miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 67

— ¿Podemos ir a dar una vuelta?

Zayn y yo estamos de regreso en el R8, y me siento vertiginosamente optimista. El cerebro de Ray está volviendo a la normalidad, toda la hinchazón se ha ido. La Dra. Sluder ha decidido despertarlo de su estado de coma mañana. Ella dice que está contenta con su progreso.

—Claro —Zayn sonríe hacia mí— Es tu cumpleaños, podemos hacer lo que sea que quieras.

¡Oh! Su tono me hace dar la vuelta y mirarlo. Sus ojos están oscuros.

—¿Lo que sea?

—Lo que sea.

¿Cuánta promesa puede cargar en una sola palabra?

—Bueno, quiero conducir.

—Entonces, conduce, cariño —dice sonriendo, y yo sonrío de vuelta.

Mi coche se maneja como un sueño, y mientras llegamos a la I-5, sutilmente pongo mi pie en el suelo, lo que nos obliga a ambos a estar de nuevo en nuestros asientos.

—Tranquila, nena —advierte Zayn.

Mientras nos dirigimos de regreso a Portland, una idea se me ocurre.

—¿Has planificado almorzar? —le pregunto a Zayn tentativamente.

—No. ¿Tienes hambre? —Suena esperanzador.

—Sí.

—¿A dónde quieres ir? Es tu día, Anastasia.

—Conozco justo el lugar.

Me pongo cerca de la galería donde Justin exhibió su obra y me estaciono justo afuera del restaurante “Le Picotin” a donde fuimos después de la exposición de Justin.

Zayn sonríe.

—Por un minuto pensé que me ibas a llevar a ese horrible bar desde donde me llamaste borracha.

—¿Por qué iba a hacer eso?

—Para comprobar que las azaleas todavía están vivas. —Él arquea una ceja sardónica.

Me sonrojo.

—¡No me lo recuerdes! Además... todavía me llevaste a tu habitación de hotel. —Sonrío.

—La mejor decisión que he tomado —dice, con los ojos suaves y cálidos.

—Sí. Lo fue. —Me inclino y lo beso.

—¿Crees que ese hijo de puta arrogante todavía está esperando en las mesas? —Zayn.

—¿Arrogante? Pensé que estaba bien.

—Estaba tratando de impresionarte.

—Bueno, tuvo éxito.

La boca de Zayn gira con divertida repugnancia.

—¿Vamos a ir a ver? —ofrezco.

—Adelante, Sra. Malik.

Después del almuerzo y un rápido desvío a Heathman para recoger el portátil de Zayn, regresamos al hospital. Me paso la tarde con Ray, leyendo en voz alta uno de los manuscritos que he enviado. Mi único acompañamiento es el sonido de la maquinaria manteniéndolo vivo, manteniéndolo conmigo.

Ahora que sé que está haciendo progresos, puedo respirar un poco más fácil y relajarme. Estoy esperanzada. Sólo necesita tiempo para recuperarse. Tengo tiempo, yo puedo darle eso. Me pregunto de brazos cruzados si debería intentar llamar a mamá otra vez, pero decido hacerlo más tarde. Sostengo la mano de Ray holgadamente mientras le leo, apretándola de vez en cuando, deseando que esté bien. Sus dedos se sienten suaves y calientes por debajo de mi tacto. Él todavía tiene la huella en su dedo donde llevaba su anillo de boda, incluso después de todo este tiempo.

Una o dos horas más tarde, no sé cuánto tiempo, echo un vistazo para ver a Zayn, ordenador portátil en la mano, de pie al final de la cama de Ray con la enfermera Kellie.

—Es hora de irse, Anastasia.

Oh. Aprieto la mano de Ray con fuerza. No quiero dejarlo.

—Quiero alimentarte. Ven. Ya es tarde. —Zayn suena insistente.

—Estoy a punto de darle un baño de esponja al señor Steele —dice la enfermera Kellie.

—Está bien —concedo— Estaremos de vuelta mañana por la mañana.

