lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 50.

Estoy aturdida y confundida por este hombre. Mi enfado me ha abandonado en mi hora de necesidad… Me siento entumecida. Quiero acurrucarme en una bola y abstraerme. Parpadeo, intentando contener las lágrimas mientras miro sus angustiados ojos. Tomo una respiración temblorosa, mis ojos no dejan los suyos. ¿Qué voy a hacer con este hombre controlador? ¿Aprender a ser controlada? No lo creo…

—¿Yo nunca qué? —pregunto.

—Haces lo que te dicen. Cambiaste de opinión; no me dijiste dónde estabas. Anastasia, estaba en Nueva York, impotente y lívido. Si hubiera estado en Seattle te habría traído a casa.

—¿Así que me estás castigando?

Él traga, después cierra los ojos. No tiene que responder, y sé que castigarme era su intención exacta.

—Tienes que parar de hacer esto —murmuro.

Su frente se arruga.

—Para empezar, sólo acabas sintiéndote más como una mierda.

Resopla.

—Eso es verdad —murmura— No me gusta verte así.

—Y no me gusta sentirme así. En Fair Lady dijiste que no te habías casado con una sumisa.

—Lo sé. Lo sé. —Su voz es suave y cruda.

—Entonces para de tratarme como a una. Siento no haberte llamado. No seré tan egoísta otra vez. Sé que te preocupas por mí.

Me mira larga y fijamente, escrutándome de cerca, sus ojos sombríos y ansiosos.

—De acuerdo. Bien —dice al final. Se agacha, pero para antes de que sus labios toquen los míos, silenciosamente preguntando si puede. Levanto mi cara hacia la suya, y me besa delicadamente.

—Tus labios son siempre tan suaves cuando has estado llorando —murmura.

—Nunca prometí obedecerte, Zayn —susurro.

—Lo sé.

—Asúmelo, por favor. Por el bien de los dos. Yo intentaré y seré más considerada con tus… tendencias de control.

Parece perdido y vulnerable, completamente a la deriva.

—Lo intentaré —murmura, su voz quemando con sinceridad.

Suspiro, un largo y tembloroso suspiro.

—Por favor hazlo. Además, si hubiera estado aquí…

—Lo sé —dice y palidece.

Tumbado de espaldas, pone su brazo libre sobre su cara. Me acurruco a su alrededor y pongo mi cabeza sobre su pecho. Los dos yacemos en silencio durante unos pocos momentos. Su mano se mueve al final de mi trenza. Quita la goma, liberando mi cabello, y suavemente, rítmicamente lo peina con los dedos.

Esto es sobre lo que en realidad es, su miedo… su miedo irracional por mi seguridad. Una imagen de Jack Hyde desplomado en el suelo del apartamento con una Glock me viene a la mente… bueno, puede que no tan irracional, lo que me recuerda…

—¿A qué te referías antes, cuando dijiste “o”? —pregunto.

—¿O?

—Algo sobre Jack.

Me mira.

—Tú no abandonas, ¿verdad?

Descanso mi barbilla en su esternón, disfrutando las tranquilizadoras caricias de sus dedos en mi cabello.

—¿Abandonar? Nunca. Dime. No me gusta que me mantengan en la oscuridad. Pareces tener alguna pretenciosa idea sobre que necesito protección. Ni siquiera sabes disparar, yo sí. ¿Crees que no puedo manejar lo que sea que no me cuentes, Zayn? He tenido a tu ex sumisa acosadora apuntándome con un arma, tu ex amante pedófila acosándome, y no me mires así —replico cuando me frunce el ceño—. Tu madre se siente de la misma manera sobre ella.

—¿Hablaste con mi madre sobre Elena? —La voz de Zayn se eleva unas octavas.

—Sí, Grace y yo hablamos sobre ella.

Se queda boquiabierto.

—Está muy disgustada sobre ello. Se culpa a sí misma.

—No puedo creer que hablaras con mi madre. ¡Mierda! —Se tumba y pone su brazo sobre su cara otra vez.

—No entré en nada específico.

—Debería esperar que no. Grace no necesita todos los detalles sangrientos. Cristo, Anastasia. ¿Mi padre también?

