miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 63

—Zayn. —Me pongo de pie.

Él sostiene su dedo índice en alto como advertencia.

—No —dice.

Su voz es tan ominosamente calmada que soy inmediatamente silenciada y enviada a mi silla. Inclinando su cabeza, Prescott camina apresuradamente fuera de la sala y se une a Taylor. Zayn cierra la puerta tras ella y camina al borde de la mesa. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Eso fue mi culpa.

Zayn se para frente a Leila y poniendo ambas manos en la superficie de madera, se inclina adelante.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —le gruñe.

—¡Zayn! —jadeo. Zayn me ignora.

—¿Y bien? —demanda él.

Leila echa un vistazo a través de sus largas pestañas, sus ojos amplios, su rostro lívido, su brillo rosado desaparecido.

—Quería verlo y usted no me dejaba —susurra ella.

—¿Así que viniste aquí a acosar a mi esposa? —Su voz es calmada.

Demasiado calmada.
Leila mira la mesa de nuevo.

Zayn se para mirándola con seriedad.

—Leila, si te acercas a mi esposa de nuevo, cortaré todo tu soporte. Los doctores, la escuela de arte, el seguro médico… todo. ¿Lo entiendes?

—Zayn —intento de nuevo. Pero me silencia con una mirada fría. ¿Por qué está siendo tan poco razonable? Mi compasión por esta triste mujer florece.

—Sí —dice ella, su voz es apenas audible.

—¿Qué está haciendo Susana en la recepción?

—Vino conmigo.

Él desliza su mano por su cabello, mirándola fríamente.

—Zayn, por favor —le ruego— Leila solo quería darte las gracias. Eso es todo.

Me ignora, concentrando su rabia en Leila.

—¿Te quedaste con Susana mientras estabas enferma?

—Sí.

—¿Sabía ella lo que estabas haciendo mientras te quedabas con ella?

—No. Ella estaba de vacaciones.

Él se frota el labio inferior con su dedo índice.

—¿Por qué necesitas verme? Sabes que deberías dirigir cualquier petición a Flynn. ¿Necesitas algo? —Su tono se ha suavizado, quizá una fracción.

Leila desliza su dedo a lo largo de la mesa una vez más. ¡Deja de acosarla, Zayn!

—Tenía que saberlo. —Y por primera vez ella levanta la mirada directamente a él.

—¿Saber qué? —espeta.

—Que estás bien.

Se queda boquiabierto.

—¿Que estoy bien? —se burla, incrédulo.

—Sí.

—Estoy bien. Ahí está, pregunta respondida. Ahora Taylor te llevará al aeropuerto para que puedas regresar a la Costa Este. Y si das un paso al oeste de Misisipi, todo se acaba. ¿Entiendes?

Joder… ¡Zayn! Me quedo boquiabierta. ¿Qué demonios lo está consumiendo? No puede confinarla a un lado del país.

—Sí, entiendo —dice Leila calmadamente.

—Bien. —El tono de Zayn es más conciliatorio.

—No sería conveniente para Leila volver ahora. Ella tiene planes, —protesto, indignada en su nombre.

Zayn me mira con rabia.

—Anastasia—advierte, con voz helada—, esto no te incumbe.

Le frunzo el ceño. Claro que me concierne, ella está en mi oficina. Aquí debe haber algo más que esto, lo sé. Él no está siendo racional.
Las Cincuenta Sombras, me sisea mi subconsciente.

—Leila vino verme a mí, no a ti. —murmuro malhumorada.

Leila se vuelve a mí, con sus ojos increíblemente abiertos.

—Tenía instrucciones, Señora Malik. Y las desobedecí. —Mira nerviosamente a mi marido, y después a mí.

—Éste es el Zayn Malik que conozco —dice con un tono triste y melancólico. Zayn frunce el ceño hacia ella, mientras se evapora el aire de mis pulmones. No puedo respirar. ¿Zayn fue así con ella todo el tiempo? ¿Era así conmigo, al principio? Encuentro que es difícil recordar. Dándome una triste sonrisa, Leila se levanta de la mesa.

—Me gustaría quedarme hasta mañana. Mi vuelo es a mediodía —dice ella tranquilamente a Zayn.

—Tendré a alguien buscándote a las diez para llevarte al aeropuerto.

—Gracias.

—¿Estás donde Susana?

—Sí.

—De acuerdo.

Fulmino con la mirada a Zayn. Él no puede ordenarle así... y ¿cómo sabe dónde vive Susana?