Beso a Ray en la mejilla, sintiendo su no familiar barba bajo mis labios. No me gusta eso. Mantente cada vez mejor, papi. Te amo.

—Pensé que podíamos ir a comer a la planta baja. En una habitación privada —dice Zayn, un brillo en sus ojos mientras abre la puerta a nuestra suite.

—¿En serio? ¿Finalmente terminarás lo que empezaste hace unos meses?
Él sonríe.

—Si tienes mucha suerte, Sra. Malik.

Yo me río.

—Zayn, no tengo nada elegante que ponerme.

Él sonríe, extiende la mano y me lleva al dormitorio. Abre el armario para revelar una gran bolsa blanca de vestido colgando dentro.

—¿Taylor? —pregunto.

—Zayn —responde, contundente y herido a la vez. Su tono me hace reír.

Bajando la cremallera de la bolsa, encuentro un vestido de satén azul marino y lo saco. Es precioso, equipado con finos tirantes. Se ve pequeño.

—Es precioso. Gracias. Espero que me quede bien.

—Lo hará —dice con confianza— Y aquí —recoge una caja de zapatos—, zapatos a juego. —Él me da una sonrisa lobuna.

—Piensas en todo. Gracias. —Me estiro hacia arriba y lo beso.

—Lo hago. —Me da otra bolsa.

Miro hacia él con curiosidad. Dentro un traje negro sin tirantes con un panel central de encaje. Él acaricia mi rostro, inclina mi mentón, y me besa.

—Estoy ansioso de sacarte esto más tarde.

Recién salida de mi baño, lavada, afeitada y sintiéndome mimada, me siento en el borde de la cama y pongo en marcha el secador de pelo. Zayn se pasea en el dormitorio. Creo que ha estado trabajando.

—Ven, déjame —dice, señalando la silla delante del tocador.

—¿Secarme el pelo?

Asiente con la cabeza. Cierro los ojos ante él.

—Ven —dice, mirándome fijamente. Conozco esa expresión, y la conozco muy bien como para desobedecer. Lenta y metódicamente, seca mi pelo, un mechón a la vez. Obviamente, ha hecho esto antes... a menudo.

—No eres nuevo en esto —me quejo.

Su sonrisa se refleja en el espejo, pero no dice nada y sigue con el cepillo por mi pelo. Hmm... Es muy relajante.

Cuando entramos en el ascensor de camino a la cena, no estamos solos. Zayn se ve delicioso, con su camisa de firma de lino blanca, jeans negros y una chaqueta. Sin corbata. Las dos mujeres dentro disparan miradas de admiración hacía él y menos generosas en mí. Escondo mi sonrisa. Sí, señoras, es mío. Zayn toma mi mano y tira de mí más cerca mientras viajamos en silencio hasta el nivel de entresuelo.

Está ocupado, lleno de gente vestida de noche, sentados alrededor charlando y bebiendo, comenzando su noche de sábado. Estoy agradecida de encajar. El vestido me abraza, deslizándose sobre mis curvas y lo mantiene todo en su lugar. Tengo que decirlo, me siento... atractiva con lo que llevo. Sé que Zayn lo aprueba.

En un primer momento, creo que vamos hacia el comedor privado donde discutimos por primera vez el contrato, pero me lleva más allá de esa puerta y en el otro extremo se abre la puerta a otra habitación con paneles de madera.

—¡Sorpresa!

¡Oh, por Dios!

Kate y Elliot, Ethan y Mia, Carrick y Grace, el Sr. Bieber y Justin, y mi madre y Bob están todos ahí alzando sus copas. Me quedo boquiabierta ante ellos, sin palabras. ¿Cómo? ¿Cuándo? Me giro con consternación hacía Zayn, y me aprieta la mano. Mi madre se adelanta y envuelve sus brazos alrededor de mí. ¡Oh, mamá!

—Cariño, te ves hermosa. Feliz cumpleaños.

