lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 7.

—Siéntate —ordena y obedezco de inmediato—Ahora abraza tus rodillas.

Pestañeo hacia él y luego pongo mis piernas en alto, frente de mí y envuelvo mis brazos alrededor de ellas. Él se agacha, levanta mi barbilla y planta un suave y húmedo beso en mis labios antes de poner la venda en mis ojos. No puedo ver nada, todo lo que puedo oír es mi respiración rápida y el sonido del agua chapoteando contra los costados de la embarcación mientras se mece suavemente en el mar.

Oh dios. Estoy tan excitada... ya.

—¿Cuál es la palabra de seguridad, Anastasia?

—Helado.

—Bien —Tomando mi mano izquierda, pone una esposa en mi muñeca y luego, repite el proceso con la derecha. Mi mano izquierda está atada a mi tobillo izquierdo, mi mano derecha a mi pierna derecha. No puedo estirar mis piernas. Joder.

—Ahora —Zayn jadea—, voy a follarte hasta que grites.

¿Qué? Y todo el aire sale de mi cuerpo.

El agarra mis dos talones y me tira hacia atrás de modo que caigo sobre la cama. No tengo más remedio que mantener las piernas flexionadas. Las esposas me aprietan y tiran. Él tenía razón... me aprietan casi al punto del dolor... Esto se siente raro, siendo atada y desvalida en un barco. Él separa mis tobillos y gimo.

Besa la cara interna de mi muslo, y quiero retorcerme, pero no puedo. No tengo ninguna opción de mover mis caderas. Mis pies están suspendidos. No me puedo mover.

—Vas a tener que absorber todo el placer, Anastasia. No te muevas —murmura mientras trepa por mi cuerpo, besándome en el borde de mi bikini. El desata los hilos de cada lado y los restos del material caen. Estoy desnuda y a su merced. El besa mi vientre, mordiendo mi ombligo con los dientes.

—Ah —suspiro. Esto va a ser difícil... no tenía ni idea. Traza suaves besos y pequeños mordiscos hasta mis pechos.

—Shhh... —Me tranquiliza— Eres tan hermosa, Anastasia.

Gimo, frustrada. Normalmente yo estaría moviendo mis caderas, en respuesta a su contacto, pero no me puedo mover. Gimo, tirando de mis esposas. El metal muerde mi piel.

—¡Auh! —grito. Pero realmente no me importa.

—Me vuelves loco —susurra— Así que te voy a volver loca —Está descansando encima de mí, su peso sobre sus codos y vuelve su atención hacia mis pechos. Muerde, chupa, pellizca mis pezones entre sus dedos y pulgares, volviéndome loca. No se detiene. Es enloquecedor.

Oh. Por favor. Su erección empuja contra mí.

—Zayn —le ruego y siento su sonrisa triunfante contra mi piel.

—¿Debería hacer que te corrieses de este modo? —murmura contra mi pezón, haciendo que se endurezca un poco más.

— Sabes que puedo —él me chupa duro y grito, el placer golpea desde mi pecho directamente hacia mi ingle. Intento empujar las esposas, inundada por la sensación.

—Sí —gimo.

—Oh, nena, eso sería tan fácil.

—Oh... por favor.

—Shh... —Sus dientes raspan mi barbilla mientras arrastra sus labios a mi boca, y grito. Me besa. Su especializada lengua invade mi boca, saboreando, explorando, dominando, pero mi lengua se encuentra con la suya en desafío, retorciéndose contra la suya. Él sabe a ginebra fría y a Zayn Malik, y huele a mar. Agarra mi barbilla, sosteniendo mi cabeza en su lugar.

—Espera, nena. Quiero que esperes —susurra contra mi boca.

—Quiero verte.

—Oh no, Anastasia. Sentirás más de esta forma —Y dolorosamente lento flexiona las caderas y se empuja parcialmente dentro de mí. Normalmente inclinaría mi pelvis a su encuentro, pero no me puedo mover. Él se retira.


—¡Ah! ¡Zayn, por favor!

—¿Otra vez? —bromea, su voz ronca.

—¡Zayn!

El empuja levemente dentro mi otra vez y se retira mientras me besa, sus dedos tirando de mi pezón. Es una sobrecarga de placer.

—¡No!

—¿Me necesitas, Anastasia?

—Sí —le ruego.

—Dímelo —murmura, su respiración es agitada, y él se burla de mí una vez más. Dentro... y fuera.

—Te necesito —jadeo—. Por favor.

Oigo un suspiro suave contra mi oído.

—Y me tendrás, Anastasia.

Se eleva y se estrella contra mí. Yo grito, inclinando la cabeza hacia atrás, tirando de las restricciones mientras llego a mi dulce punto, y soy toda sensaciones, en todas partes... una dulce, dulce agonía, y no puedo moverme. Él sigue moviendo sus caderas en círculos, y el movimiento irradia muy dentro de mí.