—Adiós, Señora Malik. Gracias por verme.

Estoy de pie y le ofrezco mi mano. Ella la toma agradecida y nos saludamos.

—Um… adiós. Buena suerte —murmuro, porque no estoy segura de qué protocolo seguir para decir adiós a la ex-sumisa de mi marido.

Ella asiente y se vuelve a él.

—Adiós, Zayn.

Los ojos de Zayn se suavizan un poco.

—Adiós, Leila. —Su voz es baja—. El Dr. Flynn, recuerda.

—Sí, Señor.

Abre la puerta para que salga, pero ella se detiene delante de él y mira hacia arriba. Tranquilo, la mira cautelosamente.

—Me alegro de que seas feliz. Te lo mereces —dice y sale antes de que él pueda contestar. Él frunce el entrecejo detrás de ella, desconcertado y luego asiente hacia Taylor, quien sigue a Leila hacia el área de recepción.

Cerrando la puerta, Zayn me mira con incertidumbre.

—Ni siquiera pienses sobre estar enfadado conmigo —siseo— Llama a Claude Bastille y le sacas la mierda a patadas o ve a ver a Flynn.

Su boca se abre de pronto; está tan sorprendido por mi arrebato, que su frente se frunce aún más.

—Me prometiste que no harías esto. —Ahora su tono es acusatorio.

—¿Hacer qué?

—Desafiarme.

—No, no lo hice. Dije que sería más considerada. Te dije que ella estaba aquí. Hice que Prescott la revisara y a tu otra pequeña amiga. Prescott estuvo conmigo en todo momento. Ahora has despedido a la pobre mujer, cuando sólo estaba haciendo lo que le pedí. Te dije que no te preocuparas y aun así aquí estás. No recuerdo haber recibido ningún documento decretando que no pudiera ver a Leila. No sabía que mis visitantes estaban sujetos a una lista censurada.

Mi voz sube con indignación a medida que me caliento con mi causa. Zayn me observa, desconcertado una vez más. Después de un momento tuerce la boca.

—¿Documento? —dice, divertido y se relaja visiblemente. Yo no estaba tratando de aclarar nuestra conversación. Sin embargo aquí está él sonriéndome irónicamente y eso me hace enfadar. El dialogo entre él y su ex fue doloroso de presenciar. ¿Cómo podía ser tan frío con ella?

—¿Qué? —me pregunta, exasperado, mientras mi cara permanece decididamente sería.

—Tú. ¿Por qué fuiste tan insensible con ella?

Él suspira y se desplaza, paso a paso hacia mí y sentándose en la mesa.

—Anastasia —dice como si hablara con un niño— Tú no lo entiendes. Leila, Susana –todas ellas- eran un agradable y divertido pasatiempo. Pero eso es todo. Tú eres el centro de mi universo. Y la última vez que ustedes dos estuvieron juntas en una habitación, ella te estaba apuntando con un arma. No la quiero en ninguna parte cerca de ti.

—Pero, Zayn, ella estaba enferma.

—Lo sé y sé que está mejor ahora, pero no voy a darle el beneficio de la duda nunca más. Lo que ella hizo fue imperdonable.

—Pero tú simplemente fuiste un juguete en sus manos. Ella quería verte de nuevo y sabía que vendrías corriendo si ella venía a verme a mí.

Zayn se encoge de hombros como si no le importara.

—No quiero que te corrompan con mi vieja vida.

¿Qué?

—Zayn... eres quién eres a causa de tu vieja vida, en cualquier cosa de tu nueva vida. Lo que te afecte a ti, me afecta a mí. Lo acepté cuando estuve de acuerdo en casarme, porque te amo.

Él está quieto. Sé que encuentra difícil oír esto.

—Ella no me hizo daño. Ella también te ama.

—Me importa una mierda.

Lo miro boquiabierta, sorprendida. Y me asombra que todavía tenga la capacidad de sorprenderme. Éste es el Zayn Malik que yo conozco. Las palabras de Leila repiquetean alrededor de mi cabeza. Su reacción con ella fue tan fría, tan diferente al hombre que he llegado a conocer y amar. Frunzo el entrecejo, recordando el remordimiento que el sintió cuando ella tuvo su crisis, cuando pensaba que podría de alguna manera ser responsable de su dolor. Trago, recordando, también, que él la había bañado. Mi estómago se retuerce dolorosamente ante la idea y la bilis se eleva en mi garganta. ¿Cómo puede decir que él no se preocupa por ella? Lo hacía en ese momento. ¿Qué ha cambiado? A veces, como ahora, simplemente no lo entiendo. Él está a un nivel lejos, muy lejos de mí.