—¡Mamá! —chillo abrazándola. Oh, mami. Las lágrimas caen por mi rostro a pesar de la audiencia, y entierro mi cara en su cuello.

—Cariño, querida. No llores. Ray va a estar bien. Él es un hombre fuerte. No llores. No en el día de tu cumpleaños. —Su voz se quiebra, pero mantiene la compostura. Agarra mi cara entre sus manos y con los pulgares limpia las lágrimas.

—Creí que te habías olvidado.

—¡Oh, Anastasia! ¿Cómo podría? Diecisiete horas de parto no es algo que olvidamos con facilidad.

Me río a través de mis lágrimas, y ella sonríe.

—Seca tus ojos, cariño. Hay mucha gente que está aquí para compartir tu día especial.

Sollocé, sin querer mirar a nadie más en la habitación, avergonzada y muy contenta de que todo el mundo haya hecho tanto esfuerzo para venir a verme.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cuándo llegaste?

—Tu marido envió a su avión, querida. —Ella sonríe, impresionada.

Y yo me río.

—Gracias por venir, mamá. —Me limpia la nariz con un pañuelo como sólo una madre lo haría— ¡Mamá! —la regaño, componiéndome a mí misma.

—Eso está mejor. Feliz cumpleaños, cariño. —Ella se hace a un lado mientras todo el mundo se alinea para abrazarme y desearme feliz cumpleaños.

—Lo está haciendo bien, Ana. El Dr. Sluder es uno de los mejores en el país. Feliz cumpleaños, ángel. —Grace me abraza.

—Llora todo lo que quieras Anastasia, es tu fiesta. —Justin me abraza.

—Feliz cumpleaños, querida niña. —Carrick me sonríe, ahuecando mi cara

—¿Qué pasa nena? Tu viejo va a estar bien. —Elliot me envuelve en sus brazos— Feliz cumpleaños.

—Está bien. —Tomando mi mano, Zayn me tira de los brazos de Elliot— Basta ya de acariciar a mi esposa. Ve a acariciar a tu prometida.

Elliot sonríe maliciosamente y le guiña el ojo a Kate.

Un camarero que no había notado antes se presenta ante mí y Zayn con copas de champaña rosado.

Zayn se aclara la garganta.

—Esto sería un día perfecto si Ray estuviera aquí con nosotros, pero él no está lejos. Lo está haciendo bien, y sé que le gustaría que disfrutes, Anastasia. A todos ustedes, gracias por venir a compartir el cumpleaños de mi bella esposa, el primero de muchos por venir. Feliz cumpleaños, mi amor. —Zayn levanta su copa hacía mí en medio de un coro de feliz cumpleaños y tengo que luchar otra vez para mantener a raya mis lágrimas.

Observo las animadas conversaciones en la mesa de la cena. Es extraño estar envuelta en el seno de mi familia, sabiendo que el hombre que yo considero mi padre está en un equipo de soporte de vida en los fríos alrededores clínicos de la UCI. Estoy separada de la reunión, pero agradecida de que están todos aquí.

Mirando el combate entre Elliot y Zayn, el listo ingenio tibio de Justin, el entusiasmo de Mia y su entusiasmo por la comida, Ethan disimuladamente mirándola. Creo que le gusta... aunque es difícil de decir.

El Sr. Bieber está sentado hacia atrás, como yo, disfrutando de las conversaciones. Él se ve mejor. Reposado. Justin está muy atento a él, cortando su comida, manteniendo el vaso lleno. Tener a su padre sobreviviendo de haber estado tan cerca de la muerte ha hecho que Justin aprecie más al Sr. Bieber... Lo sé.

Miro a mamá. Ella está en su elemento, encantadora, ingeniosa y cálida. La amo demasiado. Tengo que acordarme de decirle. La vida es tan preciosa, me doy cuenta ahora.

—¿Estás bien? —me pregunta Kate con una voz extrañamente suave.
Asiento con la cabeza y la tomo de la mano.


