lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 49.

Él no se detiene. Con un cuidado exquisito, lentamente aumenta la intensidad en cada uno. Jalo infructuosamente en contra de mis limitaciones mientras punzadas agudas de placer van de mis pezones a mi ingle. Trato de retorcerme, pero casi no puedo moverme, y hace que la tortura sea aún más intensa.

—Zayn —imploro.

—Lo sé —murmura con voz ronca— Esto es lo que me haces sentir.

¿Qué? Gimo, y comienza de nuevo, sometiendo a mis pezones a su dulce y agonizante toque y otra vez, me lleva más cerca.

—Por favor —jadeo.

Él hace un sonido primitivo en su garganta, luego se levanta, y dejándome desprovista, sin aliento, y retorciéndome en contra de mis limitaciones. Pasa las manos por mis costados, una pausando en mi cadera, mientras que la otra viaja hacia abajo a mi vientre.

—Vamos a ver cómo lo estás haciendo —canturrea en voz baja.

Suavemente, ahuecando mi sexo, cepillando su pulgar sobre mi clítoris y haciéndome gritar. Poco a poco, inserta uno, luego dos dedos dentro de mí. Gimo y empujo las caderas hacia adelante, deseosa de encontrar sus dedos y la palma de su mano.

—Oh, Anastasia, estas tan lista —dice.

Gira sus dedos dentro de mí, dando vueltas y vueltas, mientras que su pulgar me acaricia el clítoris, de ida y vuelta, una vez más. Es el único punto en mi cuerpo en el que me está tocando, y toda la tensión, toda la ansiedad del día, se concentra en esta parte de mi anatomía.
Mierda… es intenso... y extraño... la música... comienza a construirse... Zayn se remueve, su mano todavía se mueve contra mí, y oigo un zumbido.

—¿Qué? —jadeo.

—Silencio —apacigua, y sus labios están en los míos, efectivamente silenciándome. Doy la bienvenida al más cálido, intimo contacto, lo beso vorazmente.

Rompe el contacto y el zumbido se acerca.

—Esto es una varita, nena. Vibra.

Lo sostiene en contra de mi pecho, y se siente como una gran bola, como un objeto que vibra en mi contra. Me estremezco cuando se mueve a través de mi piel, entre mis pechos, a través del primero, luego el otro pezón, y estoy inundada con la sensación, sensación de hormigueo en todas partes, sinapsis disparándose como oscuras, oscuras piscinas de necesidad en la base de mi vientre.

—Ah —gimo mientras que los dedos de Zayn continúan moviéndose dentro de mí. Estoy cerca… toda esta estimulación... Inclino la cabeza hacia atrás, gimo en voz alta y Zayn detiene sus dedos. Toda sensación se detiene.

—¡No! Zayn —ruego, tratando de empujar las caderas hacia adelante por algo de fricción.

—Quieta, nena —dice mientras mi inminente orgasmo se derrite. Se inclina hacia adelante, una vez más y me besa.

—¿Frustrante, verdad? —murmura.

¡Oh no! De repente entiendo este juego.

—Zayn, por favor.

—Calla —dice y me besa. Y empieza a moverse otra vez, varita, dedos, pulgar, una combinación letal de tortura sensual. Cambia para que su cuerpo roce el mío. Todavía está vestido, y la suave mezclilla de sus jeans se roza contra mi pierna, su erección en mi cadera. Tan tentadoramente cerca. Me lleva al borde otra vez, mi cuerpo cantando de necesidad, y para.

—No —maúllo en alto.

Planta suaves y húmedos besos en mi hombro mientras retira sus dedos de mí, y mueve la vara hacia abajo. Oscila sobre mi estómago, mi tripa, sobre mi sexo, contra mi clítoris. Mierda, es intenso.

—¡Ah! —chillo, empujando fuerte contra las limitaciones.

Mi cuerpo está tan sensibilizado que siento que voy a explotar, y mientras lo hago, Zayn vuelve a parar.

—¡Zayn! —chillo.

—Frustrante, ¿sí? —murmura contra mi garganta—Justo como tú. Prometiendo una cosa y luego… —Su voz se va apagando.

—¡Zayn, por favor! —suplico.

Presiona la vara contra mí otra y otra vez, parando justo en el momento vital cada vez. ¡Ah!

—Cada vez que paro, se siente más intenso cuando vuelvo a empezar. ¿Verdad?

—Por favor —gimoteo. Las puntas de mis nervios están gritando por la liberación.

El zumbido para y Zayn me besa. Pasa su nariz por la mía.

—Eres la mujer más frustrante que he conocido nunca.