—¿Por qué estás defendiendo su causa de repente? —pregunta, irritable y desconcertado.

—Mira, Zayn, no creo que Leila y yo estemos intercambiando recetas y tejiendo en un futuro cercano. Pero no pensé que serías tan desalmado hacia ella.

Sus ojos se congelan.

—Te dije una vez, que no tengo corazón —murmura.

Pongo mis ojos en blanco, oh, ahora se está comportando como un adolescente.

—Eso simplemente no es verdad, Zayn. Estás siendo ridículo. Te preocupas por ella. No estarías pagando sus clases de arte y el resto de esas cosas si no lo hicieras.

De repente, ambiciono fervientemente hacerle comprender esto. Es extremadamente obvio que se preocupa. ¿Por qué lo niega? Es como sus sentimientos por su madre. Oh mierda…por supuesto. Sus sentimientos por Leila y sus otras sumisas están enredados con los sentimientos por su madre. Me gusta azotar a las pequeñas chicas de pelo castaño como tú porque se parecen a la perra adicta al crack. No es de extrañar que este tan loco. Suspiro y agito mi cabeza. Pasando página Dr. Flynn, por favor. ¿Cómo puede no ver esto?

Mi corazón se inflama momentáneamente por él. Mi chico perdido... ¿Por qué es tan difícil para él volver a tener contacto con la humanidad, si mostró tanta compasión con Leila cuándo tuvo su crisis?
Él me mira, sus ojos brillan con enojo.

—Esta discusión ha terminado. Vamos a casa.

Echo una ojeada a mi reloj. Son las cuatro y veintitrés. Tengo trabajo que hacer.

—Es demasiado temprano —murmuro.

—A casa —insiste.

—Zayn. —Mi voz suena aburrida— Estoy cansada de tener el mismo argumento contigo.

Él frunce el entrecejo como si no entendiera.

—Ya sabes —aclaro —hago algo que no te gusta y piensas en alguna forma de vengarte. Normalmente involucrando alguna acción inmoralmente perversa que es alucinante o cruel.

Me encojo de hombros, resignada. Esto está agotador y confuso.

—¿Alucinante? —pregunta.

¿Qué?

—Normalmente, sí.

—¿Qué fue alucinante? —pregunta, sus ojos ahora están brillantes con curiosidad sensual divertida. Y yo sé que está intentando distraerme.

¡Mierda! No quiero discutir esto en la sala de reuniones de la AIPS. Mi subconsciente examina sus uñas finamente cuidadas con desdén. No debiste sacar el tema, entonces.

—Ya sabes. —Me ruborizo, irritada con él y conmigo.

—Puedo adivinarlo —susurra.

Vaya mierda. Estoy intentando castigarlo y él está confundiéndome.

—Zayn, yo…

—Me gusta complacerte. —Delicadamente, traza a su pulgar sobre mi labio inferior.

—Lo haces —reconozco, mi voz es un susurro.

—Lo sé —dice suavemente. Se inclina y susurra en mi oreja— Es la única cosa que sé.

Oh, él huele tan bien. Se inclina hacia atrás y me mira hacia abajo, sus labios curvados con una sonrisa arrogante de: sé lo que necesito para hacerte feliz.

Frunciendo mis labios me esfuerzo por no parecer afectada con su toque. Es tan ingenioso para desviarme de algo doloroso o algo que él no quiere hacer. Y tú se lo permites. Mi subconsciente dispara inútilmente, mirando fijamente por encima de su copia de Jane Eyre.

—¿Cuál fue alucinante, Anastasia? —incita, con un destello malicioso en sus ojos.

—¿Quieres la lista? —pregunto.

—¿Hay una lista? —Él está encantado.

Oh, este hombre está agotándome.

—Bien, las esposas —mascullo, mi mente se catapulta hacia atrás a nuestra luna de miel.

Frunce su frente y agarra mi mano, buscando el pulso en mi muñeca con su dedo pulgar.

—Yo no quiero marcarte.

Oh…

Sus labios se curvan con una lenta sonrisa carnal.

—Ven a casa. —Su tono es seductor.

—Tengo trabajo que hacer.

—A casa —dice, con más insistencia.