—Sí. Gracias por venir.

—¿Crees que el Sr. Mega dólares podría alejarme de ti en tu cumpleaños? ¡Llegamos a volar en el helicóptero! —Sonríe.

—¿En serio?

—Sí. Todos nosotros. Y pensar que Zayn puede volarlo.

Asiento con la cabeza.

—Eso es un poco caliente.

—Sí, creo que sí.

Sonreímos.

—¿Te quedas aquí esta noche? —pregunto.

—Sí. Todos lo hacemos, creo. ¿No sabías nada acerca de esto?

Niego con la cabeza.

—Halagador, ¿o no?

Asiento con la cabeza.

—¿Qué te regaló por tu cumpleaños?

—Esto. —Alzo mi pulsera.

—¡Oh, linda!

—Sí.

—Londres, París... ¿helado?

—No quieres saber.

—Puedo adivinar.

Nos reímos, y me sonrojo al recordar, Ben & Jerry’s & Anastasia.

—Oh... y un R8.

Kate escupe su vino cayendo con poco atractivo por su barbilla, haciendo que ambas nos riamos un poco más.

—Un bastardo de altura, ¿no? —se ríe.

Para el postre se me presenta una tarta de chocolate con suntuosas veintidós velas plateadas ardiendo y un creciente coro de “Feliz Cumpleaños”. Grace observa a Zayn cantando con el resto de mis amigos y familiares, y sus ojos brillan con amor. Atrapándome viendo, me tira un beso.

—Pide un deseo —me susurra Zayn. En un instante soplo todas las velas, deseando fervientemente que mi padre esté mejor. Papi, mejórate. Por favor, ponte bien. Te amo tanto.

A medianoche, el Sr. Bieber y Justin se despiden.

—Muchas gracias por venir. —Abrazo a Justin con fuerza.

—No me lo perdería por nada del mundo. Me alegro de que Ray se dirija en la dirección correcta.

—Sí. Tú, el señor Bieber, y Ray tienen que venir a pescar con Zayn en Aspen.

—¿Sí? Suena bien. —Sonríe Justin antes de irse a buscar el abrigo de su padre, y me agacho para decir adiós al Sr. Bieber.

—Tú sabes Ana, hubo un tiempo… bueno, pensé que tú y Justin... —Su voz se desvanece, y él me mira, su intensa mirada oscura, pero de amor.
¡Oh, no!

—Le tengo mucho cariño a su hijo, Sr. Bieber, pero él es como un hermano para mí.

—Hubieras sido una buena hija, por parentesco. Y lo eres. Para los Malik. —Sonríe con tristeza y me ruborizo.

—Espero que se conforme con una amiga.

—Por supuesto. Tu marido es un buen hombre. Elegiste bien, Ana.

—Yo creo que sí —le susurro— Lo amo demasiado. —Abrazo al Sr. Bieber.

—Trátalo bien, Ana.

—Lo haré —prometo.

***

Zayn cierra la puerta de nuestra suite.

—Al fin solos —murmura, echándose hacia atrás contra la puerta, mirándome.

Doy un paso hacia él y corro mis dedos por encima de las solapas de su chaqueta.

—Gracias por un maravilloso cumpleaños. De verdad eres el más reflexivo, atento y generoso marido.

—Un placer.

—Sí... un placer. Vamos a hacer algo al respecto —le susurro. Apretando mis manos alrededor de sus solapas, tiro de sus labios a los míos.

***

Después de un desayuno comunal, abro todos mis regalos a continuación, dando una serie de alegres despedidas a todos los Malik y los Kavanagh que volverán a Seattle a través de Charlie Tango. Mi madre, Zayn, y yo nos dirigimos al hospital con Taylor conduciendo ya que los tres no encajamos en mi R8. Bob ha declinado la visita, y estoy secretamente contenta. Sería tan extraño, y estoy segura que a Ray no le gustaría ver a Bob viéndolo en cualquier cosa menos que su mejor momento.
Ray tiene el mismo aspecto. Más peludo. Mamá se sorprende cuando lo ve, y juntas lloramos un poco más.