—¡No! —Sacudo mi cabeza vehementemente. No tengo ese tipo de relación con Carrick. Sus comentarios sobre el contrato prenupcial todavía pican— De todos modos, estás intentando distraerme, otra vez. Jack. ¿Qué pasa con él?

Zayn levanta su mano brevemente y me mira larga y fijamente, su expresión ilegible. Suspirando, pone su brazo de vuelta sobre su cara.

—Hyde está implicado en el sabotaje de Charlie Tango. Los investigadores encontraron una huella parcial, sólo parcial, así que no pudieron encontrar ninguna coincidencia. Pero entonces reconociste a Hyde en la sala de bandejas. Tiene condenas como un menor en Detroit, y las huellas coincidían con las suyas.

Mi mente da vueltas mientras trato de absorber esta información. ¿Jack derribó a Charlie Tango? Pero Zayn estaba en racha.

—Esta mañana, han encontrado una caravana de camuflaje aquí. El conductor era Hyde. Ayer, envió algo de mierda a ese chico nuevo que se ha mudado. El chico que conocimos en el ascensor.

—No recuerdo su nombre.

—Tampoco yo —dice Zayn— Pero así es como conseguía Hyde entrar en el edificio legítimamente. Estaba trabajando para la compañía de correos…

—¿Y? ¿Qué es tan importante sobre la caravana?

Zayn no dice nada.

—Zayn, dímelo.

—Los policías encontraron… cosas en la caravana. —Vuelve a parar y tensa su sujeción a mí alrededor.

—¿Qué cosas?

Está callado durante unos momentos, y abro mi boca para motivarle otra vez, pero habla.

—Un colchón, suficiente tranquilizante de caballo como para una docena de caballos, y una nota. —Su voz se ha suavizado a apenas un susurro mientras el horror y la repulsión emanan de él.

—¿Una nota? —Mi voz refleja la suya.

—Dirigida a mí.

—¿Qué decía?

Zayn sacude la cabeza, indicando que no lo sabe o que no divulgará su contenido.

Oh.

—Hyde vino aquí anoche con la intención de secuestrarte. —Zayn se congela, su rostro tirante con la tensión. Mientras dice esas palabras, recuerdo la cinta adhesiva, y un escalofrío me recorre, a pesar de que dentro de mí esto no es nuevo.

—Mierda —murmuro.

—Bastante —dice Zayn tenso.

Intento recordar a Jack en la oficina. ¿Había estado siempre loco? ¿Cómo pensó que podría salirse con la suya en esto? Quiero decir, era bastante escalofriante, ¿pero así de trastornado?

—No entiendo por qué —murmuro— No tiene sentido para mí.

—Lo sé. La policía está investigando más, y también Welch. Pero pensamos que Detroit es la conexión.

—¿Detroit? —lo miro fijamente, confundida.

—Sí. Hay algo allí.

—Todavía no lo entiendo.

Zayn levanta su cara y me mira fijamente, su expresión ilegible.

—Anastasia, nací en Detroit.

—Pensaba que ustedes nacieron aquí en Seattle —murmuro.

Mi mente corre. ¿Qué tiene esto que ver con Jack? Zayn levanta el brazo cubriendo su rostro, llega detrás de él, y coge una de las almohadas. Colocándola bajo su cabeza, se acomoda de nuevo y me mira, su expresión cautelosa. Después de un momento niega con la cabeza.

—No. Elliot y yo fuimos adoptados en Detroit. Nos trasladamos aquí poco después de mi adopción. Grace quería estar en la costa oeste, lejos de la mancha urbana, y ella consiguió un trabajo en el Hospital Northwest. Tengo muy poca memoria de esa época. Mia fue adoptada aquí.

—¿Así que Jack es de Detroit?

—Sí.

Oh…

—¿Cómo lo sabes?

—Hice una revisión de antecedentes cuando fuiste a trabajar para él.

Por supuesto que lo hizo.

—¿Tienes una carpeta sobre él, también? —Le sonreí.

La boca de Zayn se retuerce mientras él esconde su diversión.

—Creo que es de color azul pálido. —Sus dedos continúan corriendo a través de mi pelo. Es tranquilizador.

—¿Qué dice en su archivo?

