lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 47.

—Siéntate —ordena. Algunas cosas nunca cambian, medito, haciendo lo que me dice. Zayn se sienta a mi lado e, inclinándose adelante, pone su cabeza en sus manos.

Oh, no. ¿Es demasiado duro para él? Luego se levanta, pasa ambos manos por su cabello y se da vuelta hacia mí, expectante y resignado con su destino.

—Pregúntame —dice simplemente.

Oh. Bueno, eso fue más fácil de lo que pensé.

—¿Por qué la seguridad adicional para tu familia?

—Hyde era una amenaza para ellos.

—¿Cómo lo sabes?

—Por su ordenador. Tenía detalles personales de mí y el resto de mi familia. Especialmente de Carrick.

—¿Carrick? ¿Por qué él?

—No lo sé todavía. Vamos a la cama.

—¡Zayn, dime!

—¿Decirte qué?

—Eres tan… exasperante.

—También tú. —Me mira con seriedad.

—No reforzaste la seguridad cuando te diste cuenta por primera vez de que había información de tu familia en el ordenador. Así que, ¿qué sucedió? ¿Por qué ahora?

Zayn entrecierra sus ojos hacia mí.

—No sabía que él iba a intentar incendiar mi edificio, o… —Se detiene—, cuando estás bajo el escrutinio público, las personas se interesan. Eran cosas al azar: reportes de noticias de mí de cuando estaba en Harvard, mis peleas, mi carrera. Reportes de Carrick, siguiendo su carrera, siguiendo la carrera de mi mamá… y algo también de Elliot y Mia.

Qué extraño.

—Dijiste “o” —espeto.

—¿O qué?

—Dijiste: “intentar incendiar mi edificio, o…” como si fueras a decir algo más.

—¿Tienes hambre?

¿Qué? Le frunzo el ceño, y mi estómago gruñe.

—¿Comiste hoy? —Su voz es más severa y sus ojos congelados. Soy traicionada por mí sonrojar.

—Como pensé. —Su voz es cortada— Sabes cómo me siento porque no comas. Ven —dice. Se para y estira su mano—, déjame alimentarte. —Y cambia de nuevo… esta vez su voz está llena de una sensual promesa.

—¿Alimentarme? —susurro mientras todo al sur de mi ombligo se licúa.

Demonios. Ésta es una diversión tan típicamente volátil de cuando hemos estado discutiendo. ¿Es eso? ¿Es todo lo que obtendré de él por ahora?
Guiándome hacia la cocina, Zayn agarra un taburete y lo levanta hacia el otro lado del pasillo.

—Siéntate —dice.

—¿Dónde está la Sra. Jones? —pregunto, notando su ausencia por primera vez mientras me siento en el taburete.

—Le he dado a ella y a Taylor la noche libre.

Oh.

—¿Por qué?

Me mira por un latido, y su arrogante diversión está de vuelta.

—Porque puedo.

—¿Entonces vas a cocinar? —Le doy una incrédula sonrisita.

—O, ustedes los de poca fe, Sra. Malik. Cierra tus ojos.

Parpadeo ante él, maravillándome. Pensé que íbamos a tener una larga pelea, y aquí estamos, jugando en la cocina.

—Ciérralos —ordena.

Los pongo en blanco primero, luego hago caso.

—Mmm. No lo suficientemente bien —murmura. Abro un ojo y lo veo sacar una bufanda colorada de su bolsillo trasero. Hace juego con mi vestido. Santo cielo. Miro calculadoramente en su dirección. ¿Cuándo consiguió eso?

—Ciérralos —ordena de nuevo— Sin espiar.

—¿Vas a vendarme los ojos? —murmuro, sorprendida. De repente estoy sin aliento.

—Sí.

—Zayn… —Pone un dedo sobre mis labios, silenciándome.

Quiero hablar.

—Hablaremos después. Quiero que comas ahora. Dijiste que tenías hambre. —Inclinándose, ligeramente besa mis labios. La seda de la bufanda es suave contra mis parpados mientras él la ata seguramente en la parte trasera de mi cabeza.

—¿Puedes ver? —pregunta.

—No —murmuro, figuradamente poniendo los ojos en blanco. Él sonríe burlonamente.

—Puedo saber cuándo estás poniendo los ojos en blanco, lo sabes…. Y sabes cómo me hace sentir eso.

Frunzo los labios.

—¿Podemos sólo terminar con eso? —espeto.

—Tanta impaciencia, Sra. Malik. Tan ansiosa por hablar. —Su tono es juguetón.

—¡Sí!

—Debo alimentarte primero —dice y roza sus labios sobre mi frente, calmándome instantáneamente.

De acuerdo… que sea a tu manera. Me resigno a mi destino y escucho sus movimientos alrededor de la cocina. La puerta de la nevera se abre y Zayn pone varios platos en el mesón detrás de mí. Mi curiosidad es picada. Escucho el nivelador del tostador caer, el girar del control, y el callado tic tac del reloj. Hmmm, ¿tostadas?

—Sí, estoy ansiosa por hablar —murmuro, distraída. Una clase de aromas exóticos y condimentados llenan la cocina. ¿Qué está haciendo? Me muevo en mi silla.

—Quédate quieta, Anastasia —murmura, y está cerca de mí otra vez— Quiero que te comportes… —susurra.

Oh dios. Mi diosa interna se congela, ni siquiera parpadeando.

—Y no muerdas tu labio. —Suavemente tira de mi labio inferior liberándolo de mis dientes, y no puedo evitar mi sonrisa.

A continuación, escucho el pop afilado de un corcho siendo extraído de una botella y el suave gorgoteo de vino siendo vertido en una copa. Luego, un momento de silencio seguido por el silencioso clic y el suave silbido del sonido blanco de los altavoces al cobrar vida. Una fuerte vibración de una guitarra comienza una canción que no conozco. Zayn sube el volumen hasta el nivel de fondo. Un hombre empieza a cantar, su voz profunda, baja, y sexy.

—Un trago primero, creo —susurra Zayn, desviando mi atención de la canción— La cabeza hacia atrás. —Muevo mi cabeza hacia atrás— Más —pide.

Me obligo, y sus labios están en los míos. Fresco vino frío fluye hacia mi boca. Trago reflexivamente.

Oh dios. Recuerdos de no hace mucho tiempo me inundan: yo atada en mi cama en Vancouver antes de graduarme con un caliente, enfadado Zayn no apreciando mi correo. Mmm. ¿Han cambiado los tiempos? No mucho. Sólo que ahora reconozco el vino, el favorito de Zayn, un Sancerre.

—Mmm —murmuro en apreciación.

—¿Te gusta el vino? —susurra, su aliento cálido en mi mejilla. Estoy bañada en su proximidad, su vitalidad, el calor que irradia su cuerpo, a pesar de que no me toca.

—Sí —respiro.

—¿Más?

—Siempre quiero más, contigo.

Casi oigo su sonrisa. Me hace sonreír, también.

—Sra. Malik, ¿está coqueteando conmigo?

—Sí.

Su anillo de bodas tintinea contra el cristal mientras toma otro sorbo de vino. Ahora ese es un sonido sexy. Esta vez, él tira mi cabeza hacia atrás, acunándome. Me besa una vez más, y ávidamente trago el vino que me da. Sonríe mientras me besa de nuevo.

—¿Hambrienta?

—Creo que ya hemos establecido eso, Sr. Malik.

El trovador en el iPod está cantando acerca de juegos perversos. Mmm. Cuan apropiado.

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