—¿Porque me desafías, Anastasia?

—Zayn, para...

Él se mueve dentro de mi otra vez, haciendo caso omiso de mi petición, saliendo lentamente de mí y volviendo a estrellarse en mi otra vez.

—Dime, ¿por qué? —gruñe, y soy vagamente consciente de que lo hace con los dientes apretados.

Solo me sale un gemido incoherente... esto es demasiado.

—Dímelo.

—Zayn...

—Anastasia, necesito saberlo.

Él se estrella contra mí de nuevo, empujando tan profundo, y yo me estoy construyendo... La sensación es tan intensa, que me hunde, una espiral desde lo más profundo de mi vientre, a cada miembro, a cada sistema retenido por el metal.

—No lo sé —grito—. ¡Porque puedo! ¡Porque te amo! Por favor, Zayn...

Él gime en voz alta y se hunde profundo, una y otra vez, una y otra vez, y estoy perdida, tratando de absorber el placer. Es alucinante... mi cuerpo explota... intento estirar las piernas, para controlar el orgasmo inminente, pero no puedo... Me siento indefensa. Soy suya, sólo suya, para hacer lo que él quiera... Las lágrimas llenan mis ojos. Esto es… sólo es… demasiado intenso. No puedo detenerlo. No quiero detenerlo... Lo quiero... Lo quiero... Oh no, oh no.... esto es demasiado...

—Eso es —gruñe Zayn— Siéntelo, nena.

Me vengo en torno a él, una y otra vez, dando vueltas y vueltas, gritando en voz alta mientras mi orgasmo acaba, abrasando a través de mí como un reguero de pólvora, consumiendo todo. Me retuerzo, lagrimas cayendo por mi cara, mi cuerpo queda sonando y agitado.

Y soy consciente de las rodillas de Zayn, él sigue dentro de mí, arrastrándome en posición vertical sobre su regazo. Agarra mi cabeza con una mano y mi espalda con la otra, y se corre violentamente dentro de mí, mientras mi interior sigue temblando por las réplicas. Me está drenando, es agotador, es el infierno... es el cielo. Su hedonismo se vuelve salvaje.

Zayn me quita la venda de los ojos y me besa. Besa mis ojos, mi nariz, mis mejillas. Él besa mis lágrimas, agarrando mi cara entre sus manos.

—Te amo, Sra. Malik —él respira—, a pesar de que me haces enfadar, me siento tan vivo contigo —No tengo la energía suficiente para abrir bien los ojos o la boca y responder. Muy suavemente, me pone de nuevo en la cama y sale de mí.

Murmuro algunas palabras de protesta. Él sube a la cama y se deshace de las esposas. Cuando estoy libre, frota suavemente mis muñecas y tobillos, y luego se acuesta a mi lado otra vez, llevándome a sus brazos. Extiendo mis piernas. Oh, eso se siente bien. Me siento bien. Ese fue, sin duda, el orgasmo más intenso que he tenido.

Mmm... una follada castigo de Zayn Malik Cincuenta Sombras.
Realmente debería portarme mal con más frecuencia.

Una apremiante necesidad de mi vejiga me despierta. Cuando abro los ojos, estoy desorientada. Afuera está oscuro. ¿Dónde estoy? ¿Londres? ¿París? Oh, el barco. Siento su cabeceo y balanceo, y oigo el zumbido silencioso de los motores. Estamos en movimiento. Qué extraño. Zayn está a mi lado, trabajando en su ordenador portátil, vestido de manera informal con una camisa de lino blanco y pantalón chino, sus pies descalzos. Su cabello todavía está húmedo, y puedo oler, gracias a la ducha, su cuerpo limpio y el olor de Zayn... Mmm.

—Hola —murmura, mirando hacia mí, con sus ojos cálidos.

—Hola —Sonrío, sintiéndome de pronto tímida— ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?

—Sólo una hora más o menos.

—¿Nos estamos moviendo?

—Supuse que como cenamos fuera anoche y fuimos al ballet y al casino, cenaríamos esta noche en el barco. Una noche tranquila para dos.

Le sonrío

—¿A dónde vamos?

—Cannes.

—Está bien —Me estiro, sintiendo la rigidez. Ninguna cantidad de entrenamiento con Claude podría haberme preparado para esta tarde.

Me levanto con cuidado, necesito ir al baño. Agarrando mi bata de seda, me apresuro a ponérmela. ¿Por qué soy tan tímida? Siento los ojos de Zayn en mí. Cuando lo miro, vuelve a su ordenador portátil, con el ceño fruncido.

Mientras distraídamente me lavo las manos, recordando la última noche en el casino, mi bata cae abierta. Me miro en el espejo, sorprendida.
¡Joder! ¿Qué me ha hecho?

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