Zayn parpadea. Estirando la mano acaricia mi mejilla.

—¿Realmente quieres saber?

—¿Es así de malo?

Se encoge de hombros.

—He conocido peores —susurra.

¡No! ¿Se refiere a sí mismo? Y la imagen que tengo de Zayn como un pequeño, sucio, temeroso, chico perdido viene a la mente. Me enrollo en torno a él, abrazándolo con más fuerza, tirando de la sábana sobre él, y pongo mi mejilla contra su pecho.

—¿Qué? —pregunta, desconcertado por mi reacción.

—Nada —murmuro.

—No, no. Esto funciona en ambos sentidos, Anastasia. ¿Qué pasa?

Echo un vistazo evaluando su expresión preocupada. Descansando mi mejilla sobre su pecho una vez más, me decido a decirle.

—A veces te imagino como un niño… antes de que vinieras a vivir con los Malik.

Zayn se pone rígido.

—Yo no estaba hablando de mí. No quiero tu compasión, Anastasia. Esa parte de mi vida se acabó. Paso.

—No es lástima —digo en voz baja, horrorizada— Es simpatía y tristeza… tristeza de que alguien pueda hacerle eso a un niño. —Tomo una profunda y estabilizante respiración, mientras mi estómago se retuerce y las lágrimas pinchan mis ojos de nuevo— Esa parte de tu vida no se acabó, Zayn, ¿cómo puedes decir eso? Vives cada día con tu pasado. Tú mismo me dijiste, Cincuenta Sombras, ¿recuerdas? —Mi voz es apenas audible.

Zayn resopla y corre la mano libre a través de su pelo, aunque se queda callado y tenso debajo de mí.

—Sé que es por eso que sientes la necesidad de controlarme. Mantenerme a salvo.

—Y sin embargo, tú decides desafiarme —murmura desconcertado, su mano aún en mi pelo.

Frunzo el ceño. ¡Santo cielo! ¿Hago eso a propósito? Mi subconsciente, se quita sus gafas de media luna y mastica el final, frunciendo los labios y asintiendo con la cabeza. La ignoro. Esto es confuso, soy su esposa, no su sumisa, no alguna empresa que ha adquirido. No soy la puta drogadicta que era su madre… Mierda. La idea es repugnante. Las palabras del Dr. Flynn vienen de nuevo a mí “Simplemente sigue haciendo lo que estás haciendo. Zayn está de cabeza… Es una delicia de ver."

Eso es todo. Sólo estoy haciendo lo que siempre he hecho. ¿No es eso lo que Zayn encuentra atractivo en primer lugar?
Oh, este hombre es tan confuso.

—El Dr. Flynn dijo que debería darte el beneficio de la duda. Yo creo que sí, no estoy segura. Quizás es mi manera de hacerte llegar al aquí y ahora, lejos de tu pasado —le susurro— No lo sé. Sólo parece que no puede conseguir manejar cuán lejos tú sobreactuarás.

Él se mantiene en silencio por un momento.

—Maldito Flynn —murmura para sí mismo.

—Él me dijo que debía seguir comportándome de la manera que siempre me he comportado contigo.

—¿Lo hizo? —dice Zayn con sequedad.

Muy bien. Aquí va...

—Zayn, sé que amabas a tu madre y no pudiste salvarla. No era tu trabajo hacer eso. Pero yo no soy ella.

Se congela de nuevo.

—No —susurra él.

—No, escucha. Por favor. —Levanto mi cabeza para mirar sus ojos mieles que están paralizados por el miedo. Él está aguantando la respiración. Oh, Zayn… mi corazón se contrae— Yo no soy ella. Soy mucho más fuerte de lo que ella era. Te tengo a ti, y eres mucho más fuerte ahora, y sé que me amas. Te amo, también —susurro.

Su frente se arruga como si mis palabras no fueran lo que él esperaba.

—¿Todavía me quieres? —pregunta.

—Por supuesto que sí. Zayn, yo siempre te amaré. No importa lo que me hagas. —¿Es esta la certeza que él quiere?

Él exhala y cierra los ojos, poniendo su brazo sobre su cara de nuevo, pero abrazándome más cerca, también.