—Oh, Ray. —Ella aprieta su mano y acaricia suavemente su cara, y me conmueve ver su amor por su ex marido. Me alegro de tener los pañuelos de papel en mi bolso. Nos sentamos junto a él, sostengo su mano mientras ella sostiene la de él.

—Anastasia, hubo un momento en que este hombre era el centro de mi mundo. El sol salía y se ponía con él. Yo siempre lo amaré. Ha cuidado tan bien de ti.

—Mamá… —me ahogo y ella me acaricia la cara y mete un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Sabes que siempre amaré a Ray. Sólo nos separamos. —Ella suspira— Yo sólo no podía vivir con él. —Ella mira hacia abajo a sus dedos, y me pregunto si ella está pensando acerca de Steve, el marido número tres, de quien no hablamos.

—Sé que quieres a Ray —le susurro, secando mis ojos— Ellos van a sacarlo del coma hoy.

—Bueno. Estoy segura de que va a estar bien. Es tan obstinado. Creo que lo aprendiste de él.

Yo sonrío.

—¿Has estado hablando con Zayn?

—¿Piensa que eres terca?

—Yo creo que sí.

—Le diré que es un rasgo familiar. Se ven tan bien juntos, Anastasia. Tan felices.

—Lo somos. Estamos llegando ahí, de todos modos. Lo amo. Él es el centro de mi mundo. El sol sale y se pone con él para mí, también.

—Obviamente, él te adora, mi amor.

—Y yo lo adoro.

—Asegúrate de decírselo. Los hombres necesitan escuchar esas cosas igual que nosotros.

Insisto en ir al aeropuerto con mamá y Bob decirles adiós. Taylor nos sigue en el R8, y Zayn conduce la camioneta. Lamento que ellos no puedan permanecer más tiempo, pero tienen que volver a Savannah. Es un lloroso adiós.

—Cuídala, Bob —susurro mientras me abraza.

—Claro que lo haré, Anastasia. Cuídate también.

—Lo haré. —Me dirijo a mi madre— Adiós, mamá. Gracias por venir —le susurro, la voz ronca— Te quiero tanto.

—Oh, mi niña querida, te quiero, también. Y Ray va a estar bien. Él no está listo para arrastrar los pies fuera de su envoltura mortal por el momento. Probablemente hay un juego de los Marines que no se puede perder.

Me río. Ella tiene razón. Me propongo leerle a Ray las páginas deportivas del periódico del domingo, esta noche. Los miro a ella y a Bob subir las escaleras en jet de GEH. Me da un adiós con lágrimas en los ojos, entonces se ha ido. Zayn envuelve su brazo alrededor de mi hombro.

—Vamos de regreso, nena —murmura

—¿Vas a conducir?

—Claro.

Cuando regresamos al hospital esa noche, Ray se ve diferente. Me toma un momento para que me dé cuenta que la succión y el empuje del ventilador se ha desvanecido. Ray está respirando por su cuenta. El alivio inunda a través de mí. Acaricio su rostro sin afeitar, y sacando un pañuelo de papel limpio suavemente, la saliva de su boca.

Zayn acecha en busca del Dr. Sluder o al Dr. Crowe por una actualización, mientras tomo mi familiar asiento junto a su cama para mantener una vigilia atenta.

Despliego la sección de deportes del Oregonian del domingo y comienzo a leer a conciencia el informe sobre el partido de fútbol de los Sounders contra el Real Salt Lake. Por todas las cuentas, fue un juego salvaje, pero los Sounders fueron derrotados por un gol en la propia meta de Kasey Keller. Agarro con firmeza la mano de Ray entre la mía mientras leo.

—Y el resultado final, Sounders 1, Real Salt Lake 2.

—Oye, Anastasia, ¿hemos perdido? ¡No! —dice Ray en tono áspero, y me aprieta la mano.

¡Papi!

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