Nos miramos fijamente el uno al otro, el miel fundido en el azul descarriado, probándonos, probando nuestros límites y nuestras voluntades. Busco en sus ojos cierta comprensión, tratando de entender cómo este hombre puede ir desde la furiosa obsesión por el control a un amante seductor en un segundo. Sus ojos se hacen más grandes y más oscuros, con clara intención. Suavemente, acaricia mi mejilla.

—Nos podríamos quedar aquí. —La suya es una voz baja y ronca.

Oh no. Mi diosa interna mira anhelantemente abajo a la mesa de madera. No. No. No. No en la oficina.

—Zayn, no quiero tener el sexo aquí. Tu amante acaba de esta en esta sala.

—Ella nunca fue mi amante —gruñe, su boca se aplana en una línea austera.

—Eso es sólo semántica, Zayn.

Él frunce el cejo, con expresión perpleja. El amante seductor ha desaparecido.

—No pienses demasiado en esto, Anastasia. Ella es historia —dice despectivamente.

Suspiro... quizás tiene razón. Sólo quiero que admita que se preocupa por ella. Un escalofrío agarra mi corazón. Oh no. Esta es la razón de por qué es importante para mí. Supongamos que hago algo imperdonable. Supongamos que no estoy de acuerdo. ¿También seré historia? Si él puede volverse así, cuando estaba tan preocupado y molesto cuando Leila estaba enferma... ¿podría girar contra mí? Jadeé, recordando los fragmentos de un sueño: espejos dorados y el sonido de sus tacones haciendo clic en el suelo de mármol cuando me deja sola en el opulento esplendor.

—No... —La palabra sale de mi boca ante el horror susurrándolas antes de que pueda detenerla.

—Sí —dice y agarrando mi barbilla se inclina hacia abajo, plantando un tierno beso en mis labios.

—Oh, Zayn, a veces me asustas. —Sujeto su cabeza en mis manos, enrosco mis dedos en su pelo y tiro sus labios a los míos. Se queda quieto un momento, entonces dobla sus brazos a mí alrededor.

—¿Por qué?

—Puedes apartarte de ella tan fácilmente...

Él frunce el ceño.

—¿Y piensas que podría alejarme de ti, Anastasia? ¿Por qué diablos ibas a pensar eso? ¿Qué sacas de eso?

—Nada. Bésame. Llévame a casa —le suplico. Y cuando sus labios tocan los míos, estoy perdida.


*****


—Oh por favor —ruego, cuando Zayn sopla suavemente en mi sexo.

—Todo a su tiempo —murmura.

Tiro de mis restricciones y gimo en protesta a su contacto lascivo. Estoy atada con unas esposas de cuero suave, cada codo enlazado a cada rodilla y la cabeza de Zayn y metido entre mis piernas, con su magistral lengua tocándome, implacablemente. Abro mis ojos y miro ciegamente el techo de nuestra habitación bañado en la tenue luz del atardecer. Su lengua se mueve alrededor y en círculo, girando y curvándose sobre y alrededor del centro de mi universo. Quiero estirar las piernas y lucho en un vano por tratar de controlar el placer. Pero no puedo. Mis dedos se cierran fuertemente en su pelo y tiro fuerte para luchar contra su sublime tortura.

—No te corras —murmura advirtiéndome, con su suave aliento sobre mi carne cálida y húmeda cuando él se resiste mis dedos—Te azotaré si te corres.

Gimo.

—Contrólate, Anastasia. Todo se trata de controlar. —Su lengua renueva su erótica incursión.

Oh, él sabe lo que está haciendo. Soy incapaz de resistir o detener mi reacción servil y trato -realmente lo intento- pero mi cuerpo estalla bajo su despiadada ejecución y su lengua no se detiene mientras arrastra cada última onza de placer enervándome.

—Oh, Anastasia —me riñe— Te corriste. —Su voz es suave con su triunfante reprimenda. Me da la vuelta bocabajo y me apoyo temblorosamente en mis antebrazos. Él me da un fuerte tortazo en mi trasero.

—¡Ay! —grito.

—Control —Reprende y agarrando mis caderas se introduce en mí. Grito de nuevo, mi carne todavía se estremece con las secuelas de mi orgasmo. Él se queda quieto mientras está profundamente en mí y, agachándose, desengancha primero una, después la segunda esposa. Envuelve su brazo alrededor de mí y me tira sobre su regazo, con su frente en mi espalda, y su mano curvada bajo mi barbilla alrededor de mi garganta. Me deleito con la sensación de saciedad.

—Muévete —me pide.

Gimo y subo de arriba abajo en su regazo.

—Más rápido —susurra.