—No te escondas de mí. —Agarro su mano y saco el brazo de su cara— Has pasado tu vida ocultándote. Por favor, no, no de mí.

Parpadea hacia mí con incredulidad y frunce el ceño.

—¿Ocultándome?

—Sí.

Él cambia de posición repentinamente, se voltea sobre su lado y moviéndome, así que estoy yaciendo a su lado en la cama. Él levanta la mano, alisa el pelo de mi cara y lo mete detrás de mí oreja.

—Tú me preguntaste más temprano hoy si yo te odiaba. No entendí por qué, y ahora… —Él se detiene, mirándome como si yo fuera un perfecto enigma.

—¿Todavía piensas que te odio? —Ahora mi voz es incrédula.

—No. —Él niega con la cabeza— Ahora no. —Se ve aliviado— Pero necesito saber… ¿por qué has dicho tu palabra de seguridad, Anastasia?

Quedo en blanco. ¿Qué puedo decirle? Que él me asustó. Que yo no sabía si pararía. Que le rogué, y no paró. Que yo no quería que las cosas escalaran… como… como esa vez aquí. Me estremezco mientras lo recuerdo azotándome con su cinturón.

—Porque… porque estabas tan enfadado y distante y… frío. Yo no sabía cuán lejos irías.

Su expresión es ilegible.

—¿Ibas a dejar que me corriera? —Mi voz es apenas un susurro, y siento un rubor apoderándose de mis mejillas, pero sostengo su mirada.

—No —dice finalmente.

Santa mierda.

—Eso es… duro.

Sus nudillos gentilmente rozan mi mejilla.

—Pero eficaz —murmura. Él mira hacia mí como si estuviera tratando de ver en mi alma, sus ojos oscurecidos. Después de una eternidad, murmura—: Estoy contento de que lo hicieras.

—¿En serio? —No lo entiendo.

Sus labios se tuercen en una sonrisa triste.

—Sí. No quiero lastimarte. Y me dejé llevar. —Él se inclina y me besa— Perdido en el momento. —Me besa de nuevo— Sucede mucho contigo.

¿Ah? Y por alguna extraña razón la idea me agrada… Sonrío. ¿Por qué eso me hace feliz? Él sonríe, también.

—No sé por qué estás sonriendo, Sra. Malik.

—Yo tampoco.

Él se envuelve alrededor de mí y coloca su cabeza sobre mi pecho. Somos una maraña de miembros desnudos y vestidos de mezclilla, y sábanas de raso rojo. Acaricio su espalda con una mano y corro los dedos de la otra mano por su pelo. Suspira y se relaja en mis brazos.

—Esto significa que puedo confiar en ti… para que me detengas. No quiero lastimarte nunca —murmura—. Necesito… —Se detiene.

—¿Necesitas qué?

—Necesito control, Anastasia. Al igual que te necesito a ti. Es la única manera en que puedo funcionar. No puedo dejarlo ir. No puedo. Lo he intentado… Y, sin embargo, contigo. —Sacude la cabeza con exasperación.

Trago. Este es el corazón de nuestro dilema, su necesidad de control y su necesidad por mí. Me niego a creer que son mutuamente excluyentes.

—Yo también te necesito —le susurro, abrazándolo con más fuerza— Voy a intentarlo, Zayn. Voy a tratar de ser más considerada.

—Quiero que me necesites —murmura.

—Lo hago. —Mi voz es apasionada. Lo necesito tanto. Lo amo tanto.

—Quiero cuidar de ti.

—Lo haces. Todo el tiempo. Te extrañé mucho cuando estabas lejos.

—¿En serio? —Suena tan sorprendido.

—Sí, por supuesto. Odio que te vayas.

Siento su sonrisa.


—Podrías haber venido conmigo.

—Zayn, por favor. No vamos a discutir de nuevo ese argumento. Quiero trabajar.

Él suspira mientras yo paso mis dedos suavemente por su pelo.

—Te amo, Anastasia.

—Te amo, también, Zayn. Siempre te amaré.

Ambos yacemos aún en la calma, la tranquilidad después de nuestra tormenta. Escuchando el ritmo constante de su corazón, voy a la deriva agotada hacia el sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario