora toma mi pezón con sus dientes y chupa fuertemente, haciéndome cosquillas con su pelo mojado.
Al mismo tiempo, su pulgar deja de toquetear mi otro pezón. En cambio, lo toma con su pulgar e índice y aprieta suavemente.

—¡Ah! ¡Zayn! —gimo y me retuerzo en su regazo. Pero no se detiene. Sigue con la lenta y agonizante tortura. Y mi cuerpo arde mientras el placer toma un giro más oscuro.

—Zayn, por favor —gimoteo.

—Mmm —murmura en mi pecho— Quiero que te corras así. —Mi pezón recibe un apretón más fuerte mientras sus palabras acarician mi piel, y es como si hubiera invocado a una oculta parte oscura de mí que sólo él conoce. Cuando sigue con sus dientes esta vez, el placer es casi intolerable. Gimiendo audiblemente, me muevo en su regazo, intentando encontrar algo de preciosa fricción contra sus pantalones. Tiro inútilmente de mis bragas de restricción, ansiando tocarlo, pero estoy perdida, perdida en esta traicionera sensación.

—Por favor —susurro, rogando, y el placer cosquillea mi cuerpo, desde mi cuello, hacia mis piernas, los dedos de mis pies, tensando todo en su camino.

—Tienes unos pechos hermosos Anastasia. —Gruñe—. Algún día voy a follarlos.


¿Qué demonios significa eso? Abriendo los ojos, lo miro mientras me chupa, mi piel ardiendo con su toque. Ya no siento mi blusa mojada, su cabello empapado… nada salvo el calor. Y arde deliciosamente bajo y caliente, profundamente en mí, y todos mis pensamientos se evaporan mientras mi cuerpo se tensa y retuerce… listo, llegando… necesitando una liberación. Y no se detiene… burlando, tirando, volviéndome loca. Quiero… quiero…

—Déjate ir —susurra… y lo hago, ruidosamente, mi orgasmo convulsionando mi cuerpo, y él detiene su dulce tortura y me envuelve con sus brazos, uniéndome a él mientras mi cuerpo hace espirales en el clímax. Cuando abro los ojos, está mirándome donde descanso contra su pecho.

—Dios, amo verte correrte, Anastasia. —Tiene un tono maravillado.

—Eso fue… —Las palabras me fallan.

—Lo sé. —Se inclina y me besa, con su mano aún en mi cuello, sujetándome así, haciendo un ángulo en mi cabeza para poder besarme más profundamente, con amor, con reverencia. Me pierdo en su beso.

Se aleja para recuperar el aliento, con los ojos del color de una tormenta tropical.

—Ahora voy a follarte duro —murmura.

Madre mía. Tomándome por la cintura, me levanta de sus piernas hacia el borde de sus rodillas y busca el botón de sus pantalones con una mano. Pasa los dedos de su mano izquierda por arriba y abajo en mi muslo, deteniéndose en mis medias. Me está mirando intensamente. Estamos cara a cara y estoy impotente, atada por mis bragas y con el sostén caído, y esta debe ser una de las situaciones más íntimas que hemos tenido, yo en su regazo, mirando a sus hermosos ojos mieles. Me hace sentir deseada, pero también unida a él, no estoy avergonzada ni tímida. Este es Zayn, mi esposo, mi amante, mi imperioso dominante, mi Cincuenta, el amor de mi vida. Baja su cierre, y se me seca la boca cuando libera su erección.
Sonríe.

—¿Te gusta? —susurra.

—Mmm —murmuro apreciativamente.

Se la envuelve con una mano y comienza a moverla hacia arriba y abajo… Oh Dios. Lo miro entre mis pestañas. Mierda, es tan caliente.

—Te estás mordiendo el labio, señora Malik.

—Eso es porque tengo hambre.

—¿Hambre? —Abre la boca sorprendido, y los ojos se le amplían.

—Mmm… —Coincido y me lamo los labios.

Me da su sonrisa enigmática y muerde su labio mientras sigue acariciándose. ¿Por qué la visión de mi marido auto complaciéndose me excita tanto?

—Ya veo. Deberías haber cenado. —Suena burlón y enojado al mismo tiempo— Pero quizás pueda obligarte.

Pone sus manos en mi cintura.

— De pie —dice suavemente, y sé lo que va a hacer. Me pongo de pie, las piernas ya no me tiemblan.

—Arrodíllate.

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