—Zayn, nunca prometí obedecerte. Por favor, por favor…

Se mueve enfrente de mí, agarra mi parte trasera y presiona sus caderas contra mí, haciéndome jadear, su ingle frotando la mía, los botones de sus jeans presionándome, apenas conteniendo su erección. Con una mano me quita la venda y agarra mi barbilla, y parpadeo a sus abrasadores ojos.

—Me vuelves loco —susurra, flexionando sus caderas contra mí una, dos, tres veces más, causando que mi cuerpo explote, preparado para arder. Y otra vez me lo impide. Lo quiero tan terriblemente. Lo necesito tan terriblemente. Cierro los ojos y murmuro una plegaria. No puedo evitar sentir que estoy siendo castigada. Estoy indefensa y él es despiadado. Lágrimas brotan de mis ojos. No sé cuán lejos va a llevar esto.

—Por favor —murmuro una vez más.

Pero me mira, implacable. Sólo va a continuar. ¿Durante cuánto tiempo? ¿Puedo jugar este juego? No. No. No. No puedo hacer esto. Sé que no va a parar. Va a continuar para torturarme. Su mano viaja hacia abajo por mi cuerpo una vez más. No… y la presa explota, toda la aprehensión, la ansiedad, y el miedo del último par de días abrumándome otra vez mientras las lágrimas brotan de mis ojos. Le doy la espalda. Esto no es amor. Es venganza.

—Rojo —susurro—. Rojo. Rojo.

Las lágrimas fluyen por mi cara.

Se queda quieto.

— ¡No! —Jadea, asombrado— Jesucristo, no.

Se mueve rápidamente, desenganchando mis manos, sujetándome por la cintura e inclinándose para desabrochar mis tobillos, mientras pongo mi cabeza en mis manos y lloro.

—No, no, no. Anastasia, por favor. No.

Levantándome, se mueve a la cama, sentándome y acunándome en su regazo mientras sollozo inconsolablemente. Estoy abrumada… mi cuerpo está tenso hasta el límite, mi mente en blanco, y mis emociones diseminadas por el viento. Él se estira detrás de mí, arranca la sábana de satén de la cama de cuatro postes y me cubre con ella. Las frías sábanas se sienten extrañas y no bienvenidas contra mi sensibilizada piel. Me envuelve con los brazos, abrazándome, meciéndome suavemente hacia delante y atrás.

—Lo siento. Lo siento —murmura Zayn, su voz cruda. Besa mi cabello una y otra vez— Anastasia, perdóname, por favor.

Girando mi cara hacia su cuello, continúo llorando, y es una liberación catártica. Ha pasado tanto en los últimos días, fuegos en salas de ordenadores, persecuciones de coches, carreras planeadas para mí, arquitectas cachondas, lunáticos armados en el apartamento, discusiones, su enfado, y Zayn ha estado fuera. Odio que Zayn se vaya… Uso la esquina de la sábana para sonarme la nariz y poco a poco me doy cuenta de que los tonos clínicos de Bach todavía están resonando alrededor de la sala.

—Por favor apaga la música. —Me sorbo la nariz.

—Claro, por supuesto. —Zayn cambia de postura, sin dejarme, y saca el mando de su bolsillo trasero. Presiona un botón y la música del piano cesa, para ser reemplazada por mis sacudidas respiraciones— ¿Mejor? —pregunta.


Asiento, mis sollozos disminuyendo. Zayn seca mis lágrimas suavemente con su pulgar.

—¿No eres fanática de las Variaciones Goldberg de Bach? —pregunta.

—No de esa pieza.

Me mira, intentando y fracasando en esconder la vergüenza en sus ojos.

—Lo siento —dice otra vez.

—¿Por qué has hecho eso? —Mi voz es apenas audible mientras trato de procesar mis pensamientos y emociones confundidas.

Sacude la cabeza tristemente y cierra los ojos.

—Me perdí en el momento —dice poco convincentemente.

Le frunzo el ceño, y suspira.

—Anastasia, la negación del orgasmo es una herramienta estándar en… Tú nunca… —Para. Cambio de postura en su regazo, y se estremece.

Oh. Me sonrojo.

—Lo siento —murmuro.

Pone los ojos en blanco, entonces se echa hacia atrás de repente, llevándome con él, para que estemos los dos tumbados en la cama, yo en sus brazos. Mi sujetador es incómodo, y lo ajusto.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta en voz baja.

Sacudo la cabeza. No quiero que toque mis pechos. Cambia de postura para mirarme desde arriba, y tentativamente levantando su mano, pasa los dedos suavemente por mi cara. Lágrimas en mis ojos otra vez. ¿Cómo puede ser tan cruel un minuto y tan sensible al siguiente?


—Por favor no llores —susurra.

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