Y me muevo más y más rápidamente. Él gime y su mano inclina mi cabeza hacia atrás mientras él mordisquea mi cuello. Su otra mano se desplaza despacio por mi cuerpo, de mi cadera, bajando hacia mi sexo, hasta mi clítoris... todavía sensible de su pródiga atención anterior. Gimoteo cuando sus dedos se cierran a mí alrededor, tocándome una vez más.

—Sí, Anastasia—dice con voz áspera en mi oído— Eres mía. Sólo tú.

—Sí —respiro cuando mi cuerpo se tensa de nuevo, acercándose a su alrededor, acunándolo de la manera más íntima.

—Córrete para mí —exige.

Y me permito ir, mi cuerpo sigue su orden obedientemente. Él todavía me sostiene cuando mi clímax rasga a través de mí y grito su nombre.

—Oh, Anastasia, te amo —gime y sigue mi ejemplo arqueándose contra mí, encontrando su propia liberación.

Besa mi hombro y alisa el pelo de mi cara.

—¿Eso entró en la lista, Señora Malik? —murmura. Yo estoy estirada, apenas consciente, plana en mi vientre sobre nuestra cama. Zayn masajea mi espalda suavemente. Él esta apuntalado junto a mí en un codo.

—Hmm.

—¿Eso es un sí?

—Hmm. —Sonrío.

Él sonríe y me besa de nuevo y a regañadientes ruedo a un lado para enfrentarlo.

—¿Bien? —pregunta.

—Sí. Entra en la lista. Pero es una larga lista.

Su cara casi se divide en dos y se inclina hacia adelante para besarme suavemente.

—Bueno. ¿Cenamos? —Sus ojos brillan con el amor y humor.

Asiento con la cabeza. Estoy hambrienta. Y extiendo la mano para tirar suavemente de los pequeños vellos en su pecho.

—Quiero que me digas algo —susurro.

—¿Qué?

—No te enfades.

—¿Qué es, Anastasia?

—Te importa.

Sus ojos se ensanchan y todo el rastro de su buen humor desaparece.

—Quiero que admitas que te importa. Porque al Zayn que yo conozco y amo le importaría.

Él permanece quieto, sus ojos no dejan los míos y soy testigo de su lucha interna como si estuviera a punto de hacer el juicio de Salomón. Abre su boca para decir algo y luego la cierra nuevamente mientras alguna emoción fugaz cruza su rostro... dolor, tal vez.

Dilo, lo presiono.

—Sí. Sí, me importa. ¿Contenta? —Su voz apenas es un susurro.
Oh, gracias a Dios, joder. Es un alivio.

—Sí. Mucho.

Frunce el entrecejo.

—No puedo creer que esté hablando ahora contigo, aquí en nuestra cama, sobre… —pongo mi dedo a sus labios.

—No lo estamos. Vamos a comer. Tengo hambre.

Él suspira y mueve su cabeza.

—Me cautivas y me desconciertas, Señora Malik.

—Bueno. —Me inclino hacia arriba y lo beso.

****

De: Anastasia Malik
Asunto: La Lista
Para: Zayn Malik

Eso está definitivamente a la parte superior.

Un sobresaliente

Anastasia Malik
Coordinadora Editorial, del AIPS,

De: Zayn Malik
Asunto: Dime Algo Nuevo
Para: Anastasia Malik

Has dicho eso los últimos tres días. Decídete. O… podríamos tratar de probar algo más.


Zayn Malik
Gerente General, Disfrutando este Juego, Malik Enterprises Holdings Inc.

Sonrío a mi pantalla. Las últimas tardes han sido... entretenidas. Nos hemos relajado nuevamente, la breve interrupción de Leila ha sido olvidada. Yo realmente no he reunido el valor para preguntarle si alguna de las pinturas que cuelgan de las paredes son suyas y francamente, realmente no me importa. Mi BlackBerry zumba y contesto, mientras espero a Zayn.

—¿Ana?

—¿Sí?

—Ana, cariño. Soy Justin Senior.

—¡Sr. Bieber! ¡Hola! —Mi cuero cabelludo pica. ¿Qué quiere el padre de Justin de mí?

—Cariño, siento llamarte al trabajo. Es Ray. —Su voz vacila.

—¿Qué es? ¿Qué ha ocurrido? —Mi corazón da un vuelco.

—Ray ha tenido un accidente.

Oh No. Papá. Dejo de respirar.

—Está en el hospital. Haría bien en venir aquí rápido.

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